Por otro lado, Eros estaba en su departamento con una frustración de los mil demonios. Sentado en su sillón mientras sujetaba una copa con brandy pensando en Adriana, en cómo se había enfrentado a su padre para imponer su voluntad. Él tenías los pensamientos perdidos en su hermanastra y también en la preocupación que sentía por ella. Eros solo tenía cabeza para Adriana tanto que la mujer que estaba arrodillada delante de él con su m*****o en la boca no era capaz de provocar una reacción en el mafioso.
—¿No lo estoy haciendo bien amor? –Preguntó la mujer humedeciéndose los labios y Eros la miró como si fuera un extrarrestre.
-Recoge tus cosas y lárgate. – Gruñó quitando sus manos de encima de él.
-¡Pero yo estuve meses esperando para estar contigo, no puedes echarme ahora!-Exclamó la
