Capítulo 5. Celeste conduce a toda velocidad mientras recuerda su visita al doctor.
El CEO ya sabía lo que su asistente le iba a decir y no necesitaba que lo hiciera,
-- ¡Silencio! – Leonardo no dejó que su asistente termine la frase, pero Manuel debía decirle lo que había averiguado al salir,
-- Señor al parecer la señorita Dupont estaba en aparente estado de ebriedad e incluso según parece fue drogada también señor Coppola – eso lo averiguó Manuel una vez que había salido del bar, fue una de las azafatas quien lo siguió y se lo comentó afuera, lo que hacían en el bar cuando las mujeres acudían solas a beber era bien sabido por todas, pero ninguna lo podía denunciar, la empleada pensó que el asistente podría hacer algo al respecto.
Leonardo también se había dado cuenta de eso, no necesitaba que su asistente se lo confirme, lo pudo notar la noche anterior, él mueve la mano y saca a su asistente de la oficina, no necesita escuchar más.
-- ¡Carajo! – dice para sí,
-- ¡Carajo! – se repite una y otra vez.
Leonardo ahora quería averiguar todo sobre Celeste Dupont, ¿qué pasaba con aquella muchacha?, ¿cómo era posible que haya estado en ese bar completamente sola y ebria? Ella era un m*****o de la familia Dupont, ¿cómo era posible que alguien la haya drogado? Él se comenzaba a preguntar ¿qué hubiera pasado si no fuera él quien llegaba a ella?, un nudo en su garganta y una rabia desmesurada fueron los síntomas que sintió a continuación, por alguna razón le asqueaba el pensamiento de imaginar a esa mujer en los brazos de otro hombre, porque lo que él ya toco nadie más podía tocarlo.
Leonardo debía ahora averiguar todo sobre Celeste Dupont, que quería decir con esa nota, en su mente el CEO se preguntaba una y otra vez ¿qué significado tenía, que Celeste haya escrito en ese papel que él era “su último deseo”?
** ¿Fui yo su último deseo?, o ¿fue perder su virginidad su último deseo? ** se preguntaba él mentalmente y esa pregunta quedaba sin respuesta para él, pero seguía haciéndosela una y otra vez, cada que veía la hoja, tanto que para Leonardo esas malditas palabras terminaron convirtiéndose en una obsesión, pues no podía sacárselas de la mente, y lo único que eso provocó fue que su deseo por esa mujer creciera más y más, para el CEO meter nuevamente a la hija menor de los Dupont en su cama se convirtió en su maldita obsesión.
El CEO comenzó a investigar todos los movimientos de Celeste, Leonardo averiguó lo que ella hizo el mismo día que la conoció, aquel día antes de llegar al bar. Y él mismo se acercó a la clínica del doctor Javier donde fue atendida Celeste y solicito una cita con su doctor.
Pero antes, Leonardo ingresó al sistema intentando buscar respuestas, y es ahí cuando descubre la enfermedad de Celeste, la palabra “cáncer epitelial de ovario en estado avanzado” le llamó la atención, para él esas palabras fueron algo nuevo y extraño, pero fue ahí cuando comprendió porque ella había escrito que él se había convertido en su último deseo para ella, y fue el doctor Javier quien le explicó mejor de que se trataba la enfermedad…
El CEO envía a su asistente a casa de su prometida para seguir investigando, ahí se entera también del pésimo trato que recibe la joven por parte de todos.
Al parecer ella no era hija de la esposa de su padre, Leonardo comienza a sentir lástima y compasión por Celeste, según lo que averiguó Celeste era una hija ilegitima de la familia Dupont y cuando hablo con el doctor Javier, supo también que ella nunca podría salir embarazada, debido a su enfermedad Celeste no podría tener hijos, así que no le preocupaba haber mantenido relaciones sexuales sin protección, es más, nunca le preocuparía no protegerse con ella, algo que le venía muy bien. Pues él era alérgico a los látex preservativos.
Leonardo no podía sacar a Celeste de su mente, cada vez que se iba a dormir solo pensaba en la noche que compartió con ella, no le importaba ser el prometido de su hermana mayor, lo único que quería era repetir aquella noche junto a ella.
