En ese instante, Mali y piensa comer en uno de sus restaurantes favoritos, y le dice a su jefe:
— Lo invito para que conozca el nuevo restaurante que abrieron en unas cuadras.
— Ve tú, yo todavía no tengo hambre.
— Bueno, si cambia de opinión el restaurante se llama “El Rincón Del Buen Comer”.
— Bueno Mal, ve con cuidado.
— Usted ya me hizo acordar de ese hombre que el policía estaba persiguiendo.
Emmanuel no le presta atención a lo que dice Mali, y se va a trabajar a su oficina. Cuando Mali dice:
— Parece que esa mujer lo trastorno.
En ese momento, Mali se va almorzar, mientras Emmanuel se sienta al frente de su computadora y comienza a trabajar con las fotos de Georgina…
En la noche, Emmanuel entra a su habitación privada. Y saca la última foto que le tomo a Georgina, y dice:
— Sin duda, esta es la mejor.
Emmanuel se prepara para poner la foto en la pared. Cuando se arrepiente, y dice:
— ¡Está se queda conmigo!
De inmediato, Emmanuel sale de la habitación y cierra esa puerta con llave. Y con la foto de Georgina mano derecha, se recuesta en su sofá, y dice:
— Esta es la mujer que yo estaba esperando.
En la mañana siguiente, Emmanuel llega al trabajo con una de sus mejores ropas. Y antes de bajarse de su vehículo, se echa un poco de loción en su cuello y se baja del vehículo. Cuando la joven de la playa choca con él por la espalda.
Muy apenada, la joven le dice a Emmanuel:
— ¡Discúlpame!
— No, no, fue mi culpa, yo no la vi.
— Realmente la culpa fue mía, si en plena calle no viniera leyendo ese periódico, seguramente no te hubiera chocado.
Emmanuel recoge el periódico rápidamente, y se lo entrega a la joven, diciéndole:
— ¡Esto es tuyo!
— Gracias.
— Mi nombre es de Emmanuel.
— Yo soy Salma.
— ¡Tu nombre se asemeja al hermoso rostro que tienes!
Salma no sabe que decir. Cuando Mali sale del estudio, y le dice a Emmanuel:
— Jefe, lo están esperando.
De inmediato, Emmanuel le expresa a Salma:
— Fue un gusto conocerte.
— Igualmente. Yo también tengo que irme.
En ese instante, Salma se va por su camino. Cuando Emmanuel entra a su negocio muy confiado de encontrarse con Georgina, pero ve solo a Piedro, y le dice:
— Hola, pensé que venías con Georgina.
— No era necesario que viniera, yo me encargo de todo.
Emmanuel se enoja un poco por la actitud que le ve a Piedro, y le dice:
— Pues no hablemos más y sigue a la oficina para que finalicemos todo lo que tenemos pendiente.
— Bueno. Así tiene que ser.
En ese momento, Emmanuel y Piedro entran a la oficina, mientras Mali se levanta rápidamente de supuesto y se va a escuchar la conversación en la puerta…
Emmanuel pone su cámara en el escritorio. Cuando Piedro se sonríe en su espalda, y dice:
— Estoy muy ansioso por el resultado de ese gran trabajo que se hizo ayer.
Emmanuel le entrega las fotos a Piedro, el cual rápidamente abre el sobre y al verlas primeras fotos, dice:
— ¡Fantástico! ¡Fue un estupendo trabajo!, si… debo de reconocer que eres el mejor.
De inmediato, Piedro saca la otra parte del dinero y se la da a Emmanuel, y le expresa:
— Cuéntalo.
— Tranquilo. Yo confío en ti.
Piedro le da la mano a Emmanuel, diciéndole:
— Bueno, disculpa por lo de ayer.
— Pierde cuidado. Tú eres el representante de Georgina, debes velar por su bienestar.
— Lo único que quiero es que nos vaya bien.
— Y les va a ir bien.
