Capitulo cuarto. Sofia

1942 Words
Han pasado tres meses desde el día que Nicholas toco a mi puerta, y a veces siento que su olor aun flota en la sala del apartamento. Para mi sorpresa días después de su visita me entere que es un actor de Hollywood, bastante famoso y reconocido. El mismo que me cruce en la audición lo que me daba la sensación de haberlo visto antes. Lo he visto en muchos lugares de los que tal vez no fui consciente que lo veía, como esa mañana en la que iba conduciendo al trabajo y vi su foto en una publicidad de relojes, y luego en otra promocionando perfumes y otra con una película, para luego buscarlo en mi celular, y efectivamente es uno de los actores mejores pagados de Hollywood. Ahora entiendo porque no me volvió a llamar, porque no me invito a salir, ¿Qué famosos saldría con la empleada de servicio indocumentada? fue tanta mi sorpresa que casi choco y me gane algunos insultos bien merecido por despistada. Han pasado tres meses desde el día que estuvo en la sala de mi apartamento y aun me cuesta creer que la hubiese pisado un actor de Hollywood de tanta categoría, que se sentó en mis roídos muebles, hablo conmigo, y claro, por eso decía que se dedicaba al cine y no lo comprendí, y lo mejor de todo, me dio un beso de despedida, aun no me recupero del todo de nuestro encuentro. Desde el día que descubrí que era Nicholas es Nick, he visto con dedicación todas sus películas y he leído todos sus chismes, y sin darme cuenta me volví su fan, me encanta la forma como viste, como anda, como se comporta, lastima no haberme dado cuenta antes, por lo menos no hubiésemos tomado una foto juntos, pero bueno, ya paso. Lo que sí es seguro es que las probabilidades que lo vuelva a ver son mínimas y remotas. Con el dinero que me dejo compre un nuevo auto de segunda, realmente de nuevo no tiene nada, pero por lo menos anda más que el anterior, el cual resultó ser un clásico y me dieron unos buenos dólares por el. También compre ropa tanto para mí como para Gabriel y el resto lo guarde para después. Cuando llego a casa, luego de un largo día de trabajo, Jairo, una de las personas que conocí en la casa donde vivía apenas llegue, tiene una empresa que provee personas para servicio doméstico y aunque no hago parte de la planilla oficial por no tener la green card, siempre me ha ayudado a conseguir los mejores lugares para trabajar y donde me den el tiempo para cuidar a Gabriel. —Sofi, te tengo una propuesta interesante — dice con evidente emoción en la voz. —¿Un nuevo trabajo? si ya tengo tres casas para la semana. — Es algo mejor, me acaban de pedir una chica para todos los días, el horario es perfecto para ti y ganarías tres veces lo que ganas ahora. —Ahora si tienes mi atención — digo emocionada. —Es una mansión, ellos tienen varios empleados, cada uno tiene una función y necesitan alguien que se encargue del área de las habitaciones, es un trabajo de nueve de la mañana a dos de la tarde, incluye alimentación, además de la probabilidad de trabajar interna y eso incluye hospedaje y no les molesta el niño. —¿Es una familia muy grande? —No, es un hombre soltero, solo que ahora van a usar mas habitaciones de la casa y la chica que lo estaba haciendo no da abasto. —Esta bien, yo lo hago, ¿Cuándo empiezo? —Mañana mismo, es urgente el cargo. —¿Qué sucederá con las casas que tengo ahora? —A ellos no les moleste que le envié otra persona, al final lo único que quieren es que alguien limpie sus casas, solo debes firmar un contrato de confidencialidad y cumplirlo. —Esta bien, dame la dirección y toda la información que requiero. Desde que llegue al país el único trabajo que he conseguido es limpiando casas, al principio me regalaba por unos pocos dólares, hasta que Jairo se ofreció con ayudarme en buscar mejores lugares para trabajar y aunque el logró la residencia casándose con una mujer hermosa con la que creo su empresa. Al día de hoy, nunca me ha desamparado, pero si me llegan a atrapar indocumentada ellos negarían todo para que no les cierren su empresa, sin embargo, agradezco al cielo que eso no ha sucedido. Luego de dejar a Gabriel en su colegio, conduzco a mi nuevo lugar de trabajo. Jamás he trabajado en una de estas mansiones tienen tantas habitaciones que impresionan, siempre he limpiado casas, grandes y bonitas, pero no mansiones, eso por lo general se lo dejan a quienes tienen documentos, pero urgencia es urgencia y si Jairo piensa que la mejor persona para ocupar ese puesto soy yo, aquí estoy, además esa suma de dinero no queda nada mal, con eso puedo enviar más a casa y con ello se terminaría los arreglos de la casa de mis papás. Cuando llego a la dirección que me dieron, se acerca corriendo a mí una de las personas de seguridad. —Su nombre por favor, y para donde va. —Soy la nueva persona del aseo — digo con voz tímida. —Si claro, Sofia Gonzales — dice revisando una lista. —Si señor — estoy asustada, tiene mucha información. —Entonces su puerta es por el otro lado… —dice sonriendo. Conduzco hasta donde me indican, no entiendo por qué estoy tan nerviosa cuando me bajo del auto, está bien, nunca he trabajado en una mansión, me da miedo no tener documentos, por un ínstate pensé