—Esto tiene que ser una maldita broma —resopló Iris. —Hola, me temo que no nos conocemos… Mi nombre es Jerome Brunet —saludó él, extendiendo su mano hacia ella. —Iris Dubois, un placer… Créeme, pero me pueden explicar ¿qué está pasando? —Ay, Dios… —Me llevé una mano a la frente. —¿Exactamente a qué te refieres? —le cuestionó Jerome, haciendo que tanto Iris como yo lo fulmináramos con la mirada. —¡No te hagas el tonto! —ladré enfadada, sin poder creer que lo que estaba pasando, pero él solo me miró ofendido por mi tono. —Mira, Jerome… Yo no tengo nada en tu contra, te juro que no, ¿pero qué diablos haces aquí? —Vine a acompañar a Colette, me dijo que me presentaría a su familia y pues… aquí estoy. Nuevamente Iris y yo abrimos los ojos desmesuradamente al oírlo. —Mira, me gusta tu