Max
—Buenos días Max.
—Buenos días tío ¿A qué hora se fue Ragnar?
—Ayúdame a poner la mesa para servir el desayuno por favor
—Tío te hice una pregunta —escucho que tocan la puerta.
—Abre primero y luego respondo tu pregunta.
Hago caso aun cuando llegó a fastidiarme que tomara la actitud de siempre, pero me llevé una gran sorpresa al encontrar a Ragnar frente a mí con una bolsa de la panadería cumpliéndome su palabra como siempre, me hago a un lado para que entre y ella deja una sutil caricia en mi barbilla que genera esa corriente en mi cuerpo.
—Pensé que tardarías más, hace rato tengo listo el desayuno —le reclama mi tío.
—Deja de quejarte, ni que estuviéramos casados para soportar esto —responde ella a la defensiva.
—No corres con tanta suerte preciosa, pero si quisiera bien podría conquistarte —de acuerdo... esto es muy raro y no me está gustando.
—No seas tan iluso que no tengo mal gusto en la vida, mejor haz algo útil y sirve el café ya que me hiciste seguir de largo anoche y para colmo me pones a comprar el pan.
—¿En serio tío? Es la visita, no la mandas a buscar pan ¿Y cómo es eso que la hiciste trasnochar? ella también debe dormir algo —le reclamé y luego tomé la mano de ella. —Lo siento Ragnar, mi tío a veces es muy desconsiderado con las personas.
—Oye, se supone que eres mi sobrino ¿por qué la defiendes?
—Siempre la voy a defender, es mi amiga.
Presiono suavemente su mano dándole una sonrisa y ella me regala esa mirada que anhelaba ver hace días, una cuyo significado solo comprendemos los dos en nuestro propio lenguaje, ahora me siento vivo otra vez y mi corazón late de nuevo porque ella está aquí conmigo.
Pasamos un desayuno muy ameno entre los tres, ellos continuaban con frases sarcásticas y yo sonreía por la felicidad que sentía al saber que él en verdad había decidido darle una oportunidad, además de que seguiría viéndola sin inconvenientes ni secretos.
En horas de la noche, mi tío y yo salimos para comer en una pizzería que queda cerca, cuando entramos me dijo que escogiera el sabor, pero no hizo el pedido de inmediato sino que nos quedamos en la mesa esperando no sé qué cosa.
—Tío, recuerdas que debemos ordenar para que nos traigan la pizza ¿cierto?
—Tranquilo, ya no necesitaremos esperar más —dice en lo que me señala con la cabeza hacia la entrada y la veo acercarse a nosotros. —Deberías pagar la cuenta por la demora, Max ya estaba cansado de esperarte.
—Qué irritante eres, siento pena por la que tenga que soportarte más adelante, suponiendo que no quedes con veinte gatos de compañía.
—Ja, ja, ja, qué graciosa —dice él con sarcasmo.
En lo que ellos dos estaban con su discusión, yo me levanté para abrazarla y le ayudé con la silla frente a nosotros, hicimos nuestro pedido sin inconveniente y seguimos entre charlas los tres, sentía que mi tío ahora sí me escuchaba como tanto había querido y realmente hacía un esfuerzo por aceptar más esta amistad, lo sé porque me enteré que él había hecho esta salida para que compartiéramos un momento los tres.
Poco antes de que llegara la pizza, Ragnar se quedó mirando afuera y nos dijo que volvería enseguida, cuando salió, vimos que estaba hablando con un hombre en la calle, parecía un vagabundo, pero es muy raro porque nunca la vi haciendo eso.
—Genial, me encantan tus amistades Max, ahora resulta que ella habla con vagabundos como si nada.
—No seas así, ni siquiera sabemos quién es.
Luego de un par de minutos la vemos ingresar al local, nos entregan el pedido y ella se acerca a la caja para hacer otro, aunque este lo hizo para llevar y se lo entregó al hombre con el que hablaba junto a un papel, luego se despidieron y ella regresó a la mesa.
—¿No fue descortés despachar así a tu amigo? —dice mi tío.
—Dudo que sea tu tipo Dániel, pero si quieres puedo conseguirte una cita.
