5. PARTE DE LA FAMILIA

1942 Words
Helena A la mañana siguiente me levanté mucho mejor, los moretones apenas se notaban y mi cuerpo se sentía más descansado, aunque mentalmente continuaba un poco agotada. Al ver de nuevo dónde me encontraba sentí una sensación de alivio indescriptible, era como si por primera vez en mucho tiempo la tormenta se hubiese acabado en mi vida y todo gracias a ella. De pronto escucho que tocan la puerta y doy el pase. —Buenos días, por lo visto te sientes mejor —saluda Ragnar quien ingresa con una bandeja en sus manos. —Buenos días, sí, pude descansar bien. —Eso es bueno. Te traje el desayuno, procura comerlo todo para recuperar energía y cuando termines alístate para ir con Frank y hacer la denuncia, te esperaré abajo. —Ragnar espera —pronuncio antes de que se vaya. —quiero pedirte una disculpa por lo de anoche, sé que no debería estar aquí, pero te agradezco por no dejarme sola y más importante aún, por haberme salvado. —No te preocupes, ahora todo va a estar bien, encima de la mesa encontrarás la pomada, no olvides aplicártela antes de vestirte. La veo marcharse dejándome con una extraña sensación, no sé bien cómo explicarla, pero espero que no esté molesta conmigo por los inconvenientes que le he causado. (…) Ragnar —Frank, no quiero que ese infeliz salga de la cárcel en un buen tiempo. —No te preocupes, ese imbécil nunca me ha caído bien, así que estaré encantado de refundirlo en la cárcel. En cuanto al otro asunto, estuve hablando con Reinhart, por lo visto las cosas van a mejorar bastante en el pueblo con tu llegada. —Espero que no se divulgue nada Frank, te recuerdo que las tres familias más poderosas de este pueblo son las que van a mejorarlo, yo no tengo nada que ver en eso. —No te preocupes, él me explicó la situación y tu secreto está a salvo conmigo, antes me alegra saber que al menos alguien hizo algo bueno por este lugar, pero hay algo que todavía no entiendo ¿Qué sacas tú de todo esto? —En realidad, nada, solo lo hice para que el trío de idiotas dejara de molestar y porque deseaba verlos sufrir por haber interrumpido mi desayuno —Frank ríe eufórico por mis palabras, la verdad es que esa fue una buena jugada de mi parte. —Y sí que están sufriendo, esos castigos fueron geniales, ponerlos a recoger el excremento de las granjas, quitarles los lujos y que hicieran trabajo de campo fue increíble, me reí un buen rato al verlos como idiotas pasar por todo eso y todavía lo hago cuando tengo un mal día. —Al menos sabemos que son buenos para algo en la vida. Luego de que Helena hiciera la denuncia en lo que hablaba con Frank, comencé un proceso legal para hundir a Zack en la cárcel, no quise involucrarla de más para que pueda enfocarse en vivir tranquila, incluso terminó por quedarse unos días más con nosotros en el gimnasio y los chicos estaban encantados, pues al fin tenían quien les patrocinara y aplaudieran sus tonterías. Al tenerla viviendo con nosotros he conocido más de ella y realmente es alguien de admirar, se levanta muy temprano en la mañana, prepara su almuerzo y el desayuno para las dos en algunas ocasiones, en otras soy yo quien deja servido el suyo junto a una taza de café. Todos los días toma los tres turnos en el restaurante, así que entra muy temprano y sale bastante tarde, pero cada vez que la veo está con una gran sonrisa, una que pareciera haber cambiado desde que está viviendo con nosotros. Me encanta ver la forma en que todos pueden desenvolverse tan bien con ella, esa actitud de ellos me recuerda un poco a mis hermanos, sobre todo a Liam, sus locuras, ocurrencias y demás. A veces pienso que ella será una excelente madre algún día, solo de ver la forma en que trata a los chicos y esa gentileza que tanto la caracteriza es... Maldición ¿En qué momento comencé a pensar en ella? Será mejor que me quite esas ideas tan ridículas de la mente. (…) Helena Era jueves, me levanté muy temprano como siempre y me alisté para salir al pueblo, quería aprovechar el día de descanso para comprar algunas cosas que me hacían falta. Veo sobre el mesón una taza de café, Ragnar como siempre tiene ese detalle de dejar servido uno para mí cada mañana, no sé por qué, pero siempre me saca una sonrisa cuando veo la taza y al probarla, siento que todo saldrá bien ese día. Recojo mis cosas y llego al primer piso donde los chicos ya están entrenando con algunas personas, saludo a todos y veo que Ragnar está camino a su auto, así que corro rápidamente logrando alcanzarla antes de que se vaya. —Buenos días ¿De pronto vas al pueblo? es que necesito ir a la plaza y quería saber si me harías el favor de llevarme. —Sí, también voy para allá, sube. Ingreso de inmediato y coloco mi cinturón de seguridad, vamos todo el camino en silencio aunque no es incómodo, por el contrario, se siente agradable junto a los primeros rayos del sol. Llegamos pronto a la plaza y fuimos comprando lo que necesitábamos, luego de un par de horas regresamos al auto para dejar las compras y volver por lo demás que nos hacía falta. Todo iba bien hasta que mi estómago ruge por la ausencia del desayuno y siento el calor recorrer mis mejillas, no puedo ni siquiera levantar mi rostro de la vergüenza que siento en este momento. —¿Comemos algo antes de