Capítulo 2

2831 Words
Cerrando la carpeta entre sus manos, Alexander la dejó descansar sobre la pila de estas mismas a su costado derecho de su escritorio, donde las había comenzado a apartar luego de terminar de revisarlas. Recargando su espalda en el respaldar de su cómoda silla de cuero, el lobo omega recargó su cabeza en esta también y cerró sus ojos, dejando escapar un largo suspiro de puro cansancio. Terminar finalmente con el caso de corrupción que habían descubierto en la manada Waller fue un verdadero infierno. Gracias a Mark Waller, habían descubierto la punta de un asqueroso iceberg que se extendía como pequeñas ramas de un árbol conectando a otros en ese sucio mundo. Habían sido unas largas horas de trabajo, unas infinitas noches despierto investigando, pero finalmente, podía decir que había terminado con ese asqueroso caso de corrupción en el que involucraban la venta de personas. Un año entero investigando al respeto, haciendo tratos con personas sucias, pero todo había valido la pena para ese momento. Abriendo sus ojos, Alex se sentó correctamente y abrió el cajón izquierdo de su escritorio. Sacando el sello, el cambiaformas omega lo destapó, lo presionó en la cajita con la tinta roja que le acompañaba y luego lo presionó sobre la última carpeta que había dejado sobre el montón de estas. Cuando la tinta roja fue impresa en ese sombrío tono n***o, Alexander sonrió con satisfacción al leer que el caso estaba cerrado. Con eso listo, volvió a guardar el sello y se levantó de su escritorio. Dirigiéndose hacia el estante vacío a su derecha, abrió una caja sacándole la tapa de cartón y utilizó su poder. Señalando con su mano la torre de carpetas, hizo un ligero movimiento de muñeca con esta y entonces la pila de documentos se movió y se guardó en la caja. Colocándole la tapa, Alex la empujó en el estante y lo observó. Con esa última caja, había llenado el mueble con casos resueltos, por lo que tendría que llamar a alguien para que los trasladara a todos a un lugar seguro y entonces tendría que ir llenándola nuevamente a medida que cerraba los casos. Eso... No sonaba para nada tan llamativo como antes, en sus primeros años trabajando para ayudar a otros y eliminar el mal que se ocultaba entre las sombras en las manadas. —Supongo que trabajar quince años haciendo lo mismo, siguiendo la rutina, lo vuelve aburrido con el tiempo —murmuró, girando para contemplar la amplía oficina llena con estantes con cajas esperando ser revisadas. El escenario se veía tan... Vacío, que ya ni siquiera le llamaba tanto la atención pasar demasiado tiempo en su oficina. Entrar a ese lugar y sentarse por horas y horas detrás de su escritorio ya no sonaba tan atractivo como antes, en especial porque ya ni siquiera podía salir libremente a ningún lado gracias a que no tenía dos sombras siguiéndole a todos lados. Incluso su lobo pasaba la mayor parte de su tiempo durmiendo en su mente, mostrando interés solamente cuando hacía sus salidas para confirmar la situación de los omegas que estaban bajo su protección directa. Salir de esas aburridas cuatro paredes era un cambio que su lobo había comenzado a anhelar cada día más... Junto a otras cosas que estaba seguro, de que solo era influencia por los demás. Si veía a otras personas cercanas a él encontrando una pareja con la cual establecerse y tener una familia, inevitablemente le iba a provocar tener el mismo deseo, ¿no? Soltando un suspiro cuando su estómago sonó ruidosamente, Alex volvió a su escritorio y revisó la hora en su computador. —Con razón tengo hambre, me he saltado el almuerzo —murmuró antes de apagar el computador. Solo necesitaba escribir el informe del caso que había cerrado para enviárselo a Kamirf, y entonces oficialmente ya habría terminado con toda esa mierda que había tenido que obligar a sus ojos a observar. Estirando los brazos sobre su cuerpo, el omega hizo que algunos de sus huesos crujieran ante el movimiento y que otros