-¿¡Dime que mierda te he hecho para que me trates así!? -pregunté ya al borde de las lágrimas, estaba cansada que me tratara como si fuese su peor enemiga desde que llegó de New York. -¡Contesta, qué te he he hecho para que me odies!
-¿¡Que qué me hiciste?! ¡Rompiste la maldita promesa! ¿¡lo recuerdas!? ¡Prometimos estar juntos cuando yo volviera, a pesar de que somos primos! ¿¡y que hiciste!? ¡Te comprometiste con un maldito bastardo que no te merece! ¿¡Crees que es fácil para mi que he estado toda mi jodida vida enamorado de ti, esperando regresar a Los Ángeles para cumplir esa promesa, y enterarme que el amor de mi vida se va a casar y no precisamente conmigo!? ¡No sabes todo lo que he intentado odiarte, pero simplemente no puedo! Es difícil para mi estar cerca de ti, cerca de tus labios y no poder besarte, porque el único pensamiento que tengo es odiarte. Pero es algo imposible, porque te amo y siempre te amaré, a pesar de toda la mierda que hagas.
Ya mis mejillas estaban empapadas por mis lágrimas, sus palabras me había dejado en shock, tanto así que no me di cuenta en que momento se acerco tanto a mi, lo suficiente para que nuestros labios se rozaran, miré sus ojos verdes que ahora estaban cristalizados y eso hizo que mas lágrimas salieran de mis ojos. Sin previo aviso, eliminó los pocos centímetros que separaban nuestros labios, me besó, mi primo me beso después de tanto tiempo y en ese momento comprendí lo mucho que lo necesitaba.