que me iban a pedir identificación y al no tenerla llamarían a la policía, y luego de eso… mi fin. Bajo del auto, sigo las indicaciones que me dan, y en serio nunca había estado en un lugar tan lujoso, una chica muy elegante me provee de un uniforme azul claro, me hace firmar algunos documentos y luego se va. Parezco a esos de las películas, para luego llevarme a una zona de Vestier para empleados muy parecida a la de un gimnasio, cada trabajador tiene su respectivos casillero y ducha. Y me informan que los trabajadores que son de tiempo completo tienen sus propias habitaciones, y por lo general, bajo las nuevas reglas trabajan de tarde noche, por lo que necesitan personas que hagan su trabajo en el turno de mañana. Como me habían informado me asignan el área de las habitaciones, así que debo entrar de forma diaria a las que están siendo usadas y limpiarlas meticulosamente, sacar la ropa sucia, lavar los baños y todo en el más completo silencio. ¿Quién vivirá aquí? me pregunto mientras entro a la primera habitación. Es hermosa y parece que hace mucho tiempo nadie la usa, mi apartamento es solo del tamaño del armario de esta habitación, y el baño es más grande que mi sala. Me quedo embobada observando cada detalle por algunos minutos, para luego caer en cuenta que tengo un trabajo que hacer. Estoy terminando mi trabajo con ella, me llevo más tiempo del presupuestado, cuando la voz de un hombre me hace sobresaltar. Es Nick, el mismo hombre que una vez estuvo tendido en el pavimento cerca del edificio donde vivo, y quien luego me fue a visitar, entra directo a su baño hablando por celular, ni siquiera me ve y no puedo evitar que mi corazón se sienta un poco roto, me quedo viendo a la puerta que se acabó de cerrar, una parte de mi piensa en esperarlo a que salga y hablarle, tal vez darle las gracias por todo el dinero que me entrego en el sobre, cuando una compañera llega a la habitación y me habla en susurro. —Oye, la nueva, ven, no puedes estar en la habitación cuando el señor este. —Pero yo lo he visto antes… — respondo confundida. —Si, si todo lo hemos visto, es un actor famoso de Hollywood — dice en tono irónico — ahora ven. Salgo a regañadientes de la habitación, por mí, me quedaría un rato más a esperar si me reconoce. —Hola mi nombre es Mariela, y el tuyo es… — Yo soy Sofia. —Sofia, no sé si te explicaron, aquí pagan muy bien, pero jamás te puedes quedar en el lugar donde el jefe este o cualquiera de sus invitados, al menos que ellos te lo pidan, igual funciona con hablarles, o hacer ruido, no debemos escucharnos, hacemos las cosas en el más mínimo silencio, al menos que se requiera que hagas ruido, y las ocasiones son escasas en esta casa. —Lo entiendo —digo mirando hacia atrás. —Vamos y nos tomamos algo, luego seguimos, que el señor llego de su viaje… Claro, el viaje, él me dijo que iba a estar fuera una temporada y por lo que veo apenas llego, ¿será que me busca? En la cocina nos sirven una pequeña merienda y nos reunimos varios trabajadores a conversar, escucho lo que hablan, al parecer todos se conocen y hasta parecen amigos, me quedo en silencio escuchando lo que dicen, intentando entender algo de su conversación, cuando uno de ellos me habla a mí. —Sofia, ¿cierto? — pregunta un hombre de mediana edad de aspecto tosco —Si – digo en un susurro —Mi nombre es Luis y soy el jardinero principal de la casa. —Mucho gusto, ¿Cuántos jardineros hay? — pregunto curiosa. — Somos un equipo de futbol y ahora ¿Cuéntanos algo de ti? —¿Qué quieren saber? — pregunto tímida. —Lo que sea, normalmente aquí los trabajadores duramos mucho tiempo, y tendemos a volvernos cercanos, al final pasamos mas tiempo trabajando que en casa. — Pues no tengo mucho que decir — empiezo a decir tímida — llegue al país hace varios años, tengo un hijo y trabajo en esto desde que llegue al país… —digo sin interés —¿Cómo es el señor como jefe? —El mejor de todos, dice Mariela, a veces me gustaría que me viera con otros ojos, pero bueno, yo aquí solo hago mi trabajo ¿Quién soy yo para pedir algo más? —Realmente no hay mucho que hacer aquí — dice Sandra, quien es la chef — es cuestión de hacer lo que tienes que hacer cada día para que el trabajo no se acumule y tienes el resto del medio día libre, salvo cuando hay fiesta, todo se vuelve un caos por días… — ¿Hace muchas fiestas? — Ni te imaginas — dice Mariela riendo — si vieras las cosas mas maravillosas que llegan aquí, eso hay para todos los gustos. —Déjalo ya Mariela – dice Luis riendo — ahora terminemos la merienda y a trabajar y Sofia, — dice mirándome — luego nos vas contando de ti, ojalá te quedes mucho tiempo con nosotros. Luego de la merienda regreso a las habitaciones, me piden que prepare dos habitaciones de la casa, intento cruzarme con mi jefe, pero es imposible, al parecer se encerró en su oficina a hablar con alguien, creo que su manager, pero no estoy segura de eso, lo que, si se es que no volvió a salir en el resto del día de ese lugar, incluso le llevaron algo de comer en una bandeja, salgo con el tiempo justo para llegar por Gabriel al colegio, sin embargo, un sinsabor se apodera de mi pecho.
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