Apenas tuvimos tiempo de ponernos al día con relación a la mudanza. Tuvimos una semana para cerrar todos los negocios, replantear lo que haríamos y buscar un lugar donde vivir. No le conté nada a Winter, ni siquiera el lugar que alquilé. Ella no estaba demasiado emocionada con el cambio, así como tampoco quería que nos mudáramos. Nuestra vida estaba bien, completa, así que empezar de nuevo no era algo que la tentara demasiado. —¿No estás conforme con esto? —le pregunté. Winter terminó de guardar su ropa en la maleta y la cerró. —Por una vez quiero seguirte, Everett, así que no me quejaré. La respuesta de Winter fue diferente a lo que imaginaba. No quería que me siguiera. No era una religión, así como tampoco era una orden. Quería que lo hiciera porque le nacía, porque siendo mi espos