Max
Estaba nervioso porque había aplazado mucho tiempo la charla con mi tío, pero Ragnar tenía razón, luego podría ser peor, así que aproveché que era sábado para pasar un buen día con ella en la oficina por la mañana y ayudé a Vero con algunos archivos, nos hemos hecho muy cercanos, es una mujer divertida y es gracioso verla poner esa mirada que intimida a los demás, entre otras cosas un poco perversas que les hace pero que siempre nos saca una risa.
—Vamos noche, sería la primera vez que hacemos esto.
—Enano, no voy a meterme en un problema solo por seguir tus locas ideas, conoces las reglas.
—Por favor noche no me hagas suplicarte que bien sabes que puedo convencerte y tampoco me gusta rogar por algo así, será divertido y al menos haríamos algo diferente, no es como si saliéramos del estado —suelta un bufido volteando sus ojos disgustada.
—De acuerdo, con tal de que no comiences a fastidiar con eso, pero volveremos temprano.
En la tarde luego de convencer a Ragnar de salir de Brooklyn, nos fuimos a almorzar y luego a pasear por el ferri en Manhattan, la sensación de estarnos alejando de la ciudad era increíble, el clima era perfecto porque estaba nublado y el viento se sentía más frío siendo agradable cuando daba en el rostro.
Nos encontrábamos en la parte superior del ferri en lo que nos deleitábamos con la vista de la ciudad, se sentía tan bien poder tenerla cerca en un espacio alejado, es como si al fin lográsemos salir de tantas reglas, aunque sabía que rompía varias.
—Noche, gracias por estar conmigo.
—Alguien debía traerte; aunque nadie dijo que debía devolverte, solo espero que sepas nadar.
Me encanta cuando me saca una sonrisa con sus ironías y sarcasmos, siempre que la veo siento que estoy flotando al perderme en sus ojos, cada día que hemos pasado juntos es como si reforzáramos un lenguaje con ellos, algo que solo nosotros podemos comprender, ella sabe lo que deseo y extiende su mano dejando una caricia en mi mejilla.
—Noche, dentro de unas semanas cumpliré años y sería un honor para mí que pudieras acompañarme ese once de noviembre a celebrarlo ¿Qué dices?
—Seguro, solo avísame el lugar y la hora y ahí estaré.
Mi corazón se aceleró y sonreí muy emocionado por su respuesta, así que no aguanté más y la abracé muy fuerte, ella no era de tener gestos cariñosos, pero tampoco me alejaba de su lado cuando hacía eso o le daba un beso en la mejilla. Levanto la mirada sin soltar mi agarre de su cintura y una muy sutil sonrisa se asoma en sus labios, es muy rara la ocasión en que lo hace, pero esas sonrisas siento que son como un regalo secreto solo para mí porque a nadie más le sonríe.
—¿Hay algún regalo que quieras en especial?
—Solo quiero estar contigo ese día, nada más.
Luego de ese momento tan especial para mí en el ferri fuimos a caminar por Central Park, ahí descubrí que a ella le gusta bastante los parques o al menos el sentirse conectada en un medio más natural y no tanto en la ciudad.
—¿Tienes alguna flor favorita?
—Varias, pero no me gusta que me regalen flores, me gusta más caminar en jardines y parques, en cuanto a tu pregunta, los cerezos son algunos de mis favoritos.
—Creo que te verías hermosa en un kimono de seda como las geishas, caminarías en un jardín con estanques llenos de peces koi y los cerezos en flor volando a tu alrededor.
—Es una imagen muy específica.
—Es que estuve viendo una película en televisión y había una escena así, cuando mencionaste los cerezos la recordé.
—¿Sabes lo que son las geishas?
—Sí, lo investigué a profundidad después de ver la película, pero eso no les quita la belleza y el misterio a ellas, ni a ti.
Ella me miro con dulzura en mitad de ese puente, tomó mi barbilla levantando mi rostro y una corriente atravesó mi cuerpo alojando un vacío acogedor en el estómago, entonces ella dejó una caricia en mi mejilla y yo dejé otra en esa misma mano.
—¿Qué te parece si venimos en primavera y disfrutamos de un paisaje más floral?
—Me encantaría —murmura con una sonrisa que me enamora más.
Ahora tenía dos ideas muy buenas para mis próximos dibujos entre el otoño y la primavera, unos que empezaría a dibujar desde esta noche cuando llegue a casa. Al atardecer nos fuimos a una cafetería para tomar una bebida caliente acompañada de un postre, realmente había sido un día inolvidable para mí y espero que también lo fuese para ella.
Ya en la noche llegamos a mi casa, aunque le pedí que parqueara el auto en la esquina y camináramos un poco más, sabía que mi tío estaría en una cita esa noche, así que quería seguir a su lado lo más que pudiese. Nos quedamos en la entrada charlando de pie hasta que una voz nos interrumpe y el miedo recorre mis venas instantáneamente.
