Ragnar
Llevaba alrededor de dos semanas viviendo en Brooklyn a la par que trabajaba con mis hermanos y los otros chicos en el taller, sabía que tendrían eso una locura, pero la montaña de papeles que me esperaba, el desorden y de más; fue un horror, sintiéndome de nuevo como esos primeros días en el gimnasio de Ismael.
Procuraba al menos consumir mi tiempo en ese lugar para evitar pensar tanto en Helena y toda la situación que me rodeaba ahora, pero mi curiosidad crecía con el paso de los días, quería saber cómo era su hijo y si se parecía a ella o no, quizá tuviera sus ojos. Marcus llegó a entregarme un folder con la información correspondiente, dirección de vivienda, escuela y de más, pero no me atreví ni siquiera a abrirlo pues era como abrir de nuevo esa herida.
Sin embargo, aproveché este día para escaparme del taller, sabía que el niño saldría a mediodía de la escuela, así que fui en mi moto hasta allá quedándome un poco a la distancia y esperé, pero cuando llegó la hora de salida entré en un conflicto, tenía muchas ganas de irme y al mismo quería conocerlo. Estaba pendiente de cada estudiante que salía para intentar verlo, lo bueno es que había memorizado su rostro por una foto que me entregó Marcus en el archivo.
De pronto escucho a unos chicos gritar mientras persiguen justo al pequeño que ha cambiado mi vida, no puedo verlo con detalle por la carrera en la que se encuentra, intento seguirles la pista con precaución y veo cómo lo golpean entre los cinco y arrojan sus cosas al suelo unas cuadras más allá de la escuela. Logro ver un lodazal de agua a unos metros de donde estoy producto de la fuerte lluvia de ayer, espero a que el grupo de idiotas se acerque y entonces acelero pasando justo por ahí embarrando la ropa y rostros de los cinco, escucho sus insultos y noto que el pequeño termina de recoger sus cosas rápidamente.
Sé que debe tomar ese mismo camino para ir a casa, pero pasar entre ellos sería arriesgado para él, así que espero un poco, hago una vuelta en U y me quedo mirándolo unos segundos, los idiotas siguen en el mismo punto tratando de limpiarse y acelero nuevamente embarrando por segunda vez sus cuerpos, hago una señal al pequeño que parece entender y corre rápidamente logrando pasar a los idiotas sin que lo persigan.
No puedo creerlo, esto es peor de lo que pensé…
(...)
Max
—¡Max! se te hará tarde para ir a la escuela, ven a desayunar.
—No quiero ir a la escuela tío, estoy cansado de que se metan conmigo y ningún profesor haga nada, es como si no existiera para nadie excepto para los matones —me senté en el comedor bastante aburrido.
—Luego hablaré con la directora, no te preocupes.
—Olvídalo, la última vez terminé con la ropa destrozada y el maletín en el camión de la basura —dije resignado y un poco fastidiado.
—Vamos Max, ánimo, déjame solucionarlo.
—Haz lo que quieras, me voy ya, quizá un auto pase y nos haga un gran favor.
—No quiero escucharte decir esas cosas de nuevo, eres muy importante para mí Max y no quiero que nada malo te pase, mañana iré a hablar sobre esa situación y de seguir así; entonces podríamos buscar otra escuela, confía en mí ¿Sí?
—De acuerdo, lo siento tío nos vemos en la noche.
—Te quiero Max, cuídate mucho.
Sé que no debería decirle esas cosas, desde que nos enteramos de la muerte de mi madre no sabemos cómo actuar el uno con el otro, para él fue una noticia muy fuerte, lloró mucho los primeros días llegando a faltar en su trabajo e incluso a mí me impidió salir por miedo a que algo me pasara, pero yo no derramé una lágrima, solo lo abrazaba y acompañaba en silencio para que no se sintiera solo. No es que sea un insensible, es que no me llevaba del todo bien con ella, pero tampoco la odiaba, simplemente que al estar ausente gran parte de mi vida no llegamos a tener una conexión madre e hijo y en lo que respecta a mi padre, solo tengo un recuerdo de él y no es grato.
Prácticamente mi tío Dániel ha sido quien me ha criado toda mi vida, hemos sido él y yo para todo, aprendí a cocinar poco a poco, soy organizado con mis cosas, le ayudo a arreglar la casa y cumplo con mis deberes de la escuela, de esa manera le doy menos problemas a mi tío y podemos mantener un mejor orden en nuestras vidas.
De la escuela, solo puedo decir que es una basura, es muy aburrida y tengo una capacidad de aprendizaje bastante impresionante, según dicen las maestras, así que todos me conocen como el nerd y el raro al no estar con nadie, suelen molestarme de muchas formas e incluso llegan a golpearme en grupo, aun cuando tengo once años (y a solo unos meses de los doce) no puedo evitar que dejen de molestarme. Ojalá mi vida diera un cambio, ya bastante fue con perder a mi madre en el punto en que me había prometido que todo cambiaría y viviríamos juntos con su pareja, ahora no sé bien ni qué esperar de la vida o de mí.
Llevo algunos días sintiendo que alguien me sigue, pero siempre que volteo a ver no encuentro a nadie, es raro, espero que solo sea mi imaginación porque ya bastante tengo con esos idiotas como para anexarle algún pervertido a mi vida, sé que quiero un cambio, pero que sea algo de paz; no quiero más problemas. Luego de almorzar donde Janet como lo hago cada día, voy a casa a terminar mis deberes y limpiar un poco, sin embargo, tengo una extraña sensación que no me deja tranquilo, así que tomo mis cosas y decido salir.
