Hace 16 años~
—Me duele mucho, Dereck—dije al borde de las lágrimas mientras sobaba mi rodilla lastimada.
—No se que hacer Sam, le diré a la maestra. —lo miré horrorizada, si la maestra se enteraba le diría a mi mamá y no quiero que ella se preocupe por mi.
—No, no, no, no por favor, no le digas, se lo dirá a mi mamá. —supliqué con un puchero y una lágrima ya se había escapado de mi ojo.
—Pero mi tía te llevará al hospital y te curarás. —negué con la cabeza mordiendo mi labio inferior para que no saliera un sollozo. —Esta bien, no le diré, ¿pero qué hago? —preguntó mirando mi rodilla.
—Quédate conmigo Dereck. —sollocé, la rodilla me estaba doliendo mucho. —Cuando a mi mamá le duele algo mi papá le da un beso y se cura.
—¿Un beso? —asentí mirando mi rodilla y esperando que dejara un besito ahí. —Esta bien. —se acerca más a mi, pero no besó mi rodilla, tomó mis mejillas con sus pequeñas manos y dejó un tierno pero torpe beso en mis labios que duró lo que yo calculé, diez segundos, y en ese momento olvidé el dolor en mi rodilla. Era mi primer beso y con mi primo. ¿Es malo? Solo tenemos cinco años.
Al separarnos lo miré a los ojos y le sonreí con mis mejillas ruborizadas, pude notar que él también estaba sonrojado.
—Creo que si funcionó. —dije sin apartar mi mirada de él.
2 años después
Dereck y yo estábamos montando bici en el parque cerca de casa, él me mostraba como podía manejar sin manos pero perdió el equilibrio y en un parpadeo él cayó.
—¡Dereck! —grité y corrí a su lado. —Dereck ¿Estas bien?
—No, me duele. —dijo tocándose el brazo izquierdo, vi que también se había herido la pierna ya que de ella brotaba un poco de sangre. —Necesito que me cures, me duele mucho.
—¿Cómo lo hago, Deck? —pregunté desesperada por no saber que hacer.
—¿Recuerdas cuando te di un besito para que se te curara la rodilla? —Asentí, lo recordaba muy bien, ese fue mi primer beso y el de mi primo también. —Necesito uno ahora. —suplicó retorciéndose de dolor.
Sin mediar palabra me incliné hasta llegar a la altura de su rostro y dejé un besito en sus labios, pero antes de separarme él me tomo de mi nuca para que el beso durara un poco más.
Quería seguir sintiendo sus suaves labios, pero a mi me faltaba el aire así que me tuve que separar.
—Me siento mejor, gracias Sam. —me sonrió y antes de levantarse me dió un besito en lo labios.
Y así, siempre que nos lastimábamos nos dábamos un beso en los labios y sonará loco pero funcionaba, claro que solo por un corto plazo.
5 años después.
—¿Sabes Samantha? Siempre me pregunté que se siente dar un beso largo, así como mis padres y los tuyos. —dijo Dereck acostado a mi lado mientras veíamos dibujos animados en mi habitación.
—Solo tienes doce años, Dec. Ellos lo hacen porque están grandes, además tu y yo nos damos besitos. —dije lo ultimo totalmente sonrojada.
—Sí, pero ellos mueven los labios y a veces se ve como sus lenguas se tocan. —dijo haciendo cara de asco. —Vamos a probar Sam, igual que las veces anteriores, solo que esta vez moveremos los labios, no suena tan difícil. —Lo pensé por varios minutos, no perderé nada con intentar.
—Acepto.— sonrío y me senté en la cama seguido de Dereck.
Él se acerca a mi y posa sus labios en los mios, no me cansaré nunca de decirlo, sus labios son muy suaves y dulces y eso me gusta. Él comienza a mover su boca y yo le sigo el ritmo, pasa su lengua por mis labios, sorprendiéndome y yo dudosa abro mi boca para que nuestras lenguas se toquen, ese dulce sabor jamás lo olvidaría, siento como me falta el aire así que me separo de él.
—Wow, fue mejor de lo que me imaginé. —susurra cerca de mi rostro y luego sonreímos.
Lo que yo no sabia era que me volvería adicta a sus labios y sus besos. Todos los días necesitaba aunque sea tocar sus labios, lo necesitaba.
Hasta que un día gracias a un capricho de mi tía Sophie, Dereck junto con sus padres se fueron de Los Ángeles a New York, solo teníamos trece años pero sabía que lo extrañaría y no me equivoqué, todos los días pensaba en él, en nuestro primer beso y el último, aquel día en el aeropuerto donde nadie nos podía ver.
—Prometeme que nos vamos a comunicar seguido. —dijo tomando mis manos entre las suyas, me dolía verlo llorando, era la peor sensación.
—Te lo prometo. —acunó mis mejillas en sus manos y unió sus labios con los míos, nuestros labios se movían al compás pero temblorosos por el llanto que estaba a punto de escapar.
—Prometeme una última cosa. —dijo cuando separamos nuestros labios, lo miré a sus ojos verdes que estaban inundados de lágrimas, esperando que siguiera. —Prometeme que siempre estaremos juntos, algún día cuando nos volvamos a ver, no te dejaré ir.
—Te lo prometo. —lo abracé por la cintura y lloré en su pecho como nunca antes lo había hecho.
Crecí con él, nos conocemos desde que estábamos en pañales, yo sabía cosas de él y él sabía cosas de mi, incluso me gusta pero eso no se lo diría a nadie.
¿Lo volveré a ver algún día?
Espero que si.