6. SENTIMIENTOS ENCONTRADOS

2143 Words
Ragnar En todo este tiempo las cosas han ido bien, sin embargo, me he sentido un poco extraña teniendo a Helena cerca, recordé las palabras que dijo Nick alguna vez y creo que estoy sintiendo algo por ella, incluso Ismael algunas veces se ha percatado de cómo la veo, pero esquivo sus comentarios para no ponerme más en evidencia, aunque igual no pienso hacer nada, ella ha pasado por mucho y no pienso entrar como una carga más en su vida. Según me ha comentado, suele viajar cada dos semanas a visitar a su hermano puesto que es la única familia que le queda, su madre falleció hace años y de su padre no volvió a saber nada luego de que su madre escapó de él con ella siendo una niña y embarazada de su hermano. A pesar de saber esto y habernos acercado bastante, aun no le comento de mi pasado y ella tampoco suele hablar a fondo del suyo, solo llega a tocar un par de historias. Al menos le agradezco que no quiera indagar en mi vida, pues no deseo hablar de eso mientras me encuentre en este viaje, pero en medio de todo esto no puedo evitar sentirme extraña, me recuerda un poco a lo que me hace sentir Nick y Alex, pero al mismo tiempo es diferente, es más… dulce, suave, no lo sé. Quizás debería hablar al menos con Livi de esto para que me ayude a descifrarlo un poco, aunque creo que esperaré para ver si logro descubrirlo por mí misma, ya que es el propósito de este viaje a fin de cuentas. (…) Helena Pasaron algunas semanas en que no volví a ver a Zack, también, luego de aquella conversación que tuve con Ragnar me mudé definitivamente a casa de ella, me sentía a salvo a su lado y no quería regresar a esa otra casa donde todo estaba hecho un desastre. Creo que ahora puedo entender esas palabras que me dijo en la fiesta y con los chicos que me trataban muy bien y me hacían reír con sus locuras, mi vida solo se hacía mejor. Era fin de semana y debía viajar a Nueva York para ver a mi hermano, siempre iba a visitarlo cada dos semanas y con todo lo ocurrido debí aplazarlo un poco, esa mañana Bob me informó que Ragnar estaba al teléfono, era urgente así que me apresuré para atender la llamada. —Hola Ragnar ¿cómo va todo? —Hola Helena, muy bien, es para informarte que le dieron a Zack una sentencia de cinco años en prisión y una orden de restricción por todo lo ocurrido, así que puedes estar tranquila ya que no volverá a molestarte y aun si se atreviera a hacer algo, será peor para él. Es increíble, jamás imaginé que eso pasaría tan rápido. —Es una excelente noticia, te agradezco mucho por todo. —De nada, Bob te acompañará a la terminal de buses, yo no alcanzaré ya que debo seguir con el papeleo, cuídate y avísale si necesitas algo. —Así lo haré, de nuevo gracias por lo que has hecho, no imaginas cuánto significa esto para mí. —No te preocupes, nos vemos en unos días. Ese día me fui del pueblo con una dicha que no podía creer, hace mucho no sentía esta tranquilidad en mi vida y ahora que vería a mi familia, sentía que cerraría el fin de semana de la mejor manera. Me quise tomar también estos días para poner en orden mis pensamientos, estar tan cerca de Ragnar me ha hecho tener sentimientos encontrados, jamás me enamoré de una mujer, pero tiene algo que simplemente me hace pensar en ella todo el tiempo y cuando la veo, mi corazón se agita rápidamente. Al regresar al pueblo, dejo mis cosas en casa organizando todo y bajo al jardín encontrándome con Bob, me ofrece un jugo (pues no bebo alcohol) mientras él toma una cerveza, hablamos de cómo estuvieron las cosas acá en mi ausencia y lo que hice en mi viaje, hasta que me sorprende con su pregunta. —Helena, no quiero ser imprudente, pero ¿acaso sientes algo por Ragnar? Siento mis mejillas calientes y creo que mi rostro me ha