Un escalofrío me hace temblar cuando su mano se aleja de mi cuello y me la ofrece como si no hubiera atentado contra mi vida y yo la tomo, aunque racionalmente sé que está mal, que debería preferir la muerte antes de que permita que el asesino de mis padres me toque, pero tengo miedo y tal vez solo uso como excusa la vida de mis sirvientes para justificar mis acciones, lo cobarde que soy. Me lleva hacia la cama, pero antes de recostarme, termina de quitarme el vestido y el camisón que le impiden ver mi desnudez. Luego, solo me obliga a inclinarme colocando su mano sobre mi espalda para quedar boca abajo sobre la cama. Me quedo callada, sin hacer ningún tipo de sonido, esperando que venga lo peor y para ayudarme a soportarlo, tomo los pliegues de la manta de la cama como si fuera una niña