El sonido de mi alarma me despierta y me levanto de buen humor.
Eso me encantaría decir si mi mamá no me estuviera despertando de la manera más "sutil".
—Sam, levanta tu enorme trasero de esa cama hoy es un día muy importante, sino lo haces llamaré a tu papá para que te levante por las malas. —solté un grito frustrado que fue amortiguado por la almohada.
—Mami, es sábado y estoy de vacaciones ¿Para qué me despiertas a las 6 de la mañana? —digo mirando el reloj en mi mesa de noche.
—Hoy vendrán personas importantes y sé que te encantará su llegada, puedes invitar a Logan si quieres. —dijo y salió de la habitación sin esperar una respuesta.
Suspiré frustrada por el hecho de que mamá me despierte tan temprano solo por una visita.
Decido acostarme para mirar el techo, levanto mi mano izquierda y sonrío al observar mi hermoso anillo de compromiso que Logan me dió hace 4 meses, es increíble que estamos apunto de casarnos, bueno, en realidad no hemos hablado de fechas pero me imagino que será cuando nos graduemos.
—No te veo de pie señorita. —Dijo mamá asomando su cabeza por la puerta. —¡Austin! Tu hija no se quiere levantar.
—Creo que llegó la hora de levantarla por las malas. —mi papá entró por la puerta cruzado de brazos, y en segundos ya me tenía en su hombro y girando, sin darme tiempo a reaccionar.
—Papá, para me estoy mareando, ¡ahh! ¡Auxilio!, voy a vomitar, ya estoy grande para que me hagas esto. ¡Ahhh! Joder. —mi padre paró con sus giros y me bajó de sus hombros.
—Esa linda boquita no puede decir groserías, ¿ok?
—Pero papá, cómo no quieres que las digas si ustedes siempre las dicen. —peiné mi cabello y me crucé de brazos.
—Es diferente, somos mayores. —dijo mi mamá abrazando a papá por la cintura.
—Tengo 21 años y me voy a casar. —rodee los ojos, ya estaba cansada de que me trataran como si fuera una niña.
—Eso no quita el hecho de que aun seas nuestra bebé. —mamá me pellizco una mejilla y salió de la habitación seguido de mi padre.
Cerré la puerta de mi habitación con pestillo, ya que tomaría una ducha, y una muy larga.
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Mi atuendo consistía en un vestido azul marino, que me llegaba por los muslos con detalles plateados, siempre vestía de manera elegante gracias a mi madre, siempre me enamoraba de los diseños que sacaba en su colección, por ende tenía los que quería, como una niña mimada.
Mi cabello lo dejé con mis rizos naturales, sobre mis hombros, me maquille ligeramente solo máscara para pestañas y labial.
Bajé a la cocina ya que estaba hambrienta y mi padre estaba cocinando, amo su comida.
—Hasta que por fin bajaste, estaba a punto de ir a buscarte, los invitados sorpresa están por llegar, llama a Megan y a Mike, todos debemos estar aquí.
Asentí y subí a la habitación de los mellizos, sí, tengo dos hermanos de 16 años, cabe mencionar que juntos son un completo desastre.
Toco la puerta de la habitación de Megan y esta me abre con cara de pocos amigos.
—Dice papá que bajes ya. Y quita esa cara. —rodó los ojos y me cerró la puerta en la cara sin decir ni una sola palabra. —¡Grosera!
Bufé por lo bajo, me dirigí a la puerta de la habitación de Mike, podía escuchar su música de rock pesado desde aquí, nunca cambiará eso a pesar de que mis padres siempre lo regañan por el alto volumen. Toqué un par de veces con mis nudillos esperando que abriera pero no hubo ni siquiera una respuesta, intenté de nuevo pero esta vez mas fuerte.
—¡Qué! —fué la única respuesta que recibí del otro lado.
—No se dice que, abre la puerta muchacho del demonio.
—Que quieres, Samantha. —dijo abriendo al fin la puerta.
—Nuestros padres nos necesitan abajo, ya van a llegar "los invitados sorpresa" —dije haciendo comillas con mis dedos.
