Capítulo 4 "Los enredos de cupido"

2525 Words
Neyret iba caminando por el pasillo del colegio junto a Sandrid cuando vieron a lo lejos a Sebastián que estaba con su grupo de amigos. —Mira… ahí viene tu novio —dijo Sandrid. —Ay, por favor, no comiences —pidió Neyret. —¡Mi amor! —escucharon que gritó Sebastián mientras abría los brazos. —Este tipo… —gruñó Neyret. —Al parecer le gusta jugar a los novios —chistó Sandrid mientras dejaba salir una risita. Neyret comenzaba a pensar que aquella mentira solo le traería problemas. En aquel momento vio a Cristian conversar alegremente con Eduar y Elián en el pasillo de la derecha, al parecer algo lo traía con el mejor de los ánimos aquella mañana. “Vamos a ver si esa alegría te va a durar mucho” pensó Neyret. Caminó hacia Sebastián y lo abrazó, los amigos del muchacho comenzaron a soltar pequeños gritos mientras los molestaban. —Ahí viene Cristian, sígueme la corriente —dijo entre dientes Neyret. —Está bien corazón, —aceptó Sebastián— pero me tienes que besar para que lo crea. —Lo único que ganarás es una patada en tu pene como me beses —gruñó la joven. —¿Por qué eres tan mala conmigo? —inquirió Sebastián. Cristian al ver a la pareja abrazada sintió un mal sabor de boca, mientras, los celos comenzaron a recorrer su cuerpo. Aquella sonrisa que antes sostenía se esfumó por completo. Apretó los puños con fuerzas y sus dientes relincharon de la rabia. Eduar y Elián rodaron la mirada a su amigo, era un gran problema aquel asunto del noviazgo de Neyret y Santiago. Cristian respiró hondo y empezó a caminar con paso afanado por el pasillo, ignoró a la pareja por completo y tampoco supo qué pasó con sus amigos, ya que, al finalizar el pasillo cruzó en una esquina encontrándose con unas escaleras que subió con rapidez. Necesitaba estar solo y meditar. El ver a Neyret tan cariñosa con otro hombre que no fuera él, lo volvía loco. Le parecía imposible tener que soportar ver esa escena todos los días, ¿qué estaba pensando Neyret para meterse con un hombre tan mujeriego? ¡Solo iba a sufrir a su lado! Si Luis Ángel se enteraba de aquella relación armaría toda una guerra y no descansaría hasta ver finalizado ese noviazgo. En cambio, él no podía hacer nada, ya ni siquiera hablaban. Escuchó su celular sonar, era un mensaje que había llegado, lo sacó del bolsillo de su pantalón y encendió la pantalla. Laura le estaba escribiendo, la noche anterior estuvieron hablando hasta muy entrada la noche, las cosas con ella estaban yendo como planeó desde un principio, si seguían así, en cuestión de semanas podría pedirle comenzar una relación y lo más seguro es que ella dijera que sí con mucha seguridad; pero aquella sensación que tuvo el día anterior ya no estaba presente, la imagen de Neyret abrazada con Sebastián no se quitaba de su mente. Mientras, Neyret se separó de Sebastián, tenía los sentimientos revueltos y sus manos estaban temblando. El joven la observó fijamente un poco extrañado por el rostro sumamente triste de la chica. Era una pésima idea darle celos a Cristian, solo obtendrían problemas y, como si fuera poco, a ella le estaba sintiendo muy mal lo que hacía. —Oye, ¿estás bien? —le preguntó Sebastián. Los amigos del muchacho comenzaron a mirarse las caras al no entender la actitud de Neyret. —¿Qué sucede? —le preguntó uno de ellos a Sebastián. —Vamos —pidió Sebastián tomándola de una mano. Él había notado que los amigos de la joven seguían observándolos al lado de Sandrid. Así que, para no dañar más las cosas, decidió apartarse para poder conversar con la joven. Caminaron tomados de la mano por un pasillo cerca de un parque que rodeaba una fuente. Encontraron una banca sola en la cual se sentaron