Diego no perdió tiempo, y sin mas le explicó a su nuevo compañero en que consistía el trabajo, diciéndole que debía empaquetar un total de seis cajas, envolverlas en papel plástico y luego llevarlas a la zona de descarga donde irían a buscarlas en la mañana. Axel ni siquiera preguntó el contenido de las cajas, y simplemente hizo lo que su hijo le ordenó mientras él joven como todo un parlanchín, hablaba de cualquier cosa para amenizar la jornada. Sin embargo, luego de dos horas de ese trabajo, Axel se pudo dar cuenta que eso era demasiado forzoso, ya que cada caja pesaba como unos treinta kilos aproximadamente, y si llevaban seis al área de descarga, era un total de ciento ochenta kilos que debía cargar en una distancia absurda, porque ni siquiera la zona donde debían colocar los empaques quedaba cerca.
—¿Has hecho esto tu solo durante un mes? —pregunta Axel mientras su hijo y él estaban tomando un descanso.
El pelilargo se sentía indignado porque sin duda alguna estaban abusando de su hijo de una manera descarada.
—Si, solo yo. En la mañana estoy en el área de limpieza. Todos los días hago algo distinto: un día tocan los baños, otro día los pisos, las ventanas, las oficinas y así voy de lunes a sábado durante cinco horas, y luego cuando se acaba mi turno vengo aquí a llevar los paquetes a la zona de descarga —comenta Diego tranquilamente mientras busca agua.
—¿¡Que!? ¡Eso es demasiado!, siento que he sudado hasta el alma en estas dos horas que estoy aquí, ya me siento algo agotado, no puedo creer que tu solo haces el trabajo de mínimo diez licántropos y además debas hacerte cargo de la limpieza del edificio, no me parece justo, esto es explotación laboral en su máximo esplendor. Ni siquiera tienes uniforme, ¿Quién es el encargado de dar estos empleos? ¿Asher? —pregunta Axel sintiéndose furioso porque estaban explotando a su hijo por una paga miserable.
Diego cuando observa como su nuevo compañero se exalta tanto, frunce sus labios con aprensión, porque él sabía que se estaban aprovechando de él en esa empresa, pero necesitaba el dinero y no podía hacer nada al respecto.
—No te preocupes, Axel. Estoy bien, apenas tengo diecinueve, no está tan mal. Es un buen empleo. Es difícil encontrar trabajo cuando no tienes estudios.
En el instante que Axel escuchó eso sintió como si le hubiesen dado un golpe directo en su pecho.
—¿Cómo que no tienes estudios?
—¿No es obvio?, no pude terminar la preparatoria, por eso no puedo encontrar empleos mejores —murmura Diego entregándole la botella de agua al pelilargo para que bebiera.
—Diego, no mereces esto… —murmura Axel cubriéndose la boca disimuladamente, porque oír que su hijo en ese mundo al parecer no la tuvo fácil le partió el alma, y eso que solo había encontrado a uno de ellos.
¿Cómo estarían Bruno, Leo y Benjamín?, incluso Aurelia, ¿Y si la explotaban también para que fuera una celebridad?, de inmediato Axel se pasó ambas manos por su rostro limpiándoselo, sintiendo la preocupación a flor de piel porque deseaba salvar a sus hijos lo mas pronto posible porque por lo visto, Cronos también los estaba castigando a ellos.
«¡Meridia! ¿Cómo estará ella? ¿Asher la tratará bien?, tengo que apresurarme» piensa Axel levantándose del suelo, porque en ese instante se encontraba sentado al lado de Diego tomando un pequeño descanso.
—¿Ocurre algo, Axel? ¿Ya quieres seguir? Bueno, así terminamos temprano —dice Diego observando la reacción del pelilargo.
—Diego… ¿Tu has visto a Meridia, y Asher?
—¿Te refieres a los dueños de Wolfgang Corporation?, bueno, los he visto en la televisión, y en la publicidad de la empresa, pero nunca los he visto personalmente. Siempre llego muy temprano, y salgo tarde. Normalmente los de esta área no ven a los ejecutivos.
—¿Entonces quién te contrató?
