19. AJUSTE DE CUENTAS

2724 Words
Luego de recibir las cenizas de Helena y ponerlas en el cementerio con una hermosa lápida de mármol blanco y letras doradas, hicieron una ceremonia de despedida por parte de los chicos del gimnasio y los compañeros de Helena en el restaurante, fue un momento bastante sobrecogedor para todos, pero igual permanecieron unidos hasta el final. Ismael había dado la orden de cerrar el gimnasio por una semana, pues ninguno tenía ánimo de nada e incluso Harry se mudó al lugar para acompañarlos y pasar esta pena en compañía de ellos. Asimismo, fue el encargado de decirle al hermano de Helena lo ocurrido, le informó que ella había sido secuestrada y asesinada por su ex novio, Ragnar había indicado que se le dijera la verdad, pero que no divulgara sobre los detalles en medio del secuestro, no quería que su familia se quedara con esas palabras como recuerdo. Esto por supuesto destrozó a Dániel quien estaba incontrolable por la trágica noticia, pero ellos no podían hacer nada para ayudarlo, lo que sí le dijeron también es que enviarían las cenizas de Helena dentro de unas semanas ya que el caso seguía abierto y era imposible hacerlo antes, no obstante, era Ragnar quien quería conservarlas hasta cumplir su promesa y de alguna forma sentir que cerraba su ciclo. Una noche, Ismael fue con Ragnar para seguir buscando a los responsables de esa tragedia, sabían que ellos no podían moverse por un tiempo del pueblo ya que todos los estaban buscando, especialmente a Zack, pero así como la vida quita, también da y en esta ocasión les otorgó una oportunidad muy buena. Ragnar se encontraba en el casino del pueblo en lo que Ismael fue a un antro cerca del lugar, pidió una cerveza y se sentó en la barra, veía a todos con suma atención hasta que fue la sombra de un joven la que despertó su interés, estaba algo ebrio y balbuceaba palabras sin sentido, según dijo el cantinero el joven llevaba así algunas horas solo. Algo alertó a Ismael y quiso acercarse para saber bien si se trataba de algo importante o no, se sentó al lado de aquel hombre y escuchaba con mucha atención cómo decía en murmullos que era su culpa. Su voz estaba quebrada y la conciencia lo carcomía hasta lo más profundo de su ser, Ismael llamó un poco su atención, el joven se sobresaltó mostrándose reacio al comienzo, pero al pasar de los minutos sentía que alguien lo apoyaba un poco en su pena. Es así como ellos pasaron una hora hablando entre tragos más fuertes hasta que el joven comenzó a confesar un poco del calvario que acechaba su mente, pero no lo haría en ese lugar, le pidió a Ismael que salieran a fumar y no estar a la vista de los chismosos, él accedió y ambos quedaron afuera con un par de cervezas en la mano. —No he podido dormir en días, solo viene a mi mente las imágenes de lo que hice, soy un monstruo, un criminal y le hice algo horrible a alguien —comentó el joven muy nervioso. —Vamos hijo, no pareces un mal chico, no creo que eso sea tan terrible como dices. —Usted no lo sabe porque no estaba allí, pero fue horrible la forma cómo gritaba y suplicaba… no he podido sacar eso de mi mente. Ismael encendió un cigarrillo y se lo pasó al joven pues sus manos temblaban y quería hacerlo sentir más en confianza, él lo colocó en sus labios y dio una profunda calada, como si en ese acto pudiera quemar sus pulmones para acabar con sí mismo. —Ellos la metieron al auto, yo iba conduciendo y me decían que acelerara, creí que solo le darían un susto, pero no fue así, por dos días la torturaron y la violaron hasta que la tiraron en una casa, yo la vi caer, incluso me suplicó que la ayudara, pero tenía miedo, ellos amenazaron con matarme y me obligaron a lastimarla. —Hijo tranquilo, eso que dices es muy grave ¿Por qué no fuiste con la policía? —No, no iré a la cárcel, justo por eso pasó esto —respondió muy alterado. —¿A qué te refieres? —Ese maldito de Zack fue a la cárcel y dijo que lo golpearon y violaron, por eso escapó y volvió para vengarse de su ex novia porque ella lo envió allá. —Es terrible lo que me dices de Helena ¿y sabes dónde están? —No, ellos escaparon dejándome solo por ser tan cobarde y.