GUSTOS PARECIDOS

1721 Words
En este momento, Emmanuel vuelve y agradece a la recepcionista. Y se va a buscar la habitación diecisiete y dieciocho. En la habitación, Piedro termina de hablar con un contacto, y luego le dice a Georgina frotando sus dos manos: — Todo parece que se está cumpliendo. Mañana a primera hora te toca firmar un contrato muy importante. — ¿Tu contacto me acepto? — Claro, quedó enamorado cuando vio las fotos que le envié por w******p, solo tengo que verme con él ahora para finiquitar uno detalles… ¿y qué pasa? No te veo tan contenta. — Extraño mi país. — Pronto lo vas a dejar de extrañar cuando te conviertas en una de las mujeres más importantes e influyentes del mundo. Créeme Georgina, a mi lado vas a llegar muy lejos, ahora quédate viendo tu programación. Que yo voy a reunirme con el contacto. — Bueno. En ese momento, Piedro sale de la habitación de Georgina. Cuando Emmanuel lo queda viendo. Y espera a que se vaya. Para acercarse a esa habitación. En seguida, Emmanuel se arrima a la puerta y toca la puerta poniendo cuidado por si se vuelve Piedro. Georgina se acerca a la puerta y mira por un hueco, pero no ve a nadie, y dice: — ¿Quién es? — Soy yo, Emmanuel. De inmediato, Georgina abre la puerta y se sonríe al ver a Emmanuel, el cual le dice: — Cuando te dije que te quería verte, es que quería verte. — Pensé que estabas bromeando. — Estaba hablando en serio. — Así veo, quiero invitarte a salir, ¿aceptas? — Sí, pero tienes que esperarme a que me cambié. Y saldré contigo. — Bueno. — ¡Sigue! Emmanuel piensa mejor, y le dice a Georgina: — Voy a estar abajo esperándote dentro de mi vehículo. — Bueno, como quieras. — Es que no quiero que Piedro llegue y me vea acá. — Entiendo, entonces yo bajo ahora. En ese momento, Georgina cierra la puerta, y emocionada se va a vestir, mientras Emmanuel baja al primer piso. Y al pasar por la recepción, le pica el ojo a la mujer y sale del hotel. Para luego entrar a su vehículo. Emmanuel coge su cámara y se queda viendo hacia la entrada del edificio, y dice: — ¡Estoy haciendo lo correcto! Minutos después, Georgina sale del hotel, y queda buscando el vehículo de Emmanuel. Cuando esté se acerca a ella y se baja rápidamente de su vehículo para abrirle la puerta a Georgina, la cual le dice: — Gracias. Georgina se sube al vehículo y mira la cámara de Emmanuel mientras esté cierra la puerta, y camina con gran paciencia hacia la otra puerta del vehículo. En ese momento, Emmanuel entra al vehículo. Cuando Georgina le dice: — ¿Siempre llevas tu cámara contigo? — Este aparato esto para mí. — ¿Así? — Créeme, esta cámara ha sido mi refugio, mi pasatiempo, mi amiga. Georgina se ríe un poco, y le dice: — ¿A dónde me vas a llevar? — A un restaurante muy cercano de aquí. — ¿Cómo se llama? — Samed, es un restaurante árabe que queda cerca de mi apartamento. — ¿Vives por aquí? — Si, en el barrio Gótico… bueno, vamos al restaurante. — Si. En ese instante, Emmanuel enciende su vehículo y se va al restaurante. Minutos después, Emmanuel y Georgina entran en el restaurante Samed. Cuando son muy bien atendidos por el dueño, quién los hace sentar en el mejor puesto que tiene el establecimiento. En ese instante en que el dueño se va a llamar al mesero, Georgina le dice a Emmanuel: — Eres tan famoso que este señor le faltó limpiarte tus zapatos. — Él es muy amable. Georgina mira la cámara, la cual Emmanuel la pone en la mesa, y le dice: — ¿Hace falta ponerla en la mesa? — Ah, perdóname, pero no quise dejarla en el vehículo por cuestión de seguridad, ¿te molesta? — No, no, solo que me pareció un poco curioso… parece que no te despegas ni un minuto de tu trabajo. Emmanuel se sonríe y cambia el tema, diciéndole: — Claro que sí, pues hoy solo quiero hablar de ti. En ese instante, el mesero le dice a Emmanuel y a Georgina: — Muy buenas. ¿Que desean pedir? Después de saludar al mesero, Emmanuel y Georgina se ponen de acuerdo y piden una comida italiana que está de novena en el menú. De inmediato, el mesero se va a traer la comida. Cuando Emmanuel le dice a Georgina: — Hablas muy bien el español. — Lo aprendí por casualidad. — ¿Cómo es eso? — Sí, bueno, mi madre es profesora de idiomas y domina perfectamente el español. — Ah, ya veo, ¿cómo se llaman tus padres? — Antonio y Betty, ¿y los tuyos? — Mi padre se llama Carlos. Y mi madre se llama Lorenza. — ¿Y ellos que hacen? — Mantienen viajando, pero no hablemos de mí, yo quiero saber de ti. Georgina se sonríe un poco. Cuando el mesero trae la comida, y le dice: — Aquí