Ragnar
Traté de estar lo más calmada posible frente a ella, no quise levantar más sospechas o tendría que dar explicaciones de más y aun no quería provocarle la angustia de saber que Zack había escapado de prisión y que aún no se le había encontrado por ninguna parte.
—Adiós amor, te espero en la noche y no te preocupes por nada que arreglaré el collar para lucirlo nuevamente.
—Estoy segura que lo harás, cuídate y si necesitas algo solo avísame, no olvides lo que te pedí por favor, sé que es una tontería, pero prometo que será la única.
—No te preocupes, te la dejaré pasar solo porque no es habitual que tengas pesadillas y menos esa actitud, te amo, nos vemos después.
Si supiera que llevo teniendo pesadillas desde que se fue y he estado preocupada por ella, quizás no diría eso. Algo de lo cual sí me aseguré fue ponerle un rastreador a su collar, sabía que no debía, pero no podía exponerla fácilmente, al menos si algo le pasaba podría encontrarla. En este último viaje me atreví a rastrearla cada día para asegurarme que estuviera bien, sus movimientos eran por lo general en el mismo punto a la misma hora, así que suponía era la casa de su hermano.
Nunca quise investigar nada de su pasado ni de su familia, sabía que el día que decidiéramos hablar del tema lo haríamos sin secretos y no faltaría a mi palabra, pero hoy no creo poder estar tranquila, lo peor es que todo el día estaré bastante ocupada y lejos del restaurante, no tendré manera de comunicarme con ella, así que debo acelerar todo para verla, aun si es en horas de la tarde.
(…)
¡Por fin! Después de tantas diligencias pude volver al pueblo, fui a una caseta para llamar a Ismael e informarle de algunas cosas, y saber si ella lo había llamado, no quería molestarla en su trabajo o las preguntas serían más en la noche.
—¿Hola?
—Acabo de llegar al pueblo, dime algo, ¿Helena te llamó esta mañana?
—Ragnar, ven pronto al gimnasio —no tuvo que decir nada más.
Solté el teléfono y salí corriendo al auto pensando lo peor, Isma no suele responder de esa forma y estoy segura de que esta vez mi mayor pesadilla se haría realidad. Al llegar, me bajo del auto rápidamente al ver a Ismael en la entrada, su cara muestra angustia, temor y eso solo acrecentaba el mío.
—Dime qué pasa Ismael, no te atrevas a ocultarlo.
—Jamás lo haría. Helena está desaparecida, llamaron del restaurante varias veces preguntando por ella, los chicos y yo la hemos buscado por todas partes, también notificamos a la policía, hablé con Frank para decirle todo y ya la están buscando, pero aún no la encontramos.
De repente sentí una opresión en mi pecho muy fuerte y el oxígeno deja de entrar para darle paso al veneno de mi angustia. Lo sabía, sabía que no debía dejarla sola.
—Iré a buscarla.
—Ragnar espera, no puedes ir así estás muy alterada.
—¡¿Y cómo mierda esperas que esté?! Ese infeliz está libre, Helena desaparecida y yo tengo esta horrible opresión en el pecho indicándome lo peor, tu leíste esas amenazas, las leíste bien, por eso hicimos lo que hicimos y ahora pasa esto —le grito olvidándome de todo.
Siento un terror absoluto en mi cuerpo, el temblor se hace presente en mis extremidades y no puedo pensar con claridad, quiero verla, necesito verla y asegurarme de que está bien.
—Ragnar cálmate, iré contigo —pronuncia suave colocando sus manos en mis hombros. —no voy a dejarte sola y menos en ese estado, ve pensando mejor algunos lugares para buscarla, sitios que nosotros no sepamos en los que podría estar, yo conduciré.
Le indico varios lugares a los que suelo ir con ella, pero nada, se me ocurre ir a su antigua casa solo por descartar, pero ya vive una familia así que es imposible. Después le pido a Ismael que vayamos al restaurante, quizás pueda encontrar algo en las cámaras de seguridad, no tienen buena resolución ni cobertura, pero algo podría encontrar.
Al llegar hablo con el gerente quien me dejan revisar una a una las cámaras en el horario de la mañana. En efecto, a las ocho se la ve acercarse hacia el área y de repente un auto blanco aparece, tres hombres se bajan forcejeando con ella, les da un poco de pelea usando un par de movimientos que le había enseñado. Ella intenta huir al lograr soltarse, pero es inútil, logro ver que sus cosas son arrojadas un poco lejos y ella es ingresada al auto rápidamente tras ser golpeada en el rostro.
