—I—

2756 Words
Después de salir de la oficina, había pasado por casa para ducharme y ponerme una ropa cómoda. Había esperado este día con ansias toda la semana, deseaba de manera urgente poder hablar con la psicóloga, aunque no quería adelantar la cita, eso solo me haría ver muy desesperado y creería que no estaba progresando. Pero a medida que me desahogaba con ella, me iba dando cuenta de lo mucho que necesitaba todo eso, durante todo este tiempo. Tomé las llaves de mi mercedes y apagué las luces de casa. Puse un poco de música durante el camino, sería el día en que le contaría mi historia con Sarah, o al menos lo intentaría. Esperé un rato en la sala de espera mientras salía el otro paciente. Unos diez minutos después llegó mi turno, había llegado un poco temprano a mi cita. — Daven, ¿Cómo has estado esta semana ? ¿Algo interesante que contarme ? — Lucía tan calmada como siempre, logrando trasmitirme seguridad con cada palabra que decía. — No, solo trabajo. — ¿Te llevas bien con tu nueva secretaria ? — No es Alejandra, tampoco hace el trabajo tan bien como ella, pero supongo que está bien. – Me acomodé en el sillón, mientras más cómodo me sentía, mejor fluía la conversación o al menos eso solía decir ella. — Tenías algo que contarme para esta ocasión, debo admitir que siento curiosidad por saber el tipo de relación que tenías con Sarah. Más que la relación, me interesa saber el tipo de persona que eras cuando la conociste, porque según tú, todo cambió, tu cambiaste con ella. Sería fascinante conocer al Daven de antes. — No puedo mentir, siento un poco de emoción al saber que voy hablar sobre eso. Antes de empezar, quisiera aclarar que no se trata de una historia de amor, aunque yo estaba enamorado de ella, no es una historia romántica. — ¿Por qué ? — Parecía algo confundida con lo que yo había dicho. — Ustedes eran una pareja. Debe de tratarse de un romance. — Ya lo verá. Empezaré por el principio, el principio del fin. “A pesar de ser el hijo del dueño de la compañía, Misael me trataba con total naturalidad, para él yo era un empleado más, eso había llevado a que nos lleváramos bien y termináramos siendo los mejores amigos. Teníamos una competencia personal sobre quién llegaría a ser el CEO de la empresa, cuál de los dos reemplazaría a mi padre; a él no le importaba que yo fuera a él hijo del CEO, él creía fielmente en su potencial y yo también, pero la situación estaba muy igualada y yo prácticamente me había criado para ser el CEO, por no decir que me habían concebido para eso. Al final yo había sido elegido, muchos creían que ese lugar solo me había sido regalado, pero Misael creía que me lo había ganado y yo también. Pero ese logro no había sido nada para mi, no quitaba la inquietud que siempre sentía en mi pecho de que algo faltaba, de que algo no encajaba o que necesitaba algo más. No podía negar el hecho de que mi oficina era increíble, aunque el largo pasillo que había que recorrer para llegar a ella era muy frío y solitario. En el mismo piso que yo, también estaba Misael, quien también había sido ascendido a Director de Operaciones de la empresa, era el nuevo COO. Su oficina quedaba nada más entrar al piso, según salía del ascensor. Tenía una linda y amable secretaria , llamada Katrina. — Buenos días, Andrea. —salude a mi secretaria al llegar, me detuve frente a su escritorio para darle algunas instrucciones, ya que los dos éramos nuevo en esto. Pero ya nos cocinamos de otro departamento. — Buenos días, señor Meyers. ¿Puedo llamarlo señor Meyers o tengo que llamarlo por su nombre ? — Hizo la pregunta algo confundida, era su primer día siendo secretaria del CEO y se notaba su