Max
Llega al fin el miércoles tan esperado para mí, estos fueron los días más eternos que he sentido en mi vida, salí corriendo un poco antes de la escuela para evitar que los idiotas fuesen por mí y así llegar rápido a casa, arreglarme e ir a ver a Ragnar, detesto que esperen por mí, pero sabía que ella llegaría temprano, así que me pongo una camiseta azul, jean y zapatillas azules, tomo mi morral de salidas que es donde cargo mi reproductor de música, el block, útiles para dibujar y algunos libros.
Salgo corriendo para cruzar la calle cuando siento que alguien tira de mi morral haciéndome caer al pavimento y un auto pasa frente a mí a toda velocidad, volteo dándome cuenta que Ragnar quien está en el suelo, había amortiguado mi caída y quizás salvado de una muerte segura, pero al verla por completo me percato que su jersey blanco está roto y manchado de sangre.
—No pongas esa cara, no es nada, más bien deberías fijarte antes de cruzar la calle, esta vez pude salvarte porque estaba cerca pero quizá la próxima vez no tengas tanta suerte.
—Lo siento, de verdad lo siento, quería llegar rápido y pensé que estarías allá, no quería que terminaras herida.
Estaba asustado, se había lastimado por mi culpa y las cosas habrían terminado peor si ese auto llegaba a alcanzarla.
—Tranquilo ya te dije que no es nada, no le prestes atención, solo ten cuidado al cruzar.
—Ven, tenemos que atender esa herida.
—Mejor vamos a comer enano, no alcancé a desayunar y tengo hambre.
¿Cómo puede tener esa mirada de indiferencia después de lo que pasó?
Tomé su mano sin importarme nada, me fijé antes de cruzar para evitar otro inconveniente y la llevé al restaurante. Le pedí a Janet el botiquín, regresé a la mesa, tomé su brazo para subir la manga y revisé la herida, no dijo nada en ningún momento y agradezco que no lo hiciera, limpié y curé con mucho cuidado para no lastimarla aún más. Al terminar de poner un pequeño vendaje me quedé mirando la zona, por mi culpa resultó herida, nos pudieron atropellar y a ella no le importó salvarme.
Pronto, sentí algo frío recorrer mi mejilla y alcé la vista hacia sus ojos, era su mano la que me acariciaba suavemente.
—No llores que estoy bien, tu curación fue muy buena.
No me di cuenta en qué momento lloré, lo extraño es que no siento nada correr por mi mejilla. Me quedé viendo esos ojos fríos, esos ojos noche y sin pensarlo mucho la abracé con fuerza, no recuerdo la última vez que sentí tanto miedo, sé que es una tontería, pero me siento como un imbécil por haber provocado esto. Ella pasa su fría mano en mi cabello acariciándolo suavemente, pero siento que no lo merezco, por mi culpa está herida. Ella me separa e intenta alzar mi rostro, pero no tengo cara para verla.
—Mírame —me pide suavemente. —Mírame D'Porti.
No sé por qué mi cuerpo reacciona ante sus palabras y sus gestos sin mi permiso, ella acuna su mano en mi mejilla derecha y acaricia mi rostro, su mirada es fría y a la vez suave, no veo enojo ni fastidio, simplemente calidez en su acción. Quiero algo, pero no me atrevo a pedirlo, no lo merezco, ella debe alejarse de mí soy un terrible ser humano por hacer algo así.
Cerré mis ojos odiándome profundamente hasta sentir un calor en mi frente, son sus labios, es como si leyera mis pensamientos y se percatara de que quería un beso de ella.
—Todo está bien, abre esos ojos para mí —murmuró cerca de mi oído.
Lentamente los voy abriendo para ver los suyos generando de nuevo una corriente en mi cuerpo.
—Siéntate, vamos a comer algo que tengo hambre y me prometiste un postre, y no me gustan las personas que no cumplen sus promesas —me dice en un tono suave en lo que ella se corre dándome espacio a su lado.
No sé en qué momento llega el almuerzo, pero empezamos a comer y no es sino hasta que traen el postre que estoy más tranquilo, entonces mi lengua se suelta sin permiso.
—Deberías odiarme por lo que pasó, ni siquiera deberías seguir aquí —el dolor se reflejaba en la frialdad de mis palabras.
—¿Y quién dice que debería ser así? ¿Tú? Estás muy equivocado enano, yo decido eso —responde tan arrogante.