—Su secretario, es el lobo beta que te trajo hasta aquí. Él será el único ejecutivo con el que tendremos contacto, su nombre es Richard, y él se encarga de pagarnos —comenta Diego de manera serena.
—¿Significa que nunca has visto a los jefes? ¿No tienes idea de como ellos se tratan, o como Asher trata a Meridia?
Diego arquea una ceja al oír esa pregunta tan extraña.
—Hablas como si conocieras al señor y señora Wolfgang. Nadie los llama por sus nombres, ¿no lo sabes? Ellos están casados, son la pareja más importante del país.
—Que… ¿Qué has dicho? ¿están casados? —cuestiona Axel volviéndose a sentar en el suelo, mientras parecía como si le hubiesen dado un golpe directo en su estómago.
—Si, ellos están casados. Son la pareja perfecta, la señora Wolfgang es hermosa, parece una diosa y el señor Wolfgang, pues… él es como todo alfa con clase: imponente y prestigioso —admite Diego dando a entender con la forma en la que hablaba que los admiraba mucho.
Axel queda observando a su hijo, y lo que hace es tocarle el hombro, si tan solo supiera que ella era su madre, y ese hombre vendría siendo su tío.
«Cronos, que cruel de tu parte… casar a Meridia con mi hermano, ¿Qué mas tendrás planeado hacerme?» piensa Axel emitiendo un suspiro cansado, colocándose de pie nuevamente.
Cuando está de pie, Axel extiende su mano para ayudar a levantar a Diego, quien toma la mano del que él todavía no sabía era su padre. Cuando los dos están de pie, el pelilargo vuelve a abrazar a su hijo porque Diego le estaba partiendo el corazón en ese instante, no sabía cómo decirle que él era su padre, ya que él suponía que por lo menos debía esperar un poco mas cuando el joven pecoso se sintiera más a gusto. Por otra parte, cuando el muchacho sintió ese segundo abrazo, no se incomodó en lo absoluto, no sentía ni una pizca de malas intensiones o malicia, por el contrario, sentía un extraño sentimiento de seguridad, incluso al percibir el aroma natural de Axel le reconfortó bastante.
—Tienes aroma paternal, Axel, es agradable ¡Disculpa si sonó extraño! —admite Diego asumiendo que quizás lucía raro decirle eso a alguien que apenas acababa de conocer.
—No te preocupes, está bien… ¿sabes qué?, quédate por ahí a descansar yo terminaré esto. Dices que quedan tres horas, aprovecha ese tiempo para dormir, allá hay un rincón puedes usarlo —pide Axel mientras Diego negaba con la cabeza.
—No, ¿Estás loco? Si no trabajo no me pagarán las horas a final del día.
—Nadie lo sabrá, yo te cubro.
—Pero…
—¡Obedece, muchacho!, dije que yo lo haré —ordena Axel al instante que Diego dice:
—Si… señor—responde Diego sintiéndose extraño por un instante porque sintió como si un padre lo estuviera mandando.
De esa manera, Axel vio cuando Diego se fue a una zona apartada a descansar, él siguió con el resto del trabajo, sintiendo molestia porque no era justo que tuvieran dos trabajadores para tanto que hacer. Cuando la jornada laboral terminó, Axel pudo percibir que el lobo beta que lo trajo al área de la bodega se aproximaba porque podía sentir su aroma acercarse, es por eso que él fue a toda prisa hacia donde estaba Diego durmiendo, y sin mas lo agitó para despertarlo.
—¡Despierta, ya viene el tipo que nos va a pagar! —exclama Axel viendo como Diego se levantó estrepitosamente.
El joven había dormido durante tres horas, por lo tanto, tenía cara de recién levantado, es por ese motivo que Axel buscó una nueva botella de agua, y sin mas se la lanzó en la cara a Diego para tratar de aplacarle ese rostro adormilado que tenía.
—Lávate la cara, que él no sepa que estuviste durmiendo —ordena Axel al poco tiempo que Diego restriega su cara y luego se seca el rostro con su camisa, en el instante justo que llega el licántropo beta con el dinero de su jornada.
El hombre lobo echa un vistazo rápido, dándose cuenta que habían dejado bastantes paquetes en la zona de descarga, sin duda alguna el hecho que el muchacho tuvo compañía sirvió bastante.
