Capítulo 1
Dos años después
Me remuevo en la cama cuando unos labios me despiertan al repartir besos en mi cuello y a pesar de la opresión de mi corazón sonrió sin abrir los ojos.
—Venga amore mío. Es hora de levantarse—dice mi esposo. Lentamente abro los ojos y lo veo sentado en la orilla de la cama. Lleva pantalones de deporte y su cabello oscuro esta húmedo después de la ducha
—¿Saliste? —le pregunto y él sonríe. Pero sé que está calibrando mí estado de animo
—Hice ejerció—Responde—Pensé que ya estarías lista para el trabajo—miro la hora en el reloj despertador
—¡Mierda! —digo pateando las sábanas y caminando hasta el baño cuando una mano me detiene y mi marido me voltea hasta quedar frente a mi
—¿Estas bien? —pregunta y asiento antes de lanzarme a sus labios para besarle. Quiero transmitirle mi amor con el beso y cuando nos lleva a la cama me suelto sonriendo genuinamente
—Lo siento cielo. pero tengo mucho trabajo y cosas pendientes—él gruñe frustrado—Es muy tarde—me mira un momento mientras sus manos descansan de forma posesiva en mis caderas—Estoy bien. No te preocupes por nada—digo—Como tú lo dijiste. Sucederá— él asiente
—Odio ver esa mirada triste en ti—dice y me da un beso rápido—Te dejo para que te alistes—dice antes de irse. Veo cómo sale de la habitación y me voy al baño
Me paro frente al espejo y me quedo allí mirando mi reflejo. Mi cabello está cortado en degradado a la altura de mis hombros. Tengo ojeras y mis ojos no tienen ese brillo esperanzador que tenían hasta ayer. Miro al lado del lavado y en la papelera quedan los restos de mi fracaso. Enzo debió haber tirado todo esta mañana.
Negativo. Me había frustrado al ver el resultado de mi prueba de embarazo ayer en la noche. Creía que está vez si sucedería. Tenía un par de semanas de retraso y estaba convencida. Enzo, como las últimas cuatro veces había sido quien me reconfortaba. Sin embargo, esta era la primera vez que intentábamos con la reproducción asistida, específicamente con la inseminación artificial y había fallado. El médico nos lo advirtió, quizás no sucedería al primer intento, pero eso no quitaba la decepción que siento.
Me ducho y preparo para mi día. Mientras lo hago no puedo evitar preguntarme si Enzo esta tan frustrado como yo. Desde que tomamos la decisión hace un año atrás de intentar embarazarme él siempre ha sido positivo. Nuestro matrimonio no es perfecto, pero él nunca ha dejado que una situación se interponga entre nosotros, es atento y siempre pone mis necesidades por encima de las suyas. Por eso decido dejar de pensar en mí y decido concentrarme en el evento de esta noche. Hoy es el octavo aniversario del King of Ace
Salgo de la ducha y me envuelvo en una toalla mientras con otra pequeña me seco el cabello. Cuando mi cabello está seco, me voy a el armario y tengo que parpadear varias veces al encontrarme el enorme unicornio que le compre como regalo de cumpleaños hace días a Ilyana. La bebé de Lissa y Conté la cual celebrará su primer año y su fiesta será mañana en la tarde. Lentamente me acerco y lo acaricio. Adoro a Ilyana. Ella es ahijada de Enzo y mía. Mi esposo pensó que era mejor regalarle una esclava, pero yo me enamore de este gran peluche de felpa rosa, amo pasar tiempo con ella cada vez que puedo ir visitarlos. Hace unos meses Lissa y Conté dejaron el departamento de abajo y se mudaron a una hermosa casa, con un enromé patio trasero donde Ilyana es muy feliz.
Dejo a un lado el unicornio de felpa y tomo mi ropa para el día. Me pongo unos pantalones Palazzo color coral y una blusa sin mangas corte redondo blanca fajada dentro de los pantalones y me calzó unas sandalias altas color beige. Cuando estoy lista salgo y cuando llego a la cocina encuentro a Enzo preparando el desayuno. Petra tenia libre los fines de semana, así que ambos nos las arreglábamos muy bien solos.