—Ya basta los dos, déjenlo por la paz unos minutos. Noche ¿quién era él?
—Un viejo conocido, me vio por el ventanal y salí un momento para saludarlo.
—¿Y por qué le compraste una pizza?
—Porque su situación no es la más favorable en este momento, así que le compré algo para cenar y le di una dirección a la cual podía ir para que lo ayuden ¿Alguna pregunta más?
—Ya respondiste la otra que te iba a hacer, así que no, vamos a comer o se enfriará la cena.
En realidad, no quería preguntarle más porque sabía que no le gustaba rendir cuentas a nadie, pero ya después haría mejor el cuestionario cuando estuviéramos fuera de la vista de mi tío, igual me alegró saber que ella puede ayudar a quien sea sin esperar nada a cambio, cada cosa nueva que aprendía de ella me hacía apreciarla y admirarla más.
(…)
Dos días después
Ragnar
—Buenos días señorita Wintar, el señor me pidió que la acompañara hasta el jardín, en un momento estará con usted.
Nos dirigimos allá donde me quedé viendo esos girasoles en lo que él llegaba, dentro de poco sus hojas caerían por completo hasta la primavera.
—Me alegra verte otra vez hija ¿cómo has estado? —se acerca dejando un beso en mi mejilla.
—Muy bien Tony ¿qué tal van los negocios?
—Excelente, incluso tú padre y yo hicimos otro hace poco el cual está dando buenos resultados, pero no creo que hayas venido para hablar de eso.
Él hace un ademán para que nos sentemos en una mesa que se encuentra en el jardín con dos tazas de café y algunos bocadillos.
—¿Vienes por esa carta?
—Sí, pero no lo mires como un cobro, sino más como una reivindicación.
—¿A qué te refieres?
Saco un sobre de mi campera y se lo entrego, revisa el contenido sin mucho interés, pero parece estar confundido a medida que lo analiza detalladamente a la vez que pareciera estar absorto en algún pensamiento en particular.
—¿Qué necesitas que haga?
—No necesito nada, eres tú quien debe tomar una decisión sobre qué hacer con ellos.
—No los conozco de nada así que no sé de qué hablas.
—El hombre de la fotografía se llama Dániel Ferrer y el pequeño es Massimo D’Porti Ferrer ¿Te suena de algo? —agrandó sus ojos deslumbrado al comprender la situación.
—Me estás diciendo que él es…
—Son tu hijo y tu nieto, el pequeño es hijo de Helena.
No logra contenerse y sus lágrimas comienzan a derramarse ante la impactante noticia detallando nuevamente las fotografías, le relato lo ocurrido luego de que él partió del pueblo y lo que ha pasado hasta ahora entre nosotros tres, su sorpresa es mayor, así como también lo es su alegría al escuchar sobre la vida de ellos, sus personalidades y demás.
—No puedo creer todo esto, jamás creí que llegaría a ver algún día a mi hijo y nieto, por Dios, es que no puedo creerlo —comenta sin salir de su asombro.
—¿Qué harás ahora que sabes la verdad?
—Quiero conocerlos, pero no sé cómo hacerlo te juro que estoy aterrado, en especial por Dániel.
—Entonces vamos con el pequeño, es más fácil y sé que se llevarán bien, solo te pido un poco de tiempo para ver cómo lo hago venir sin que tu hijo se entere aún.
—Ya esperé años, puedo esperar unos días más.
—De acuerdo, te avisaré en cuanto sea posible y trataré de no tardar demasiado —acuna su mano sobre la mía demostrándome con esto el cúmulo de emociones que lo invaden.
—Muchas gracias Ragnar, te debo mi vida entera y la de mi familia.
—No hay nada que agradecer, esperemos que todo salga bien y puedas recuperar a tu familia, tal vez no puedo darte a tu hija, pero puedo darte la otra parte que te perdiste.
(…)
Han pasado dos semanas desde que hablé con Dániel, las cosas han ido mejor con ellos, Max pasa tiempo conmigo en el trabajo o a veces salimos a algún lugar sin tener que escondernos de nadie, incluso hemos podido ir a otras partes de la ciudad, todos en el taller lo adoran y siempre comparten muchas cosas con él, hasta mis hermanos le enseñan de autos y motos, en ocasiones incluso terminan todos bañados por lavar los vehículos con la manguera y Verónica y yo debemos reprenderlos.
