Dániel
Los siguientes días Ragnar y yo permanecimos al lado de Max, solo permitían que uno se quedara en la habitación con él, así que se nos turnamos para cuidarlo. El médico decía que había mejoría, respondió bien al tratamiento y lo habían trasladado de cuidados intensivos a otra habitación.
Ragnar había ido a su casa para darse un baño y volvería en cualquier momento, por mi parte, llegué a la habitación de Max y me senté a su lado pidiendo en silencio a quien pudiera escucharme que lo salvara. Nunca he creído en nada, eso es algo que perdí con el tiempo, pero al menos esta vez quería sentir que alguien me escuchaba.
De repente, comienzo a sentir que su mano se movía poco a poco y mi corazón se agitó con fuerza, me levanté de la silla y acaricié su rostro sin soltarlo un instante.
-Max, Max ¿puedes escucharme? vamos abre los ojos Max, sé que puedes hacerlo- decía casi en una súplica con el corazón en la mano.
-Tío ¿dónde estoy? ¿qué pasó?- responde débil mientras intenta abrir sus ojos.
-Tuviste un accidente Max, llevas dos días inconsciente en el hospital, no imaginas lo preocupados que estábamos por ti-
Sus ojos se abrieron mejor dándome esa tranquilidad que tanto necesitaba, llamo a la enfermera para que el médico venga a revisarlo y asegurarme que en verdad esté bien, eso es lo único que me importa ahora. Este no tardó en venir, le hicieron algunos exámenes y todo indicaba que estaba bien, aunque igual lo dejarían en observación un poco más y de seguir así le darían el alta en unos días.
Luego de todo eso le llevé algo de comer y le ayudé a darse un baño, es curioso, hacer esto me hizo recordar cuando era pequeño y aprendí a cambiarle los pañales y le hacía compotas porque Lena no quería que comprara nada en los supermercados, sino que todo debía ser casero.
Le comenté lo ocurrido en estos días, él lloró un poco diciendo que se sentía culpable por todo lo que pasó, cualquier padre o madre habría regañado a sus hijos por cometer una imprudencia de ese calibre, pero yo en cambio estaba agradecido con la vida por tener todavía a Max junto a mí, no tenía nada que recriminarle, solo le pedí que tuviera más cuidado y que todo estaba bien.
Estas definitivamente habían sido las peores horas que viví, hace mucho tiempo no sentía tanto miedo, no podría imaginar mi vida sin Max a mi lado, es mi sobrino, mi hijo y la persona que más quiero en todo el mundo.
(…)
Max
Ya era de noche, le había dicho a mi tío hace un rato que se fuera a casa a descansar, se notaba que no había dormido bien en estos días y quería que aprovechara su permiso para hacerlo ahora que él se había asegurado que estaba bien.
Me encontraba perdido en mis pensamientos, en este momento me dolía más el haberles fallado a las personas que me importan y provocar una gran preocupación en ellos que los mismos golpes. Escucho la puerta abrirse y la veo entrar en silencio, nos mirábamos como si en los ojos del otro encontráramos las respuestas a nuestras preguntas, pero no era suficiente, me sentía mal por lo ocurrido y tenerla frente a mí solo aumentaba esta sensación.
-Lo siento noche, te fallé con todo-
Sentía un nudo en mi garganta tan horrible que conectaba con otro en mi corazón.
-No, yo fui quien te falló al no cuidarte bien-
-Es mi culpa por no obedecerte, de haber tenido más cuidado no estaría aquí-
Ella solo tomó mi mano, no había lágrimas en su rostro, pero si veía el dolor y la tristeza en ellos, se acerca hasta quedar su rostro escondido en mi cuello y presiona un poco más mi mano sin llegar a lastimarme. Nunca la había visto de esa forma, ella jamás me ha mostrado debilidad hasta ahora.
-No vuelvas a hacerlo por favor, no quiero sentir esto de nuevo, no podría soportarlo-
Su voz estaba quebrada, esas palabras me desarmaron por completo, venían de lo más profundo de su corazón, era su miedo hablando por primera vez ante mí y me estaba confesando prácticamente cuánto significaba para ella en su vida.