—Buen trabajo muchachos —dice Richard viendo al par de alfas con una sonrisa, y sin más les entrega sus sobres a ambos con el dinero.
Axel coge su sobre abriéndolo para contar el dinero esperando encontrarse con veinticinco mil Lycans, pero cuando vio solo había tres billetes de cinco mil. Y justo cuando el beta estaba a punto de irse, Axel le gritó:
—¡Hey!, aquí falta dinero… se suponía que la paga era veinticinco mil Lycans, y solo me diste quince mil —Con rapidez, Axel le quita el sobre a Diego, contando el dinero que le habían pagado, si el joven trabajó diez horas, debía tener cincuenta mil, pero solo le habían pagado treinta mil. Cuando él vio eso sintió como la sangre comenzó a hervirle.
—¿¡Por qué falta dinero!? —pregunta Axel acercándose al beta sujetándole por su camiseta.
—Son las deducciones por las botellas de agua, y el seguro médico.
—¿¡Que!? ¿Me estás cobrando el agua que me tomé? ¿Y cuál seguro médico?, yo no soy un trabajador contratado, no estoy en nómina, y asumo que Diego tampoco, ¿Crees que no se de las leyes básicas del trabajo?, tengo en mi poder cientos de empresas en dos putos países, conozco los derechos laborales hasta con los ojos cerrados —dice Axel sintiéndose indignado a mas no poder.
» se supone que las horas que trabajo, esas horas deben pagarme al igual que él… este muchacho se parte la puta espalda aquí y ¿ni siquiera la empresa puede darle el agua gratis? ¡No me vengas con esa mierda! —grita Axel viendo como el lobo beta comenzó a reírse en su cara, y Diego con las manos en su cabeza veía la escena esperando que eso no fuera motivo para que los despidieran a ambos.
—¿Tienes en tu poder cientos de empresas en dos países? ¿Cuáles países, los de tu imaginación? —murmura Richard riéndose porque le parecía graciosa la imaginación de ese alfa.
» ¿Si tienes tanto poder que haces aquí trabajando en lo mas bajo de la sociedad, peleando porque te quité diez mil míseros Lycans? A ti y a ese otro alfa que parece tu hijo, los dos se parecen bastante. ¿Qué pasa, te encariñaste con él porque es como tu cachorro? —murmura Richard haciendo un mohín en sus labios.
Axel no lo puede soportar más, tenía que darle una golpiza a ese malnacido. Sin perder tiempo, él empuña su mano izquierda lista para golpear a aquel beta, pero Diego se lo impide sujetándole el brazo para que no cometiera esa locura.
—¡Suéltame Diego!, si golpeo a este imbécil ¿Qué puede pasar? Soy un alfa, justificarán mi delito.
—¿Qué?, si llegas a agredir a alguien a quien sea, puedes ir a prisión. No importa si eres alfa, beta, omega, o un elfo…
Cuando Axel escuchó las palabras de su hijo, recordó que él estaba en otro mundo, y que el poder que tenía estaba en su realidad, no en esta. Aquí él era solo Axel Wolf, no era nadie… al comprender eso, Axel soltó al hombre que todavía continuaba sujetando por su camisa, y cuando lo dejó en libertad, Richard dijo:
—Estás despedido grandulón, y tu también te irás con él, agradécele a tu papá adoptivo… —dice Richard señalando a Diego quien hizo una expresión de sorpresa en su rostro que Axel vio, y luego con rapidez se acercó a ese licántropo que era demasiado bajito para ser un beta.
El pelilargo se colocó frente a él impidiéndole que se fuera diciéndole:
—Espere, espere… no lo eche a él, todo fue mi culpa. Si, tiene razón, no estoy bien de la cabeza a veces desvarío y digo cosas sin sentido, pero él no tiene nada que ver en todo esto —dice Axel esperando que ese beta comprenda que todo había sido un “malentendido”.
Richard lo mira de pies a cabeza, y cruzándose de brazos dice:
—¿Eres mestizo, o uno solo de tus padres era el alfa? —pregunta el secretario esa interrogante que Axel encontró fuera de lugar.