En seguida, Mali regresa a su puesto. Cuando Piedro sale de la oficina y se despide de Mali con gran amabilidad.
Emmanuel sale la Oficina mirando a Piedro fijamente, y le dice a Mali:
— Quedas encargada.
En ese instante, Emmanuel espera que Piedro se suba a su vehículo. Para luego correr y entrar al suyo. Y se pone a esperar que este arranque…
Piedro se pone a ver las fotos de Georgina, y disfruta de cada una de esas. Cuando Emmanuel dice:
— Que tanto hace este sujeto, ¿por qué no se va a dónde está Georgina?
Emmanuel comienza a impacientarse. Cuando ve que Piedro enciende su vehículo y se va de ese lugar.
De inmediato, Emmanuel enciende su vehículo y persigue desde lejos a Piedro…
Minutos después, Emmanuel se detiene en un semáforo, y mira detenidamente el vehículo de Piedro. Cuando mira a su izquierda. Y ve a una mujer estresada porque lleva mucha prisa…
Emmanuel vuelve a ver el vehículo de Piedro, y dice:
— Concéntrate Emmanuel, no puedes dejar que se te escape ese vehículo, pero esta mujer se ve muy bien para tomarle una gran foto… si, lo voy a hacer.
De inmediato, Emmanuel quita sus manos del volante y rápidamente coge su cámara profesional y sin que lo vea la mujer, le toma una foto. Cuando el semáforo cambia de color y Piedro comienza a alejarse.
En seguida, Emmanuel acelera un poco su vehículo y logra tener a la vista a Piedro. Cuando esté llega al hotel del mar.
En ese momento, Emmanuel ve entrar a Piedro a ese hotel, y dice:
— Este se está quedando muy cerca de mi apartamento, ¡qué suerte!
De inmediato, Emmanuel se baja de su vehículo y deja su cámara en el asiento derecho. Y se va al hotel.
En ese instante, Piedro se reúne con Georgina en la habitación diecisiete, y le entrega las fotos, diciendo:
— Quedaron espectaculares.
Georgina se sienta en la cama, y dice:
— ¿Ahora que hay que hacer?
— ¿No te gusto?
— Sí, me encantan, quedaron muy bonitas.
— Ahora voy a llamar a un amigo para reafirmar una cita y así mostrarle estas fotos. Para que entres directamente a un concurso de belleza que se va a hacer dentro de un mes aquí en España.
— Se te olvida que yo soy italiana.
— No importa.
En recepción, Emmanuel hace que la recepcionista y una empleada de oficio pierdan la cabeza cuando lo ven. Haciendo que se desconcentre en sus trabajos.
Emmanuel le dice a la recepcionista:
— Disculpa.
— ¡Espere!, ¿usted es el gran fotógrafo Emmanuel Rodríguez?
— Si, soy yo.
La mujer coge la mano derecha de Emmanuel, y le expresa:
— Yo soy una gran admiradora de su trabajo.
— ¿Acaso me conoces?
— ¡Si te conozco!
— ¿Estuviste en mi estudio en alguna sesión fotográfica?
— No, lo vi en un comercial que sale usted junto a Farinya la modelo.
Emmanuel se acuerda de este comercial, y dice:
— Ah, ese comercial, pero es viejo.
— No, cómo crees.
Emmanuel se acuerda de Georgina, y le expresa a la recepcionista:
— Necesito un gran favor de tú parte.
— Lo que sea, solo te usted dígame.
La empleada de oficio se queda mirando a la recepcionista. Cuando Emmanuel se acerca un poco más a la recepcionista, y le dice:
— Necesito el número de habitación del hombre que acabo de entrar.
— Eso es confidencial.
— Hazlo por mí. Es que él es un gran amigo y quiero darle una sorpresa. Cuando yo toque su puerta.
— Bueno, esto lo hago porque es usted… el señor Piedro se está alojando aquí junto a una mujer. Y las habitaciones son la número diecisiete y dieciocho.
— Gracias…