… y.… yo nunca dije el nombre de ella. El joven levantó lentamente su mirada a Ismael al darse cuenta de lo que ocurría, encontrando una sombra en sus ojos alertándole del peligro, sabía que ese hombre tenía conocimiento de lo ocurrido y ahora él acababa de confesarlo todo. Lanzó la botella a Ismael y echó a correr con todas sus fuerzas, pero aquel hombre era un profesional, se dirigió hasta su auto, sacó la escopeta y fue tras el joven a toda velocidad, sin embargo, el joven logro entrar en un punto del bosque donde no había acceso para autos, así que debió hacer el trayecto a pie. —Ya estoy viejo para estas cosas, pero bien valdrá la pena —dijo para sí mismo. Ismael no le perdió de vista un solo instante y corrió con todas sus fuerzas, desde su juventud se había entrenado como cazador con su padre y su mejor amigo Oz, así que el bosque era un sitio que conocía bien, sabía cómo pensaban las presas al acecho y esta no sería diferente. Tomó una ruta alterna escabulléndose entre las sombras y la naturaleza como depredador, el joven no dejaba de correr, le dolían las piernas y los gritos de aquella mujer volvieron a atormentar su mente. Al mirar atrás y darse cuenta que estaba solo, se fijó que había una casa abandonada cerca, cruzó una calle que los dividía y llegó al lugar para esconderse por si aquel hombre aparecía nuevamente. Para desgracia de él, ese hombre ya estaba cerca y el insecto tocó la red de la araña que se ocultaba entre las hojas. El joven transpiraba miedo e intentaba calmarse, cuando escuchó el inconfundible sonido de la escopeta siendo cargada y lista para disparar, se volteó con terror levantando sus manos y ahí estaban esos sombríos ojos frente a él apuntando a solo un metro de distancia. —Por favor no me mate, se lo suplico, yo no quería que nada malo le pasara ellos me obligaron —balbuceó entre angustiantes sollozos. —Te creería, pero mi escopeta no lo hace y yo tampoco lo haré, así que mejor piensa dónde se ocultan tus amigos a no ser que quieras extender tu sentencia. El estrepitoso impacto fue contenido entre las paredes junto al desgarrador grito del joven, la sangre brotaba de su pierna y el dolor era intolerable. Ismael le dio un fuerte golpe en la cabeza haciendo que perdiera el conocimiento, controló la herida para evitar que se desangrara y arrastró el cuerpo hasta su auto regresando por Ragnar quien estaba fuera del casino. —¿Dónde te habías metido? —Fui de cacería. Se dirigieron al auto donde yacía el cuerpo ensangrentado, lo llevaron a las afueras del pueblo, atendieron la herida y lo encerraron en un sótano donde esperaría su juicio. Por mucho que hicieron no lograron sacarle la ubicación a ese hombre, al menos en eso no mentía y de vuelta estaban acorralados al no tener pistas de Zack. (…) Un par de días después en horas de la tarde, Ragnar llegó al gimnasio siendo abordada por Ismael, ella casi no pasaba tiempo ahí para evitar recordar a Helena en cada rincón del lugar, pero ese día, el viento traería una visita inesperada. —Ragnar ven a la oficina, alguien necesita hablar contigo urgentemente —dijo Ismael. Ella lo siguió encontrando un hombre de avanzada edad, quizás sesenta años, llevaba un traje a la medida y un sombrero n***o, al verla, se levantó acercándose a ella. —Antonio Grazzi ¿Qué puedo hacer por usted? —pronunció Ragnar