Gerald quedó paralizado al ver la escena frente a él. Un torrente de emociones lo invadió: sorpresa, incredulidad, dolor y furia.
Sin embargo, antes de que pudiera reaccionar, Tefany se apartó de Diego y se volvió hacia él, con los ojos llenos de sorpresa y preocupación al verlo allí.
—Gerald, no es lo que parece —dijo, su voz temblorosa.
Diego también se apartó, mirando a Gerald con cautela y una pizca de culpabilidad en su mirada.
—Gerald, lo siento, no fue mi intención...
Pero Gerald no quiso escuchar explicaciones. La furia lo consumía y se abalanzó hacia Diego con un grito de ira.
—¡¿Cómo te atreves?! ¡Eres mi amigo, confiaba en ti!
Tefany trató de intervenir, pero Gerald la apartó bruscamente y se enfrentó a Diego con los puños apretados.
—¡No quiero escuchar tus mentiras! ¡Fuera de mi vista!
Diego, sin ofrecer resistencia, se alejó rápidamente, dejando a Gerald y Tefany solos en medio de la calle.
Gerald miró a Tefany con los ojos llenos de dolor y traición.
—¿Qué estabas haciendo con él? ¿Acaso me has estado engañando todo este tiempo?
Tefany trató de explicarse, pero las palabras se atascaron en su garganta. Sabía que había cometido un error al aceptar la cercanía de Diego, pero también sabía que su corazón seguía perteneciendo a Gerald.
—Gerald, por favor, déjame explicarte —suplicó, con los ojos llenos de lágrimas.
Pero Gerald, cegado por la ira y la decepción, se alejó de ella sin mirar atrás.
Tefany se quedó allí, sola en medio de la calle, con el corazón destrozado y las lágrimas corriendo por su rostro.
Sabía que había perdido la confianza de Gerald, quizás para siempre, y que tendría que luchar aún más para demostrarle que su inocencia.
Mientras tanto, en la mansión, Jess recibió una llamada inesperada que cambiaría el rumbo de las cosas.
Jess tomó la llamada con nerviosismo, sintiendo que algo importante estaba por suceder. Al otro lado de la línea, una voz desconocida habló con urgencia.
—¿Es usted Jess? Necesito hablar urgentemente con usted sobre un asunto relacionado con su esposo, Gerald.
El corazón de Jess dio un vuelco al escuchar esas palabras. Temiendo lo peor, respondió con rapidez.
—Sí, soy Jess. ¿Qué está pasando? ¿Qué ha sucedido con Gerald?
La voz en el teléfono le explicó brevemente que Gerald había estado involucrado en un accidente automovilístico y estaba siendo trasladado de emergencia al hospital.
Jess se sintió paralizada por la noticia, su mente girando en pánico. Sin perder un segundo, corrió hacia la puerta, dispuesta a ir al hospital lo más rápido posible.
Mientras tanto, en la calle, Tefany seguía de pie, sintiendo el peso de la soledad y la desesperación.
Sabía que había perdido a Gerald, pero aún así, no podía evitar desear que las cosas hubieran sido diferentes.
Decidió caminar de regreso a casa, su mente llena de pensamientos sobre lo que había perdido y lo que aún podía ganar.
Mientras tanto, en el hospital, Jess llegó corriendo y se apresuró hacia la sala de emergencias, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Rezaba con todas sus fuerzas para que Gerald estuviera bien.
Al llegar, fue recibida por un grupo de médicos y enfermeras que la llevaron a donde estaba Gerald. Lo encontró acostado en una camilla, con heridas visibles y un semblante pálido pero consciente.
—¡Gerald! —exclamó Jess, corriendo hacia él y tomándole la mano con fuerza—. Estás bien, cariño, todo estará bien.
Gerald la miró con ojos cansados con devoción, no era ella quien a quien deseaba ver pero de igual modo sintió alivio al verla.
—Jess, estoy bien. Fue solo un accidente, nada grave —dijo, su voz débil pero reconfortante.
Jess soltó un suspiro de alivio, sintiendo que un peso enorme se levantaba de sus hombros.
—Gracias a Dios estás bien. Te amo, Gerald, nunca más te dejaré solo.
Gerald le devolvió la mirada con ternura, pero se odiaba por no corresponde a su amor a pesar de sus dudas.
—Yo también te quiero, Jess. Era una persona importante para mi.
Mientras tanto, Tefany regresó a casa, determinada a seguir adelante con su vida y encontrar la felicidad, aunque eso significara dejar ir al hombre que amaba.
En la mansión, la tensión entre Gerald y Jess seguía palpable incluso después del accidente.
A pesar del alivio de que Gerald estuviera a salvo, la sombra de las dudas y la desconfianza persistían entre ellos.
Una vez en casa, Jess cuidó con esmero de Gerald, asegurándose de que estuviera cómodo y bien atendido. Sin embargo, ambos sabían que algo había cambiado irrevocablemente en su relación.
Gerald, mientras se recuperaba físicamente, se encontraba en una batalla interna.
Sus sentimientos por Tefany aún persistían, pero su compromiso por Jess lo mantenía atado a ella. Se sentía atrapado en un torbellino de emociones, incapaz de encontrar una salida clara.
Por otro lado, Tefany se enfrentaba a su propia lucha interna. A pesar de haber perdido a Gerald, no podía sacarlo de su corazón. Se sentía perdida y sola, sin saber qué camino tomar a continuación.
La vida seguía su curso en la mansión, pero la tensión y el descontento se colaban en cada rincón.
Jess luchaba por mantener la normalidad, pero sabía que las grietas en su relación con Gerald se estaban haciendo cada vez más grandes.
Mientras tanto, Tefany tomó una decisión que cambiaría el rumbo de su vida. Decidió dejar la ciudad y empezar de nuevo en otro lugar, lejos de los recuerdos dolorosos y las tentaciones del pasado.
Gerald, por su parte, se encontró enfrentando una encrucijada. Sabía que debía tomar una decisión sobre su futuro, sobre quién quería ser y con quién quería estar.
En medio de todo el caos emocional, una pregunta persistía en la mente de todos: ¿podrían encontrar la paz y la felicidad que tanto anhelaban, o estaban condenados a seguir atrapados en un ciclo interminable de dolor y desesperación?
El destino de todos estaba en juego, y el camino hacia la redención sería largo y lleno de desafíos.