Capitulo veintidós. Nick

1621 Words
No recuerdo la última vez que tuve una cena tan familiar, quizás en la época cuando vivía en casa de Jhony, mi amigo de colegio, o cuando era muy niño en casa de mis padres, antes que mi padre se emborrachara y perdiera la cabeza. Lo que si estoy seguro e que fue antes de la vida en la calle, el trabajo duro y el solitario estrellato. En los últimos años siempre tengo alguien para servirme, pero no es un acompañante sincero. Cenamos entre risas e historias infantiles lideradas por Gabriel, quien sonríe dichoso, tal vez para él esto también sea nuevo. Aprovecho un momento a solas para enviar un correo electrónico a mi abogado, pidiéndole que se reúna conmigo lo más pronto posible y devuelvo una llamada de mi terapeuta, quien esta poco preocupado. —Hola Nick, ¿estas bien? ¿has recaído? —pregunta preocupado —Hola Elton, estoy super bien y no he recaído —respondo sonriendo. — ¿Qué ha hecho? No he sabido nada de ti en los últimos días, creo que dejar tu casa fue un error —dice con evidente angustia en la voz. —No, lo he logrado controlar muy bien, cada vez que tengo ansiedad doy un paseo, además que busco compañía en alguno de mis empleados, y hago cosas de casa, eso me ha ayudado mucho… —Me gusta lo que escucho— dice más aliviado— y… ¿Qué has pensado de la propuesta de encontrar a tus padres? —Todo a su tiempo, por ahora no estoy listo, apenas lo este, créeme que los buscare. — Me gusta lo que escucho… —Ahora si me disculpas, tengo una pijamada con un niño… —¿Cómo es eso? —pregunta con evidente intriga en su voz. —Si, es el hijo de una de mis empleadas, la que te conté aquella vez, y es un niño maravilloso, así que pasamos mucho tiempo juntos. —Me alegro mucho que estés buscando cosas en que pensar y con quien compartir diferente a tu ciclo de licor y sexo desenfrenado… — Gracias y hablamos después —le corto apenas escucho los pasos de Gabriel. Termino la llamada de afán porque no quiero que Sofia escuche que me refiero a ella como una empleada, bueno técnicamente eso es, aunque para mí se ha convertido en mucho más, pero por ahora no quiero que lo nuestro salga de la intimidad de estas paredes, ni siquiera quiero que se enteren sus compañeras de trabajo y no porque me de vergüenza, solo que no quiero que quede en el ojo del huracán antes que esté lista y sus documentos al día, se cómo es la prensa sensacionalista, en este momento podría causarle una deportación, y es lo último que quiero. Escucho las risas del niño y la veo a ella en un pijama de pantalón de cuadros escoses en algodón y una camiseta sencilla de color rosa a juego, se ve tímida y cohibida cuando entra a mi habitación y la invito a sentarse a la cama, contrario al niño que se lanza sin ser invitado, se apodera de la mitad y del control remoto. Su mirada luce apenada por las cosas que el niño dice y hace, aunque no lo reprime. Cuando estamos acomodados estiro mi mano entrelazando nuestros dedos mientras vemos una película de caricaturas, la cual de forma rápida lo durmieron, y honestamente me podría acostumbrar a esto, tal vez es lo que me hace falta en este momento, mi propia familia. Un pequeño niño revoloteando, una mujer que me espere en casa o porque no, a veces me acompañe a todas los eventos, alguien a quien abrazar luego de un largo día, y darle un beso de buenas noches, una persona con quien compartir mis experiencias, mi vida, alguien con quien crecer, y también alguien que me cuente sus cosas y yo pueda ser su apoyo. Paso al niño a su cama y me aseguro que la puerta de mi habitación tenga seguro. Por fin solos, me acerco a Sofia, siento el sabor de su piel, su mirada tímida, la calidez que desprende su cuerpo. Me pierdo en ella, en sus miradas y caricias, la veo disfrutar y sentir placer, es una sensación única y aunque he estado con muchas mujeres, con ella siento algo distinto, la forma como la beso y acaricio a ella, las sensaciones que me hace sentir. Por momentos tiembla en mis brazos y creo que es la primera vez que alguien me mira de esa manera, con una mirada tan dulce y tierna, que es como si una parte de mi se quebrara dejando expuesto lo más profundo de mi ser. Siento el placer recorrerme, las sensaciones invadiendo mi cuerpo, sus gestos cuando deslizo su pantalón me enternecen, es como si una parte de ella quisiera detener lo evidente, mientras que sus caricias me invitan a continuar, tengo ansiedad por entrar a su cuerpo, por sentir el calor de ella, me estiro a tomar un condón, mientras ella me sigue con la mirada lo que estoy haciendo, sus ojos se abren mas al ver mi erección completa, aunque no hace ni un comentario, solo retiene un poco la respiración, me acomodo entre sus piernas mientras la beso, y empiezo a sentir su miedo, esta temblando ligeramente, y no puedo pasarlo por alto, por un instante pienso que no estoy haciendo algo bien. Me sorprende mucho que me cuente que aun es virgen, es una confesión que no esperaba, pero su voz pidiendo que continúe es como una chispa de fuego, como si mi cuerpo entrara en combustión ardiente y candente, la deseo mas que nunca y lo único que quiero es estar dentro de ella, me obligo a controlarme, es su primera vez y quiero que se lleve un momento inolvidable. Si hubiese sabido que era virgen honestamente habría esperado o tal vez habría hecho las cosas diferentes, pero ella quiere continuar, así que dejo que sea su cuerpo el que mande, el que pida más, hasta que la pasión desenfrenada nos llevó juntos al máximo placer, sin embargo, sus gemidos me dan permiso para ir más rápido, el gesto de su rostro que me dan señal que están llegando al clímax del placer. Estar con ella es un placer sublime, y no lo digo solo por el sexo, lo es todo, la forma como me mira, como habla, como escucha, tan tímida y segura al mismo tiempo, realmente podría compartir con ella cada día de mi vida, es una sensación única y temo enamorarme, y más que darle rienda suelta al amor, le temo al desamor y volver a las botellas de licor por su ausencia. Cuando el sueño empieza a llegar veo que se pone de pie, pensé que iba para el baño, pero contrario va a ir a la habitación contigua, realmente se la di solo para que Gabriel se sintiera cómodo o por si ella se arrepentía, pero realmente lo único que quiero es que ella pase la noche conmigo, así que termino casi con voz suplicante pidiéndolo que se quede a mi lado, no quiero dejarla ir, temo que la ansiedad vuelva si ella está lejos de mí. Me despierto sintiendo su cuerpo suave desnudo en mis brazos, un olor de perfume mezclado con algo de sudor, paso mi nariz por su cuello desnudo y bajo con cuidado por su pecho, cuando el sonido de un niño cantando, gritando y saltando en la cama mientras ve televisión a todo volumen nos despierta, ella sonríe de medio lado. —De milagro no ha venido a tocar la puerta… — dice sonriendo. —¿siempre es así? —pregunto rogando que la respuesta sea no. — Si, porque siempre hemos sido solo los dos, así que los fines de semana le dejo a él escoger el plan. —¿Cuál es el plan hoy? —Creo que piscina… —¿Y si vamos a comprar ropa? comemos algo fuera, vamos algún parque de videojuegos y regresamos… —Me gusta la idea, solo que… ¿Qué pasa si nos ven juntos? —pregunta tímida – no tengo ropa adecuada para salir contigo… —Nada, que van a decir, que estoy fuera con una mujer hermosa y nada más, además que salimos y te consigo algo de ropa para el lunes y para que uses cuando quieras, igual te vez hermosa siempre… —No te creo… —Créeme que eres hermosa —le doy un beso rápido en los labios —si no lo fueras no me traerías babeando por ti y ahora creo que es hora de ponernos ropa antes que el niño entre a la habitación. —Si, tienes razón — dice sonriendo tímida. La veo vestirse y no puedo evitar tocarla mientras se pone el pijama que tenía en el momento que entro a la habitación, para a los pocos minutos escuchar el sonido de la puerta de Gabriel, quien llega riendo. —Mamá, ¿Por qué dormiste en esta habitación? Veo su cara confundida, así que salgo al rescate. —Es porque nos habíamos despertado mucho antes y te estábamos esperando aquí… —¿ustedes son novios? — pregunta Gabriel de forma directa. —No —digo en voz tranquila — pero eso quisiera yo, ella es una mujer maravillosa y tu un niño increíble. Ella me mira con el rostro totalmente enrojecido de la vergüenza, con ganas de esconderse en algún lugar, le toco la mano con y le doy un beso suave… —Y ahora a comer panqueques, los hombres cocinamos hoy —digo riendo—Sofia, si quieres puedes irte bañando y te esperamos abajo — le digo al oído.
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