reconociendo al visitante. —No imaginas cuán grande fue mi sorpresa cuando mencionaron tu nombre en este lugar, sin embargo, he venido porque quiero saber del paradero de Helena D'Porti. —No veo por qué debería darle esa información, suponiendo que la tenga. —Dime el precio, te daré lo que sea a cambio de esa información, es importante. —No puedo ayudarlo, además, ni siquiera conozco sus intenciones hacia ella. Ragnar estaba a punto de irse cuando Antonio la detuvo en seco con unas palabras que jamás pensó escuchar. —Helena es mi hija, llevo buscándola desde hace mucho tiempo y no fue sino hasta hace poco que apareció un informe policial diciendo que se encontraba en este lugar. —¿Y por qué debería creerle? El anciano saca una fotografía de su saco, ella la toma detallando una mujer muy parecida a Helena, Antonio y una niña plasmados en la antigua fotografía, al verla, decide sentarse para escuchar un poco más al hombre. —Ellas son mi esposa Clara y mi hija Helena, te pido que me ayudes Wintar y te daré lo que quieras a cambio. —Lo siento, no puedo ayudarlo. —Wintar estoy desesperado, llevo años buscando a mi hija, solo quiero verla y hablar con ella. —¿Por qué? —el hombre exhaló pesadamente recordando su karma. —Me casé con su madre muy joven cuando nos enteramos de su embarazo, fuimos felices hasta que mi ambición por el poder y los vicios me alejaron de mi familia. Mi esposa, cansada de los gritos y maltratos, tomó a mi hija aun estando embarazada de nuestro segundo hijo y desaparecieron. Unos años después los encontré en San Francisco, le pedí a mi esposa perdón y que me permitiera ver a mis hijos, extrañaba a Helena y quería conocer a mi hijo, al negármelo tanto, le pedí que le entregara a mi niña un anillo con la promesa de verla al día siguiente, pero nunca apareció y desde entonces sigo buscándola, quiero que me perdone, que sepa que su padre piensa todavía en ella y nunca dejó de amarla. Ragnar se levanta dirigiéndose a la ventana, decide salir de una duda y comprobar si era verdad lo que decía. —¿Cómo era el anillo que le regalaste? —Era de oro con un diamante amarillo, es su color favorito por los girasoles. Ella lo piensa unos segundos, regresa al escritorio y extrae un sobre amarillo entregándoselo al anciano. —Si encuentras a esos hombres por mí, máximo en una semana, te llevaré con tu hija. Antonio Grazzi endureció su mirada al ver que solo había odio en los ojos de Ragnar, algo había pasado, de eso estaba seguro. —Considéralos encontrados, solo dime si los quieres vivos o muertos. —Vivos, cuando los tengas llévalos a esta dirección y encadénalos, yo me haré cargo del resto. Tres días después a esa visita, apareció nuevamente Grazzi en el gimnasio informando que ya tenía listo el encargo, Ragnar e Ismael fueron con Grazzi a la bodega abandonada donde se encontraban los cuatro hombres encadenados con sus rostros cubiertos, ella dio una señal para que retiraran las bolsas y los hombres se vieron sorprendidos frente a estas personas. —¿¡Tú!? ¡Maldita perra ¿qué me hiciste?! ¡Sácame de aquí!, ¡te voy a matar!, ¡suéltame! —gritaba Zack con todas sus fuerzas —Es muy imbécil o no tiene ni idea de con quién trata —dice Grazzi. —Ya era un idiota cuando lo conocí —respondió Ragnar con desprecio. —Muy bien Grazzi; cumplió con su parte, ahora lo llevaré con su hija Helena. —¿Qué dijiste? —murmuró Zack atemorizado. Su rostro palideció ante esas palabras, sabía que no sería nada bueno lo que le venía y debía salir de ese lugar cuanto antes. —No te metas en conversaciones de adultos Zack, parece que tendré que enseñarte modales. —Aprenderá bastante —pronunció sardónico Ismael, ladeando una macabra sonrisa igual que Ragnar. —Vamos Grazzi —dijo ella. —Ismael, ya sabes qué