“… Tuve tantos momentos felices, que olvido lo triste que fue darte de mi alma, lo que tú echaste a perder…” Pablo Alborán. **** Manizales-Colombia. Joaquín con cuidado de que nadie lo siguiera llegó hasta la humilde casa en donde Ely residía, antes de bajar del vehículo, inhaló profundo, la decisión no era fácil, pero quizás era lo que necesitaba para proteger a María Paz de la maldición que según él pesaba sobre su familia, aunque alejarse de ella le provocaba un dolor inmenso, porque ya su alma no volvería a deleitarse de su sonrisa, ni sus ojos apreciarían la belleza de su mirada, y de ese rostro angelical, ya sus oídos no la escucharían su melodiosa y dulce voz llamándolo Duquecito, sus labios ya no probarían el sabor de los besos de ella, entonces presionó con fuerza el volante d