Nunca más quiero verla llorar así, quiero ver esa mirada tan suya, quiero sus sonrisas secretas solo para mí, pero no quiero que llore y menos por mi culpa. Dejé un beso en su mejilla sintiendo aun su respiración en el cuello, mi corazón no se decidía en si latir de la felicidad por sus palabras o romperse por ser tan despreciable y haber roto el suyo.
-Te quiero Ragnar, por favor perdóname-
Mis lágrimas se deslizaban en mi rostro y ambos tomamos con más fuerza nuestras manos, quería hacerle sentir cuan mal me sentía y a la vez lo mucho que la quería, solo quiero que esté bien, quiero hacerla feliz.
Después de varios minutos, ella al fin levantó su rostro dejándome ver su corazón, sentía que las palabras nos estorbaban y lo único que necesitábamos era vernos a los ojos para saber lo que el otro quería decir. Ella acunó su mano en mi rostro dejando una caricia en mi pómulo, esas manos tan frías era lo que quería y sus ojos lo que anhelaba.
Sonreí ligeramente y dejé un beso en su muñeca, algo que ya se me había hecho una costumbre cuando ella realizaba ese gesto, era algo muy nuestro. Al dejar el segundo beso ella soltó una sonrisa más visible que sentía me regresaba la vida. Solo ella puede hacerme así de feliz con tan poco, ella solo necesita estar viva y a mi lado para sentirme completo.
(...)
Mi recuperación fue exitosa y todos estaban felices de verme bien nuevamente, según me enteré por Rob en una visita, el hombre que me atropelló tenía muchos problemas de dinero y su hijo recién nacido tenía otros de salud, por orden de Ragnar había pedido a su hermano que le ayudara dándole un trabajo estable al hombre para que no tuviera que preocuparse por nada, tampoco llegaron a ponerle cargos de ningún tipo para que no los afectara y antes le agradecimos por haberme traído en vez de huir del lugar, sé que es algo que cualquiera debería hacer ante una situación así, pero no quiere decir que siempre pase y por eso me considero afortunado.
También llegué a escuchar que Liam tuvo una cita con Vero tras haber ayudado al hijo de ese hombre quien había tenido una crisis respiratoria que por poco lo mata. Liam se puso al frente de la situación y pagó todo el tratamiento que le hicieron en el hospital, medicamentos y demás cosas que fuesen necesarias.
Al comienzo pensé que lo había hecho por Vero, pero fue Rob quien me dijo que es algo propio de él, siempre ha tenido ese complejo de héroe y cuando se trata de niños tiende a ser sobreprotector, algo que incluso pasó con su propia hermana cuando la conoció.
Saber eso me hizo admirar más a esta familia, espero algún día poder conocerlos a todos, saber quiénes son sus padres y conocer el origen de esos valores tan propios de ellos.
-Entonces Vero ¿me vas a contar cómo te fue en la cita o me harás rogarte?-
-Que pesado eres, ahora entiendo por qué Ragnar se desespera a veces contigo enano-
-Hey, solo ella tiene el derecho de llamarme así y no será por mucho tiempo porque estoy creciendo y seré muy alto-
Ver esa sonrisa de Vero me encanta, ella es la personificación de la locura combinada con sensualidad.
-¿Entonces… te gustó salir con él?-
-De acuerdo te lo diré, pero tendrás que prometerme no decirle a nadie y menos a él-
Me contó que se había comportado como un caballero, nunca se hizo el payaso como suele hacer, sino que la trató muy bien de principio a fin, ella no quiso decirlo, pero mostraba un brillo en sus ojos que me hacía pensar que esos dos quizá sí podrían tener algo más adelante.
Alguien más que también llegó a relucir un brillo es Janet, lo interesante es que la persona que se lo produce es Robert quien ha estado visitándola en el restaurante, así como ella a veces va al taller para visitarnos y llevarnos los almuerzos. En las veces que los he visto juntos he llegado a notar que solo a ella le sonríe de forma especial, aparte de Ragnar por supuesto.
Creo que hay mucho fuego cerca y no veo a nadie con ganas de apagar el incendio, solo espero que todo salga bien y nadie termine herido en el proceso, no quisiera ver a mis dos grandes amigas con el corazón roto por culpa de ellos, aunque conociéndolas, estoy seguro de que ambas pondrían a sufrir a esos dos hasta el fin de sus días si algo así llegase a pasar.