—¿Cuándo pensabas contarme de tu amiga Max? quizás cuando terminaran en el ferri, en el café o déjame adivinar, seguramente cuando terminara mi cita me dirías quién es ella ¿no es así?
—Tío Dániel, por favor cálmate —me coloqué frente a ella como si la defendiera de algo mientras intentaba razonar con él. —sí iba a decirte, de hecho pensaba esperarte para contarte todo ahora.
—Seguro, así como las veces que me contaste que habías ido a almorzar con ella donde Janet o quizás los postres que degustaron. Y tú —la ve directo con profundo resentimiento. —¿no ves que es un niño? ¿qué diablos hace un adulto con un niño? porque estoy seguro que nada bueno debe ser.
Ragnar no llega a inmutarse pese a la brusquedad de sus palabras y sé que no lo hará, esto es mi culpa por callarme tanto tiempo y ambos lo sabemos.
—Tío no es lo que estás pensando, ella no ha hecho nada malo, solo somos amigos.
—Sí claro, y los amigos adultos llevan a niños como tú a un ferri, Central Park y los pasean por la quinta avenida en un auto lujoso solo porque sí.
Esto es horrible, sé que está pensando las peores cosas de ella y su actitud pareciera ser la de alguien que está a punto de irse sobre ella para lastimarla.
—Tío escúchame por favor, ella no es ninguna depravada como estás pensando en tu retorcida mente, es mi amiga, llevamos un tiempo de conocernos y salir, de hecho, hoy fue la primera vez que salimos de esta zona porque yo se lo pedí, siempre permanecemos en el parque o donde Janet, no vamos muy lejos, si mucho termino visitándola a su trabajo que no está tan lejos de aquí.
Y por la cara que pone sé que hablé de más en mi desesperación.
—Esto es todo, vete a casa Max, debo hablar con ella y luego hablaré contigo —dice bastante enojado
—No, ella no ha hecho nada malo —mi miedo crecía, ya mis ojos se estaban cristalizando.
—Es mejor que subas.
Me dice Ragnar con una frialdad tal que siento que este bonito sueño terminó y mi pesadilla recién comienza, no le quita la vista de encima a mi tío y sé que no le agrada cómo me habla.
—Ragnar te juro que iba a hablar con él hoy, se lo iba a decir por eso te insistí en ir allá, tío por favor.
—¡Sube a casa Max, no lo repetiré! y de una vez te voy diciendo que te puedes ir despidiendo de ella porque no volverás a verla —su ira es tal que jamás lo vi de esa forma, él nunca me había hablado así.
—¡No! No pienso dejar que me alejes de ella, es mi amiga no dejaré de verla.
Le grito intentando desesperadamente que me escuche, pero él no ve más allá de un niño de cinco años en mí.
—Es suficiente, hazle caso —me dice ella tranquilamente.
Solo puedo abrazarla con tanta fuerza intentando inútilmente impedir que se aleje de mi vida, escucho la voz de mi tío decirme que me aleje y al no hacerlo, me toma del brazo llevándome adentro del edificio. Nunca hice una rabieta en mi vida, pero esto me partió el corazón en mil pedazos. Mi tío antes de cerrar la puerta le dice a Ragnar que nunca más vuelva a aparecerse en nuestras vidas y la amenaza con enviarla a la cárcel si se entera que me ha tocado.
(…)
Una semana ha pasado desde el sábado que la vi por última vez, mi tío me regañó fuertemente y preguntaba miles de cosas, pero en vez de escuchar lo que tenía por decir solo hacía caso a la película que se hizo en su mente. Fue tal el punto de paranoia que incluso me llevó al médico y con un terapeuta para ver si no me habían tocado, se encargó de llevarme y recogerme de la escuela, toda la tarde debía estar con Janet y él me recogía en la noche.
Esto era una maldita locura, yo solo me la pasaba encerrado dibujando, no tenía ni siquiera una foto de ella, así que hice retratos de nosotros, pero más de su rostro y esa hipnotizante mirada que tanto me encanta. Todas las noches veía el cielo buscándola en él, incluso veía los autos pasar pensando que quizás podría verla de lejos en su auto o en la moto, pero nunca apareció y no puedo culparla, yo soy el único responsable de esto, ella me lo advirtió y no actué en su momento, ahora p**o las consecuencias de mi silencio.
Hoy es domingo, mi tío salió a comprar unas cosas que hacían falta en casa, en lo que yo estoy en la sala viendo de nuevo ese cielo nocturno que me recuerda a ella, escucho unos gritos de afuera y al asomarme para saber de qué se trata, me doy cuenta que es mi tío quien está con ella.