—Soy un alfa puro. Mi madre y mi padre eran alfas…—responde Axel arqueando una ceja, porque no sabía a donde quería llegar ese licántropo.
—Bien, entonces, señor alfa puro… no echaré a Diego y tu conservarás tu empleo con una condición:
—¿Cuál condición?
—Arrodíllate, y pídeme perdón por haber intentado golpearme —pide Richard con una sonrisa, porque él sabía que esa era la humillación mas grande para un alfa, arrodillarse ante un beta, o un omega.
Axel abrió sus ojos a mas no poder, al instante que Diego finalmente intervino.
—Señor Richard, no es necesario que llegue tan lejos, no es para… —las palabras de Diego son cortadas cuando el beta lo interrumpe exclamando:
—¡¡No te metas en esto!! —le grita Richard al hijo de Axel quien, en ese instante, empuña sus manos al grado que sus nudillos se tornaron blancos, porque deseaba con todas sus fuerzas golpear a ese imbécil por tan solo habérsele ocurrido gritarle a su hijo en su presencia.
—Bueno, por lo visto no te arrodillarás, en fin. Mañana no vengan, ninguno de los dos —señala Richard al par de pelilargos — y tu Diego ya te iba a despedir, de todas formas habías durado demasiado.
Cuando Richard estaba a punto de irse, Axel al instante se arrodilla y sin verlo a la cara dice:
—Lamento haber intentado golpearte, no le quites el empleo a Diego, él lo necesita—murmura Axel viendo hacia el suelo comprendiendo que era la primera vez que se humillaba así ante un beta…
Si la situación fuera otra, él hubiese renunciado al instante, y jamás hubiese hecho lo que estaba haciendo en ese momento, pero como su hijo estaba de por medio, sintió que no tuvo elección.
—¿Qué dijiste, no te oí? Además, mírame mientras pides perdón.
«Maldito…» piensa Axel alzando su mirada para ver a aquel beta diciendo:
—Lamento haber intentado golpearte, no despidas a Diego, por favor…—dice Axel mirando a aquel beta que sonríe ampliamente, acercándose un poco mas al alfa para darle una bofetada.
No lo hizo con la suficiente fuerza, pero bastó para voltearle el rostro. Axel en ese instante quería asesinar a ese licántropo, su rabia era tanta que comenzó a temblar, pero lo que hizo fue suspirar profundamente para intentar calmarse.
—¿Quieres que lo diga otra vez?, ¿o deseas darme otra bofetada? —pregunta Axel rindiéndose completamente, pero luego el lobo beta dice:
—No, ya con eso es suficiente, tú estás despedido. Pero el muchacho se queda —ordena Richard, al instante que Diego dice:
—¡Espere, usted dijo que si él hacia eso no lo despediría! ¡Dijo que ambos conservaríamos nuestros empleos! —exclama Diego sintiéndose indignado.
—Cambié de opinión, ese alfa necesitaba un escarmiento, ¿Cómo se atreve a refutar las órdenes del señor Wolfgang? tienes los humos muy altos… ¿no te has visto en un espejo, grandulón? Eres nada… —dice Richard mientras Axel se levanta de donde estaba.
—Espera… ¿estas diciendo que esas reglas las puso Asher?
—¿Cómo te atreves a llamar al señor Wolfgang por su nombre, quien te crees? ¡Hey, a donde crees que vas! —exclama Richard viendo como Axel salió de aquel lugar caminando largas zancadas.
Cuando estaba afuera, él comenzó a olfatear el aroma de su hermano que reconocía a kilómetros de distancia, y al instante pudo percibir que venia desde arriba, podía jurar que estaba en el tercer o cuarto piso de ese edificio. Axel no esperó tiempo y sin mas tomó el elevador marcando el cuarto piso para ver si estaba en lo cierto. Minutos mas tarde, cuando llegó al piso correspondiente, el pelilargo continuó olfateando sintiendo que efectivamente su hermano y Meridia estaban en ese piso. El alfa comenzó a buscarlos hasta que pudo sentir a ambos que estaban detrás de esa puerta que decía: sala de juntas. En el segundo que él estaba punto de entrar, se apareció un hombre frente a él sujetándole la mano para impedirle que entrara. Axel lo miró y al verle sus ojos eran verdes brillantes como si dentro de ellos estuviera una galaxia entera.