Respecto a Dániel, él y yo hemos tenido ligeros roces, pero procuramos solucionarlos con Max fuera del mapa, por lo demás, nuestra relación mejoró mucho... hasta que llegamos a este punto que me hace preguntarme: ¿En qué momento dejé que un niño y su tío terminaran metiéndose de esta forma en mi vida?
—Noche di que sí.
Me pide Max con una ilusión tan grande y una mirada inocente que cualquiera caería rendido a sus pies, ese chico será mi perdición si dejo que esto llegue más lejos.
—Créeme que si tuviera otra persona que pudiese ayudarme; lo haría, por lo general se queda con Janet una noche o dos como máximo, pero esta vez mi viaje será más largo y no quiero abusar de ella, puesto que tiene dos hermanos de los cuales hacerse cargo —me informa Dániel disconforme.
—Por favor noche di que sí, por favor, por favor, por favor, por favor, por favor, por favor… —diablos, sabe cuánto odio que haga eso, qué ganas de sacarme de mis casillas.
—Vamos hermanita, tienes una habitación disponible en casa ahora que Vero ya no está viviendo contigo y la escuela de Max está cerca del taller, podríamos recogerlo y se queda aquí con nosotros.
Responde Liam quien sé, solo mete leña al fuego para conquistar a Verónica que no le presta ni un poco de atención. Todos quedan a la espera de mi respuesta mientras masajeo mi sien preguntándome por qué mierda decidí venir a Nueva York otra vez y terminar lidiando con todo esto, pero solo me basta ver su océano para saber la respuesta. Me quedo mirando muy seriamente a Max y éste me mira expectante al igual que los demás, creo que incluso dejó de respirar.
—Obedecerás en todo lo que te indique, nada de hacer tonterías, iré a buscarte a la escuela y también te dejaré, no quiero que te escapes o juro que terminaré abandonándote en un orfanato Massimo D'Porti —aseveré.
Él da un grito de victoria y sale corriendo a abrazarme al saber que logró su cometido, porque estoy muy segura que chantajeó a Dániel para hacerle ver que esto era la mejor opción y él, al no ver otra, decidió tomarla un poco a regaña dientes, pero igual se le nota tranquilo con mi afirmativa.
—Llévalo a esta dirección a las ocho, estos son mi número personal y el de la oficina —le entrego una tarjeta con la información.
—Muchas gracias Ragnar, te debo una —y claro que pienso cobrarlo después.
—No hay problema.
Al caer la noche y tras miles de comentarios por parte de mis hermanos y Verónica que se han convertido en el trío de oro en el taller, llegan Dániel y Max a casa, les enseño la habitación en la que se quedará y cenamos los tres. Al final Max se despide de él seguido a una extensa lista de indicaciones que le dan (y yo que pensé que la mía sería larga), luego de eso se despiden por enésima vez y Max va a bañarse antes de dormir dejándonos a solas.
—Ten, esto es para los gastos de Max.
Me extiende alrededor de quinientos dólares dejándome un poco descolocada ¿Acaso me lo dejará una semana o un mes?
—No hace falta, acá tengo comida suficiente y todos los demás gastos estarán cubiertos.
—No me interesa, es mi sobrino y quiero que esté bien así que acéptalos, él tiene dinero, pero si quiere algo más toma de aquí para lo que necesite.
—De acuerdo, si con eso te quito de encima está bien —tomo el dinero dejándolo sobre la mesa.
—En serio que eres odiosa, pero él confía en ti ciegamente y si él lo hace; yo lo haré, aunque me cueste un poco más, solo te pido que cuides de él por favor, es todo lo que tengo en la vida.
—No te preocupes Dániel, para cuando regreses tendrá tatuado medio cuerpo mientras se convierte en aprendiz de la mafia.
—Qué graciosa —menciona sarcástico con expresión ácida. —Cuida de él, los llamaré después para saber cómo va todo y de nuevo muchas gracias.
...Y de esa forma, empieza mi calvario con el enano en casa.