Capítulo 8

1361 Words
A la mañana siguiente Catalina despertó por el canto de las aves, se sentía mucho más repuesta y con más ánimo. Se iba a levantar, pero recordó la orden de Don Emilio, entonces volvió con un puchero en sus labios a su cama. Pasaron un par de minutos cuando sintió el golpe de la puerta, deseando con todas sus fuerzas que no fuera Jessica, dijo: -Adelante La puerta se abrió y Catalina sonrió al ver a Nora con una bandeja. -¡Nora!- dijo con ánimo -Hola señorita Catalina ¿Cómo amaneció hoy? Catalina negó con la cabeza -No me digas señorita Catalina, soy Catalina Nora sonrió -Esta bien cuando estemos solas puedo llamarte Catalina, pero afuera debo decirte señorita Catalina tensó los labios. -No me gusta, pero lo acepto. No quiero traerte problemas Nora asintió y dejó la bandeja en el regazo de Catalina Catalina observó toda la comida que traía en ella y se le hizo agua la boca. Tenía fruta, yogur, dos panecillos con jamón, huevos y un gran tazón de leche. Tomó el pocillo de fruta y comenzó a comer. -Espera Nora, aún no te vayas Nora la miró y permaneció de pie -Debo ir a trabajar Catalina -Estoy segura que nadie notará si te ausentas un par de minutos, por favor estoy muy sola. Nora la observó, y finalmente accedió. -Siéntate a mi lado- dijo Catalina y dio dos pequeños golpes en la cama Nora le obedeció y trató de no mirar la charola llena de alimentos deliciosos. Catalina la sorprendió mirando su comida. -¿Quieres? Le mostró un trozo de panecillo con jamón Nora negó de inmediato. -No puedo -Ten toma, no le diremos a nadie. Además, esto es mucho para mí, y no quiero que lo terminen botando Nora miró la mano extendida de Catalina ofreciéndole el pan y luego de tragar saliva lo recibió. Ambas comenzaron a comer y a conversar, estuvieron tan inmersas en su charla que no se dieron cuenta que el tiempo pasó sin aviso. De pronto ambas pequeñas reían a carcajadas cuando la puerta se abrió. Las dos quedaron en silencio y miraron hacia la entrada, de allí apareció Don Emilio. Nora sintió que la sangre le bajaba hasta los pies, y comenzó a temblar. -D-don Emilio- tartamudeó Nora y se puso inmediatamente de pie frente a él. Catalina la miró asombrada por el miedo que le infundía Beltrán. -¿Qué esta pasando aquí?- dijo Emilio con voz ronca Nora estaba a punto de desmayarse, cuando Catalina habló. -Don Emilio, Nora es mi única amiga aquí. Le pedí que me acompañara a charlar un momento Emilio la miró detenidamente, y comenzó a pensar “Ciertamente es una mujer joven, necesita compañía, distracción y rodearse de niñas de su edad” Emilio sacó los ojos de Catalina y lo llevó hacia Nora, quién estaba mirando hacia el piso con la cabeza agacha. -Esta bien, Nora será tu dama de compañía, ella irá donde tu vayas. Emilio pensó que necesitaría también a alguien que le informase de los pasos de Catalina, así podría tenerla aún más vigilada. -¿Estás de acuerdo jovencita? Nora saltó en su puesto, y no podía creer lo que había acabo de oír. “¿Don Emilio le había dado permiso para visitar y ser amiga de Catalina?” -Si claro que sí- dijo con un hilo de voz -Ella también podría estudiar conmigo, así aprendería mejor y más rápido- acotó Catalina. -Me parece bien- aceptó Emilio Catalina sonrió y se levantó para tomar el brazo de Nora, Nora estaba temblando en su lugar -¿No es maravilloso? Ambas aprenderemos juntas- dijo Catalina con una gran sonrisa. El corazón de Emilio se apretujó al ver lo feliz que estaba la pequeña. -Veo que estas mejor, no te agites por hoy- ordenó Emilio -¿Puedo salir a dar un paseo por el jardín?