(…)
En estos días no había podido salir a causa de las heridas y mi tío estaba de nuevo con esa sobreprotección, aunque esta vez sentí que era más leve, sí se preocupaba, pero ya no iba al extremo como antes y hoy que por fin podía salir de este encierro quería aprovechar el día.
En la mañana fui con Janet, me quedé adelantando las tareas del colegio y hablando con ella cuando estaba libre, para el mediodía almorcé con ella y con mi tío que llegó de sorpresa, por un momento creí que no podía seguir afuera hasta que le dije que quería visitar a los chicos en el taller y él accedió, incluso dijo que me llevaría en el auto, acepté sin cuestionar.
Fuimos allá y los saludé a todos, ellos estaban tan felices como yo de vernos nuevamente, decían que me extrañaba, que no tenían quien controlara a Vero que cada día era más despiadada con ellos, lo que me parecía un poco exagerado, pero en fin, si Robert no llegaba a quejarse entonces no creería que fuese cierto eso.
Luego de hablar varios minutos con ellos fui al segundo piso, en cuanto se abrió la puerta del ascensor y Vero alzó su vista hacia mí se levantó de su escritorio para darme un gran abrazo, se veía hermosa y radiante.
-Me hacía falta verte aquí, mis días no son lo mismo sin ti-
-Los míos no son lo mismo sin ti Vero, ten te traje algo-
Nos separamos y le entrego una chocolatina blanca con trozos de galleta, sus favoritas, ella sonríe, me da un beso en la mejilla donde estoy seguro dejó marcado su labial favorito y me regala otro abrazo.
-Muchas gracias Max, por eso te extrañé tanto-
-¿Eso o por qué no tenías quien te dijera lo increíblemente sexy que te ves con tus atuendos?-
-¿Crees que me veo increíblemente sexy hoy?-
Me encanta eso de ella, esa mirada de maldad es única y más cuando le hacen halagos.
-Hoy, ayer, mañana y siempre, tú sola ya eres sexy y eres tú quien hace lucir esa ropa muy bien, no al revés-
-Si tan solo tuvieras tres años más estaría contigo- dice tras dejar un suspiro.
-Vero, no eres mi novia y aun así todos me envidian cuando salimos a algún lugar, el afortunado aquí soy yo-
-¿Les consigo un anillo, un hotel o se pondrán a trabajar algún día par de desocupados?-
Sonrío ampliamente al escuchar esa voz y ambos giramos a la puerta que dan a las escaleras, se acerca a nosotros y la abrazo tan fuerte como puedo, aunque ella no me responde de la misma forma, pero no hace falta ni preguntar el motivo.
-Enano, si vienes al taller es para trabajar no para distraer a los demás-
-Todavía tengo permiso médico así que solo estoy de visita-
-Te veo bastante alentado para trabajar, así que mueve tu trasero a la oficina ya que no puedes trabajar con los bebés-
Los tres ingresamos, las escuché hablar de algunas reuniones, clientes y demás, les preparé un café y serví algunas galletas para que todos disfrutáramos, después Vero salió para continuar con su trabajo y yo quedé con ella. Se levantó de su asiento acercándose hasta quedar a mi lado mientras veíamos ese panorama de la ciudad desde la ventana.
-¿Cómo has estado?-
-Bien, extrañándote, pensé que irías a visitarme como los demás-
-Quise hacerlo, pero había muchas cosas en el medio-
-Noche…-
-Sí es por eso-
La miré, ella seguía sumergida en ese panorama y dio un respiro un poco pesado. Creo que nunca dejaré de preguntarme cómo hace para saber lo que pienso.
-Fue un cúmulo de emociones, no me sentía preparada para verte todavía y lo que te dije en el hospital fue demasiado para mí, por eso tenía que alejarme-
-Está bien, te entiendo ¿pero al menos hoy podrías estar conmigo?-
Bajó su mirada regalándome esa suave sonrisa que aceleraba mi corazón y acarició mi cabello.
-Dániel me llamó para preguntarme si podías quedarte en mi casa, vengo de recoger tus cosas-
-¿Cuántos días?-
-Solo dos-
-Espero que sean meses y no días-
-No corres con tanta suerte D’Porti-
-Claro que sí porque sigues a mi lado-