“Necesito verte, debemos hablar, ¿voy al restaurante?” leyó Laura el mensaje de Eliana. “¡Laura! Recuerda que yo no tengo celular y mi hermano solo me presta el suyo por una hora” envió su amiga. “¡Cómprate uno, tacaña!” escribió Laura, pero después lo borró y tiró su celular a un lado de la cama. ¿Por qué su amiga le escribía a las cinco de la mañana? ¿Estaba loca? La joven perezosamente salió de la cama rumbo hacia el baño para darse una ducha fría. Eran últimos días de clases antes de salir de vacaciones de fin de año, no debería llegar tan temprano al colegio, pero, no tenía mucho sueño, prefería distraer la mente en otras cosas. Su celular comenzó a sonar y su mamá empezó a gritar bastante alardeada por el sonido desesperante del teléfono de la chica. —¡Laura, contesta! —gritó