y estuvieron un minuto en silencio. —Si te pone tan mal lo que estás haciendo, deberías dejarlo y hablar con él, resuelvan sus problemas como personas normales, —aconsejó Sebastián— yo tampoco quiero problemas con él. —Nunca lo vi tan enojado, ¿viste su mirada? Me observaba como si le produjera asco —confesó Neyret—. Ya lo perdí, con esa mirada me dijo todo. —El problema no eres tú, soy yo —dijo Sebastián—. Suena cliché, pero es la verdad, no eres tú, soy yo —el joven soltó una carcajada que acompañó la muchacha. —Tal vez sí sea ese el problema. —Claro, estás al lado del chico más mujeriego del colegio que tiene más de seis novias y hasta se acostó con una profesora para que le pasara la materia. Neyret borró su sonrisa por completo y tornó su rostro serio, mientras, Sebastián apretó los labios y después dejó salir un suspiro. —¿Es cierto todo eso? —inquirió Neyret. —Si te digo que es mentira pensarás que intento hacerme pasar por la víctima para que así pueda conquistarte —respondió el joven. —Pero yo sí te he visto conversando todo seductor con algunas chicas —alegó la muchacha. —Claro que no es cierto, ni siquiera daba clases con la vieja gorda de química —Sebastián hizo un gesto de desagrado al tener en su mente la imagen de la mujer. Neyret soltó una carcajada mientras se sentaba en una banca y Sebastián repetía su acto. —Neyret… —llamó el joven— ¿por qué no le cuentas la verdad? La joven lo observó fijamente mientras su sonrisa se esfumaba y se iba con el viento de verano. Inclinó la mirada hasta sus manos. —Eso es imposible, —respondió la muchacha— ya… Es mejor que me olvide de Cristian —se formó un nudo en la garganta de Neyret—. Te lo dije, la mirada que me lanzó llena de tanto repudio, me dijo todo con eso. Me veo muy patética tratando de llamar su atención. Sebastián sintió que se formó un momento muy incómodo. Rodó su mirada por todo el parque mientras un silencio los invadía en el cual él no sabía cómo actuar. —Oye… Bueno, desde un principio el tema de inventar un novio falso, me pareció muy bobo —dijo—, pero… Cristian está engañado en este momento, si hablas con él con sinceridad y le dices lo que sientes, tal vez razone. Mi padre siempre me dijo esto, “no hay nada que no pueda resolver una buena conversación” —Sebastián había intentado imitar la voz de su padre, una muy gruesa, algo que hizo sonreír a Neyret. Sebastián no era una mala persona, a Neyret le pareció bastante agradable y divertido, de alguna manera, tenía ese don de ponerle ánimo a los momentos más tristes y hacer que hasta la persona más aburrida soltara una carcajada. Entendía el por qué Camila se había vuelto una buena amiga de él. —Anímate Neyret, estoy seguro que con tu carita de niña tierna podrás volverlo a conquistar —soltó el joven con entusiasmo en sus palabras—, si no lo haces tú, lo haré yo. —¡Ni lo pienses! —replicó Neyret. —Entonces habla con él y dile lo que sientes —insistió Sebastián. —Está bien, lo haré —aceptó Neyret mientras se cruzaba de brazos. Sebastián rodó la mirada hacia la joven y desplegó una sonrisa que contagió a Neyret.     Eduar estaba entrando al salón de clases al lado de Elián, vieron al fondo a Eliana con la cabeza recostada al pupitre, parecía estar durmiendo, era una costumbre en ella hacer esto, seguramente se había trasnochado viendo sus series favoritas. —Necesito hablar con ella —informó Eduar. —¿Sigue enojada contigo? —indagó Elián. —Sí, no sé qué sucede, es que… Me parece que ella está algo rara conmigo en estos días —respondió Eduar un poco serio. —A mí me parece que Eliana está bien, el problema eres tú —alegó Elián mientras fruncía el entrecejo. Elián no sabía si contarle a su primo sobre la relación