Ni siquiera lo pensé. —Por supuesto que quiero ir contigo —aseguré en tono decisivo—. Te seguiría hasta el fin del mundo. Era más que la verdad. Era una afirmación absoluta de mi verdad, una que estaba más que segura. Amaba tanto a Winter, que no accedería a perderla una última vez. No quería que ella fuese alguien que quedara en el olvido, ni una mujer puesta en bandeja de plata para alguien más. Nunca fui un hombre posesivo, d*******e o que buscara su bien por sobre los otros, sin embargo, con Winter era todo lo posesivo posible. Ella era mi más grande bendición, una que no dejaría olvidada. —¿Entonces por qué lo dudas? —indagó Winter. Ese era el momento, uno que no dejaría pasar. —No estoy dudando de ti, ni de lo que siento por ti. —Mordí mi mejilla—. Dudo de lo que pasará cuando