Andrea se negaba a subir al coche, estábamos parados frente a la puerta del copiloto mientras ella hacía pucheros y se cruzaba de brazos.
— ¡Que quiero ir a una fiesta !— Parecía una niña pequeña en medio de una rabieta. — Solo me moveré de aquí para ir a una fiesta.
— Es que estás ebria. Tienes que ir a dormir. — Le dije, no sé qué número de vez era esa, pero ya se lo había repetido varías veces. — Otro día nos vamos de fiesta.
— Pero es viernes, llevo un hermoso vestido y estoy con mi jefe. Es la ocasión perfecta para ir a una fiesta. Por favooor.
— Lo siento, Andrea. No estás bien, has tomado unas tres copas de martini.
— ¡Ya se, ya se ! — Dijo, dando saltitos alrededor de mi. Se veía muy graciosa y algo ¿sensual ? Sus pechos subían y bajan con ella, aquel vestido le quedaba verdaderamente hermoso. Espera... ¿Desde cuando yo me estaba fijando en sus pechos ? — Vamos a tomarnos un batido de alguna fruta, luego de eso un café y con eso ya estaré lista. Se me irá completamente la embriaguez. Ya no estaré borracha.
— ¿Donde escuchaste eso ?— Sonaba a una mentira muy mal elaborada.
— Pues lo escuché el otro día en las escaleras, los chicos lo comentaban.
— Ya veo... esos chicos. Bien, puede ser que funcione, pero ¿donde vamos a encontrar un lugar para comprarte un batido ? Son casi las once de la noche.
— En ese caso, empecemos por el café. Allí veo una cafetería.
— A todo eso, ¿por qué quieres ir de fiestas si no sabes tomar ? Devoraste esos martinis como si fueran agua, al menos pensé que tendrías resistencia.
— Era difícil no tomar en aquella tensa cena. ¿Cenamos ?
— No, tú dijiste que te ibas y yo te seguí
— ¡Ah ! Ya lo recuerdo.
— Escucha, no creo que café y batido funcione para la resaca. ¿Te lo has inventado ?
— Dave, Dave Dave, me has descubierto. Por favooor, he sido una buena secretaria, solo tienes que llevarme a bailar. Quiero bailar entre la gente y sentir la música, mi cuerpo sudar mientras me muevo sin tener idea de lo que hago. Solo eso quiero. Será hoy, no habrá una próxima vez.
— Me has convencido, sube. Te llevaré a bailar, pero yo no bailo. Tampoco voy a tomar. Yo conduzco.
— Como digas, conductor. Pero como me estes engañando ¡me tiro del coche !
— Lo prometo, te llevaré a bailar.
Y lo haría, solo sería esta noche, ella misma lo había dicho. Se lo merecía, porque a pesar de que todo habían sido rumores falsos, gracias a ella ahora teníamos ese conocimiento. No me molestaría en pensar quién había infundado esos rumores justo en este momento , pero me encargaría de saber quién era el responsable. Tal vez teníamos a un enemigo entre nuestros compañeros.
Conduje hasta un lugar del que había oído hablar, nunca había estado, pero tenía muy buenas críticas y era famoso por su buen ambiente.
— Has cumplido tu promesa, conductor.
— Bien. Ya hemos llegado. — La tomé por el brazo al bajar del coche. — Tienes que intentar centrarte, no pierdas la cabeza. Se puede dominar al alcohol si te concentras. Tú puedes hacerlo.
— ¿Te puedo decir un secreto ? — Se acercó a mi oído, su voz me causó cosquilleo. No esperó a que yo respondiera y prosiguió. — Se que podría, pero quiero dejarme llevar, aunque eso no quita el dolor que siento aquí, justo en mi pecho, al menos me olvido de esto por un rato.
Pero no sabía a que ella se refería. ¿Que dolor ? ¿A caso se sentía mal ?
Ella se me adelantó, entrando primero que yo.
Las luces cambiaban de color constantemente, había buena música y el lugar no estaba tan abarrotado.
Busqué a Andrea con la mirada.
Estaba ya en la barra con una copa en sus labios. Cuando me vio acercarse, se tomó toda la bebida de un trago antes de que yo llegara hasta ella.
— ¡Andrea ! Vas a empeorar.
— Estoy bien, ahora ya me siento mejor. — se fue directo al centro de todo a bailar.
— Estaré sentado justo allí, te miraré desde ahí, no tardaremos mucho en irnos.
— Está bien, yo también te miraré desde aquí.
Tomé asiento en la barra, desde ese punto la miraba perfectamente. Movía su cuerpo de un lado a otro con suavidad, acompañando el ritmo de la música, elevaba sus brazos y giraba con ellos, el movimiento de sus caderas tenía un ángulo perfecto, con aquel vestido Andrea se veía o yo la veía de una manera diferente, no era la tierna secretaria que te facilitaba todo, debajo de ese uniforme había una mujer oculta entre esas telas, de eso solo me daba cuenta hasta ahora.