que había comenzado con Eliana, tal vez era muy apresurado, pero, sabía que Eduar se enojaría en gran manera cuando se enterara. Sabía que, su primo sentiría aquello como una traición y se pondría en el papel de víctima, además, al tratarse de sus dos mejores amigos, no lo tomaría nada bien, estaba seguro que armaría un show de celos. Entraron al salón de clases y Elián se acercó hasta la mesa de la muchacha, se sentó a su lado y con una mano empezó a acariciarle el rostro. Eliana se despertó y al ver al joven tan cerca de ella, se sintió muy intranquila. —E-Elián —soltó mientras trataba de tomar compostura—. Todos comenzarán a hablar si me tratas así de cariñoso. —Te veías muy linda durmiendo —susurró Elián sonriente. Eduar se había sentado algunos puestos más delante de ellos y los observaba de lejos. ¿Qué le pasaba a Elián? Se comportaba muy raro con Eliana. En aquel momento entró Cristian al salón de clases y se sentó al lado de Eduar. —¿Qué le pasa a Neyret? —le preguntó a Eduar con tono serio. —¿Ah? —Eduar rodó la mirada a su amigo, parpadeó dos veces. —¿Qué te pasa? —inquirió Cristian frunciendo el ceño. —Es que… disimuladamente mira hacia donde está Elián con Eliana —dijo Eduar. Cristian rápidamente miró hacia atrás y quedó observando detenidamente a la pareja. —¡Idiota, te dije que disimuladamente! —regañó Eduar. —Uh… Esos dos traen algo entre manos, ¿se habrán vuelto novios? —dijo Cristian. —¿Qué? —El rostro de Eduar palideció y su corazón empezó a latir con fuerza— claro que no, ella no lo soporta. —Eso era antes, porque ahora él se ve muy cariñoso con ella —aclaró Cristian—. Esto es un chisme echando humo. Cristian se levantó del puesto y comenzó a caminar rumbo hacia los jóvenes. —¡Cristian! —gritó Eduar, pero su amigo no le prestó atención. Eduar solo pudo limitarse a ver a Eliana hablar alegremente con su primo. Había algo dentro de él que le informaba sobre una presunta relación entre ellos dos, pero no quería aceptarlo, le partiría el alma enterarse que aquella chica que por tanto tiempo fue su mejor amiga y con la que recordaba los mejores momentos de su juventud, ahora se había alejado para estar con otro hombre. Pero era tan obvio que Elián tenía sentimientos por Eliana, se podía ver a metros. —Cuéntenmelo —pidió Cristian. —¿Contar… qué? —inquirió Eliana. —¿Qué es lo que se traen? —Cristian tomó una silla y se sentó frente a ellos, solo los separaba las dos pequeñas mesas que estaban pegadas—. No soy idiota, puedo ver que ustedes tienen su guardado. —Somos novios —respondió Elián. —¡Oh…! ¡Wao! —soltó Cristian muy sorprendido. —¡Elián! —regañó Eliana. —Oigan, ¿desde cuándo? —indagó Cristian sin poder creer la noticia. —Desde ayer, pero, por favor, no le cuentes a Eduar —pidió Elián—. No queremos problemas recién comenzando nuestra relación, después, cuando nos hayamos dado cuenta si nuestro noviazgo va a durar o no, le contaremos. —Ah… Claro, apenas están comenzando, es muy apresurado hacerlo público —aceptó Cristian mientras acentuaba con su cabeza—, pero, tratándola tan meloso, ¿no crees que es evidente que tienen algo? —Se lo estaba diciendo —aceptó Eliana. —Es que, entiende, estoy emocionado —soltó Elián mientras desplegaba una sonrisa. —Claro, el virgen del grupo por fin tiene novia —dijo Cristian. Elián sintió que todos sus adentros se revolvieron ¡qué vergüenza! ¡Qué imprudencia! Sus mejillas se acaloraron en cuestión de segundos y Cristian soltó una gran carcajada burlona. Eliana sintió cómo el momento se volvió muy incómodo y quería hacer espacio con su novio, pero era mejor no hacerlo.     