esfuerzo en hacerlo bien. — A eso iba. — miré hacia los lados, no habían más oficinas ocupadas cerca de nosotros, nos sentiríamos muy solos. — Puedes llamarme Daven, llegaré siempre a la misma hora, ocho y diez, ¿podría tenerme un café listo para cuando yo llegue ? Me gusta mucho marcar mi espacio personal, por lo que ni tu ni nadie puede entrar a la oficina sin antes avisar, aunque yo no esté haciendo nada. Cualquier otra duda, solo tienes que levantar el teléfono y consultarla conmigo. — Si, señor Meyers. Disculpe, si Daven. Mi primer día de trabajo había sido normal, nada diferente de lo que hacía antes, al menos por el momento. — Al fin ha terminado su trabajo el jefe. — Dijo Misael bromeando cuando salíamos de la oficina. — ¿Ha estado bien este primer día ? — Si, ha estado bastante fácil, ¿que hay de ti ? ¿Te adaptas bien ? — Si, es como lo pensé. ¿Vienes a tomar un trago conmigo ? Para festejar nuestro ascenso. — Desde luego, pero nada de chicas, solo nosotros. — ¡Claro, hombre ! Sería muy divertido que solo tu y yo saliéramos a festejar que hemos sido ascendidos. —Cuando salimos de la empresa, un vehículo de Misael nos esperaba. Al entrar, habían tres chicas y un chofer, una de copiloto y las otras dos detrás. Recién me daba cuenta que el tono que había usado antes había sido sarcástico. — Misael, me acabas de decir que no. — Dave, te he tenido que mentir, ¿Cómo crees que vamos a celebrar nuestro ascenso sin chicas ? Sería de lo más aburrido. — Se hizo un espacio para cruzar al otro lado del coche, quedando en medio de las chicas. — Podíamos tomarlo para hablar. ¿Cómo se tomó tu papá que no te hayan dado el puesto de CEO a ti ? — ¿Mi papá ? Que se joda, ¿cierto, chicas ? — ¡Si !— dijeron todas ellas a la vez. Nos fuimos a una discoteca, donde ya Misael tenía reservada un salón privado, en ella había varios sofás, una pequeña mesa, una cama pequeña y un televisor donde podías elegir la música o el vídeo musical. Me parecía que esta salida no había sido nada causal, ya el la tenía planeada. — Esta chica es muy dulce, pruébala. — la chica que estaba besando un segundo antes, vino hacia mi, comenzó a besar mi cuello y a desabrochar mi camisa, se colocó sobre mis piernas y llevó mis manos a su escote. Misael repartió varios tragos, sacó algo de su bolsillo y lo colocó sobre la mesa, era un polvo blanco. Le hizo varias maniobras y después acercó su rostro a la mesa y sorbió de él, todas las chicas se reunieron a su lado e hicieron lo mismo. Tomé un trago y me puse de pie. Si no hacía algo ahora , la fiesta se saldría de control muy rápido. — Misael, creo que estoy algo cansado. Me iré a casa, vayámonos juntos. — Espera, apenas hemos llegado. Mira estas chicas, ¿Cómo vas a dejarlas así ? Solitas y sin nadie con quien divertirse. Ven aquí, solo un poco. — Señaló la mesa invitándome a inhalar aquello. — ¡Solo un poco ! Tampoco te hagas el santo, seguro que has consumido antes. — ¡No ! Nunca lo he hecho. —Dije, un poco nervioso ante la situación. — Bueno... tu primera vez será con tu amigo. Eso suena más que bien. —Misael se puso de pie y me guió hasta la mesa. Me senté a su lado, acercando mi rostro al polvo blanco. —Esta pequeña porción estará bien, ya que es tu primera vez. Chicas, anímenlo. — ¡Vamos, Daven ! ¡Tu puedes hacerlo ! ¡Te pondrás más divertido ! ¡Hazlo, hazlo ! —Eran algunas de las cosas que ellas gritaban. Pegué mi rostro un poco nervioso, estos eran uno de los extremos que había dicho un día nunca cruzar. Ahora estaba a punto de hacerlo. Sorbí aquello a través de uno de los orificios de mi nariz, la sustancia viajó hasta el interior de mi cuerpo, limpié mi nariz y seguí sorbiendo, para