Dos hombres se habían acercado a ella, tal vez dándose cuenta de lo mismo que yo, también bailaban a su lado. Me quedé observando la escena, pendiente de que no pasara nada.
Uno de ellos colocó una mano sobre la cintura de Andrea, se acercó a su oído y le decía no sé qué cosa; Andrea reía.
Parece que no tenía que preocuparme de nada.
Eso parecía.
Andrea comenzó a caminar con los dos hombres fuera de la pista, los seguí de forma apresurada.
— Andrea. — Sujeté su brazo impidiéndoles avanzar. —Ya nos vamos. — Dije, atrayéndola hacia mi.
— Que pena, pequeña. Queríamos seguir la fiesta en otro lugar.
Me mantuve firme, sin apartar la vista de ellos, uno sonrió y después se alejaron de nosotros.
— ¡¿Pero a donde ibas ?! — Le pregunté, sosteniendo su muñeca con dureza. — ¿Conoces algunos de esos hombres ? — Ella negó con la cabeza. — Vámonos, ya no sabes ni lo que haces.
— ¿Estas enojado ? No quiero ir a casa. — Fue lo único que dijo mientras salíamos del lugar, durante el camino a su casa se quedó dormida.
La desperté cuando habíamos llegado.
— Dame la llave. — Cuando nos subimos al ascensor, Andrea se abrazó a mi pecho, rodeó mi cuello con sus delgadas manos mientras pegaba su cuerpo al mío. — ¿Que haces ? ¿Te sientes bien ? — Guardó silencio, pero no estaba dormida.
Entramos a la casa.
— Es muy tarde, puedes dormir aquí. — Ella encendió las luces y soltó el bolso. .
— No hace falta, estoy sobrio; puedo conducir.
—A veces creo que eres un tonto, por ejemplo ahora. Estas siendo muy tonto. Te estoy diciendo que te quedes a dormir aquí.
— Pero es que voy a dormir muy incómodo en el sofá.
— ¡Dios, Daven ! ¿Quien ha mencionado algo de un sofá ? Mira. — Abrió la puerta de su habitación, desde donde estaba podía ver su cama perfectamente arreglada. — Tenemos una cama.
— Es tu cama. No dejaré que duermas en el sofá.
— Maldita sea, me vas hacer decirlo.— Parecía algo enojada.
— Andrea, todavía estás ebria. ¿Y ese vocabulario ? Es muy raro en ti.
— Es que ... me afectas en gran manera. ¿No lo ves o no quieres verlo ? — Caminó hasta mi, con aquellos tacones que la hacían más alta, su altura me llagaba casi a los hombros. Era tan pequeña. Enredó su mano derecha en mi pelo y después se inclinó alcanzando casi mi rostro, con la mano que tenía en mi cabello, me empujó hacia ella, uniendo nuestros labios. Me quedé inmóvil, sintiendo la textura de sus labios sobre los míos. — ¿ A caso no te gusto ni tan solo un poco ?
— Andrea ...— Alejé mi rostro del suyo. Solo habíamos juntado nuestros labios, pero no se había producido ningún beso. — Estas ebria.
— Por eso lo hago, ahora es cuando puedo tomarme la libertad de hacer esto. ¿Que otro momento podría tener ? Te veo ahí ensimismado todo el día en la oficina, sin darte cuenta que mis ojos se me salen mirándote. Tal vez no soy el tipo de chica que te gusta así que solo quiero que lo hagas como un favor. Por favor, bésame. Estoy dispuesta a suplicar. Te prometo que mañana no me acordaré de nada y me haré de cuenta que esto nunca paso, tanto si lo haces, como si no. Aunque preferiría que lo hicieras.
— Solo será un beso, después me iré a casa y haremos como que esto nunca pasó.
Tomé sus hombros y la acerque a mi, ella cerró los ojos, me acerqué a su rostro despacio, algo nervioso, retiré sus lentes antes que nada. Solo iba a ser un beso. No tenía de que preocuparme. Sus labios eran suaves y delicados, posé los míos sobre los suyos, marcando el ritmo suave del beso, ella se irguió un poco más para quedar mas pareja en altura, la sujeté por la cintura para que estuviera más cómoda. Era solo un beso... sería uno corto, pero aún estaba atado a sus labios, sin poder soltarme. ¡No quería ! La atraje a mi, su menudo cuerpo era fácil de mover de un lado a otro, coloqué mi mano libre en su espalda, pero esta se fue deslizando hasta llegar a lo más bajo, casi tocando su trasero, no quería detenerme y no lo hice, lo tomé en mis manos apretándolo con firmeza, Andrea soltó un gemido que interrumpió nuestro beso, aproveché para besar su cuello, sus hombros, pero ella era muy sensible, sus labios soltaban gemidos ante mis caricias. Baje la cremallera de su vestido, ella me miraba a los ojos mordiendo su labio inferior, todo lo que veía en su mirada era un si. Sus pechos quedaron libres cuando había bajado el vestido hasta su cintura, lo dejé hasta ahí sin atreverme a más. Besé nuevamente su cuello y sus hombros, bajé por su pecho deteniéndome en sus senos, sus hermosos senos. Parecían tan inocentes como ella, tomé uno entre mi boca, tal vez chupándolo con mucha fuerza, ya que tuve que sostenerla por la espalda por su reacción, parecía que sus piernas le habían fallado. Lamí con cuidado sus pezones.
