Cuando suena el despertador solo quiero seguir durmiendo un rato más, me cuesta empezar el día más que de costumbre y apenas es martes, y si no logro despertar ahora llegare tarde a mi trabajo que esta a solo unos pasos y seguramente a Gabriel le deje la ruta. Así que, con todo el dolor de mi alma, y viendo anhelante la cama me pondo de pie, e inicio mi día mientras pienso en Nicholas, a quien no sé cómo tratar ahora, ¿Cómo mi jefe o como mi amigo?
Anoche no podía dormir y luego de conversar con Nicholas el insomnio fue mayor, no se cuantas horas di vueltas en la cama pensando en sus palabras, en el alcoholismo que se a convertido en un constante enemigo, y las ganas de estar sobrio. Aun me cuesta creer que él tenga tantos problemas siendo que lo tiene todo, aunque a quien miento yo tengo problemas por todos lados en especial porque si me descubren podrían deportarme, y a la fecha mis ahorros son cero y volvería a empezar en caso que algo salga mal, no solo porque no tengo nada de dinero, no tengo permiso de trabajo, ni una profesión, nada ni siquiera a Gabriel a quien he criado como un hijo.
Y a mis problemas, le puso sumar que estoy enamorada de mi jefe que es un famoso actor de Hollywood y de quien no sé qué quiere conmigo, que busca, no puedo negar que desde la noche que llego a mi viajo apartamento me gusta mucho su compañía, me gusta hablar con él de diferente cosas y repaso nuestras conversaciones una y otra vez.
Cuando reacciono faltan diez minutos para entrar a trabajar y Gabriel debe ir andando hasta la puerta donde lo recoge la ruta, no sé cómo hago, pero al final lo logro, aunque el niño se lleva el desayuno dentro de la maleta, por fortuna no deberá esperar la ruta solo, la hija de Sandra va al mismo colegio y están en el mismo curso, cosa que me tranquiliza, los dos niños se van sonriendo y hablando.
Apenas entro por la puerta de servicio junto con Sandra empezamos a trabajar, ella debe preparar el desayuno y yo le ayudo con lo que me indique, apenas cruzamos palabras, para que cuarenta minutos después Nicholas, o el señor, como todos le llaman aquí, este entrando al comedor y debo salir a servirle. Sonrió mientras nuestras miradas se cruzan y pongo el desayuno en la mesa, para luego retirarme. No puedo evitar sentir un leve cosquilleo recorrerme con cada uno de sus gestos dirigidos hacia mí, no cruzamos ni una palabra como la noche anterior. Cuando entro a la cocina Sandra, me mira extraño, como quien espera una explicación, aunque prefiere por ahora ignorar el asunto.
—Sofia, debes quedarte afuera por si el señor necesita algo…
— Pero ayer yo entre— refuto como niña chiquita.
— Si, pero ayer fue una excepción y todos sabemos que te llamaron la atención por algo, así que por favor ve, no quiero problemas.
Asiento y salgo nuevamente al comedor, acomodándome en un discreto rincón donde paso un corto momento que parece eterno compartiendo miradas incomodas con Nick, hasta que él separa los labios para invitarme a sentarme en la mesa.
—Sofia, no puedo seguir viéndote hay de pie, ¿puedes por favor desayunar conmigo?
—Pero señor, no creo que sea lo adecuado.
—Sofia, no estamos hablando de la realeza, ni de protocolos estúpidos, yo soy el jefe aquí y no quiero desayunar solo.
—Si señor— respondo a regañadientes caminando hasta donde él.
—Sofia, toma un plato y come lo que quieras, en una hora debo salir a trabajar.
Pasamos la siguiente media hora riendo de las historias de Nicholas, de las cosas que vive durante las grabaciones y me cuenta cosas que vive junto con otros famosos, sin embargo, la estela de la tristeza de su alcoholismo no se borra de mi mente y se que la de él tampoco. Nos despedimos con la promesa de vernos en la cena, en la cual incluye a Gabriel.
No se que cara tengo cuando entro a la cocina nuevamente, porque Mariela que ya llego a trabajar y Sandra me llaman para que me siente junto a ellas, se lo que quieren, y no se que tan dispuesta estoy de dárselos, chismes.
— ¿Por qué anoche el señor te pidió que le acompañaras en la mesa? —pregunta Sandra.
— No quería comer solo — respondo tímida.
—No te creo ni un poquito — dice Sandra —porque después los vi conversando fuera del apartamento.
—Solo fue casualidad, yo no podía dormir, él estaba paseando, nos cruzamos y hablamos un poco, nada más—respondo pensando por donde huir de su interrogatorio.
—Solo te voy a decir una cosa, no te enamores del jefe — dice Sandra muy segura —yo cometí ese error hace algunos años y aun lo estoy pagando.
—¿Por qué? ¿Qué paso?
—Que los jefes solo nos buscan para un rato y ya, en cuanto una mujer de su mismo nivel se acerca se olvidan de nosotras, me paso con un empresario importante, fuimos amantes por años, aun estando comprometido en matrimonio, hasta que un día se cansó de mí, me cambio por otra más joven y bonita, sigue casado con su esposa tiene hijos y seguramente tendrá otra amante en este momento, para nosotras no hay nada, solo ilusiones y pena, lo único que le agradezco es a mi pequeña Micaela — su voz triste y apagada.
—¿Sigues enamorada de él? —pregunto en un susurro y ella solo asiente.
—Pues entonces aprovecha — dice Mariela riendo — no todas tenemos la oportunidad de pasar la noche con un actor de Hollywood.
—Pero hasta el momento solo hemos conversado, nunca ha tenido ni otro tipo de acercamiento.
—Igual, solo te digo no te enamores —dice Sandra aun triste.
—Por favor que esto no salga de nosotras tres — les pido suplicante.
— Por mí no hay problema — dice Mariela sonriendo - yo te digo que disfrutes tu momento, eres hermosa y joven, quizás con eso tendrás una historia para contarle a tus nietos, algún día tuve sexo maravilloso con un actor de Hollywood —dice esto último con ojos soñadores.
—Igual de mi parte, no voy a contarle nada a nadie, solo te digo ándate con cuidado — dice Sandra en tono de advertencia.
En el momento empiezan a llegar los otros compañeros y el ambiente de tensión que se sintió un momento se disipo, nadie volvió a tocar el tema, no lo volvimos a hablar, y luego me fui a trabajar igual que los demás. Sin embargo, ahora en mi mente se chocan las advertencias de Sandra con la opinión de Mariela de disfrutarlo, acompañado de la voz suplicante de Nicholas pidiéndome que no lo dejara solo para no recaer en el trago esa noche.
Lo escucho salir de casa con Joan, su asistente, quien acaba de llegar para acompañarlo a la grabación del día, por lo que tengo entendido ella se encarga de algunos temas de su agenda, para luego continuar con mis funciones, no me pagan por sentarme en la mesa a conversar con él ni pasarme el día conversando con mis compañeros.
El resto del día pasa de forma tranquila, a media tarde recibo a Gabriel del colegio y me tomo un tiempo de descanso para compartir con mi pequeño, esto es lo que mas me gusta de este trabajo, en especial, porque no tengo que atravesar la ciudad a máxima velocidad para llegar al otro lado a encargarme de mi hogar. Son las cinco de la tarde cuando en la línea central de la casa recibo una llamada de Nicholas.
— Hola Sofia, me demoro un poco esta noche en llegar, puedes decirle a Sandra que deje la cena lista y yo te aviso cuando llegue para que me sirvas.
— Si señor — digo en voz monótona— ¿algo más?
—Si, ¿si no es muy tarde puedes invitar a Gabriel?
—Si señor, se lo aseguro.
—Me alegro mucho Sofia, hablamos luego — y esto ultimo sonó a una promesa que no logro descifrar.
Le transmito la información a Sandra, quien pone un gesto incomodo en su rostro, pero aun así no dice nada, simplemente asiente y se pone a trabajar. En el transcurso de la tarde cada uno de los trabajadores se van despidiendo, Sandra deja todo preparado para ser calentado y le llevamos algo de nuestra comida a los niños, no sabemos a que hora regresaría, así que me voy al apartamento a esperar que me informen los de seguridad de su llegada.
Miro el reloj y son las ocho de la noche, Gabriel esta entretenido viendo televisión luego de cenar y los ojitos se le van cerrando, hasta que cae dormido en mi cama, lo cubro con la cobijita mientras que camino de un lado a otro para no dormirme, así que termino por salir a pasear.
—¿Por qué tan sola? — la voz de Nicholas me sobresalta.
— Esperando que mi jefe llegue para servir la cena.
— ¿Quieres cenar conmigo? — pregunta sonriendo y tendiendo su mano.
—Si — respondo dudosa tomándole la mano.