músculos protestaran antes de moverse saliendo de su oficina en el recinto central. Como su oficina afortunadamente se encontraba en el primer piso, Alexander no necesitó tener bajar las escaleras como los demás, cosa que realmente agradeció porque sus músculos no estaban cooperando exactamente de la mejor forma con su cuerpo en ese momento. Caminando por los pasillos del antiguo castillo, el lobo omega nuevamente sintió como siempre, las miradas de otros sobre él. Considerando que estaba caminando sin sus inseparables sombras, tampoco es que le sorprendería si la mayoría de ahí ya había descubierto que Harry y Galvin habían sido removidos de su puesto. Con tres días transcurridos, ni siquiera le sorprendería si un rumor nuevo estuviera corriendo al respecto donde, por supuesto, él era el único culpable de que ambos no estuvieran más por ahí, como si él le hubiera ordenado que fueran unos idiotas arrogantes. Soltando un suave resoplido, aquellos ojos azul violeta repararon en la puerta del comedor común y pensó seriamente en si debía de entrar y pedir comida, o solo ir a su torre y cocinarse algo. Su estómago volvió a rugir, exigiéndole comida con urgencia hasta el punto en que incluso su lobo se quejó en su mente. Extraño, solo se había saltado el almuerzo, ¿cierto? ¿O no había desayunado tampoco por salir temprano de su torre? Si se ponía a pensar seriamente al respecto, ¿qué era lo que había cenado la noche anterior? Agitando levemente su cabeza, Alexander aminoró su paso y finalmente se detuvo cerca de la puerta cuando se encontró con un grupo de tres personas. Ninguno de los tres cambiaformas le observaba exactamente de buena manera, lo cual no era mucha novedad, pero sí lo fue el que se les quedaran observando casi como si esperaran algo. —¿No piensas decir nada? —estalló finalmente una. Alex alzó una ceja, observándola con sus destellantes ojos azul violeta donde, el color morado, parecía un poco más profundo y brillante. Y solo ese gesto fue necesario, para que dicha mujer que habló retrocediera instintivamente. —No es bueno usar tu posición para intimidar a otras personas —habló la mujer de al medio, a quien lamentablemente, sí reconoció. Blanca era una omega con un horrible intento de teñido rojo en su cabello que había sido la amante de Mason, un grave error que hasta ese día, se seguía lamentando por haberse acostado con él. Lo malo del asunto, no había sido que los descubrió juntos y los acusó, no, por supuesto que no haría semejante estupidez cuando realmente no le interesaba ese alfa bueno para nada. El problema era, que Blanca pensaba que Mason había terminado con ella por su culpa, y según se entero, la omega no había tardado en expandir un rumor sobre él al respecto, diciéndole a los demás que ambos eran víctimas de sus celos y abuso de poder. —¿Intimidar? —resopló—. ¿Quieres que te muestre lo que es realmente intimidar? —cuestionó, y sus ojos brillaron en violeta en lo que las puertas a sus costados se abrían de golpe, logrando que las tres mujeres pegaran un pequeño brinquito del susto—. Les aconsejo que salgan de mi camino y me dejen en paz si realmente no quieren que las intimide como tanto hablan —advirtió con tono duro. Y solo bastó otra mirada, para que las dos cambiaformas que acompañaban a Blanca, la abandonaran perdiéndose en el comedor. —Eso va para ti también, no me molestes si no quieres encontrar a la verdadera bestia —amenazó antes de pasar por su lado, cerrando las puertas de golpe con un simple movimiento dedos. La omega gritó con ello y Alexander sonrió divertido mientras cambiaba de dirección dirigiéndose a su torre. Esperaba que aquello no hubiera sido suficiente para realmente asustar a esa tonta mujer, porque necesitaba entretenerse en algo desde que no podía salir a ningún lado hasta tener nuevos guardias. Ni siquiera algo tan simple como salir al bosque que rodeaba el castillo a estirar sus patas lobunas podía hacerlo si no tenía un