Camila estaba sumida en sus pensamientos mientras veía a la profesora hablar, en aquel momento sonó el timbre y los estudiantes comenzaron a levantarse de sus puestos. —Claro que estoy muy preocupada, mi madre está enferma y el doctor le mandó reposo, dijo que, si sigue así, tendrá que quedar en observación en la clínica —explicó Neyret a Sandrid—. En la mañana Luis Ángel me llamó y le conté todo, el pobre quedó muy preocupado por el estado de mi mamá. —Me imagino. La tía Keidys trabaja mucho, mi madre me había contado sobre las migrañas, pero nunca imaginé que fuera así de grave —dijo Sandrid mientras recogía sus apuntes de la mesa. —Estoy muy preocupada, en la mañana se quedó en casa vigilada por mi papá, no puede trabajar por un tiempo, pero es muy obstinada y quiere ir a trabajar. Yo la entiendo, dentro de poco será el lanzamiento de la nueva línea de ropa juvenil para el verano y la empresa está hecha un estrés por lo mismo. —Pero, primero está la salud de la tía Keidys —insistió Sandrid. —Lo sé, estoy muy preocupada; no quiero que mi madre siga estresándose de esa manera —confesó Neyret. —Ya… Pero, no te estreses, debes tranquilizarte, o serán dos que estarán enfermas —pidió Sandrid. —Lo sé, a veces dejo de pensar en eso, pero cuando lo recuerdo, no sé qué me da —explicó Neyret. —Vamos a la salida de clases a tu casa, quiero ver a mi tía —pidió Sandrid. Sandrid rodó la mirada a Camila, la joven estaba sentada en su puesto sumida en sus pensamientos mientras recogía sus cosas. —Camila —llamó Sandrid. — Oye, Camila. —¿Ah? —la joven alzó la mirada hasta sus amigas. —¿Qué te sucede? —inquirió Neyret. —Es que… Nada, ¿qué sucede? —respondió mientras se levantaba de la silla. —Estás rara —confesó Sandrid. —Vamos a la salida a mi casa, mi madre está enferma, ¿quieres ir? —¿Qué le sucede a la tía Keidys? —inquirió Camila preocupándose. —El estrés la tiene bastante enferma, el doctor le ordenó no trabajar por unos días —explicó Neyret. —Anda… —soltó Camila—. Bueno, yo voy con ustedes. —Oye, si tu mamá va con nosotros a las vacaciones en la finca, eso le puede ayudar a despejar la mente —sugirió Sandrid. —A mi madre no le gustan las fincas, dice que le asusta estar en un lugar tan sumergido en un bosque. Ya sabes, por las películas de miedo que siempre son en lugares así —explicó Neyret y Camila junto con Sandrid soltaron una carcajada. —Tan típico de la tía Keidys —dijo Camila. Pasadas unas horas, no solo las chicas decidieron ir a la casa de Neyret, sino todo el grupo. Camila platicaba en el auto con su hermano mientras Sandrid cantaba una canción en los puestos de atrás y estremecía a Eduar que llevaba una cara de pocos amigos. —¡Sandrid, basta! —gritó Eduar muy molesto. Cristian miró por el retrovisor y dejó salir una carcajada. —¿Qué le sucede al viejo gruñón? —inquirió Cristian. —Oye, ¿qué te sucede hoy? —preguntó Neyret que estaba al lado de su primo. —Nada —gruñó el joven. —Uy, pero qué mal humor tienes hoy —soltó Camila volteando a verlo. El auto llegó a la vivienda y el portón se abrió dejando pasar el vehículo a los interiores. Al parquearse frente la puerta, los chicos bajaron y voltearon a ver el segundo carro que llegaba con el resto de sus amigos. Mientras conversaban, comenzaron a caminar hacia los adentros de la gran casa. Aunque, se toparon con algo que nunca creyeron ver ahí. Luis Ángel iba caminando por la sala de estar y se detuvo al ver a sus amigos. —Luis Ángel, ¿qué haces aquí? —preguntó Neyret. —Ah… —el muchacho no sabía qué contestar—, ya regresé. —¡¿Qué?! —soltó Cristian impresionado. Sus amigos caminaron con rapidez hasta él comenzando a animarse por la noticia. Aunque, Camila estaba hecha piedra por aquel inesperado giro que su vida había tomado.  
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD