Capitulo cincuenta y cuatro. Nick

1334 Words
Al ver a mi padre una sensación acida subió por mi garganta, esta envejecido, enfermo y cansado, pero su voz, el veneno en sus palabras sigue intacto. Observo la escena con detenimiento, se arrastra hasta uno de los sillones, mi madre le sirve algo de comer y beber, en completo silencio, sin palabras amables ni agradecimientos, faltando solo una reverencia e hincarse a sus pies. Siento vergüenza por el guardaespaldas de pie junto a la puerta, a quien esta vez le permití entrar, no me siento seguro en este lugar y temo que me hagan daño de alguna forma. Ver la escena que se desarrolla frente a mis ojos me hace pensar en las reglas absurdas del servicio que tengo en casa impuestas por Jack. No puede hablarme al menos que lo solicite, ni siquiera pueden estar en el mismo lugar donde yo este y mucho menos mirarme a los ojos, son reglas arcaicas e innecesarias. Miro de reojo a Sofia, quien entró a trabajar con las mismas reglas y se esforzo por ser invisible, aunque su sola presencia hacía que mi mundo cambiara blanco y n***o a colores. Y es hora de cambiar las reglas, es momento de hacer ajustes, ser fuerte y valiente, para estar aqui y despedir a Jack tambien. Mis pensamientos viajan a mil por hora, los recuerdos se arremolinan en mi cabeza al punto que me cuesta seguirles la pista, y es como si fuese un expectador de mi propia vida. Veo las veces innumerables en las que mi padre me pego hasta que mi piel no aguantara más, los gestos de mi madre de dolor por los golpes recibidos, pero aun así lo defendía una y otra vez, el olor rancio del licor llega a mi nariz y seguramente así olí yo ciento de veces, y quizás me veía igual de patético. Pienso en las formas tan bajas que caí en la vida, todo con la idea de borrar ese recuerdo, de no vivir esta misma pobreza y ahora estoy aquí en la sala donde tanto sufrí, con las personas que lo causaron, buscando una redención que tal vez no necesite, o quizás necesite solo perdonarme a mí y entender que no fui el causante de esto. Mi cabeza está a punto de estallar con tanta información, y cientos de ojos míos mirándome desde las paredes, pareciera que cobraran vida mis copias, cuando la voz de mi padre me llega de lo lejos, acusándome de haberlos abandonados, y ahora entiendo su juego, hacerme sentir el malo de la historia, como si yo fuese el causante de todas sus desgracias, para que al final aceptara su golpe, uno tras otro, ahora no son físicos, son sus palabras, sus gestos despectivos, la forma como miran a Sofia junto a las palabras ponzoñosas. Un calor cargado de furia y enojo me envuelve todo el cuerpo, realmente solo quiero una cosa, molerlo a golpes, pero ¿que ganaría con ello?, realmente lo que necesitaba saber ya lo obtuve, mi familia sigue siendo la misma que conocí y no les intereso, les lanzo de forma despectiva un cheque que tenía preparado para hoy y salgo de la casa arrastrando a Sofia con la mirada llena de miedo y confusión, sin querer aprieto con más fuerza de lo previsto la mano de ella, pero tengo tanto miedo que se quede atrás, que apenas son consciente del daño que puedo causarle relajo un poco el agarre. Salir de esa casa fue liberación, salir tal como lo hice hace más de diez años, dejarlos a todos ellos atrás, y ahora comprendo la cara de susto de mi hermana menor, ella sigue viviendo esa tortura diaria, ella quien ahora deberá tener la misma edad que yo tenía cuando me fui de casa a hacer mi propio camino. Mientras camino hacia el auto uno de los guardaespaldas se apresura a cerrar el camino mientras el conductor abre la puerta, creo que no esperaban que me demorara tan poco tiempo adentro. Los vecinos observan la escena expectante, tal vez algunos me reconozcan, tal vez por años he sido blanco de chismes y de mentiras, tal vez por años han dicho que fui un mal hijo al abandonar a mi padre, sin saber el infierno que se vive adentro, y realmente siento mucho por mi madre que tenga que seguir viviéndolo. Apenas alcanzamos a subir al auto cuando mi madre sale corriendo, grita desde afuera, exige hablarme, realmente no debería hablar con ella, sus razones tendrá para aguantarse a mi padre, aunque en mi opinión hubiese preferido vivir en la calle de niño que los años de maltratos. El guardaespaldas la detiene y no permite que se acerque a mí, al final hablamos a los gritos y termino cediendo y acepto ir con ella, una parte de mi tiene curiosidad de lo que tiene por decirme, otra parte, extraña a su madre, y siendo honestos, hay cosas que prefiero enfrentar ahora que tengo el valor. Replanteo mis opciones y se que si no hablo con ella ahora regresare a casa llorando y buscando una botella de licor para parar la oleada de sentimientos y emociones que tengo en este momento. Al entrar a casa Emma está limpiando un charco de sangre y es cuando soy consciente que mi madre tiene un hilo de sangre en su boca, probablemente él la golpeo, y como siempre ella cubriéndolo, el enojo empieza a subir por mi cuerpo. Me obligo a pensar con cabeza fría y escuchar lo que tiene para decirme, respiro profundo para relajarme. Mi madre se sienta junto a mí y pega su cabeza a la mía, no quiero soltar mi agarre de las manos de Sofia, pero esto es algo que debo hacer yo, debo poder enfrentarme a ellos, no soy más un niño asustado. Mi madre rompe el silencio, habla en susurros como si lo que tuviera que decirme fuese algo privado, y honestamente no me sorprende que mi padre este enfermo a punto de morir, nunca cuido su salud y de paso deterioro nuestra salud mental. —Hijo, no sé por dónde empezar, tu visita me tomo por sorpresa, pensé que no volvería a verte nunca más, pensé que moriría sin volver a estar cerca de ti —dice en una voz de tristeza que por momentos suena falsa. —Mamá, hace muchos años quería volver, hace mucho quería tenerte cerca pero el miedo me ganaba, no quería volver a estar aquí, es tan difícil para mí estar aquí, me siento enfermo. —Se que las cosas con tu padre no han sido fáciles, sé que él es un tanto gruñón… —¿Gruñón? no madre, él no es gruñón, el abusa de ti, yo solo he evidenciado los golpes y los malos tratos, no sé si se atrevió a algo más, pero esa no es vida, tienes casi treinta años aguantando que él haga contigo lo que quieras…— digo conteniendo las ganas de gritar. —No, eso no es así, es que en verdad yo lo quiero y sé que él me quiere… —Eso no es querer, eso es un tipo de secuestro, ven a vivir conmigo, yo te puedo dar otra vida. —No hijo, no me puedo ir, tu padre está muy enfermo, el cáncer se lo está llevando, los médicos dicen que en cualquier momento podría fallecer... —¿Pero que tanto vas a aguantar?— pregunto indignado. —Yo no lo voy a dejar solo, no ahora, no voy a dejarlo morir solo, voy a estar con él hasta su último suspiro, soy lo único que tiene, todos nos han dado la espalda, tus hermanos apenas pudieron se fueron de casa y no han vuelto igual que tú, solo me queda Emma, y estoy segura que apenas pueda se va de casa. —Madre, nadie es capaz de aguantar mucho los malos tratos de papá, es horrible vivir aquí, esto no es vida. —No hijo, lo siento, no puedo irme.
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