Catalina entró llorando a su alcoba y se hundió en su cama abrazando con fuerza la almohada.
Por primera vez se sintió realmente desdichada de estar en aquella mansión, aceptó ir a vivir allí solo para salvarle la vida a su madre, pero jamás imaginó que tendría que pasar por todas esas cosas.
-Tengo que soportar, sólo así mi madre se sanará- dijo en voz baja
La noche llegó y ella se estaba preparando para ir a dormir cuando sintió un golpe en su puerta.
Se incorporó y fue abrir.
-Hola Catalina- dijo Nora con una sonrisa.
Catalina tuvo sentimientos encontrados, estaba feliz de ver a su amiga, pero triste a la vez por no poder juntarse con ella de día. Sin embargo, la dejó pasar para poder charlar unos minutos.
Ambas niñas se sentaron en la cama y comenzaron a hablar, se reían y jugueteaban. Se contaron anécdotas de su infancia y compartieron sus gustos. Descubrieron que tenían muchas cosas en común, y eso hizo que su amistad se afianzara aún más.
Cerca de las 21 horas Nora se despidió de Catalina prometiéndole que la visitaría la próxima noche.
Ambas se abrazaron.
Catalina estaba ya muy cansada y decidió dormir pronto, la mañana siguiente volvería a sus labores domésticas y estaba segura que la señora Jessica no le dejaría pasar ni una.
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-¡Levántate mocosa!- oyó decir con un grito
Catalina se asustó y quedó sentada de un brinco en la cama.
Miró hacia arriba y se encontró a la señora Jessica echa una furia.
Jessica la jaló del brazo y la puso de pie.
-¿Qué sucede?- dijo Catalina aún aletargada.
-¿Cómo que sucede?, el señor Emilio quiere verte y esta enfurecido
-¿Enojado conmigo?
-Más que eso- dijo Jessica y la jaló hacia la puerta
-Pero ¿por qué?
-Ya lo sabrás mocosa tonta, ahora muévete- la arrastró con fuerza hacia el pasillo
-Pero sigo en pijama señora Jessica
Jessica la miró de arriba abajo y sonrió. Pensó que de esa forma la humillarían aún más.
Jessica la empujó hacia las escaleras y la hizo subir a empujones.
Cuando pasaron por la cocina, Doris soltó la mezcla de pan que estaba haciendo al ver a Catalina siendo arrastrada por Jessica.
-Señora Doris…-imploró Catalina al mirarla a los ojos.
Doris se llevó las manos a la boca, pero no pudo hacer nada por ella.
En menos de un minuto Jessica tenía a Catalina enfrentada a la puerta del despacho de Beltrán.
-¡Entra!- le ordenó Jessica con un grito
Catalina subió la mano temblorosa y tomó el pomo de la puerta. Lo giró con sigilo e ingresó.
Beltrán estaba volteado hacia su ventanal, entrelazando con fuerza sus manos atrás de la espalda.
-Aquí está Catalina, ella cometió el error- dijo con premura Jessica
Catalina la miró confundida.
“¿Qué error había cometido ella?”
-Ella envió la caja equivocada, yo le expliqué correctamente que hacer y ella se equivocó- dijo Jessica con una sonrisa en el rostro.
Se paró a un lado y cruzó sus brazos esperando la reacción de Beltrán.
Catalina miró otra vez a Jessica, y trató de recordar las instrucciones que ella le había dado, recordó perfectamente que ella le dijo: “entrega la caja del porche al señor del auto azul” y eso fue lo que exactamente hizo. No encontraba el error.
-Catalina- dijo con voz ronca Beltrán- me has hecho perder 1 millón de dólares
Catalina se tensó en su puesto y sintió como se le helaba la piel.
“¿ahora que haría?” no podía pagarle esa suma ni trabajando las 24 horas del día por el resto de su vida.
Estaba en problemas, ahora le debía el tratamiento de su madre y 1 millón de dólares.
-No podrás pasear por el jardín con tu amiga Nora en toda la semana- sentenció dándose vuelta hacia ella.
Jessica abrió la boca sorprendida.
“¿Solamente ese sería su castigo?, incluso le hizo perder 1 millón de dólares y él sola la dejaría sin pasear por el jardín?”, sonaba ridículo.
-¿Ese será su castigo, incluso si le hizo perder esa suma de dinero?- se atrevió a preguntar
-¿Porqué esta Catalina en pijama?- dijo Beltrán ignorando la pregunta de Jessica
Jessica miró a Catalina, ¿porqué a él le importaba eso?
-Ella no se quiso vestir- mintió Jessica- es una descarada y floja- aprovechó de calumniarla
Catalina apretó sus puños.
-Eso no es cierto, usted me levantó de mi cama y me trajo apresuradamente
Jessica la fulminó con la vista. Ella se había atrevido a responderle.
-Señor Emilio, eso no es cierto
Emilio debía creerle a ella era su empleada más leal, y que había pasado junto a él más de 10 años.
Beltrán sabía que Jessica mentía, sin embargo, no dijo nada al respecto.
-Márchense- ordenó.
Catalina no se sorprendió de que Don Emilio prefiriera y le diera la razón a Jessica, sabía que ella era su amante y su sirviente más leal.
Por ahora se había salvado, el castigo no había sido tan tremendo, y perfectamente podría soportar una semana sin pasear en el jardín.
Jessica miró con odio a Catalina y salió de prisa por la puerta.
Catalina iba a salir también, pero Beltrán la llamó.
-Catalina, mañana comienzas tus clases. Vendrá una institutriz a enseñarte.
Catalina sintió una emoción grande en su pecho. Pero luego esa sensación se disipó lentamente.
-Pero Nora no podrá acompañarme- dijo con tristeza
-¿Ella ya no quiere?
-No es eso
Catalina hizo un alto, no sabía si contarle a Beltrán. Pero estaba realmente desesperada por que Nora no se alejara de ella.
-Ella ya no puede ser más mi amiga
Emilio la miró curioso.
-Tiene miedo, yo soy peligrosa para ella
Beltrán no entendía nada. “¿a que se refería la muchacha?, ¿cómo podía ser ella peligrosa para alguien?”
-Dónde yo voy atraigo los problemas…
Emilio sintió que su estómago se hizo un puño. Se acercó hacia la niña y le tomó el mentón con sus dedos.
Levantó su rostro que era angelical y le dijo.
-Tu eres como una estrella, iluminas la oscuridad
Era la primera vez que Emilio le hacía un cumplido a Catalina. Quería mantenerse alejado de ella para no presionarla, pero esta vez no lo pudo evitar.
La niña no entendió del todo, pero algo dentro de ella se removió. Sin embargo, solo fue capaz de darle una pequeña sonrisa.
-No te preocupes Nora te acompañara en las lecciones
Catalina abrió los ojos grandes.
-Muchas gracias Don Emilio.
-Ahora ve a vestirte, tienes cosas que hacer- le ordenó y se volteó hacia su escritorio.
-Si- dijo contenta y se dio media vuelta para ir brincando hacia la salida.