Pizza y Pelicula

2391 Words
Leila:  Estaba clara que no pasaría nada entre nosotros. Me volví a ver en el espejo para terminar de arreglar mi cabello, era castaño claro, que me llegaba un poco  por debajo de la marca del brasier. Un suéter de rayas azules y un pantalón n***o con zapatillas negras era lo que habia decidido llevar. El maquillaje súper escaso, sabía que lo más resaltante de mi era mi cara,  la verdad es que era bastante recta sin curvas y tampoco es que era muy alta, media 1,67 que, para mi edad de 25 años, estaba perfecta. Sabía que no crecería más de allí. Todo lo bonito estaba en mi cara; facciones  pequeñas y estilizadas. ojos claros como la miel, nariz perfilada y lo que más le gustaba mi boca, que parecía siempre estar rosada.   Acomode todo, limpie como loca después de llegar de trabajar. Nada estaba sucio en realidad solo lo hacía para calmar los nervios. Busqué algunas películas de terror ya que no quería ver nada de romance, no creía que a Matt le gustara eso. > me recordé, bueno si pensé se que trabaja en la florería donde lo conocí, ¿Tenía tanto tiempo trabajando allí y no lo había visto antes? Bueno quien sabe, el “destino no nos quería conectados” bromeé para mis adentros. Puse tres opciones en la mesa y prendí la tv para esperarlo. El reloj decía que ya iban a dar las 8. No faltaba mucho para que llegase. ..... Narra Matt: Había ido a su departamento caminando, estábamos a solo 20 minutos de distancia. Toque el comunicador para llamar―   ―Por favor con la señorita Leila.   Una voz de chica me respondió al otro lado, al parecer el edificio contaba con seguridad.―Umm, si, la señorita Leila espera una visita, nombre por favor.   ―Matt.   La voz de la mujer cada vez se volvía más insoportable. – Disculpe, ¿Matt qué? ¡Qué fastidio! pensé para mis adentros.  Ni siquiera Leila sabía mi apellido ¿Para que lo quería ella?   ―Matt Brien― dije secamente. La puerta emitió un sonido y se abrió― Gracias.――por hacer perder mi tiempo, pensé.   ―De nada, la señorita lo está esperando, piso 3A.  Me adentré en la caja metálica y marqué el piso. Las manos me sudaban como loco. Secandomelas en los pantalones respiré profundo. Lo último que quería era parecer un adolescente cachondo.   Al llegar a la puerta, arreglé un poco mi vestimenta. Solo era una camisa, algo pegada, blue jean y zapatos cómodos. Toqué el timbre y Leila me recibió con una hermosa sonrisa.        Leila:  ―Si, sí. Dígale que pase, lo estoy esperando― le dije a la mujer de recepción entonces  apagué la tele y fui a la puerta.  Me saqué el pelo fuera de la cara y me dije a mi misma ¡ya Leila no eres una adolescente compórtate!. Entonces tocaron la puerta dos veces, y yo sabía que era él.  Mis ojos se encontraron con los suyos y al instante sentí la misma punzada en el corazón, que si no fuera porque llevo ropa interior me hubiese hecho pis encima – Me sorprendía lo nerviosa que estaba. ― Hey – me saludó en forma relajada.   ―Hola, Matt. Pasa por favor ― dije dándole paso. El aceptó adentrándose a mi apartamento.   ― He traído palomitas de microondas con queso cheddar, no estaba muy seguro pero me arriesgue a que te gustaran― me tendió las palomitas y yo caminé hacia la cocina a ponerlas en el microondas, mientras caminaba le contesté. ―Si, esas están bien, cualquiera me gusta. Siéntate por favor, estás en tu casa. Puse tres  películas de terror allí en la mesa para que las chequees.― El las vio y las tomó.  ―¿Son solo de terror? ―Preguntó mientras se acomodaba en el sofá y tomaba las películas. ―Bueno, si. Es que tampoco sabía qué películas te gustaban, y no te pondría a ver una de romance― le dije riendo.  ―Bueno, informo que mis películas favoritas son de ciencia ficción y las románticas también me gustan  aunque prefiero las de comedia, las de terror bueno pues... no me dejan dormir.   ―No me digas que le tienes miedo a la oscuridad― le dije en tono de burla.   ―No, no es eso, es que.― bajó el tono de voz― siento a alguien mirándome en la noche y es estresante.   Dejé escapar una risita― !Te comprendo perfectamente!  ―La dama de n***o― dijo luego de un segundo.  ―¿Qué?   ―La dama de n***o esa es la que veremos.― se paró del sofá colocándose frente el televisor.  ―La dama de n***o ¿estas seguro? Me dijeron que es fuerte.― Coloqué las cotufas en el microondas y reí viendo sus cejas subir.  ―¿Qué? ¿Le tienes miedo a una simple película?― Me contraatacó. Sonó como una burla con sabor a reto.   ―Algo. ―tranquila , cielo. Yo estoy aquí. ―Dijo casual.  