delatado en el acto porque él ladea una sonrisa. —Por lo visto si —cubro mi rostro pensando que así evitaré el sonrojo y suelta una risa discreta. —No lo sé, nunca me han atraído las mujeres, pero ella es diferente, me hace sentir especial, feliz, incluso mi corazón se acelera solo con verla y a la vez pienso que quizás pueda ser por todo lo que ha hecho por mí, se ha portado excelente conmigo y... no sé ni qué pensar Bob. —Vaya, sí que tienes un enredo muy grande —demasiado diría yo. —Mira, no soy el más adecuado para decir esto, pero primero creo que debes organizar bien esos pensamientos, fíjate bien en tus emociones y luego toma el riesgo de hablar con ella para saber qué piensa. —¿Cómo crees Bob? Ella me rechazaría y a eso súmale que jamás sería capaz de hacerlo. —Claro que eres capaz, solo asegúrate de que tus sentimientos no sean erróneos y lo peor que te puede pasar es eso, que te rechace, igual ella no te tratará mal ni se alejará de ti y aunque no te aseguro nada, creo que tampoco le eres indiferente. —¿Tú crees que tenga alguna oportunidad? —pregunté esperanzada y a la vez insegura. —Oye Bob, ya terminé con la contabilidad, necesito que revises los libros y los firmes, también quédate pendiente de un pedido que llegará en el transcurso del día —esa voz... Abrí mis ojos como platos al verla aparecerse por la puerta del jardín, estoy segura que nos escuchó. —Ragnar —susurré. —Hola Helena, no sabía que ya habías regresado ¿qué tal tu viaje? —Amm... bien, muy bien gracias —necesito tranquilizarme o ella se dará cuenta. —Qué bueno —ella se acerca un poco a Bob dejando su mano sobre el hombro de él. —No olvides lo que te dije, si necesitas algo avísame que estaré en el cuarto. —Tranquila yo me encargo de todo —responde él dejando un beso en el dorso de su mano. Sé que es su sobrina y no debería ser extrañas esas muestras de afecto, pero cuando ella recién llegó era bastante reacia con él, en cambio ahora es como si fuesen mucho más cercanos, como si el hecho de vivir bajo el mismo techo hubiese creado un vínculo fuerte en ambos. —¿Crees que nos escuchó? —le pregunté cuando me aseguré que ella subía las escaleras. —Si quieres saberlo deberás subir y preguntarle, ánimo, si pasa lo peor estaré en mi oficina para escucharte llorar las horas que necesites con un buen bourbon. —Gracias, pero sabes que no tomo alcohol —le sonreí un poco resignada. —Ya y hasta hace un tiempo tampoco te gustaban las mujeres y justo te enamoras de la más hermosa y a la vez menos sociable de todas, así que… cualquier cosa sabes dónde encontrarme —con eso me guiña un ojo y se va. ¿Enamorada? Sí, definitivamente lo estoy y él tiene razón, lo peor que puede pasar es que me rechace. Así que decido subir con el corazón en la mano, los nervios a flor de piel y toco la puerta hasta que me indica que siga. "Justo te enamoras de la más hermosa y a la vez menos sociable de todas". Esas palabras hacían eco en mi cabeza mientras abría la puerta, en lo que dejaba mi cordura a un lado. La veo sentada leyendo Los demonios de Dostoyevski, uno de sus autores favoritos, se le ve muy calmada mientras yo estoy a punto de tirarme por esa ventana de los nervios que tengo. —¿Tienes un minuto? Es que... quisiera hablar contigo —digo con la voz entre cortada. —Claro, siéntate. Señala el puesto continuo a ella y me siento, creo que mi corazón puede escucharlo de lo rápido que late. —Es que, no sé cómo decirte esto, no quiero que me lo tomes a mal, pero siento que si no te lo digo entonces enloqueceré, pero si te lo digo no sé qué reacción tengas y no quiero que me odies ni nada parecido. Digo esto tan rápido que creo apenas y me hice entender, lo peor es que tengo los ojos cerrados con tanta fuerza que no me atrevo a mirarla —¿Qué te parece si