—Ay, pero que estresante mi mamá con ese tema, ya voy. —asentí y baje de nuevo.
—Tus hijos groseros ya vienen. —Papá me fulminó con la mirada y siguió con su trabajo en la cocina.
A veces me pregunto porque mi papá cocina y mamá no, pero luego pruebo la comida de mi madre y lo comprendo todo, no es que no sepa cocinar, sino que mi padre cocina mejor.
El timbre suena y me pongo alerta, llegaron los invitados.
—Yo voy. —digo de inmediato, quiero ser la primera que vea a los invitados.
Abro la puerta y mi sonrisa es más que grande al verlo, me lanzó a sus brazos no sin antes dejar un beso en sus labios.
—Te extrañé, princesa. —dijo elevándome del suelo aún en el abrazo.
—Yo también, tonto. —lo besé por última vez. —Pero pasa estas en tu casa. ¡Mamá! Mira quién llegó.
Mi madre salió de la cocina y sonrió al verlo.
—¡Logan! Recibiste mi mensaje. —fruncí el ceño hacía mi mamá por aquellas palabras.
—Hola Sra. Julieth, sí en cuanto lo recibí decidí venir. —Logan abrazó a mi mamá y ella gustosa correspondió el abrazo.
—Ya te he dicho que me quites el señora, dime solo Julieth, me haces sentir vieja. —se separó de él. —Bueno los dejo, ayudaré a Austin en la cocina, en un momento estamos de nuevo con ustedes.
—Está bien señoo.. digo Julieth. —rieron y mamá caminó
de nuevo a la cocina.
—Sigo sin entender como es que te ganaste a mis padres, es decir, soy una niña consentida ellos no querrían que alguien se acercara a mi.
—Mis encantos lo puede todo, nena. —me guiñó un ojo. —Por cierto, ¿ya te dije que hoy éstas hermosa? Y más aún con ese anillo.
Mis mejillas se encendieron por sus palabras.
—Gracias y no, no me lo habías dicho, al menos hoy no. —sonreí. —Vamos a mi habitación mientras llegan los invitados.
—¿Qué invitados?
—Ni yo lo sé, según mi madre es una sorpresa y que me encantará. —rodee los ojos, tomé la mano de Logan y caminamos a mi habitación.
—¿Qué quieres hacer? —dijo lanzándose a la cama y cruzando sus brazos detrás de la cabeza.
—No lo sé, ¿una peli? —él asintió y me dispuse a colocar una película. El rito. —Ay por favor ¿es en serio? No me gustan las películas de terror y lo sabes.
—No seas nenita, esa no la hemos visto. —me acosté a su lado y lo abracé para que su miedo desapareciera aunque eso era imposible, sabía que odiaba las películas de terror, pero yo las amaba y en mi habitación mando yo.
—Sam, no quiero ver eso, no me tortures.
—Callate que está empezando. —dije y le presté atención a la película, sus brazos rodearon mi cintura a la vez que escondía su cabeza en el hueco de mi cuello. —Gallina. —susurré.
—¿Que dijiste? —me miró a lo que yo sonreí con inocencia. —Veamos que dices de esto. —al principio pensé que me atacaría con cosquillas, pero sus labios sobre los mios me dijo otra cosa.
Poco a poco su cuerpo quedó sobre el mío, y cada segundo que pasaba sus besos aumentaban de tono.
Oh, no no no.
—Logan. —logré decir en cuánto sus labios bajaron a mi cuello y sus manos tocaban mis caderas. —No.
—Shhh, dejate llevar. —su boca atacó a la mía sin darme tiempo a reaccionar, y sus manos ahora viajaban de mis caderas a mi cintura, cada vez estaba mas cerca de mis senos.
—No. He dicho que no. —lo empujé por los hombros con todas mis fuerzas, aunque él ni se inmutó, ya que es mucho más fuerte que yo. —Logan, para. —ordené con voz autoritaria y solo así obedeció. Miró directo a mis ojos esperando que dijera algo más. —Ya te he dicho que no estoy preparada.
—Está bien, lo comprendo y no te obligaré tampoco, me deje llevar, lo siento. —se separó e mi y se sentó a un lado con la vista fija a la pantalla del televisor.