seguir comprando? —pregunta Ragnar rompiendo ese incómodo momento, creo que me puse más roja de lo que ya estaba. —Amm... yo... sí, creo que es lo mejor —respondo bastante nerviosa. —No te preocupes, no eres la única con hambre. Siento sus dedos tocar mi mejilla y levanta mi rostro con suavidad, sus ojos son tan profundos, es una oscuridad hipnotizante, siento que todo a mi alrededor desaparece por completo y solo somos ella y yo. No sé cuánto tiempo pasa, pero parece una eternidad, de pronto su semblante va cambiando un poco, su mirada se suaviza y pasa de ser neutra y misteriosa a ¿ternura? quizá. —Vamos para que desayunes, no quiero que te desmayes aquí Helena. Su voz era suave, pero en el instante en que dijo mi nombre sentí una corriente atravesar mi cuerpo, intento responder, pero mi voz no sale, es como si ella me controlara en estos momentos. Asiento suavemente con mi cabeza y me quedo mirando sus labios ¿Qué me pasa? ¿Por qué ella me hace sentir tan... no sé, como si volara? Llegamos a una mesa dentro de la plaza donde están los pequeños locales de comida y ordenamos dos desayunos, ella regresa su mirada conectándola con la mía y otra corriente se hace presente en mi cuerpo ¿Qué me pasa? —No tienes que avergonzarte por eso, es normal que tengas hambre si solo tomaste ese café, dejaré algunas galletas o algún otro bocadillo para que puedas comer rápidamente cuando pase algo así. Inevitablemente sonrío por la felicidad y los nervios al escuchar sus palabras, ella parece alguien fría y cerrada al mundo, pero puede ser muy amable si te permites conocerla. —No hace falta, es solo que quería venir temprano y me emocioné comprando todo hasta que mi estómago me pasó factura, pero gracias por preocuparte —me pregunto qué pasará por su mente. —Será mejor que lo haga, hay veces en las que no comes nada, todas las noches dejo un poco de fruta en un recipiente en la nevera, llévalo al trabajo así podrás comer algo, tienes horarios muy pesados y no está bien que te descuides de esa forma o puedes enfermar. —Ragnar ¿por qué te preocupas tanto? Te agradezco todo lo que has hecho por mí desde aquella noche y sé que estoy abusando de la confianza de todos al vivir con ustedes, te aseguro que buscaré pronto otro lugar y no tendrán que... —No hace falta que te vayas; no molestas a nadie, al contrario, los chicos son felices al tenerte ahí, eres su alcahueta, les aplaudes cada tontería y son mejores cuando estas con ellos —creo que mi corazón se saldrá del pecho al escuchar eso. Lo que me sorprende un poco es la manera tan tranquila de decirlo, pero igual no evita que me sienta demasiado feliz al enterarme de todo esto. —Si quieres irte no te detendré, pero ellos quizá sí lo hagan porque ya eres parte de la familia y te quieren demasiado, Harry es feliz cada vez que le preparas algo, todos los días llega preguntando por ti para saber si anoche hiciste algún postre y Bob sonríe un poco más cuando te ve, lo hace de forma inconsciente, pero creo que le traes paz. Siento mis ojos ponerse vidriosos, no puedo evitar sonreír al escuchar todo eso y mi corazón se agita más con cada palabra, nunca pensé que ellos me consideraban parte de su familia. —¿En verdad no molesto a nadie? es que yo, no sé, yo... —Helena, solo te digo la verdad, no tengo motivos para mentirte, pero si igual deseas irte puedes hacerlo. Estaba a punto de hacer una pregunta que rondaba en mi cabeza cuando la mesera nos trae el pedido, siento que esa burbuja en la que estábamos se rompe y procedemos a comer en silencio. Evito decir nada más y me limito a cambiar de tema, comentamos sobre aquellas cosas que nos hacen falta y lo que haremos en el transcurso del día. Cuando regresamos al auto y dejamos las cosas, ella cierra el baúl, doy media vuelta y su mano toma la mía con delicadeza. —¿Qué ibas a preguntarme antes de que trajeran el pedido? De nuevo mi corazón se acelera y mis manos tiemblan un poco, no entiendo cómo logra hacer reaccionar mi cuerpo de esa forma. —No es nada importante, no te preocupes Ella da unos pasos para quedar frente a mí sin soltar mi mano y me hacer mirarla directo a los ojos. —Sí lo es, dime, confía en mí —muerdo mi labio un poco. Creo que tengo más miedo de su respuesta que de la pregunta en sí. —Quería saber qué pensabas de que estuviera contigo, ya me dijiste cómo se sienten los demás, pero yo soy quien vive en tu departamento, por mí no tienes privacidad ni nada parecido y siento que es a ti a quien más he incomodado, pero al mismo tiempo no quisiera irme... yo... yo me siento bien estando contigo. Veo en su mirada una encrucijada, ella se acerca un poco más a mí, sé que debería alejarme, pero a la vez no quiero. Acuna su mano en mi mejilla dejando una leve caricia, es tierna, suave. —No me incomodas Helena y en ningún momento ha sido así, por algo te permití quedarte conmigo hasta el día de hoy y si no quieres irte, entonces no te vayas y quédate con nosotros. —Me encantaría quedarme con ustedes, gracias por hacerme parte de la familia Ragnar —digo con una sonrisa que sale desde lo más profundo de mi corazón. —Gracias a ti por cuidar de todos y hacerlos felices Helena, eres lo que hacía falta en ese lugar.
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