Sus labios seguían sobre los míos cuando le comenté que me encantaba estar así, felices, contentos, no peleando, llorando, ni sintiéndonos miserables por eso. Quería que siempre fuésemos así, pero como la vida no era fácil, las relaciones tampoco. —¿Me perdonaste? Winter deslizó sus dedos de mi cuello al pecho. —¿Esto te parece un perdón? Apreté su cintura y la acerqué a mi abdomen. —Parece algo —susurré. Winter me sonrió de nuevo. Esa vez me empujó hacia la silla, apretó mis hombros y se inclinó para besarme. Alzó sus piernas, lo que me incitó a apretar sus caderas. La quería atraer sobre mí, pero Winter apretó mis hombros y se mantuvo estática. —Te invito a comer. —¿Pagarás? —inquirí alzando una ceja. —Dije invitar, no que pagaría. —Tiró de mi labio inferior entre los suyos