—No, yo lo siento, pero sabes que siempre he querido llegar virgen al matrimonio. —dije tímida por aquella absurda decisión que había tomado, porque vamos, ¿Quién en estos tiempos es virgen a los 21 años de edad?
—Tranquila yo comprendo, espero con ansias el día de nuestra boda. —dijo y dejó un beso en mis labios.
—Yo también lo espero. —sonreí, me acerqué a él para besarlo pero el timbre de la casa sonó colocándome alerta. —Mierda, los inviados
—¡Sam, ya están aquí! —gritó mi madre, me incorporé rápidamente dejando a Logan acostado. —Voy a salir, quita la película y apaga la tv por favor.
No dejé que contestara y salí de la habitación rumbo a la sala de estar en donde se encontraban mis padres y mis hermanos, mis ojos casi se salen de orbita al ver a los supuestos invitados.
—Vaya, pero que grande estas, Samantha.
—¡Tío! —no lo pensé dos veces y corrí a sus brazos, no recordaba cuando fue la ultima vez que lo vi. Está más cambiado, su cabello bien peinado con una que otras canas, su barba lo hacía lucir un poco viejo pero no le quedaba mal y en su rostro se asomaban algunas arrugas.
—Cielos Sam, estás más alta. —dijo mientras apretaba su agarre a mi alrededor.
—Y tú más viejo. —respondí separándome de él.
—Sí, claro, ignoren a la tía más hermosa. Sophie siendo ignorada desde tiempos inmemorables. —colocó una mano en su pecho como si le doliera el hecho de que no la saludé primero.
—Dios, nunca cambia. —murmuró mi padre para él solo, pero obviamente todos escuchamos.
—Gracias querido hermano, yo también te quiero. —mi tía rodó los ojos y volvió su vista a mi, esta vez acompañada de una sonrisa. —Pero que grande y bella estás, ya casi te pareces a mi, ven y dame un abrazo. —reí por las ocurrencias de mi tía y la abracé con la misma intensidad con la que abracé a tío Alfred. —¡Auch! Cielos, se que me extrañabas pero no es para tanto. Me lastimas, Sam. —volví a reír y aflojé mi agarre.
Esperen un momento, si ellos están aquí, eso quiere decir que...
El timbre de la casa sonó interrumpiendo mis pensamientos.
—Yo voy. —dijo mi padre y se acercó a la puerta junto con mi mamá.
Abrieron la puerta dejando ver a un chico apuesto de mas o menos mi edad, su cabello rubio oscuro desalineado, barba de tres días, ojos verdes y sus labios, cielos, jamás olvidaría aquellos labios.
Dereck.
—Muchacho pero que felicidad verte de nuevo, ya eres todo un hombre. —mi padre lo saludó primero con un abrazo.
—Hola tíos, vaya tanto tiempo, los extrañé. — se separó de mi papá y luego abrazo a mi madre. —De verdad que los extrañé.
—Ay cariño y nosotros a ti, pero ¿sabes quién te extrañó más? —rompieron su abrazo y mi madre miró hacia mi dirección haciendo que él también me observara.
Me quedé sin aliento en cuanto nuestras miradas se cruzaron, y mi corazón comenzó a latir más rápido de lo normal, había extrañado lo que era observar sus ojos verdes, pero ahora no estaba hablando de un niño, era nada más y nada menos que mi primo el cuál tiene la misma edad que yo.
Él al verme abrió sus labios levemente y me examinó rápidamente.
—Lo siento por tardar necesitaba el baño, cielo. —la voz de Logan me sacó de mis pensamientos y me exalté al sentir su brazo rodear mi cintura. —¿Me perdí de algo? —susurró en mi oído después de dejar un beso en mi mejilla, me limité a negar con la cabeza.
Volví mi vista a Dereck, este tenía una sonrisa de medio lado, pero a simple vista se notaba que no era sincera.
—Hola Samantha, tanto tiempo sin verte. —habló con voz tan fría, como si estuviera hablando con su enemigo.
—Hola, primo.