— Buenas noches. — Nos recibió el maître nada más entrar. — ¿Tiene alguna reserva ? — preguntó con educación.
— Buenas noches, creo que está a nombre de Sarah López, tal vez de Nerea López.
— Correcto. Las señoritas los están esperando. Síganme, por favor.
Cada paso que daba al interior del restaurante, sentía que me faltaba el aire. No podía controlar mis nervios. Vi a Daven cruzar delante mío. ¿Me estaba quedando atrás ? Mis pies no querían seguir avanzando. Me había detenido.
Separe mis labios para poder respirar mejor. Miré a mi alrededor, algunas personas me miraban. Sujeté mi bolso con fuerza, debía de hacer esto y debía de hacerlo bien.
Por Daven, por su padre, por la compañía y por todos.
— Andrea, vamos. Te estás quedando atrás.
— Si. — dije, siguiéndolo nuevamente, aún no llegaba hasta ellas y ya me sentía intimidada.
Cuando llegamos a la mesa, ellas se pusieron de pie para recibirnos.
Parecían diosas inalcanzables, con excesiva belleza. Ya había visto el rostro de Sarah antes y realmente era bella, pero hoy lo parecía más. Nerea era igual o más bella que ella y se veía igual de joven. ¿No era la hermana mayor ? Tenía que tener unos veintinueve o treinta años, más o menos. Sin embargo, podría decirse que no pasaba de los veinticinco. Incluso menos. Lucían unos vestidos que dejaban en la esquina al mío. Los enormes senos de Sarah amenazaban con salirse mientras Nerea había optado por algo más discreto, aunque no por menos provocador.
—¡Buenas noches ! — Sarah fue la primera en saludar, se le veía muy animada. Tal vez demasiado. Se acercó a Daven y le dio un beso en los labios, después vino hacia mi y ¿me dio un beso en la mejilla ? Eso había hecho. Nerea se había quedado en su sitio, se le veía algo tensa, aunque a lo mejor yo me veía igual.
Me acerqué tímidamente a ella para saludarla.
— Hola, soy Andrea, secretaria de Daven.
— Mucho gusto, Andrea. Soy Nerea.
Pero Daven y ella no se habían saludado. Tenía la sensación de que en esta cena no se iba a cenar.
— Ya que estamos aquí, pidamos unos tragos antes que nada. — Sarah había solicitado al camarero y este había venido enseguida. — Cuatro martinis. — ordenó ella.
Si, había escuchado bien, ella había pedido cuatro, para todos los presentes.
— Para empezar, desconozco totalmente el motivo de esta reunión. — Dijo Nerea, tomando un trago de la bebida que recientemente había llegado. Yo estaba sentada frente a ella y Sarah frente a Daven. — Ha sido muy repentino, solo he venido porque Sarah ha insistido.
— El motivo de esta reunión ha sido por unos rumores que corren en mi empresa, ya que ustedes no nos han comunicado nada oficialmente, nos hemos tomado las molestias de hacerlo nosotros.
— ¿Molestias ? ¿Cuáles son esos rumores ? — Nerea y Daven parecían algo a la defensiva, los dos habían empezado la conversación de manera muy hostil.
— Ustedes quieren solicitar una fusión con nuestra empresa. Esos son los rumores que corren.
— ¡¿Pero de que hablas ?!— Nerea se puso de pie muy exaltada. ¿Realmente no sabía nada ? Sarah permanecía impasible, yo solo estaba nerviosa. Sarah sujetó su brazo haciendo que esta se sentara nuevamente.
Di un trago largo de mi bebida, el dulce y fuerte sabor de la bebida me relajó un poco.
— Está claro que ha habido un mal entendido en todo esto. — intervino Sarah, viendo que la discusión entre su hermana y su novio estaba muy acalorada. — No queremos hacer ninguna fusión, nuestra empresa está teniendo excelentes números, esto debe de tratarse de un mal entendido.
Pero Nerea y Daven seguían con mala cara.
Por mi parte, yo sospechaba de que no se trataba de ningún mal entendido, pero era muy claro que Nerea no tenía idea de ningún fusión.
— Entonces eso era todo de lo que queríamos hablar, si ya está todo claro, nosotros nos retiramos.
— Esperen... es que todavía no los he presentado. — Sarah tomó la copa en su mano derecha y la levantó. —Nerea te presento a mi novio, Daven te presento a mi hermana. — Sarah expuso una enorme sonrisa que a mí me asustó, miré a Nerea sin comprender lo que pasaba, ella estaba muy asombrada, volví mi rostro hacia Daven, tenía la mirada fija en la mesa.
Algo pasaba y yo no me enteraba.
El ambiente se sentía muy extraño.
— Lo siento, hasta hace poco no sabía que ustedes dos eran hermanas. De hecho, nunca te había visto. — Daven estaba ofreciendo una disculpa. ¿Por qué ?
Nerea lo miró a los ojos mientras mordía su labio inferior.