guardia. Entrando a su torre, el cambiaformas omega maldijo cuando sintió esa conocida sensación de hormiguitas caminando por todo su cuerpo, dejando pequeños pinchazos leves en su piel con cada paso que daban. Ante la molesta sensación, su lobo se quejó, pidiéndole que hiciera algo al respecto, sufriendo por ella también. —¿Por qué es que tienes tanta energía otra vez? —se quejó, atravesando su sala de estar—. Solo hace un par de días que utilicé lo suficiente nuestro poder como para vomitar esa cosa negra, así que... ¿Por qué? —refunfuñó, tomando asiento en uno de los sofás. Su lobo aulló, obviamente sin saber la respuesta tampoco. Soltando una maldición, Alex observó hacia la entrada en forma de arco de su cocina y utilizó su poder para abrir y sacar todo lo necesario como para prepararse algo decente para llenar el vacío de su estómago. Y a medida que utilizaba su poder, la sensación de estar a punto de explotar fue disminuyendo, así como esas malditas hormiguitas enterrando sus patitas por toda su piel. —Bueno, al menos parece que esta vez no tendré que vomitar nada —dijo con un suspiro, prestando atención hacia la cocina para no hacer un desastre con su comida. Cuando finalmente la sensación se detuvo, el lobo omega se levantó y se dirigió hacia la cocina, encontrando un misero sándwich sin nada especial y un vaso de agua. —¿Es en serio? —se quejó, frunciendo el ceño. ¿Qué tan desconcentrado había estado que ni siquiera se percató que no había ningún alimento en su despensa? Revisando él mismo la alacena y cada mueble, Alexander dejó escapar un largo suspiro irritado. —Debí de haber ignorado a esa idiota y simplemente haber entrado en el comedor a conseguir comida decente —se quejó. Tomando ese aburrido sándwich, el omega lo revisó antes de finalmente arrojarlo a la basura. Ni siquiera el pan había permanecido bueno. —Nota mental, asegurarme de revisar la cocina cada vez que salgo por más de una semana de la sede —suspiró alejándose. Saliendo de su torre, Alex fue directamente al comedor común, planeando ir a la despensa luego de colocar algo de comida a su exigente estómago, para así conseguir alimentos que llenarían los vacíos muebles de su cocina. Tan pronto como puso un pie en la extensa habitación, las miradas recayeron en él mientras se dirigía a las mesas asignadas llenas con montones de comida diferente. Tomando una bandeja, el lobo omega utilizó su poder para llenarla con comida que le apetecía, recordándole silenciosamente a aquellas molestas moscas que no se metieran con él antes de elegir una mesa en la cual sentarse. Una que por supuesto se despejó tan pronto como tomo asiento. —Es divertido, pensé que solo mi alfa tenía el poder de despejar una mesa con tan solo sentarse —comentó una voz dulce que de forma instintiva, le sacó una real sonrisa a Alexander antes de siquiera alzar su cabeza. —Dylan —pronunció, observando al joven omega tomar asiento frente a él—. ¿Qué haces por estos lugares? Y más importante, ¿cómo es que Cael te dejó estar en el comedor solo? —cuestionó. —No estoy solo —sonrió y señaló las mesas detrás de ellos, donde el lobo alfa se encontraba llenando dos bandejas—. Él solo fue a buscar nuestra comida —explicó. —Por supuesto, ya me extrañaba de verte solo —resopló e inclinó ligeramente su cabeza mientras contemplaba al chico dulce—. ¿Qué sucede? —preguntó ante la mirada incómoda del contrario. —Es solo... —pronunció y se removió en su asiento antes de inclinarse sobre la mesa, intentando acercarse más a Alexander—. Está corriendo un nuevo rumor que no es muy agradable —explicó con un tono bajo. —Lo sé —asintió Alex y observó al cambiaformas alfa cuando este apareció también en la mesa. —Escuché algo realmente estúpido mientras elegía comida —anunció Cael tomando asiento al lado de su omega—. Estos estúpidos sin cerebros están hablando que es tu culpa que el idiota y bueno para nada de Mason fuera removido de su puesto como médico principal de la