23. OLVIDANDO POR HOY

2597 Words
Ragnar Con todo listo nos subimos al auto mis hermanos y yo para llevar mis cosas a la casa de Brooklyn, iba viendo el camino pensando en todos los lugares que quería ir con Helena, los sitios que conoceríamos juntas y aquellos que visitaríamos con su hijo, ojalá me hubiese hablado antes de él, así habría pensado en ideas más específicas que se ajusten a su gusto. —Pensé que traerías más cosas hermanita —comenta Liam sacándome de mis pensamientos. —No es necesario, tengo entendido que Marcus dejó listo el lugar con todo. —Si quieres podemos ayudarte con las compras, no creo que también llenara la despensa. —Tal vez Rob, eso si consideras a Livi, pero ya veremos. —Me siento como un inútil, la idea era ayudarte y ellos se llevaron todo el crédito —pronuncia Liam un poco fastidiado. —Tal vez sea porque ustedes se encargarán de dirigirme en el trabajo. —¿Dirigirte? ¿De qué hablas Rag? Tú eres quien va a dirigirnos, serás la encargada a partir de mañana —dice Robert dejándome bastante extrañada. —Eso no fue lo que dijiste Liam. —Sí… bueno… —titubea, eso es una mala señal. —digamos que solo es un detallito insignificante que se me pasó decirte, pero hablaremos después porque llegamos a tu casa —espero que ese idiota no salga con alguna sorpresa mañana. Bajamos del auto, ellos sacan las maletas que traje y tomamos el ascensor hasta el último piso, solo había una puerta así que la privacidad sería un privilegio aquí. Cuando entramos, todo estaba amoblado, se nota que papá pensó hasta el último detalle, incluso mamá metió la mano en la decoración dejando algunos recuerdos de la familia en las paredes, mis hermanos dejaron todo en la habitación principal mientras yo revisaba la cocina, en efecto, estaba llena la despensa cuando fui a revisarla, pero también había una nota de mamá diciendo que solo era lo básico y dejó una lista con las cosas que debía comprar. —Parece que después de todo sí serás útil Liam. Digo en lo que voy con mis hermanos encontrándolos en la alcoba viendo una fotografía en la pared, me percato que estamos toda la familia en la noche de mi primer cumpleaños. —Siempre fuiste hermosa Rag, aun cuando no sonreías —dice Rob con nostalgia. —Me alegra saber que pudiste quedarte con nosotros a pesar de cómo surgieron las cosas —completa Liam en el mismo tono que Rob. —Hermanita, ¿alguna vez te arrepentiste? Me acerco quedando entre ellos y miro a detalle ese recuerdo reviviendo muchas emociones de aquel entonces. —Tuve mis dudas al comienzo, pero cada uno de ustedes se encargaba de despejarlas un poco día a día, así que no, al final no me arrepiento de escoger a esta familia y lo volvería a hacer sin pensarlo —ellos me miran sorprendidos, pero yo no dejo de observar la foto. Ver las sonrisas de mis hermanos y mi primo Travis significa mucho para mí y ahora el confesarles algo tan importante lo hacía más valioso para ellos. —Mejor vamos de compras, dijeron que me ayudarían y ya están de inútiles buscando distracciones. Salgo rápido antes de que ellos hagan otra pregunta y nos vamos a hacer las compras, ese día están conmigo explicándome lo del taller, almorzamos en casa y en la tarde llaman a Travis para que hagamos una salida los cuatro, parece que esos dos quedaron tocados por la foto. Al llegar la noche nos arreglamos para salir (ya que el par de sin vergüenzas trajeron ropa para quedarse unos días sin mi permiso), dejamos todo asegurado y salimos en un taxi rumbo a un bar en Manhattan, la idea era una noche tranquila, así que llegamos al lugar, pedimos unas bebidas y al poco tiempo llegó Travis, saludó a mis hermanos y luego me hizo levantar dándome un fuerte abrazo. Hace unos días que llegué con Isma, no logramos hablar bien pues debió regresar a la universidad de Columbia para dictar unas clases de pediatría hasta el anochecer y los días posteriores estuvo de voluntario en el centro médico para veteranos de guerra, una labor que gustaba hacer tanto como atender a los niños, definitivamente Travis es un hombre de admirar. —Hola hermosa, me alegra verte otra vez —quizás no tenga la locura de su padre, pero sí conservó el encanto. —Gracias, a ti también te favorecieron los años y las clases de judo. —Debía entretenerme con algo —me guiña un ojo, pide lo mismo que nosotros y nos sentamos. Estuvimos un par de horas recordando viejos tiempos, también hicieron algunas preguntas sobre mi vida en estos dos años y algunos reclamos salieron a flote por abandonarlos, pero también, recalcaron algunas bromas que les hacía cuando era niña. No sé por qué, pero siento como si hubiese pasado más tiempo del transcurrido realmente, se me hacen lejanos esos recuerdos. —Rag ¿estarás toda la noche bebiendo