Daven

—III—

Había sido larga, aburrida y muy o demasiado sofocante. Desde luego, me había hecho falta Andrea para aligerar el ambiente.

Micael Campbell era uno de los del consejo que más presión ejercía en mí, era pública su inconformidad con respecto a que yo ocupara el puesto de CEO, en cuanto a su opinión, era Misael quien se merecía el cargo. Dada la situación actual, todo de mi le molestaba.

— ¿Has hablado con Andrea ? No contesta mis llamadas. — Katrina estaba haciendo hoy el trabajo de Andrea. Todavía me quedaba una reunión a la cual asistir y no contaba con el más mínimo ánimo.

— Le envié un mensaje hace una hora, no responde. Llegarás tarde, date prisa. Yo intentaré comunicarme con ella.

— Está bien, asegúrate de que esté bien.

Presupuestos.

Ese era el tema de esta reunión, todos querían presupuestos y cada uno aseguraba que su proyecto era el mejor.

— ¿Que opinas, Daven ? — Me preguntó alguien, cuyo nombre no recordé al momento. — Debes de elegir el mejor proyecto.

—Esto no es algo que pueda decidirse a la ligera, agradezco mucho que se hayan tomando el tiempo de presentarlos. Por favor, permítanme revisarlo y así determinar cuál es el indicado para aprobarle el presupuesto. Eso es todo.

Y así terminé mi última reunión.

Había pasado la hora del almuerzo, cada una había sido más extensa de lo que yo me había esperado.

— No responde a mis llamadas, ni los mensajes. — Dijo Katrina antes de escuchar mi pregunta.

— Está bien, ¿ella vive con alguien ?

— No, vive sola.

—Dame su dirección.

—¿Que vas hacer ?

— Alguien tiene que asegurarse de que ella está bien.

— Está en sus informes, dame un segundo y te la consigo. - Esperé un momento mientras Katrina buscaba en su ordenador. — Esta es su dirección. — Anotó algo en un papel y luego me lo pasó. — Llámame desde que sepas de ella.

La dirección no era difícil, quedaba en el centro, detrás de un enorme centro comercial. La nota decía que era en el edifico Sol, apartamento número B2.

Aparqué mi vehículo al fondo del cerrado círculo de edificios, comencé a caminar frente a los edificios leyendo sus nombres, hasta que encontré el edifico Sol. La calle estaba llena de personas, hablando y escuchando música a un lado de la acera. Miré el colorido edificio y luego entré, el de ella quedaba en el segundo nivel, tomé las escaleras donde también habían personas sentadas y conversando y me detuve en el B. Toqué suavemente la puerta. Nadie respondió.

Saqué mi celular y marqué su número. Este se mantenía en tono pero ella no contestaba.

Continué tocando la puerta.

— Estas siendo un poco molesto, ¿no crees ? — uno de los chicos que estaban sentados en las escaleras caminó por el pasillo quedando frente a mi.

— ¿Qué ?

— Que estás siendo un poco molesto, si ella no te abre es porque no quiere hablar contigo.

— ¿Conoces a Andrea ?

— Todos aquí conocemos a anteojos.

— Se llama Andrea.

— Pero le decimos anteojos. ¿Tienes algún problema con eso ?

— Eso depende. — guardé mi celular en el bolsillo y comencé a prestarle atención aquel joven que empezaba a irritarme. — ¿ A ella le molesta que la llamen anteojos ?

— Eso habrá que preguntárselo, nunca se ha quejado.

—Si se queja ... — escuché unos pasos dentro de la casa de ella. Pegué mi cabeza un poco a la puerta, pero no volví a escuchar nada. — ¿dejarías de llamarla así ?

— Si a ella no les gusta, puede decirlo. Nunca dice nada. Solo entra y sale, buenos días, buenas tardes, son las frases que siempre dice. ¿Tu quien eres ?

— Un amigo.

— Ella no tiene amigos.

— Pues ahora si. — La puerta de Andrea se abrió. Una joven de pelo alborotado, anteojos y pijama blanco se asomó algo confundida con las dos personas que estaban frente a su puerta. Metí la mano sacándola de la casa, sus pies estaban descalzos.

— ¡¿Daven ?! — Gritó al darse cuenta que era yo. La giré por los hombros haciéndola quedar de frente aquel tipo molesto.

— Dile a este que no te gusta que te digan anteojos, tu nombre es Andrea y es un nombre muy hermoso. — ella giró el rostro algo confundida con la situación. Mis manos que estaban sobre sus hombros, sintieron su piel bajo la tela demasiado caliente. — Dilo.

—Soy Andrea, no sé cómo te llamas, pero no me agrada mucho que me digas anteojos cada vez que entro o salgo del edificio.

— Soy Saúl, vivo en D1. Nunca habías dicho que no te gustaba.

— Muy bien, entonces todo arreglado. — El tal Saúl se dio la vuelta y bajó por la escalera. Empujé Andrea por los hombros al interior de la casa y cerré la puerta. — Estas ardiendo. ¿Por qué no contestas las llamadas ?

— Daven ... ¿Todavía sigo dormida ? Parece muy real.

— A lo mejor es un sueño. ¿Donde está tu celular ? Llevo todo el día llamándote.

— Creo que anoche se cayó por la cama, no he tenido tiempo de buscarlo.

— ¿Como te sientes ? — miré el interior de la pequeña habitación, estaba en tan perfecto orden que te daba miedo moverte por no desordenar nada. Parecía como si en la casa no viviera nadie, incluso los cojines del sofá permanecían colocados todos de la misma forma, incluso al mismo nivel. — Estas ardiendo.

— He tenido fiebre desde ayer en la noche. Pero ya me voy sintiendo mejor.

