Miley La idiotez tiene un costo, no es como si uno se comportara como un imbécil y saliera libre de eso, no, la vida no era así, tenías que pagar tu idiotez y la viva prueba de ello era lo que acababa de ocurrir. Después de meter en problema a “Bruno” si era así como se llamaba, decidí caminar a casa, toda depresiva, psicótica y algo contenta, los adictos podemos pasar por muchos estados. En fin, me tomé un colectivo pensando que me dejaría cerca de casa, no fue así, el autobús se dirigió a un lugar completamente desconocido para mí, así que estuve pasando por la ciudad de vehículo en vehículo, siguiendo indicaciones de sus conductores hasta que seis horas después llegue a casa, una casa donde se encontraba el hombre con el que pase la noche. Rojo lo miraba con simpatía, como si se cono