hacer. Él dio una afirmación con su cabeza y los demás salieron del lugar, Ragnar fue en su auto con Grazzi mientras dos de sus hombres lo seguían rumbo al cementerio. Cuando llegaron, él la siguió en completo silencio hasta encontrar un banco en el cual tomaron asiento. —¿Qué hacemos aquí? ¿Dónde está mi hija? —preguntó el anciano negando esa corazonada que no quería aceptar. Ella señaló hacia el frente, él la siguió con la mirada y buscó entre las lápidas de la pared hasta encontrar su nombre con la fecha de nacimiento, pero la fecha de muerte era de hace solo unos días —No es posible, ella no… ¿¡Quién le hizo esto!? ¿¡Qué le pasó a mi hija!? —gritó el anciano sintiendo su corazón partirse en mil pedazos. —Fue secuestrada, torturada, violada y asesinada por cuatro hombres, la tiraron en el ante jardín de mi casa y murió en mis brazos. El corazón del hombre no podía soportar lo que escuchaba, la única oportunidad que al fin había conseguido después de todos esos años y ahora ella estaba muerta. Dedujo fácilmente quiénes eran los causantes de esa tragedia, balbuceaba entre lágrimas y dolor que la amaba y solo quería su perdón. —Antonio D'Porti, tengo algo para usted por haberlos encontrado antes de tiempo, imagino que reconocerá la caja y aún más su contenido. Le entregó una pequeña caja de terciopelo azul, al abrirla, se encontraba ese pequeño anillo que había regalado a su hija junto a una argolla más grande. —Helena te vio el día que hablaste con su madre en San Francisco, ella recién la había dejado en una guardería con su hermano, después le reclamó a su madre exigiendo que quería verte y esta resignada le entregó el anillo el cual conservó hasta ahora. Ella me dijo que desde ese día sabía que los buscabas y los amabas, ella te perdonó hace muchos años, compró esa argolla con la esperanza de encontrarte para dártela, decirte que todo estaba perdonado y quería recuperar el tiempo perdido a tu lado. —Mi hija... El hombre no pudo terminar la frase por su desolador llanto, comprendió que su hija al verlo lo perdonó y encontraba ese poco de paz en su corazón, pero saber que la había perdido y nunca escucharía de nuevo su voz ni vería su sonrisa, le destrozaba el alma, la prefería con vida así lo odiara, pero el destino a veces juega de una forma que no logramos comprender. Más calmado, el patriarca le pidió a Ragnar que volvieran a la bodega, puesto que él haría justicia también con sus manos, no traería a su hija de regreso, pero cerraría ese capítulo haciendo pagar a los responsables. Dos almas negras regresaron a la bodega, Ismael había llevado y organizado una serie de instrumentos con los cuales ellos tres se encargarían de torturar por un día entero a los sentenciados y cada uno tomó a un hombre dejando a Zack al final para que viera a sus amigos morir de la peor manera. Fueron veinticuatro horas de tortura continua para esos tres hombres y después vino el turno de Zack. Ragnar había decidido darle las mismas cuarenta y ocho horas que él le dio a Helena donde le haría lo mismo que a ella, pero tres veces mayor a su sufrimiento. La obra dantesca no tuvo igual, barras al rojo vivo, cortes de cada uno de sus falanges hasta amputar sus manos y pies, castración, empalamiento con diversos instrumentos de muchos tamaños y formas, esas horas fueron las más terribles en la vida de aquel hombre. Finalizada la obra; salieron del lugar olvidándose para siempre del acto, la policía encontró los cuerpos cuatro días después, Frank no tuvo que preguntar nada y tampoco abrieron ningún caso ni arrestaron a nadie, todo había concluido, aunque en su mente nunca olvidaría ese infernal recuerdo de la escena que dejó aquella mujer.
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