empiezas por relajarte y me dices con calma lo que ocurre? Detesto que puede mantener esa tranquilidad cuando yo no puedo, es frustrante en este momento, así que tomo aire profundamente, agarro impulso de donde no lo tengo y la miro a esos ojos negros tan profundos. —Ragnar yo... —un gorgoteo se hace presente con fuerza interrumpiéndome. —El café está listo ¿Quieres una taza? Quizás eso te ayude —dice ella preparando las cosas y yo respondo apenas en un susurro. Si no hago esto ahora no lo haré nunca, me pongo de pie y tomo de nuevo ese impulso dando un par de pasos, cierro mis ojos y mis manos quedan empuñadas mientras mis piernas están como gelatina. —Ragnar quiero decirte... quiero decirte que tú me gustas mucho. El silencio se hace presente en la habitación, no tengo el coraje para abrir los ojos, no me atrevo a mirarla, pero igual mi lengua me traiciona. —Tú me gustas Ragnar y ya no puedo negar esto más tiempo. Al percatarme de que no hay sonido ni movimiento, creo que el miedo y la cobardía me han ganado, o quizás ella no siente lo mismo que yo. Siento mi corazón partirse entre esos pensamientos y su silencio en este momento, doy media vuelta para salir, no me atrevo aún a mirarla, fui una tonta por hacer esta locura. Apenas logro dar unos pasos cuando siento que toma firme mi mano y es cuando volteo bastante sorprendida. —No huyas —me dice suavemente. No puedo evitar perderme en sus labios rosados preguntándome qué se sentirá un beso de ella. Se acerca más a mí cortando nuestra distancia sin soltar aun mi mano, en vez de eso, le acompaña una dulce caricia. —¿Es verdad lo que dijiste? —pregunta mientras acomoda un mechón de cabello detrás de mi oreja y luego acuna su mano en mi rostro. —Sí, me gustas —afirmo; perdiéndome entre sus ojos y sus labios, y casi como si leyera mi mente... —Pídemelo —susurra suavemente. —Bésame. Cierro mis ojos y una corriente recorre todo mi cuerpo a causa de ese beso, sus labios son suaves, es gentil, siento sus dedos acariciar mi rostro y su otro brazo lo pasa por mi cintura cortando más la distancia entre nosotras, en lo que mis brazos automáticamente rodean su cuello como impidiendo que escape. El beso se va intensificando y voy perdiendo el control de mi cuerpo poco a poco, la voy llevando a la cama quedando a horcajadas encima de ella, nuestras lenguas van en una guerra desenfrenada, sus manos se pasean por mi abdomen en lo que su boca recorre mi cuello haciéndome soltar unos gemidos. Mis ojos se cierran dejándome llevar por esas sensaciones que han comenzado a despertar en mí, entonces siento sus frías manos tocando mi espalda bajo la blusa, mientras el calor de su lengua empieza a recorrer mi pecho y luego… dejo de sentirla. Abro los ojos bastante confundida y al observar los suyos es como si tuviese un conflicto interno ¿Acaso se arrepintió de esto? Justo cuando pensaba quitarme, ella se aferra a mí impidiendo que me mueva. —Lo siento Helena, has pasado por mucho y no quiero que las cosas se confundan, no quiero que pienses que me aprovecho de ti —puedo sentir honestidad en su voz. —Es solo que tus palabras me hicieron muy feliz, aun no puedo comprender del todo las emociones, son complejas para mí y aun así me haces desearte, me relajas con tu sola presencia. Con nuestras respiraciones un poco agitadas; me acerco a sus labios sin llegar a tocarlos, esta vez tomo la iniciativa con más valor y deseo. —No te estás aprovechando, yo deseo esto, es solo que no sé cómo hacerlo porque nunca he estado con una mujer… nunca antes me enamoré de una. Siento sus brazos atraerme a su cuerpo con más firmeza y la beso, pero esta vez con mucho deseo, quiero que sepa bien lo que siento y que esto no es un juego para mí.
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