asegurarme que no se haya quedado a medias, me sentía como un tonto haciendo eso. De pronto, me puse de pie y quite mi chaqueta, abrí unos botones más de mi camisa y me volví a sentar, miraba con curiosidad cada una de las cosas de aquella habitación. Mis ojos se posaron en una de las chicas, la de cabello n***o. Me había besado antes con ella. Palmeé mis piernas y ella vino a mi, sentándose sobre ellas. Toco mi mejilla, pera la sensación era diferente a la de antes, escuché a Misael hablar con las otras dos, se puso de pie y ellas le bajaron el pantalón, su m*****o salió y una de ellas lo tomó en su boca. Me sentía demasiado extraño, pero no quería cambiar nada, de hecho quería hacer demasiadas cosas, era como si pensara muy deprisa y mi cuerpo se moviera muy lento. La chica me dijo algo que no entendí, no le estaba prestando atención a ella, miraba el techo, intentando buscar no sé qué cosa. Extendí mi mano y tomé otro trago, Misael fue a la pequeña cama, estaba teniendo relaciones sexuales con una de ellas y la otra estaba sentada en su rostro, podía distinguir los gemidos de la música. Algo me apretaba en el pantalón, no sabía que hacer, todo era muy extraño y la mayoría de las cosas carecían de toda coherencia. — Yo también quiero disfrutar. - Había oído fuerte y claro lo que me acaba de decir la chica que estaba junto a mi. Lo había susurrado en mi oído. Me empujó por los hombros haciendo que mi cuerpo cayera en el espaldar del sofá, levantó el vestido que traía puesto, quedando desnuda. Mentiría si digo que sé lo que paso después, sabía que había tenido sexo con aquella chica , pero desconocía los detalles. Para mi parecía una mañana de lo más borrosa, el sol en mi cara, la brisa fresca, todo me molestaba. Cabía destacar el dolor martilleando que tenía en mi cabeza. Era algo más allá que una simple resaca. Solo me preguntaba ¿como había llegado a casa ? — Buenos días, Daven. — Me recibió Andrea, tan feliz como cada día. En su mano tenía una taza de café, agradecí por eso. Lo necesitaba mucho . — Tengo algo más para ti. —volvió hablar, yo ni había contestado a nada, incluso hablar me molestaba. — Estoy seguro que te ayudará. Primero comete el bocadillo que he dejado en tu escritorio. — ¿Como lo sabias ? — dije, al ver el sobre que tenía en mi mano para la resaca. — Era nuestro primer día del ascenso. Era muy obvio que iban a ir a festejar. — Lo siento, debí invitarte. Pero no fue algo planeado. — De haber sido algo más planeado, la habría invitado. Tal vez eso habría impedido que hiciera lo que había hecho, o lo que no recordaba haber hecho. — La próxima vez tú vendrás con nosotros, también eres parte de los que fuimos ascendidos. — Está bien. Cuando entré a mi oficina, sobre el escritorio tenía un bocadillo y al lado una nota “Combate la resaca”, tenía el dibujo de una carita feliz. Primero me comí el bocadillo, después disolví el sobre en un poco de agua, como me había dicho ella. Gracias a eso, la mañana se volvió más llevadera. Andrea era muy atenta, aunque un poco despistada en otras cosas. Hoy era el día de mi primera reunión con los inversionistas, un mal día para tener resaca. Andrea me espera en la puerta con todo listo, dentro de unos minutos ya comenzaba. Cuando salí al pasillo, una mujer se aproximaba a la oficina de Misael, me quedé de pie enganchado a su figura, su pelo ondeante se esparcía por su espalda cubriéndola completa , un flequillo adornaba su rostro impidiéndome que la viera del todo, sus esbeltas piernas estaban expuesta a la vista de todos, estaba seguro que yo no era el único que había quedado cautivado. Pero entonces, ella entró a la oficina y la perdí de vista. —Andrea, espérame en la sala. Necesito hablar algo antes con Misa. —Pero Daven... —No te preocupes, estaré ahí justo a tiempo.