Me aparté de Izaro, las lágrimas aún frescas en mi rostro y mi mente nublada por el caos de lo que acababa de suceder. A pesar del dolor y el placer entrelazados en nuestra primera vez, sabía que debíamos enfrentarnos a la realidad de inmediato. La respiración entrecortada y el peso del corsé me oprimían, aumentando mi angustia.
Sin decir nada, me di a la tarea de irme; necesitaba escapar, estar lejos de él y pensar con claridad. ¿Qué haríamos ahora? ¿Cómo serían las cosas después de esto? Las consecuencias podrían ser graves. El eco de los murmullos y risas de la fiesta que había dejado atrás me perseguía, una cruel ironía en medio de mi tormenta emocional.
Izaro me detuvo, su toque cálido alrededor de mi brazo me hizo estremecer al recordar lo que había acontecido. Rápidamente me zafé y puse una distancia prudente entre ambos. Los murmullos de la fiesta parecían una burla a la gravedad de nuestra situación.
—Izaro, debemos actuar como si nada hubiera pasado —le dije, tratando de mantener mi voz firme a pesar de que temblaba—. No podemos permitir que esto nos destruya. No podemos dejar que nadie descubra lo que ocurrió.
Izaro me miró con una mezcla de sorpresa y determinación. Ajustó su ropa rápidamente, aunque no había nada que arreglar. La seriedad en su rostro me hizo sentir una profunda angustia. La tristeza en sus ojos era un espejo de mi propio dolor.
—Olivia —dijo, acercándose a mí. Mi respiración se intensificó—, entiendo lo que estás diciendo, pero necesitamos ser realistas. Ocultar esto puede no ser suficiente. Las consecuencias podrían ser graves para ambos, especialmente para ti.
Sentí un nudo en el estómago, consciente de la verdad en sus palabras. Miré a Izaro, buscando una respuesta en su expresión para encontrar la mía. Las sombras de la noche parecían acentuarse con cada minuto que pasaba, intensificando mi confusión y desesperación.
—¿Qué deberíamos hacer …? —pregunté, mi voz apenas un susurro.
Izaro me miró fijamente, sus ojos reflejando una resolución inesperada. La determinación en su mirada era un faro en medio de la oscuridad de mis pensamientos.
—Si estás dispuesta, podríamos huir juntos —propuso—. Podríamos dejar todo atrás y empezar de nuevo en otro lugar, donde no tengamos que ocultar nuestra relación y podamos construir una vida juntos sin las restricciones de nuestras circunstancias actuales.
La idea de huir con Izaro me ofrecía una salida, pero también traía consigo una avalancha de incertidumbres y miedos, y muchas consecuencias que no recaerían únicamente en nosotros. La imagen de nuestra vida juntos, lejos de las miradas inquisidoras y las expectativas del reino, me tentaba, pero la realidad de lo que dejábamos atrás me asustaba aún más.
—¿Estás dispuesto a hacer eso? —pregunté, temblando entre la esperanza y el temor—. ¿Estás dispuesto a abandonar todo por mí?
Izaro asintió, su mirada firme y decidida. Sentí una mezcla de alivio y pánico al saber que tenía una opción, aunque era una tan arriesgada. Miré alrededor, el fresco aire de la noche envolviéndome. El sonido distante de la música y las risas de la fiesta se mezclaban con mi creciente desesperación.
—Lo estoy —dijo Izaro, tomando mi mano con una fuerza reconfortante—. Si decides hacerlo, lo haremos juntos.
No pude encontrar mi voz para corresponderle. Sin embargo, rápidamente mis manos lo rodearon en un abrazo ansioso y temeroso. El calor de su cuerpo y el latido acelerado de su corazón eran un consuelo fugaz en medio de mi tormenta interna.
—No podemos tomar esa decisión de manera precipitada —musité contra su oído, mientras sus brazos me envolvían y me reconfortaban, aunque efímeramente. Las lágrimas continuaban fluyendo, y la desesperación me inundaba.
Los pensamientos de lo que podría acontecer si tomábamos una decisión precipitada me hundían en una desdicha inmensa. Lo quiero, quiero a mis padres, quiero vivir feliz con la vida que haya elegido. Pero todo esto parecía demasiado complicado, y el peso de la decisión me arrastraba hacia una profunda tristeza.
Me separé de él, y el "te quiero" que anhelaba expresarle se quedó atrapado entre mis labios, entre el querer y el deber. Una nación, la seguridad de mis padres, el cómo estaríamos en un futuro, de qué viviríamos. Esta noche muy bien pude quedar embarazada, un bastardo y nada más que eso. ¿Qué debo hacer?
—Iré a mis aposentos, vuelve a la fiesta. Hablaremos de esto en otro momento, con más calma —dije y, sin esperar una respuesta, me alejé.
—Me haré responsable, Olivia. Soy el único culpable aquí —lo escuché decir antes de perderme al doblar en una columna.
Cuando estuve lo bastante lejos, me apoyé en una pared. El corsé me quitaba la respiración y me dificultaba el caminar. Sentía que me asfixiaba; todo parecía encerrarme. El silencio de los pasillos se convertía en un eco cruel, amplificando mi angustia. Las lágrimas no tardaron en salir, y mi mente se inundó de dudas sobre el futuro.
El frío de la pared contra mi espalda me recordaba la realidad que estaba evitando. Me preguntaba si había tomado la decisión correcta al alejarme de Izaro; necesitaba un soporte en este momento, a alguien en quien recargarme. Mi peso en este momento era demasiado para sobrellevarlo, pero el miedo y la confusión eran demasiado intensos para ignorar. Sentí que todo mi mundo se desmoronaba, y la pregunta constante en mi mente era si realmente podría enfrentarlo todo.
A medida que el tiempo pasaba, la claridad parecía esquiva. La fiesta que había dejado atrás ahora era un mundo lejano, y yo me encontraba sola con mis pensamientos. La promesa de un futuro con Izaro, aunque seductora, también parecía un salto al vacío. La incertidumbre sobre lo que nos esperaba si tomábamos el riesgo me asfixiaba.
Finalmente, me levanté con esfuerzo, decidida a enfrentar las preguntas que me atormentaban. La decisión sobre nuestro futuro, si huir o no, debía tomarse con calma y con una mente más clara. Sabía que no podía permitir que el caos del momento guiara mis decisiones. Con un último vistazo a la oscuridad del pasillo, me dirigí hacia mis aposentos, con la esperanza de encontrar alguna claridad en la quietud de la noche o un descanso tan profundo que me olvidara de mi presente existencia en este mundo y todo lo que conlleva.