- aprovechó de preguntar la Catalina. Emilio levantó una ceja y miró a través de la pequeña ventana. -¡Hay un día hermoso!, prometo que será breve y no iré por el sol Beltrán miró a Nora. -Que sea breve y que Nora te acompañe- ordenó y se marchó cerrando la puerta tras de él. Nora al fin pudo respirar con normalidad. -Que alegría, ahora podremos ser amigas sin escondernos. Nora tragó saliva y la miró -Creí que me iba matar -Nada de eso, él es un buen patrón -Se nota que no lo conoces, no se por que se comporta así contigo, pero tampoco lo quiero averiguar -¿No estas contenta de que podamos ser amigas? Nora la miró y sonrió -Claro que sí, jamás había tenido una amiga y jamás he recibido clases- dijo y le tomó ambas manos a Catalina con alegría Catalina la abrazó. -Vamos a dar un paseo al jardín Catalina se lavó y se vistió, se puso un sombrero de paja que había para los trabajadores y salió junto a Nora a caminar. Cuando estaban ambas admirando los rosales, Jessica las observó desde lejos y no tardó en apresurar su paso para interceptarlas. -¿Ustedes mocosas que hacen aquí? ¡Vayan a trabajar! -Señora Jessica- dijo con susto Nora Estaba a punto de soltar el brazo de Catalina para marcharse a sus labores cuando Catalina habló: -Don Emilio me autorizó a pasear por los jardines con mi amiga Nora- dijo sin vergüenza La cara de Jessica se puso roja de coraje. -Eres una mentirosa, Don Emilio jamás diría algo así -Si quiere vaya y pregúntele usted misma -Catalina…- susurró con miedo Nora en su oído -No te preocupes- le respondió Catalina -¡Ve a tu trabajo!- le gritó Jessica a Nora Aquello asustó tanto a Nora que dio un gran pasó hacia atrás, sin fijarse que en su espalda estaban todos los rosales. Catalina no pudo afirmarla y Nora cayó de espaldas hacia las espinas. Nora dio un grito de dolor al enterrarse varias espinas en su espalda. Jessica río y se fue de aquel lugar. Catalina se volteó y sin importarle lo filosa de las espinas, se adentró entre las matas para ayudar a levantar a Nora. Se clavó también espinas en los brazos y piernas, pero logró sacar a su amiga. Nora se veía bastante adolorida, y cojeando la llevó hacia la cocina. Catalina sangraba de los brazos, pero no le importó. Cuando entraron a la cocina, Doris la miró asombrada. -¿Qué te pasó muchacha?- le dijo al ver cojear a su hija Amabas comenzaron a relatar la historia. A lo que Doris se vio bastante molesta. -Esa bruja…- dijo refiriéndose a Jessica Doris curó y vendó las heridas de Nora con ayuda de Catalina. Luego de que Nora estuvo estabilizada y sentada en una banca. Doris miró a Catalina y sus brazos enrojecidos por los arañazos -Catalina, ven para curarte a ti también Entonces fue allí cuando Catalina notó la sangre en sus brazos y piernas. Catalina se acercó y dejó que Doris la limpiará. -Tu piel ya esta bastante maltratada por el sol, y ahora estas espinas. Espero que no te queden cicatrices Catalina no le tomó el peso a las palabras de Doris, lo único que a ella le importaba era que Nora estuviese bien. De vez en cuando Nora se quejaba y Catalina la miraba compungida. -Lo siento…-dijo al borde de las lágrimas -No fue tu culpa Catalina, esa mujer es perversa Catalina asintió -Catalina, creo que no podemos ser amigas. Es muy peligroso. Catalina sintió como si algo se quebrara dentro de ella. -Pero Nora… -No quiero volver a tener problemas con la señora Jessica Catalina comenzó a llorar en forma silenciosa -Te prometo que te visitaré en tu alcoba cada noche- le dijo Nora con una sonrisa Catalina se limpió las lágrimas y la miró. -Esta bien…- dijo para no hacer más alboroto, pero por dentro estaba destrozada. Se levantó y le agradeció los cuidados a la señora Doris, caminó hacia las escaleras y descendió hacia la planta de servidumbre, la único que quería era llorar tranquila sobre su cama. -Pobre niña- dijo Doris negando con la cabeza- está tan sola…
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