Al lado del edificio que vivo hay un parque, es muy relajante estar aquí, a veces veo a las madres jugar con sus hijos y me pregunto si alguna vez hice eso con la mía. Camino sin un rumbo fijo, es agradable salir a esta hora, justo antes del atardecer, rara vez puedo apreciar al sol y la luna compartiendo el mismo espacio a la vista como hoy.
Luego de media hora decido seguir mi camino para volver a casa cuando algo muy surreal pasa. Tal como ocurre en las películas, una ráfaga de viento pasa haciendo volar algunas hojas frente a mí y entonces, la vi... es hermosa, su cabellera es negra y larga, tiene una campera de cuero, jean y botines negros, su piel es tan blanca como la nieve y aun cuando está de perfil, noto que tiene una mirada melancólica, es como si pudiera verme reflejado en su rostro. Sé que debo verme como un pervertido, pero prefiero pasar esta vez por uno que pasar por cobarde, quizás sea la única oportunidad de verla de cerca, así que doy algunos pasos, no se ha percatado de mi presencia, está muy concentrada mirando al cielo.
—Hola, ¿puedo sentarme contigo?
Mi corazón empieza a latir muy fuerte, no sé qué me pasa, mi respiración está agitada y mis manos sudan, entonces ella ladea un poco su rostro dándome una mirada muy fría y vacía; pero a la vez muy triste, en sus ojos trae la noche… ahora sí siento que todo desaparece al perderme por completo en ellos.
Señala el puesto a su lado invitándome a estar con ella, es como si controlara mi cuerpo pues voy en automático hasta allá y me quedo viéndola, ahora puedo detallar mejor su rostro, es hermoso, una diosa en todos los sentidos, su cabellera es negra; labios rosados natural; un lunar en su mejilla y otro en su ceja derecha que la hace ver muy atractiva y más con esos ojos tan profundos y oscuros como la noche.
—Lo siento, yo... no quería molestar, es solo que... te vi… y... —rayos, no puedo ni hablar bien, debo parecer un retrasado.
—No me molestas —murmuró.
Otra vez mi corazón late con frenesí al escuchar su voz, es toda una sirena. Rayos, en serio parezco un idiota pervertido solo por pensar todas estas cosas.
—Amm... y... ¿Sueles venir a este parque?
¿En serio Max? ¿Es lo único que tienes para decir? Tienes un IQ muy encima del promedio, prácticamente en un par de años podrías ir a la universidad ¿y es la única cosa que sale tu boca? Qué patético.
—No, primera vez que vengo, iba pasando y entré, tiene una buena vista y es bastante tranquilo.
—Eso es algo que caracteriza este parque, que es muy tranquilo, en la mañana ves algunas personas correr y a esta hora solo hay algunas madres jugando con sus hijos.
—Parece que vienes seguido.
—Sí, vivo en el edificio de al lado así que me gusta venir a dibujar, escuchar música o leer un poco mientras estoy acá... te ayuda a olvidarte de todo por un momento —digo lo último casi en un susurro.
—A veces necesitas perderte del mundo cuando más perdido te sientes —responde como si comprendiera mis sentimientos.
—Sí, así es, al menos sabes que si no te encuentras, cabe la posibilidad de encontrar algo nuevo en el camino.
—¿Y ya encontraste algo en tu camino? —pregunta mientras me ve a los ojos haciendo que me pierda nuevamente en ellos.
—A ti —susurré.
Entonces abro los ojos dándome cuenta que pensé en voz alta, siento mis mejillas arder al haber hecho eso y bajo mi cabeza para esconder la poca o nada dignidad que me queda, quedamos en completo silencio y no es del todo incómodo, hasta que recuerdo lo que dije.
—Amm, por cierto, me llamo Max —cierro mis ojos pensando que quizás ella no pueda verme más sonrojado. —Si gustas, podrías venir mañana y vernos aquí mismo, los viernes viene un señor vendiendo unos helados deliciosos, podría invitarte uno.
Diablos, terminaré en urgencias si mi corazón sigue latiendo de esa forma, quizás ella pueda escucharlo, necesito calmarme de una vez por todas o enloqueceré.
—No deberías confiar de esa forma en los desconocidos, nunca se sabe con quién podrías tratar ¿Acaso no te lo enseñaron tus padres? —de nuevo ese tema...
Sé que dentro de poco cumpliré doce años, pero detesto cuando me tratan como si tuviera cinco.
—Sé que no debo, eso me lo enseñó mi tío, mi progenitor es un cretino y mi madre está muerta —digo con una frialdad tal, que por un momento me desconozco.
—Ten cuidado con lo que dices; no es bueno que sueltes información personal, con lo poco que me has dicho podría secuestrarte sin que lo sintieras de esa forma y asesinarte, incluso a tu familia —ella usa el mismo tono frío que yo al decir eso y me giro viéndola sorprendido, jamás conocí a alguien así.
—¿Cómo te llamas?
Ella me ve en silencio como debatiendo la respuesta y creo que pasan segundos, pero siento que son minutos hasta que escucho su voz nuevamente.
—Si el helado es tan bueno como dices y tienen mi sabor favorito, te lo diré.
No sé cómo puede hacerme sentir esta extraña sensación en el estómago, la única que provocaba eso era Lucy, una compañera de mi clase que tiene la sonrisa más hermosa que he visto hasta ahora. Pero una cosa sí es clara, ella acaba de hacerme la persona más feliz solo con esas palabras.
—Trato hecho, entonces nos veremos mañana aquí mismo en esta banca sobre las tres —le digo con gran alegría. —Disculpa, debo irme, ya está entrando la noche y mi tío llegará en cualquier momento, te espero mañana.
—De acuerdo, hasta mañana.
Salgo corriendo muy feliz hasta que me detengo y volteo a verla una vez más.
—No lo olvides; mi nombre es Max, adiós noche.