—Bien ¿Vas decirme en realidad como va todo? —miro a Lissa sentada frente a mí. Habíamos quedado para almorzar solas y aprovechar que Conte se quedaría en casa con Ilyana —Mal—digo jugando con los vegetales salteados que acompañan mi pechuga de pavo—Todo el tiempo me devano los sesos pensando en que momento mi esposo se volvió un idiota—ella solo me escucha en silencio— Hace unos días fue mi revisión y sentí que fue por obligación— le cuento —Thara— dice esta —Es verdad—digo—Desde que tuve la amenaza de aborto todo se fue a la mierda y no reconozco al hombre con el que me case —¿han hablado desde el día en la consulta? —niego —No. Sigo en casa, pero estamos igual —le cuento— Bueno, él intenta estar Más en casa y trata de que hablemos, pero yo prácticamente huyo como puedo —¿De que