agua? digo, está bien es tu decisión, pero es raro verte sin al menos una cerveza. Miro la botella entre mis manos percatándome de lo que dice Travis y muerdo mi labio evitando derrumbarme en ese lugar. —Ahora vuelvo, voy al baño. Debí esperar a que dos personas salieran, luego entré asegurando la puerta y dejé el agua correr en mis manos y rostro para calmar este sentimiento… Aún de forma inconsciente la tenía presente. —Ya deberías saber que en momentos de debilidad las voces se apoderan de nosotros con más fuerza, son como vampiros que absorben lo bueno de nuestras vidas. Veo su reflejo en el espejo y se acerca quedando detrás de mí en lo que rodea mi cintura con sus brazos calmando mis voces… esto es lo que necesitaba. —No deberías estar aquí. —No tengo la culpa de que vinieran al mismo sitio que yo y sí debo estar aquí contigo pequeña. Coloca mi cabello a un lado y deja un suave beso en mi cuello haciéndome cerrar los ojos un instante, una ligera sonrisa se hace presenté en mí y él esboza otra acelerando mi corazón. —Te dije que era el mejor para todo y que ibas a sonreír otra vez. Dejé caer mi cabeza hacia atrás en su hombro, él deja un beso más en mi cuello y otro en la mejilla, sus manos acarician mi abdomen y me dejo llevar por esta plácida sensación de paz. —Siempre fuiste el más indicado para hacerme sentir mejor. —Lo sé ¿Quieres irte? —Sí, pero no quiero dejar a los chicos tirados, después no encuentran el camino a casa. —De acuerdo, entonces ve con ellos ahora que estás mejor, si me necesitas sabes dónde encontrarme, la clave sigue siendo la misma. Me hace girar para quedar frente a él y se despide con un beso en la comisura de mis labios y su demencial sonrisa. —Buenas noches pequeña. —Buenas noches Oz Lo veo salir con esa elegancia de siempre y sonrío un poco más al darme cuenta de que eso era lo que necesitaba, regreso a la mesa con mis tres mosqueteros, estaban a punto de decirme algo, pero me adelanto y suelto sin pensarlo dos veces. —Vamos a una discoteca, quiero olvidarlo todo esta noche. Pago la cuenta en efectivo al encontrar a la mesera y salgo rápido con ellos siguiéndome los pasos, en menos de quince minutos llegamos a un club, pedimos una botella de tequila y empezamos con cuatro shots seguidos, a lo que pedimos dos botellas más. —Rag, no quería hacerte sentir mal, lo siento. —No te preocupes, no podemos cambiar el pasado así que brindemos por los muertos Travis, tan solo necesito que me hagan olvidar por hoy. Él me sonríe haciéndome recordar ese momento en el baño con Oz y me invita a bailar, pero antes, me quito la campera al igual que ellos y salimos los cuatro a la pista. La noche transcurre muy bien entre el tequila, la música y sus cuerpos rozando con el mío, de nuevo me sentía con poder al tener a esos tres conmigo, era como si recuperase un poco el control en mí misma. En el transcurso de las horas el alcohol iba y venía en los cuatro, varias mujeres quisieron acercarse a ellos con la intención de pasar una noche que sé, sería inolvidable para ellas, pero mis tres mosqueteros centraron su atención en mí cancelando todo plan de sexo por hoy, no sé si se pusieron de acuerdo en ser mi soporte de vida, pero es bastante claro que no importa cuántos años pasen, siempre seré la chica favorita de ellos tres. Ya era de madrugada, quizás seis o siete botellas de tequila en la mesa y el cuerpo parecía no querer derrumbarse en ninguno, siempre tuvimos un aguante de envidiar para el alcohol, aunque después la resaca para ellos era monumental. Tomamos la última botella de la noche y salimos de allí rumbo al mar desplazamos en un taxi hasta la Zona Cero. Me perdí en esas dos fuentes rodeadas de nombres, caminé hacia ellas, veía el agua caer en esa oscuridad y de alguna forma me sentía conectada, mis hermanos se ponen a cada lado sosteniendo mis manos y Travis queda detrás de mi abrazando mi cintura y acomodando su barbilla en mi hombro. Solo hay silencio, pero la presencia de los tres en ese instante es fuerte, ellos presionan sus agarres en mí y hago lo mismo sintiendo ese gran apoyo. —Es por este motivo que volvería a escogerlos como familia, nadie más podría darme el apoyo que ustedes me han dado —ellos sonríen y me abrazan al mismo tiempo en lo que dejo salir esas lágrimas por ella. —Siempre estaremos para ti —Liam. —No importa el día o la hora —Robert. —Haremos lo que sea para hacerte sentir mejor —Travis. Luego de algunos minutos nos alejamos hacia el muelle para ver el amanecer frente al mar, uno tan hermoso como hace mucho no veía, entonces sentí la calidez de sus labios en los míos, era ella diciendo que todo estaba bien y podía seguir adelante sin amarrarme a ese dolor. —¿Puedo pedirles algo