¿Por qué no podía detenerme ? Y ella tampoco lo hacía, ¿estaba bien esto ? La estaba deseando, ya habíamos pasado del beso y yo solo quería tocar todo su cuerpo, su pequeño cuerpo.
Me apretaba entre el pantalón mi abultado m*****o, me separé de ella un poco para ver la vista de sus senos, sus ojos estaban entreabiertos y sus mejillas tenían un lindo color.
— ¿Por qué te detienes ?
— Tienes que decirme que siga, solo así lo haré. — Tal vez quería que ella dijera que no y así poder dejar de desearla con tantas fuerzas, pero ella no lo hizo. El deseo era mutuo.
— Daven, por favor continúa. — Ella me dio la espalda y se dirigió a su habitación, yo la seguí. Se sentó en el borde de la cama mientras tocaba sus senos. — Daven...
Atendí a su llamado, los coloqué nuevamente en mi boca, pero ya eso no era suficiente para ninguno de los dos.
Ella se recostó sobre la cama y comenzó a bajar el vestido, deslizándolo por sus piernas.
Ahora estaba desnuda.
Me coloqué sobre ella y comencé a besar todo su cuerpo hasta bajar a su vientre, la miré un segundo, sus manos se sujetaban a la cama con fuerza.
Seguí bajando hasta llegar allí.
Ella me detuvo.
— ¿Pasa algo ?
— También... quiero ver tu cuerpo.
Me desnudé.
Sus manos comenzaron a tocar mi cuerpo y besar mi pecho, bajó su mano hasta mi m*****o, algo tímida. Lo toqueteó un poco y después se recostó nuevamente en la cama.
Estaba lista.
Me cerní sobre ella apoyando mis manos en la cama mientras colocaba mi m*****o en su pequeña entrada. Comencé a presionar con delicadeza al tiempo que la besaba, pero a pesar de su humedad, había algo que no me dejaba avanzar.
¿A caso... era virgen ?
Por un momento sentí un poco de pánico e intenté retirarme, pero me lo impidió sujetándose a mi cuello.
— Es tu primera vez. — Dije, evitando mirarla, no solamente parecía muy inocente, realmente lo era. Aclaré mi garganta e intenté soltarme de su agarre.
— Eso no importa. Realmente quiero hacerlo.
— Pero no puedo ser tu primera vez.
—¿Por qué no ?
— Tiene que ser algo único, especial. No quiero que lo recuerdes como el día en que te emborrachaste y perdiste la virginidad con tu jefe.
— Lo recordaré cómo el día que reuní el valor para decirle a mi jefe que me gustaba, el mismo día en que perdí mi virginidad con el. No me imagino otra persona con la que desee tanto hacer esto. Solo tú.
Elevó su rostro para atrapar mis labios, no debía convencerme, pero era irresistible.
— Puede dolerte.
— Lo soportaré.
— Pero te dolerá mucho.
— No vas a intimidarme, ya lo he decidido.
— Entonces... Ya está decidido. — Volví a besar sus labios, esta vez con más intensidad, roce mi lengua con la suya, todo parecía nuevo para ella, la sensibilidad de su cuerpo era increíble, cada parte de ella temblaba bajo el toque de mis manos. Comencé a introducirme de a poco, sentía la presión de su carne empujándome hacia fuera. — Tienes que relajarte, no me dejas entrar y no quiero hacerte daño.
Comencé a besar su cuello, mientras lo intentaba de nuevo.
¡Esta vez si !
Sus manos se sujetaron a mi espalda, apretándola con fuerza. Atrape sus labios con los míos para ahogar el grito que ella soltaría a continuación.
Ya estaba dentro.
Limpie las lagrimas que caían por el borde de sus ojos, espere hasta que su cuerpo se acostumbraba a tenerme dentro, poco a poco la fui sintiendo más relajada y entonces comencé a moverme. Apoyé mi mano en la pared, aún seguía muy estrecha, apretaba con fuerza mi m*****o, sus caderas comenzaron a moverse a mi ritmo mientras sus labios soltaban diferentes gemidos.
La vista de ella debajo mío era simplemente hermosa, su cuerpo moviéndose de una lado a otro cargado de placer, sus manos sujetándose a mi con extrema fuerza mientras ella y yo nos uníamos.
Sin duda alguna, esto era más que un beso.
Saqué mi m*****o y coloqué las manos debajo de este, retirándome de encima de ella, no me había puesto protección.
Salí de la habitación buscando el baño.
Cuando regresé, ella ya estaba dormida. Acomodé su cuerpo de forma correcta y la tapé, después me acosté al lado suyo.
Como si pudiera irme y perderme de verla despertar en la mañana.