—¿No lo ves? casi morimos los dos por mi culpa y eres la única que salió herida.
—Casi morir no es lo mismo que morir, y solo es una raspadura y un jersey roto, nada más —da otro bocado al postre como si nada pasara. —Mejor dime, ¿hiciste algo en especial estos días?
—Hice algo para ti —dije en un susurro.
—Muéstrame.
Saco una carpeta y le entrego un sobre sin mirarla, de reojo me fijo cómo lo abre y saca el retrato que hice de ella percatándome que no era el sobre correcto, a ella le había hecho un paisaje de la ciudad. Mierda, ahora sí prefería estar en el hospital o en un coma para no sentir más esta vergüenza.
Tomo mis cosas y salgo como puedo de ese lugar, corro intentando no llorar y cuando estoy a punto de cruzar la calle una mano toma de mi brazo tirando hacia atrás ¿Acaso volví a cometer el mismo error? Al fijarme mejor, es ella quien está acunando su mano en mi rostro y su pulgar se desliza cerca de mi ojo, no estoy llorando, pero igual me acaricia como si así fuera, entonces, creo ver por una milésima de segundo una ligera sonrisa… ella me dio una sonrisa.
—Me encantó tu dibujo, gracias D'Porti.
La abrazo con todas mis fuerzas, no quiero que sufra a mi lado como sufrió mi madre, pero tampoco quiero dejarla ir.
—Por esta vez quisiera ser egoísta Ragnar, quiero que te quedes a mi lado, quiero que seas mi amiga.
—Entonces deja de huir así y enfrenta las cosas con el mayor temor del mundo.
Y ella, con esas palabras, me hace la persona más feliz del planeta.
(...)
Ragnar
Son las tres de la madrugada, me levanto como siempre, me aseo y busco ropa para hacer ejercicio, pero no me siento con ánimo hoy, así que cancelo de inmediato esa idea y me dirijo a la cocina para preparar una infusión de lavanda, tal vez eso me ayude a calmar lo que sea que tengo, sirvo la bebida una vez está lista y me siento en el balcón, la noche es tranquila, pero me siento inquieta.
Voy recordando los encuentros que he tenido con ese pequeño y su aroma se hace presente, recuerdo el calor de su piel, la delicadeza con la que trataba mi herida y la suavidad de su cabello, es extraño todo esto que siento. Bebo rápidamente la infusión y regreso a mi alcoba sentándome en el sofá junto a la ventana, encuentro su dibujo sobre la mesa y veo su rostro en vez del mío. No sé si es por Helena, la culpa del engaño o algo más, pero todo esto me está descolocando un poco, necesito encontrar un equilibrio pronto.
Esa semana nos seguimos viendo en la tarde donde por lo general es lo mismo, él habla y yo escucho, todo esto en el restaurante que es donde más pasamos tiempo, me he dado cuenta que la encargada llamada Janet está muy pendiente de nosotros, según le entendí, es amiga de la familia y cuida de él en algunas ocasiones, tiene dos hermanos de los cuales se hace cargo sola además del restaurante que es de su propiedad.
Hoy lunes quise cambiar un poco la rutina, así que fui a su escuela a mediodía y me quedé esperando afuera del auto en lo que fumaba un poco, hace un tiempo que no lo hacía, pero es lo único que ha calmado esta extraña sensación. De pronto lo veo correr a lo lejos y a medida que se acerca a la entrada me reconoce, es gracioso, no sabe si sonreír o avergonzarse porque lo encontré en esa situación.
Hay una maestra en la puerta y me adelanto un poco para quedar frente a ella, esta se queda viéndome, luego miro detrás de ella haciendo que se gire, tomo rápido el brazo de Max para atraerlo a mí y estiro mi pie haciendo que el grupo de idiotas caiga uno sobre el otro. Habría sido un escape excelente de no ser porque escuchamos a la maestra llamarlo y de paso regañando a los idiotas por estar corriendo mientras nos hacemos los desentendidos.
—Buenas tardes, disculpe ¿usted es pariente del pequeño?
—Amiga de la familia, recién llegué a la ciudad y vine a recogerlo.
—Ya veo, ¿es usted muy cercana a ellos? —maldición, odio este juego de veinte preguntas ¿Por qué no dicen todo de una vez?
—Si tiene algo que decirme solo dígalo, pero no nos haga perder el tiempo —ella queda un poco sorprendida por mis palabras, pero es verdad, antes agradezca que fui decente.