—Dios Cronos… —murmura Axel observando a ese hombre de cabello y vestimenta oscura que estaba frente a él.
—Si haces lo que tienes planeado, permanecerás tus ciento veinte días en la prisión de este mundo… y te quedarás para siempre aquí —dice Cronos al instante que Axel suelta la perilla de la puerta.
—¿Qué tenía planeado hacer? —pregunta solo por decir.
—En menos de un minuto y treinta segundos ibas a destruir esa puerta, durarías cinco minutos y tres segundos golpeando a tu hermano por las injusticias que hace, Meridia lo iba a ver, tú la besarías y luego en treinta minutos con cincuenta y nueve segundos iba a ser el tiempo que vendría la policía. Te llevarían esposado hasta un centro de detención, y luego por último pasarías un total de diez años con tres meses y dos días encerrado en prisión. Tu mundo se arruinaría, lo arruinarías por tus impulsos, como siempre sucede contigo…
—¿Por qué viniste a detenerme? —pregunta Axel sintiéndose exhausto de sí mismo, porque de tan solo pensar lo que estaba a punto de ocurrir por culpa de su imprudencia, le agotaba mentalmente.
—Vine a detenerte porque tu castigo debe continuar… y estando encerrado en prisión no serviría de nada, el futuro real debe ocurrir, ¿O deseas ver a tu hijo Diego siendo explotado en un trabajo mal pagado? ¿A Meridia con tu hermano?, y quien sabe que será de la vida del resto de tus hijos… —murmura Cronos con un tono de voz que daba a entender que, era evidente como él sabía dónde estaba el resto.
» Estas no son sus vidas… ¿Pero sabes qué? Todos ellos tienen en sus cuerpos el paso del tiempo en este mundo, sienten en carne propia todo este sistema, como si hubiesen nacido aquí. ¿Viste a Diego?, si supieras su vida… es muy dura, y mas cuando no tienes padres…
Axel al instante siente un nudo en su corazón.
—¿Todos mis hijos son huérfanos en este mundo?
Cronos asiente con su cabeza lentamente.
—Todos… aunque ya lo verás… no lo arruines. Apenas tienes doce horas en este mundo, te falta mucho por recorrer. En estos ciento veinte días deberás recordar diariamente que el Axel Wolfgang, el gran alfa de tu mundo, en este no existe —le susurra el dios Cronos en el oído a Axel quien se queda estático escuchando como la puerta se abre, y en eso salen un montón de alfas y elfos, entre esos estaba Meridia y Asher.
Cuando ambos lo vieron quedaron algo confundidos, porque: ¿Qué hacia ese hombre lobo apestoso ahí a solas?, pensaron, ya que en ese momento Cronos había desaparecido. Así pues, Meridia se detuvo observando a Axel de pies a cabeza y sin más ella dijo:
—¿Cómo llegaste aquí? ¿Creo que te he visto en algún lugar? —pregunta Meridia mientras Asher entre risas políticas, despide al resto de sus accionistas para que no le prestaran atención a ese alto alfa, que estaba ahí sin razón aparente.
Axel ve a Meridia y con un rostro lleno de dolor piensa que lo único que más desea en ese instante es descansar en sus brazos, abrazarla, sentirla, escucharla decir: “Axel todo estará bien”, y luego quedarse a su lado hasta que alguno de sus hijos irrumpiera la habitación peleando por alguna trivialidad que ellos luego les resolverían. Al pensar eso, los ojos de Axel se humedecieron, pero él hizo su mayor esfuerzo para no llorar frente a ella y con un suspiro se tragó su dolor.
—Apestas… hueles a sudor, que desagradable —dice Meridia cubriéndose su nariz, porque realmente ese alfa olía muy mal.
Cuando Axel oye eso, abre sus ojos a mas no poder cubriéndose la boca porque la ironía del asunto le causó gracia.
«En esta ocasión, tu si estas en lo cierto, Meridia, en este instante apesto, en todos los sentidos…» piensa Axel porque él recordó cuando en el pasado él la llamaba “apestosa” solo porque le gustaba ser un malnacido…