— Siéntate. Déjame tocarte la frente. — Se sentó al borde el sofá y yo fui tras ella. Coloqué una mano sobre su hombro y la otra sobre su frente. Aún estaba muy caliente. — ¿Te has tomado algo ?

—Si, aunque no recuerdo a qué hora. ¿Que hora es ?

—Siete y media. — Tomé asiento junto a ella.

— La verdad es que no sé si estoy soñando, Daven no vendría hasta aquí solo para tomarme la temperatura.

— Vine para asegurarme de que estabas bien. Katrina y yo estábamos muy preocupados.

— ¿Quieres algo de tomar ?

— Solo quiero que me digas cómo te sientes. ¿Solo has tenido fiebre o algún otro síntoma ?

— Solo fiebre, pero ya me voy sintiendo bien.

—Entonces ven a la cama, te ayudaré a encontrar tu celular. — Fuimos a su habitación, ella encendió la luz y yo me agaché para ver si encontraba su celular debajo de la cama, pero no estaba. — ¿Recuerdas donde lo usaste la última vez ? Aquí no está.

— Creo que fue aquí o en el sofá. No lo sé.

—¿Tiene tono ?

— Vibración.

— Será difícil, tu acuéstate que yo revisaré en el salón.

Revisé en todo el salón pero allí no estaba. Después me fui a la cocina y nada. Decidí ir la baño. La casa parecía una de esas que tienen montada para exhibir, había demasiado orden. El celular estaba sobre el lavamanos.

Cuando volví a la habitación, ya Andrea dormía. Coloqué el celular sobre su mesita de noche y después me fui.

Tenía una cita con Sarah.

Recordaba la noche con ella, había sido tan maravillosa como extraña. Sentía que ella tenía una especie de prisa por concretar algo conmigo, era como si ya ella me estuviera esperando. Daba la impresión de que me conocía y yo solo la había visto dos veces.

La semana había pasado muy rápido, Andrea había vuelto al trabajo y yo todos los días me veía con Sarah en mi casa.

Después de un mes saliendo, la Sarah que había conocido aquel día en la oficina se había esfumado completamente, sin embargo, como ella era ahora también me gustaba, podría decirse que un poco más, sabía que esta era la auténtica de ella, no la falsa con la que se había acercado a mi. Era muy descarada, demasiado sensual y provocadora.

Los primeros días, había hablado con Misael sobre mi relación con su hermana.

El solo había dicho una cosa.

— Eres muy inexperto para Sarah.

Pero fue muy tarde cuando comprendí a lo que se refería.

— Buenos días. — La vi entrar aquella mañana luego de detenerse hablar con Andrea. Llevaba un vestido blanco muy corto y de escote exagerado. Era la primera vez que me visitaba en la oficina. — Es muy aburrido que no podamos estar juntos durante el día. Eres el jefe ¿tienes que pasar tanto tiempo aquí ?

— Es mi trabajo. Estar aquí es parte de eso. — giró mi asiento, dejándome de frente a la enorme ventana, la ciudad aquella mañana se veía muy bien bajo la enorme nube blanca que la cubría pero no se veía mejor que Sarah. Ella se sentó sobre mi piernas y comenzó a besar mi cuello. Sus húmedos labios iban esparciendo caricias por donde pasaban. Se acercó a mi oído y me dijo:

— Te he traído algo para que no estés aburrido. — Comenzó a desabrochar mi pantalón.

— ¡Espera ! Aquí no, Andrea esta del otro lado. Nos podría ver.

— Tranquilo, no haré ruido, ella solo verá que estoy sentada sobre tus piernas, no pasa nada. — Terminó de abrir mi pantalón, se puso de pie y después abrió sus piernas y se volvió a sentar mientras subía su vestido, esta vez sobre mi m*****o.

Sus caderas se movían sumergiéndome más en su interior, se sujetaba a mi cuello y yo me agarraba a su cintura.

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— Hola. — Era la novia de Daven, tenía un hermoso pelo que cubría gran parte de su espalda. Sus lindos ojos y rostro perfecto no dejaban que apartara la mirada de ella, sonreía. — Soy Sarah López, he venido a ver a mi novio, Daven. ¿Puedo pasar ? —Sonaba a una persona amable y educada.

—Tengo que avisarle primero. ¿Puedes esperar un segundo ? — Contesté, devolviéndole la sonrisa.

—No, la verdad es que no. — Su sonrisa desapareció sin dejar ningún rastro en su rostro, colocó las manos sobre mi escritorio y volvió hablar, ahora en otro tono. — Pasaré ahora. — Volvió mostrar su sonrisa, dándome cuenta de que era tan falsa como ella. La seguí con la mirada mientras ella entraba a la oficina.

Seguí con mi trabajo, tenía muchas cosas que hacer y no era de mi incumbencia la vida privada de Daven, mi jefe.

Pero la curiosidad siempre puede más.

Cuando volví a mirar hacia el interior de la oficina, el asiento de Daven estaba girado, quedando de frente hacia la ventana.

Sarah estaba sobre el, su mirada y la mía se encontraron y ella sonrió, veía sus movimientos sobre el cuerpo de Daven, era más que obvio lo que estaban haciendo. Lamió su oreja sin dejar de mirarme, intenté apartar la vista, dolía verlo, pero no podía dejar de mirar, ella se inclinó un poco sobre sus pies haciendo que la silla de Daven girara quedando frente a mi, ahora era su mirada y la mía las que se habían encontrado. Él quitó con prisa el cuerpo de Sarah de encima suyo, yo me levanté y me fui al baño.

Dolía mucho ver la escena y resultaba muy incómoda la situación.