—Lo siento, es que no hemos podido contactarnos con su madre para hablar con ella de algunas cosas y su tío tampoco contesta, Max nos ha dicho que están ocupados, pero...
—Y así es, él no tiene por qué mentirle, Helena trabaja muy lejos de la ciudad y por desgracia su tiempo laboral no le da para mucho, en cuanto a su tío Dániel ha estado ocupado viajando y en algunas reuniones, pero si es tan urgente puede decirme y yo les daré su recado.
(...)
—No puedo creer que le diera tanta vuelta a un asunto tan ridículo.
La maestra solo quería hablar con ellos para hacerles saber de las buenas calificaciones de Max y también sobre su comportamiento asocial en la escuela, lo que generó cierto malestar en mí puesto que él no hacía realmente nada a comparación de los abusivos que lo perseguían todo el día, dato que le informé a la maestra (quizás un poco amenazante) para que tomara cartas en el asunto, pero él y yo sabemos que al final no hará nada útil, al menos el enano me habló bastante de su familia y pude hacer una historia creíble para salir pronto de ahí.
—Lo sé, pero gracias por hacerlo, eso fue increíble y la cara de esos tontos al caer era de fotografía —dice en lo que ríe un poco
—De nada, esperemos que no vuelvan a molestarte, pero llevaré un bastón en el auto por si acaso.
—Por cierto, ¿qué haces aquí? No lo tomes a mal, me encantó que vinieras, pero es raro que llegaras por mí.
—La próxima vez te haré caer con ellos enano.
Respondí fastidiada cruzando los brazos a la altura de mi pecho, él se levanta quedando frente a mí con una enorme sonrisa y me da un beso en la mejilla.
—Gracias por salvarme de ellos e ir a buscarme, fue una bonita sorpresa noche —mi corazón late ferviente ante su gesto y su oceánico mirar.
¿Por qué me siento así? Intento controlarme para que él no se dé cuenta de nada, pero es claro que necesito encontrar respuestas pronto.
(…)
Max
Es increíble todo lo ocurrido hasta ahora, ella siguió buscándome en algunas ocasiones y en la salida los idiotas ya no volvían a perseguirme al verla allí, pero unos días que ella no fue; ellos igual no se arriesgaron a buscarme y menos al considerar todas las maldades y miradas inquisitivas que ella les lanzaba. Ya dentro de la escuela era otra historia, seguían molestándome, pero buscaba otras alternativas para que no estuvieran tan pendientes de mí al seguir los consejos de ella.
Hoy no pude verme con Rag al estar ocupada con su trabajo, así que vine al restaurante para almorzar y al cabo de un rato Janet se acerca con un postre.
—Es raro verte sin ella ¿está todo bien?
—Sí, tenía mucho trabajo hoy y dijo que no podía venir.
—Bueno, entonces me comeré su postre, dudo que le importe —dice con picardía y comemos juntos.
Janet es una mujer increíble y alguien de admirar, sus padres fallecieron hace años y ella quedó a cargo de sus hermanos para que no fuesen separados, desde entonces lleva trabajando muy duro cada día para darles lo mejor a ellos. A ella la conocimos poco después de mudarnos aquí, se hizo muy amiga de mi tío y con el tiempo fue parte de la familia, es como otra tía y amiga para mí.
Cuando llegué con Rag la primera vez; quedó un poco extrañada, pero el día que tuvimos el incidente con el auto me abordó preguntándome por lo ocurrido, le expliqué todo con detalles y ella no parecía muy convencida de mi amistad con Ragnar, pero le dije que todo estaría bien, no obstante, Janet me había pedido que estuviéramos más tiempo en el restaurante para estar al pendiente de nosotros, no le tenía confianza todavía y prefería prevenir, así que accedí ya que no le había comentado nada a mi tío hasta ahora sobre mi nueva amiga.
No sabía qué hacer, no me gustaba ocultarle nada a mi tío y menos mi amistad con Ragnar, pero él siempre ha sido muy sobre protector conmigo y tras la muerte de Helena las cosas empeoraron un poco más, así que debía pensar bien cómo abordarlo, pero una cosa sí tenía clara, esa amistad no pensaba terminarla, aparte de Janet; Ragnar es la única amiga que he tenido en mi vida y no estaba en mis planes sacarla como si nada.