tiene su sopa de minestrone, buen provecho. Los dos le agradecen al mesero. Cuando Georgina dice: — Esto se ve espléndido. Emmanuel le expresa a Georgina: — Se ve que está sopa te gusta bastante. — Si, cada tres días mi madre me la preparaba. En seguida, Georgina y Emmanuel comienzan a comer. Cuando Emmanuel mira detenidamente a Georgina, y le expresa: — Puedo preguntarte algo íntimo. — Si, adelante. — ¿Piedro y tú tienen algo? A punto de votar la sopa de minestrones de su boca, Georgina pone la cuchara en el plato, y le responde a Emmanuel: — Claro que no, él es un amigo de la familia. ¿Qué te hace pensar eso? — Pues eres tan hermosa que cualquier hombre no perdería la oportunidad de enamorarte. — Él solo es un representante. — Qué bueno, eso quiere decir que tengo el privilegio de acortejar a esta maravillosa mujer. Georgina termina de deslumbrarse con Emmanuel, y le pregunta: — ¿Cuál es tu interés conmigo? El mesero le extrae el vino que habían pedido. Cuando Emmanuel es directo con Georgina, y le expresa: — ¡Quiero conocerte por dentro! Georgina se sonroja bastante, y dice: — No te entiendo. — Si, eres hermosa por fuera. Y es por eso que quiero conocerte por dentro, es la primera vez que trabajo un rostro como el tuyo. — No mientas Emmanuel, aquí en España de viste de haber fotografiado a más de cientos de mujeres con mejor físico que el mío. — Te equivocas, mi cámara y yo nunca mentimos, tienes un rostro muy exótico. — Gracias. No sé qué voy a hacer con tantos halagos tuyos. — Pues cásate conmigo. De inmediato, Georgina y Emmanuel se sonríen bastante. Cuando Georgina le dice: — ¿Es en serio? — Claro, yo hablo en serio. — No te parece que falta mucha tela por cortar, apenas me estás conociendo. — ¿No te parezco atractivo? Georgina se sonríe un poco, y le cambia el tema a Manuel, diciéndole: — ¿Desde cuándo estás con esto de las fotos? — Desde que tenía veinticinco años, pero me empezó a gustar a los doce años. — ¿Y cómo fue? — Espera un poco, no me respondiste y cambiaste el tema. — Solo quiero conocer de ti. ¿Y cómo es que te volviste el hombre que eres hoy? — Bueno, mi gusto por la fotografía comenzó en el pueblo de Bargergue. Mi familia siempre ha tenido sus comodidades acompañadas con sus grandes profesiones. Que acarrean cada uno… ellos querían que yo siguiera sus pasos, pero yo descubrí mi pasión el día que fotografía una mujer que andaba de turista por el pueblo y me pidió el favor que le tomará una foto, yo me había escapado de la casa al tener una discusión con mis padres. — Ah, en algo nos parecemos. — ¿Así? — A esa edad yo también comencé a escaparme de la casa. Emmanuel se sonríe bastante, y termina su copa de vino. Cuando Georgina le dice: — ¿Y qué más pasó? ¿Le tomaste la foto a la turista? — Sí, claro que sí, cuando enfoqué a esa mujer sentí algo especial… al inmortalizarla en varias fotografías, vi sus facciones y toda su perfección. Al entregarle su cámara, me pregunte a mí mismo. ¿Y porque no hago esto una profesión? Y mírame ahora. — ¿Cuál es tu secreto? — Perseverancia. Georgina termina de tomar la sopa. Cuando Emmanuel le pregunta: — ¿Cuál es tu meta? — Yo quiero seguir en la carrera del modelaje en pasarela. — ¿Pensé que querías concursar en eso de Miss Universo? — No, no, no, eso es lo que quiere Piedro, pero él no controla mi vida… estoy buscando la forma de decirle, que realmente quiero hacer lo que me hace feliz. — Si te gusta, yo puedo hacer que tu carrera como modelo llegue a la cima. — ¿Serías capaz de hacer eso por mí? — Si, eso y mucho más. — ¿A cambio de qué? — A cambio de tu amor. Georgina se sonroja nuevamente. Y mira su plato por unos segundos, y luego le expresa Emmanuel: — Todo suena también, que yo no me lo creo. — ¿Qué es lo que no crees? Yo puedo cumplir tu sueño haciendo un par de llamadas. — No, lo que no creo es que tu seas un hombre soltero. Emmanuel se ríe un poco, y le expresa: — Ya tengo muchos años de estar solo. — ¿Y eso? — No había encontrado a la mujer que llenará mis expectativas, pero ahora la encontré. El mesero se acerca a la mesa donde están Emmanuel y Georgina, y les recuerda: — Tenemos unos postres exquisitos. ¿Van a pedir algo más? De inmediato, Emmanuel le dice a Georgina: — ¿Quieres postre? — Claro que sí, me encantan. Enseguida, Manuel mira el mechero, y le expresa: — Trae dos. — Bueno. Georgina mira el rostro de Emmanuel con más frecuencia, y lo analiza. Cuando esté le dice: — Parece que tenemos gustos parecido…
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