sede porque sentiste celos de que estuviera saliendo con su enfermera —expresó, sin tener el cuidado de su pareja de mantener la voz baja. —Cael... —pronunció Dylan, observándole con sus cejas ligeramente fruncidas en reprobación. —Está bien, ese rumor ya llevas días dando vueltas por ahí —descartó Alex como si nada. —¿Y por qué están diciendo esa estupidez? —cuestionó el alfa—. Y más importante, ¿por qué no has hecho nada para detenerlo? —Hablan porque estas personas no tienen nada mejor que hacer, y como me entretiene en cierta medida la mierda que hablan, los he dejado ser de momento —respondió el omega—. Pero, a cierta persona se le ha subido los humos a la cabeza como para querer exigirme una explicación al respecto y acusarme de abusar de mi poder —resopló. —Pero... Eso no es justo... —pronunció Dylan con una ligera mueca entre sus labios—. No es tu culpa que Mason terminara con Blanca, él la quiso terminar, no terminó con ella porque tú le obligaste hacerlo por celos —protestó. —Es gracioso incluso que digan que siento celos de ese par cuando solo me acosté con Mason una vez y solo porque bebí lo suficiente como para aceptar hacer una estupidez cuando se me propuso —resopló Alexander. —Entonces si los demás se enteran de tu versión... —No servirá —interrumpió Alex—. Aunque aclaremos este asunto, siempre estarán sacando otro sobre mí, soy su platillo principal sin importar las cosas que haga o no —le sonrió, aunque realmente no hubo gran sentimiento en ello. —¿Es cierto? —preguntó el joven omega, observando a su alfa. —Así es, pajarito —confirmó Cael, acariciando el cabello rubio cálido de su pareja—. Aunque, podríamos decir nuestra parte de este asunto y otras cosas más para que te dejen un tiempo tranquilo —expresó el alfa cuando su omega le observó con aquellos ojitos. Era bastante obvio que para Cael era difícil negarle cualquier cosa a su chico. —Dejémoslo así por ahora, necesito entretenerme en algo desde que restringieron mis movimientos al no tener dos sombras molestas siguiéndome a todos lados —explicó. —Cierto, me dio curiosidad de verte solo, pero pensé que Harry y Gavin estaban comiendo por ahí —expresó Dylan. —No, simplemente sus egos no les permitió seguir con su trabajo de guardaespaldas de un omega más fuerte que ellos y decidieron irse —explicó, omitiendo la parte en que no habían sido exactamente muy agradables al respecto. No había necesidad de preocupar aún más a alguien tan dulce como Dylan. —De acuerdo, lo dejaré de momento —aceptó el alfa—. Pero recuerda que puedes cambiar de opinión en cualquier momento, o al menos el tiempo que demore haciendo mi trabajo antes de volver a la cabaña —expresó. —Me parece justo —asintió Alexander—. ¿Te han vuelto a cambiar tus tareas? —preguntó con curiosidad. Y por supuesto, que Cael gruñó al respecto. —Tal parece que el nuevo tipo que vino en reemplazo de Odell no puede con todo el trabajo al ser nuevo, por lo que Kamirf decidió aliviarle un poco la carga hasta que se acostumbre dándonos más trabajo a nosotros —resopló con molestia. —Yo le dije que no se veía bueno para el puesto —suspiró Alex. —Es un bueno para nada, ¿cierto? —adivinó el lobo alfa. —No lo sé, pero según lo que vi en su archivo, no tuvo mucho trabajo ni experiencia en cualquier cosa —se encogió de hombros. —Creo que necesito hacerle una visita para comprobar por mis propios ojos que clase de persona es —anunció Cael. —No piensas asustarlo, ¿cierto? —preguntó Dylan, dejando de comer. —No, pajarito, solo le conoceré —respondió. —Solo con eso ya lo estarás asustando —resopló Alex—. Solo déjalo o entonces estarán dividiendo el trabajo en cinco otra vez y por tu culpa tendré que tratar con más de lo que ya tengo —expresó. —No eres tan agradable como piensas —gruñó el lobo alfa. —Y tú eres mucho peor que yo —le sonrió el omega. —Me alegra ver que se llevan bien —expresó Dylan con una sonrisa encantada.
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