Mi sangre hierve al ver esas imágenes, la placa no queda tan clara, pero tengo lo necesario, así que llamo inmediatamente a Frank para decirle lo que encontramos y se ponen a buscar en todas partes dicho auto. Al caer altas horas de la noche ella sigue sin aparecer, no hay llamadas, mensajes, pistas… nada.
—Ragnar llamó Frank, dice que el vehículo que viste en las imágenes le pertenece a Reinhart, este fue robado por cuatro hombres que estaban con máscaras así que no pudieron identificarlos, igual siguen buscando y preguntando por todas partes —avisa Peter, pero eso no me sirve de nada.
Estoy desesperada, no sé qué más hacer, lo peor es que ese infeliz no ha llamado para amenazar o pedir dinero por ella, así que lo más seguro es que ocurra lo peor y solo de pensar en todos los panoramas el descontrol y la impotencia se apoderan de mí. Golpeo con furia el saco de box hasta terminar rompiéndolo, los chicos no me detienen porque se sienten igual de impotentes.
Cansada de esperar, tomo las llaves de mi auto y salgo para buscarla nuevamente en el pueblo, el restaurante, donde sea, también llamo a Frank cada cierto tiempo para saber si hay noticias igual que al gimnasio, también tenemos varios voluntarios en el pueblo que nos han ayudado en la búsqueda, pero nadie da con nada.
Solo quiero encontrarla, quiero que esté viva, sé que ese infeliz la estará lastimando y al menos sé que los golpes de su cuerpo podrán sanar con buenos cuidados, en cambio el trauma tardaría más, pero la sacaré de este lugar para regresar juntas a Nueva York y nunca más volver, allá la ayudaré en todo para que sonría otra vez así me tarde la vida entera.
(…)
Helena
No sé dónde estoy, no sé cuánto tiempo ha pasado, solo sé que estoy en un horrible sótano donde hace un frío impresionante, pero no creo que sea la temperatura del ambiente, sino una reacción de mi cuerpo por el miedo tan horrible que siento recorrerme desde hace horas cuando me trajeron aquí. He llorado, he gritado desesperadamente para que alguien me escuche y me ayude a salir, quiero volver a casa con ellos, quiero estar en mi cama con Ragnar soportando alguna de sus bromas pesadas o perdiéndome entre sus fríos labios hasta que se vuelvan calientes por el amor que le doy.
De repente escucho pasos de varias personas acercándose a la puerta, sigo sentada en el suelo abrazando mis piernas con mucha fuerza al no saber lo que me espera, pero deseo que acabe pronto, deseo que ella aparezca en cualquier momento por mí para regresar juntas a casa. Unas luces se encienden cegándome un momento, pero tampoco necesité ver nada ya que su risa lo delató en el instante.
—Hola Helena ¿Me extrañaste? —un horrible escalofrío recorrió mi cuerpo. —No imaginas cuántas veces soñé con este momento.
Levanté mi rostro viendo con miedo y a la vez mucha furia a Zack y dos de sus amigos, pero el tercer hombre no sé quién es. El muy infeliz se acerca a paso lento mientras los otros tres quedan en la entrada observando la escena.
—Por fin me vengaré por lo que me hiciste —se inclina hacia mí hasta quedar en cuclillas.
—No te hice nada, tú mismo te buscaste que te metieran a la cárcel —escupí con odio al recordar lo que me hizo la última vez.
Es increíble que en estos dos años haya cambiado tanto gracias a la familia que me acogió en el gimnasio, cada uno de ellos me ayudó a creer más en mí misma y ser más fuerte, pero es Rag quien me enseñó cuánto valgo y que nunca debo doblegarme otra vez ante nadie, muchas veces lo hice y ahora no estaba dispuesta a darle el gusto a esa basura inhumana de pisotearme otra vez.
—Vaya, hasta pareces más atrevida con esa actitud, pero ya veremos cuánto te dura.
Su siniestra voz fue el aviso de que mi vida estaría llena de dolor en sus manos y fueron sus ojos cargados de odio el indicio de un tormento que no sabría cuándo acabaría, pero sí conocía el final.