Varios días después una mañana muy temprano Leonardo llegó a la mansión de los Dupont, su intención era encontrarse con Celeste, pero grande fue su sorpresa al verla salir a toda velocidad montada en una moto, él pensó que ella solo había alquilado una por aquel día, al menos eso fue lo que su asistente le informó, así que no se detuvo, sino que condujo su auto y se mantuvo detrás de la moto, él observaba todos los movimientos imprudentes que Celeste hacía en el aparato mientras giraba en cada esquina, había averiguado que ella renunció a su trabajo, eso le venía de maravilla, pues había pensado ofrecerle un trabajo como su amante sabiendo que nadie la quería en su familia, él se ofrecería a tratarla un poco mejor el tiempo que le quede de vida.
Los malestares en el cuerpo de Celeste habían disminuido un poco, gracias a que ya no desayunaba en casa se sentía mejor, algo que no lograba entender. Ella dejo su auto desde que renunció a su trabajo y prefirió comprar la moto que había conducido el día que se cruzó con el CEO.
Ella había quedado en encontrarse con Paul para contarle la verdad y revisar sus análisis, debía pasar a recogerlos en la clínica y luego encontrarse con su amigo en un café.
Celeste conduce a toda velocidad mientras recuerda el día que visito a Javier. Semanas atrás venía sintiendo un tremendo malestar en el cuerpo, Javier era el médico de la familia, pero también es su amigo personal, y esa vez Celeste no quiso que nadie la acompañe.
Ella condujo sola, aunque igual era raro pensar que alguien de la familia podría acompañarla por amor, cuando sabe bien, lo único que les importa tanto a su madre como a su hermana es todo el dinero y los lujos que poseen, incluso a su padre lo único que le importa es la empresa y nada más.
-- ¿Ha venido sola el día de hoy señorita Dupont? – le había preguntado la secretaria de Javier, y Celeste no necesito que le muestren el camino, pues no era la primera vez que ella iba con él,
-- Así es, está vez he venido sola – le comentó, y sonrió de forma forzada, una familia llena de sirvientes y lujos como los Dupont y la hija menor tenía que asistir sola a una consulta médica tan importante,
-- ¡Hola Lari, veo que estás sola! – la había saludado Javier, él no quería tener que darle la noticia a ella sola, pero debía comenzar su tratamiento cuanto antes, su amiga fue sola y lamentablemente tuvo que proceder así,
-- Lamento tener que darte esta noticia sin que nadie te acompañe cariño, pero mientras más pronto inicies el tratamiento será mejor para ti – había comenzado a decirle, y Celeste no tenía la menor idea de lo que le decía, ella no sabía de qué tratamiento le hablaba Javier, mientras recordaba aquello, Celeste aceleraba más la moto, Leonardo que la seguía de cerca lo podía notar, pues veía lo osada que se estaba comportando la joven con ese vehículo motorizado, tanto que sintió escalofríos al imaginar que quizás intentaba provocar que algo malo ocurra, y porque no pensarlo sabiendo la enfermedad que ella padecía.
Celeste seguía recordando su fatídica visita al doctor, ella sonreía irónica pues se había imaginado que solo asistía por una simple molestia corporal y que Javier debía ayudarla aliviándola, pero mientras lo escuchaba hablar su cuerpo se tensaba y solo acelerando la moto lograba que esa tensión que volvía a sentir mientras recordaba todo se disipe,
-- los dolores que has estado sintiendo son producto del avanzado cáncer epitelial de ovario que padeces – le había dicho su amigo y ella siento que su cuerpo comenzaba a perder fuerza, nunca esperó escuchar a sus veinte años que tuviera una enfermedad terminal, Celeste había dejado de escucharlo en algún momento como ahora, su mente se había quedado completamente en blanco como ahora, lo único en que podía ella pensar era en su abuela, la anciana era la única persona en la familia que realmente la amaba y se preocupaba por ella, Celeste pensaba que había aguantado todo lo que había aguantado en esa casa, solo por ella.
-- ¿Qué es eso Javier, podrías explicarme mejor? – le había preguntado y ahora recuerda toda la explicación que su amigo le dio, al parecer ese cáncer era uno de los tumores más agresivos y letales que le podía dar a una mujer si no era detectado a tiempo y en su caso ocurrió eso mismo, pues no fue detectado a tiempo, las lágrimas comenzaban a aparecer en sus ojos, mientras más rápido avanzaba, por un momento Leonardo llegó a pensar que Celeste Dupont quería atentar contra su vida, comenzó a tocar la bocina de su auto logrando llamar la atención de ella, Celeste regresó a la realidad, ella se dio cuenta de la enorme velocidad en la que estaba, se había olvidado de todo, no podía pensar en nada más, lo único que pensaba era que quizás no tendría tiempo para vivir lo suficiente.