—Te corte un poco de fruta—dice antes de tenderme una gran taza de café con leche. Acepto la taza y la coloco en la encimera de la cocina antes de envolverlo en un abrazo
—Gracias por todo—digo. Él me da una sonrisa y me besa
—Sólo corte fruta—suena divertido
—Por la fruta también, pero sobretodo. Gracias por aguantarme cada vez que esto sucede
—Cuando nos casamos me hice la promesa de cuidarte y reconfortante en momentos de tristeza y eso intento—pestañeo alejando las lágrimas, pero esta vez de felicidad
—Y te amo por eso—sus brazos se aprietan a mi alrededor y nos quedamos allí unos segundos, hasta que me deja ir
—Vamos. A desayunar—me apremia y me siento en el taburete de la cocina tomando mi café—Cuando venía de entrenar compre croissant—me dice antes de colocarlos frente a mí. También deja fruta cortada, tostadas con mermelada y jugo de naranja
—Gracias vida—le sonrió. Por lo general, ambos preparamos el desayuno después de entrenar—¿Está todo listo para esta noche?
—Si—dice sentándose a mi lado bebiendo de su café—Mika es fantástica y tiene todo cubierto—asiento de mala gana al escuchar el nombre de su asistente.
Cuando habíamos vuelto de nuestra luna de miel Enzo me había sorprendido al delegar algunas cosas y así tener más tiempo para mí. Yo hice lo mismo y aunque conservó las dos tiendas. La primera en el centro de Palermo, está dirigida por Marcelo y la del suburbio la atiende Greta, una chica que fue entrenada por Marcelo para hacerse cargo de esta. Cuando Enzo me presento a Mika ella fue muy amable. pero desde hace un tiempo para acá se ha vuelto muy silenciosa a mi alrededor y odio la manera en que mira a mi marido. No puedo negar que es bonita. Sus ojos y cabellos castaños, su nariz respingada y tiene curvas prominentes. Más de uno de los hombres que trabajan para Enzo ha intentado ligar con ella, pero no ha salido con ninguno.
—¿Thara?
—Mmm—La voz de Enzo me saca de mis pensamientos
—Te pregunte qué ¿a qué hora estarás en casa? —lo miro
—A eso de las cuatro—respondo. Tomo una tostada y le unto mermelada—Tengo que revisar el inventario de la mercancía que llego anoche—le miro—Supongo que vas a venir a cambiarte
—Estaré a las seis aquí. La fiesta comienza a las ocho—muerdo mi tostada mientras él habla—Conte me dijo que habían contratado a una niñera de una buena agencia para Ilyana. Por cierto, me pidió que te persuadiera de dejar de compra tantas cosas para la niña—se ríe mientras me lo dice y yo resoplo
—Entonces no seré bien recibida con mi unicornio—digo y el ríe más fuerte—Conte es un tonto. Él es el primero en comprar cosas para Ilyana—continúo—Recuerdas la casa de muñecas que le compró a la niña y solo tenía seis meses. ¿Quién a esa edad juega con una casa de muñecas tamaño real?
—Al parecer él creía que su hija podía—se inclina y limpia un poco de mermelada en mi labio—Sin embargo, mi regalo no lo pondrá por las nubes. En cambio, el tuyo—se calla dándome una mirada divertida
Amo que, a pesar de todo, él siempre quiera hacerme olvidar lo que nos acarrea en estos momentos. Definitivamente no sé qué haría sin mi esposo
—Tengo que irme amor—termino mi desayuno y me pongo de pie—Todo estuvo delicioso—lo beso—Te amo
—Yo más—hago un sonido de negación y el ríe. Camino hasta la entrada y tomo mis cosas
—Llévate la Range—dice desde la cocina. Mierda es cierto, mi auto está en el taller. Reviso rápido entre las cosas de la pequeña mesa junto a la puerta donde normalmente dejamos nuestras pertenencias como mi bolso, él su billetera y las llaves de los autos. Halo las llaves y su billetera cae
—¡j***r! —digo en voz baja mientras recojo todo y cuando la levanto veo una nota. La tomo y la curiosidad me mata, así que la abro. Debe ser una puta broma—Hotel Palazzo Natoli—susurro. Siento que me mareo al leer la nota. No solo tiene el nombre del hotel sino un número de habitación y la fecha de mañana junto la hora.
¿Enzo me está engañando?
—¿Estas bien? —pregunta llegando hasta donde estoy y toma todo de mí no ponerme a chillar. Asiento y le doy una sonrisa forzada
—Si. Es solo que tire todo sin querer—él niega sin darle importancia. Dejo la billetera y las llaves de la otra camioneta en su lugar y me guardo la nota—Ya es muy tarde—abro la puerta—Hasta esta tarde—digo y lo veo fruncir el ceño confuso por mis prisas, subo al elevador y las puertas me devuelven la imagen de alguien muy pálido
Abro la nota de nuevo que esta arrugada en mi mano y la vuelvo a leer. Hotel Palazzo Natoli.
—Parece que tengo una cita mañana aparte del cumpleaños de Ilyana—digo a nadie en el elevador—Esto es muy jodido