más? —Pide lo que quieras —dice Rob con mucho amor. —Quiero que duerman conmigo, no quiero estar sola. Ellos con sus sonrisas me dan una afirmativa y nos vamos a Brooklyn, al llegar nos dirigimos a mi habitación y ellos retiran su ropa quedando en camiseta y bóxer. —Espero que vayan a ducharse antes de dormir —inquiero antes de que se tiren en la cama. —Vamos Rag, estamos cansados —reclama Liam. —No hay pero que valga, así que vayan o llamaré a Livi y le diré que me hicieron sentir mal hasta el punto de hacerme llorar. Ellos se tensionan porque saben lo que les espera si hago eso, así que se duchan dejándome de última, en esa fría agua puedo sentir la tranquilidad y los restos de lágrimas y dolor irse con ella. Al salir encuentro a los tres con sus toallas envueltas en la cintura durmiendo plácidamente en mi cama… admito que extrañaba ver una imagen así. Una maquiavélica sonrisa se dibuja en mi rostro, tomo una foto de ellos y luego retiro las toallas con cuidado para tomar un par más, comienzo a pasar mis manos por esos abdominales increíblemente trabajados de ellos y tres cetros hacen acto de presencia. —Por lo visto no he perdido el toque —murmuro con picardía. Retiro mi toalla, tomo dos fotos más y luego me acuesto entre ellos, mis hermanos quedan a cada lado y Travis se acomoda en mi abdomen, finalmente, nos cubro con la sábana para después caer dormida con una gran sonrisa al quedar perfectamente refugiada entre los brazos de mis tres adoraciones. (…) Por obvias razones no terminamos hoy en el trabajo, pero sí escuché muchos quejidos por parte de esos tres que me hicieron despertar de un plácido y muy húmedo sueño. —¿Qué rayos pasó anoche Ragnar? —reclama Liam un poco alarmado al darse cuenta de cómo estamos. Abro mis ojos viendo a esos tres muy confundidos, con resaca y mil preguntas en sus rostros, se han puesto de pie rápidamente tratando de cubrirse con la toalla intentando, supongo yo, hacer un recorrido de todo lo que hicimos después de llegar a la discoteca. Ellos son un encanto, pero a veces son unos idiotas, no sé para qué hacen tanto alboroto, ni que tuvieran algo raro para cubrir. —Ya cállense y dejen dormir, avisé a todos en el taller que hoy no abriríamos y pedí un permiso para ti Travis, así que regresen a la cama. —¿Cómo hiciste eso? Tenemos que trabajar Rag y más importante aún, tenemos que saber lo que pasó anoche para terminar así —dice Rob un poco desesperado. ¡Por eso amo esta familia! —Ustedes dijeron que harían lo que sea por mí, que solo tenía que pedirlo y aquí estamos, así que cumplan con su palabra o habrá graves consecuencias —hubo tanto deleite en cada palabra que mi cuerpo se estremeció. —Ragnar estamos desnudos los cuatro y dormimos en la misma cama, ahora dime que solo pasó eso y no otra cosa. Qué doble moral la de Travis, como si no supiera sus sucios secretos, en especial esos pensamientos hacia mí. —Ustedes deciden esa respuesta porque no les diré nada, pero sí les diré que si no regresan a dormir entonces divulgaré algunas cosas de ustedes, algo muy, muy íntimo —maldición, extrañaba sentir este poder de sometimiento. Los tres tragan con dificultad, señalo una mesa detrás de ellos donde está el móvil de Robert, él lo revisa y encuentran una foto muy comprometedora de ellos tres sin esas toallas. —Dime que no te atreviste —se nota el terror en esa frase. —Eso depende ¿me dejarán seguir durmiendo con ustedes o prefieren irse? aunque igual deben admitir que estaban felices abrazándome y haciéndome sentir bien entre los tres —sonreí victoriosa levantando perversamente mi ceja. Vuelvo a acostarme, ellos lo piensan un poco más y sueltan una dulce sonrisa… es bonito verlos coordinarse así. Se acercan para acostarse de nuevo, pero los detengo con una señal indicando que queden desnudos otra vez, ellos no parecen cómodos con la idea, pero tampoco tienen opciones, así que lo hacen y vuelven a la cama a dormir conmigo quedando en ese hermoso cuadro los cuatro juntos. —Los quiero chicos, gracias por acompañarme. Ellos dejan un beso en distintas partes de mi piel y nos dormimos otra vez. (...) —Te luciste con esas fotos pequeña, me has hecho el día. —Sabía que te gustaría, gracias por estar conmigo esa noche. —Solo lo mejor para ti, cuídate. Leo el último mensaje y bloqueo el móvil para continuar con el calvario en el que me han metido esos dos, ahora entiendo por qué Marcus quería que los ayudara con urgencia, supongo que esto es ojo por ojo. Veo la carpeta en el primer cajón que contiene la información del hijo y el hermano de Helena, me siento tentada a abrirla, pero opto por cerrarlo y seguir trabajando, aún no estoy lista para ir a verlo.
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