—Andrea se fue a la sala de reuniones y yo a la oficina de Misael. - Buenos días, Katrina. Estas hermosa el día de hoy. — Y tú estás un poco demacrado, supongo que andabas con Misael anoche. ¿Se les olvidó que hoy tenían trabajo ? — Sería algo sencillo, pero ya sabes cómo es el. ¿Puedo entrar un momento a verlo ? — Ahora no, está con alguien más. —Pero es urgente, tiene que ser antes de mi reunión. Por favor, avísale. —Solo porque es urgente. Katrina me dejó pasar a su oficina. Arreglé mi chaqueta e intenté parecer alguien interesante, aunque no sabía cómo se lograba eso. —Buenos días, Misael. — dije al entrar, pretendiendo que no sabía que había alguien más allí con el. —Daven, debes de estar en la reunión con los inversionistas. — Si, pero antes tenía algo que preguntarte. - Miré hacia un lado, donde estaba la joven sentada en un sillón. — Ah, que estás ocupado. — Aparentando sorpresa. — Volveré en otro momento. — No, espera. Dime que querías saber. — Nada importante. Solo quería saber como llegué a casa anoche. No recuerdo mucho. — Y era cierto. No tenía idea de unas cuantas cosas. — No te preocupes, no hiciste nada fuera de lo normal. Mi hermana se encargó de llevarnos a casa. Le había avisado donde estaríamos. Sabía que yo perdería la cabeza. — La señaló a ella en el sillón. — ¿Tu hermana ? — No pude evitar sonreír al oír aquellas palabras, me alegraba de que tuvieran un parentesco y que aquella linda mujer no fuera su chica. — Entonces debo agradecerle y disculparme por los problemas que seguro le ocasioné. Misael se dirigió a ella y le ofreció una mano para ayudarla a ponerse de pie. Caminó con elegancia hacia mi, mientras yo sentía que su mirada me analizaba. — Soy Sarah López. — Dijo, acercándose con sigilo a mi mejilla y depositando un beso. — La mejor forma de agradecerme es invitándome un trago. Anoche me diste muchos problemas. — Lamento mucho que me conocieras en esas circunstancias. Debió de ser muy vergonzoso, ni si quiera recuerdo mucho de lo sucedido. Mi nombre es Daven Meyers. — ¡Ah ! Tú eres Daven, el nuevo CEO. — retrocedió hasta el escritorio de Misa y apoyó tu trasero sobre el borde. — En ese caso, creo que me debes más que un simple trago. — ¿Te parece bien una cena ? Esta noche. — Me agradas, Daven. Pasaré por tu casa esta noche. Se donde vives. — ¿Cenaremos en mi casa ? — pregunté, algo confundido. Tal vez me había perdido el hilo de la conversación. — Eres el mejor amigo de mi hermano, habla mucho de ti. Se que sabes cocinar. Sería una buena oportunidad para que me demostraras lo que sabes hacer. - Pasó la lengua por su labio superior al terminar de pronunciar esas palabras, que para mí estaban cargadas completamente de doble sentido. Me había dejado mudo. Misael me empujó por la espalda sacándome de la oficina. — Vete, llegas tarde. — Y cerró la puerta en mi cara. Camino a la sala de reuniones, su imagen no salía de mi mente. Recostada sobre el escritorio, con las piernas cruzadas, haciendo que el abierto de su vestido dejara ver mucho más de lo que debía. Sus carnosos labios besando mi mejilla y luego ella lamiéndolos de forma muy provocadora. — Sarah. — dije, con voz audible al entrar al salón. Me daba cuenta de que todos ya estaban allí, solo en la espera de mi. —¿Que has dicho ? —preguntó Andrea que estaba a mi lado, tan confundida como los demás. —Nada, que disculpen la espera y que por favor, empecemos. Y así empezó mi primera reunión con los inversionistas como el nuevo CEO.
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