— Yo no tenía idea que de eras su novio, me acabo de enterar.
— Andrea, te ves un poco desubicada. Deja que te ponga al tanto de lo que pasa. — Sarah tomó el último trago de su martini. Levantó la mano y el mesero entendió lo que ella dijo, había hecho algo con sus manos.
— Andrea no tiene que ver nada en esto. — La interrumpió Daven, más molesto todavía.
— Ya que está aquí, puede participar en la reunión. No podemos dejarla excluida de la conversación. — El camarero vino con cuatro martinis más, yo tomé uno. — Hemos hecho un trío, Daven, Nerea y yo. De lo más peculiar, ¿no crees ?
Por un segundo no supe que decir, no sabía que se decía después de eso. Un trío, para ella sonaba muy normal, pero para mi no era algo que Daven haría. Lo miré, buscando en su mirada algo que me dijera que no, que no era sido cierto. Pero no fue lo que encontré. Él no me miró ni por un segundo.
¿Que más me daba a mi ? No tenía ni el más mínimo derecho a sentirme afecta. Estaba claro que yo solo era su amiga, así era como él me veía y siempre lo haría. Yo no le había dado motivos para que me viera de otra manera.
¿Aún no me quedaba claro que Daven no sentía nada por mi ?
Mi amor hacia el era no correspondido y mientras más rápido lo aceptara, mejor sería para mi, para ambos.
Tomé un trago del martini casi tomándomelo todo.
— Si me disculpan, voy un momento al lavado.
Al ponerme de pie, la silla hizo más ruido del que pretendía, pero ese no era el problema, sentí que todo daba vueltas. Tal vez por la prisa con la que me incorporé.
Pregunté al camarero más cercano donde quedaba el baño.
Retiré mis lentes y lavé mi rostro cuando había entrado al baño. Necesitaba tomar aire, el vestido me quedaba muy ajustado y empezaba a ser algo molesto.
— ¿Por qué has salido así de repente ? — Me sorprendió Sarah entrando al baño. — Te veo algo ... afectada. ¡No me digas ! ¿Acaso ... te gusta Daven ?
— No, no es así. Daven y yo somos solo amigos. — deseaba con todas mis fuerzas que solo fuera eso, que mi corazón no saltara cuando lo viera, que mis nervios no se activaran en su presencia y que cada día no deseara verlo mas que a nadie.
— Pero te gustaría ser algo más. Ahora mismo él no está disponible. Es mío. — Me apuntó con sus dedo índice, tocando mi pecho dos veces. Yo retrocedí unos pasos. — ¿Crees que usando ese vestido él te mirará con otros ojos ? Ni si quiera el sabe que a ti te gusta. No eres más que una secretaria, es lo que siempre serás. Hoy te ves muy bien, tengo que admitirlo, pero mañana seguirás siendo la chica que lo espera con el café en las manos, la que hace sus recados y organiza sus reuniones. Tendrás que conformarte solo con verlo en la oficina, añorando estar a su lado por más tiempo, ser algo más; imaginando que tú y él están juntos. Será un horror para ti verme en la oficina con el, yo me encargaré de hacerte pasar agradables momentos, ya que podrás observar como lo beso, lo toco y me restriego contra sus piernas. Tal vez la próxima vez te invito a participar en el trío.
Definitivamente no eran suposiciones mías, Sarah no era una buena persona, podía incluso pensar que lo de los rumores había sido idea de ella, pero no tenía prueba de nada.
Cuando ella salió del baño, tomé mis lentes y salí después.
Caminaba con cuidado de no caerme, era la primera vez que tomaba alcohol. Cada paso que daba suponía una gran concentración de mi parte. Solo habían sido dos martinis y ya no me sentía yo misma.
— Disculpen la tardanza. — Dije al sentarme. Sarah me mirada todavía con esa sonrisa maquiavélica en su rostro. Yo tenía otro martini, se habían llevado todas las copas vacías. Lo tomé en mis manos y comencé a beber sin parar, hasta que no quedó nada.
— Tal vez es hora de que pidamos el menú.
— Me tendrán que disculpar, yo me retiro. — Tomé mi bolso y me puse de pie, ni estando ebria era fácil de soportarlo, solo la presión que sentía en mi pecho no dejaba de aumentar.
El alcohol no quitaba el dolor. Eso era una fea mentira.
— Yo también me disculpo. La llevaré a su casa.
— ¡Pero Daven ! La cena aún no empieza. Recientemente te presenté a mi hermana como mi novio, deben de conocerse mejor.
— ¿Novio ? Tú y yo no tenemos nada. Desde el momento en el que cruzaste la línea , anoche, le ponías fin a lo nuestro.
No me quedaba claro lo que había escuchado, pero eso sonaba a ruptura. Reí silenciosamente recordando todo lo que ella me había dicho en el baño.
Ahora era ella la que se quedaba sin Daven.
Aunque tampoco era mío, simplemente él era de nadie.