Mis mejillas se tiñeron de rojo al instante. El soltaba frases como esas sin detectar cómo me afectaban. Estaba poco acostumbrada a palabras bonitas y si me seguía diciendo así me tendría muy pronto babeando.   Las palomitas de maíz estuvieron listas en ese momento, y en un tras ya estábamos mirando la película.  Estaba asustada― más asustada de lo normal. Cada escena producía un brinco dentro de mí y cada cierto tiempo me quedaba viendo a Matt. Estaba a mi lado, con un brazo reposando arriba de mí en el sofá, y yo estaba apoyada en él con una manta encima, las palomitas en mis piernas. Parecíamos una pareja con algunos años, pasando un viernes normal.  ―No puedo creerlo...¿Murió?― le pregunté, él apagó el televisor y prendió la luz.  ― Fíjate que sí y con él bebe― me dijo riendo.  ―¡Que mal!, ¡¿como te puede dar risa eso?! La dama de n***o es la peor película que he visto – reproché.  ―Pero si te dio miedo ―Se burló.  ―Claro que no, fue mala, he visto mejores.― Me paré para llevar las tasas de palomitas a la cocina. Yo no era nerviosa, bueno... cuando se trataba de chicos sí. Puede que tuviera 25 años pero seguía siendo la misma niña de 15 que se fue de la casa de su madre casi por obligación. Sentí algo detrás de mí y...  ―BOOH!!. ―Dijo algo tocándome por atrás. Brinqué del susto ― ¿No que no te dio miedo? ―su risa me daba ganas de reír pero a la vez quería golpearlo.  ―¡¿Pero qué está mal contigo?!― volteé. Pegándole fuerte en el pecho algo que al parecer no le dolía. Estaba tan metida en mis pensamientos que no lo había visto entrar en la cocina.  ―Ya, cielo. ―Tomò  mi mano, no fuerte pero si firme. Se acercó. Estábamos a tres centímetros de cerca, y a la vez muy lejos. Nuestras respiraciones se chocaban. Vi sus hermosos ojos y me pareció ver dentro de él por un rato, bajó su mirada a mis labios al igual que yo a los suyos. Lo único que quería en ese momento era sentir sus labios y eso fue lo que hizo.  Sus labios eran tibios y suaves al chocar con los míos y se movían en un ritmo tierno y relajado. Moví mis manos hasta su cuello y las junte allí, él posó una mano en mi espalda y la otra en mi nuca para profundizar el beso.  Su lengua recorrió mi labio inferior y luego lo mordió. Sus manos cambiaron de posición sosteniendo mi rostro con sus manos. Tome su pelo y lo jale más a mí. Nos empezamos a mover de lugar en algún momento pero realmente no me di cuenta (estaba ocupada pensando en lo rico que estaban sus labios) cuando me di cuenta, ambos estábamos en el sofá, él encima de mi. Mis manos seguían moviendo su cabello liso, mientras que las suyas estaban a mis costados, hasta que una de ellas entró por debajo de mi suéter. Sus manos frías tocaron mi vientre haciendo un círculo alrededor de mi ombligo. Sus manos se sentían  cálidas pero algo rústicas que me supuse que era por las flores con las que trabajaba – llegó un punto en el que solté un gemido y él un gruñido ronco en respuesta, pero entonces allí fue cuando mi clic de alarma se activó. No voy a tener sexo en la primera cita y luego algo sonó…  ―¿Qué?― preguntó sin entender. ― Tu celular, creo.― le dije apartándome de él―  está sonando.―Estaba sonando ¡¡Gracias celular!! ―Tranquila, Es solo un mensaje.―  Quedamos en silencio y se acercó de nuevo a mi, me besó de nuevo pero esta vez se sentía más tierno y corto. ―Deberíamos pedir la pizza ―sugirió muy cerca de mis labios y yo sonreí asintiendo, era lo único que podía hacer luego de aquellos besos, prácticamente me sentía  volar.  Tomó el teléfono de mi casa y marcó. ―¿Hola? Por favor una pizza familiar con bastante queso, jamón, tocineta ¿que más?― me preguntó apartando el auricular con la mano.  ―Champiñones ― una familiar era muy grande pero me daba igual. ―Aja, ok ...¿Como en 20 minutos? Ok, gracias  ya le envió la dirección―dijo y colgó. Nos quedamos en silencio aunque no era incómodo. Pensé en que tendría que comenzar con las preguntas porque él no comenzaría…  ―¿Entonces vives aquí sola?― Preguntó observando la casa.  ¡Bien! Pensé, no sería yo la que comenzará.  ―Si, desde los 15 años.― respondí en tono casual sin que pudiera captar la incomodidad en mi voz. Sus ojos se abrieron como platos y me dio por reírme de la mofa. ―¿A los 15 años? ¿Pe―pero qué persona se muda a los 15?, ¡Cristo!  ―Si, bueno… lo necesitaba, no podía ni quería vivir con mi madre y su esposo.  ―Oh...¿ y ella solo te dejó?― tenía una mirada de confusión. Estaba entre decirle la verdad o guardarmelo para mi. Quería empezar esta relación con buen pie y no como lo había hecho con las anteriores. Decidí que sería sincera en esta conversación. respire profundo y pensé.  ― Fue todo un proceso pedir emancipación a esa edad pero si pude.  ―Wow― Dijo asombrado.  Cambiemos de tema. Ya, por favor.  ―¿Y tú dónde vives?― me apresure a preguntar.  ―Es muy cerca de aquí, como 6 cuadras bajando, en un edificio de dos pisos. Vivo con una amiga, Cece.  ―¿Vives con una chica?― en mi voz se pudo escuchar mi asombro y algo de celos. Me golpee mentalmente por los celos estúpidos y por qué él se diese cuenta.  ―No, no, no piense mal, Cece es solo una amiga de mi infancia. Vivo con ella solo porque…  En eso tocaron la puerta ― debe ser la pizza― Me levanté y fui a abrir la puerta. El chico de la pizza era más o menos de mi edad se me quedó mirando con una media sonrisa de lado. ―¿Pidieron una pizza?― tenía una voz ronca y grave y si que era atractivo pero no tanto como Matt. En un momento ya tenía a Matt a mi lado con cara de pocos amigos. ―Sí, tenga― le pasó el dinero y le echó una mirada asesina. Tomé  la pizza y entonces Matt le preguntó―¿ Algo más que ver?  El muchacho se puso rojo y después más rojo, bajó la cabeza y se fue. Cerré la puerta y me sentí bien por lo que él había dicho aunque no fuese mucho ya que yo me sentía de la misma manera que él. ―idiota―murmuro y lo único que pude hacer fue echarme a reír. Nos sentamos en el piso junto a la mesa uno frente al otro, comiendo y riendo, me contaba las veces en que su tío se quedaba dormido en la florería y luego de varios días olía al abono que le echaban a las plantas. ―¿Qué hay de tu padre?― pregunté tomando otro pedazo de pizza de la caja. Él no había nombrado en toda la conversación ese tema.  ― No hay nada, ni siquiera lo conozco. Mi madre se fue con su segundo esposo y no sé dónde están y realmente no los extraño, se que mejor es así. Ya a los 16 era yo el que los mantenía, ese señor era... es un drogadicto y mi madre… ella siguió los pasos de él, lo único bueno que me dejaron fue a…  El teléfono de nuevo: ―Quién estará llamando a estas horas?― se preguntó. Tomó el teléfono del sofá y respondió. ― ¿Aló?¿ Qué? , ¿Cuando? ,¿ en donde? , ¿en qué hospital?. ―Se veía pálido y lloroso todo rastro de persona feliz se fue  dejando al mando a alguien preocupado  ― Me tengo que ir ―me dijo tomando la chaqueta que había traído.  ―Wow, espera, ¿qué está pasando?  Lo tomé por los hombros tranquilizando o haciendo el intento. ¿A dónde vamos?― le pregunté, ―¿traes auto?  Solo negó la cabeza  ― Bueno yo sí, vamos a buscarlo en el estacionamiento. – tomé las llaves  de la casa y el carro, bajamos por el ascensor hasta el sótano donde están los carros del edificio. El mío era uno n***o. El se montó en el lado del copiloto pero seguía completamente callado. Me preocupaba y lo único que hacía era parpadear, salí del estacionamiento y le pregunté:¿ a dónde?  ―The Royal London hospital ― fui directo hacia allá. Llegamos en menos de 25 minutos y me quedé sin habla. La última vez que había venido a este lugar había sido cuando me dijeron que mi madre…  bueno eso. Nos bajamos y entramos por emergencia.  ―Matt― dijo una chica de pelo rojo con los ojos llorosos. Supuse que era Cece. Pero… ¿Entonces qué hacíamos allí? me acerqué a ella y le tendí mi mano. ― Hola, soy Leila Grace. Un gusto― dije tendiendo la mano.  ―Oh , hola Leila, mucho gusto soy Cece solo Cece―― trató de sonreír pero su sonrisa no llegó a sus ojos. Su voz era fina y apagada, la cual me llenó de angustia.  ―¿Qué le pasó a Emma?  ¿Emma? Pensé.  ―No lo sé, estaba todo bien, luego te fuiste y ella estaba dormida pero se despertó y empezó a llorar mucho, como nunca antes la había visto. la temperatura subió y llegó muy alto, 40º aproximadamente. Me asusté mucho y le puse toallas mojadas en la frente a ver si se le bajaba, también le di tylenol  pero seguía llorando y la traje porque no sabía que tenía. Sus mejillas estaban poniéndose cada vez más rojas  ―dijo sentándose y poniéndose  las manos en la cara, ― yo solo no sabía qué hacer― sollozo la pelirroja. No entendía nada. Estábamos esperando a una bebe llamada Emma.  ¿Matt tenía una hija?  ¿Matt tenía una hija con Cece?  Él caminó hasta un doctor  que pasaba preguntándole por “Emma”. yo me quede sentada junto a cece por un rato, pasándole  la mano por la espalda hasta que le pregunte: ―¿Emma es tu hija? Ella negó con la cabeza ―¿Es la hija de Matt?―Volví a intentar comprender pero tenía la cabeza entumecida.   ―No, no. Emma es la Hermana de Matt.―  ¿Matt tenía una hermana bebé?
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