Capítulo 19

1415 Words
2 estilistas entraron para preparar a Catalina, mientras estaba inmersa en sus pensamientos, la peinaban y la maquillaban. Luego de dos horas de arreglos al fin la dejaron mirarse al espejo. -¡Esta bellísima señorita Catalina!- Catalina, se midió en el espejo y pasó sus manos por su figura, sonrió y se volteó para ver el hermoso velo color vainilla que colgaba de su cintura. Acercó su rostro al esposo y parpadeó un par de veces, se veía como una adulta, con ese maquillaje ella parecía de más edad. Por fin había dejado de ser una niña para convertirse en una mujer. Las dos mujeres que ayudaron a Catalina salieron, y se toparon con Doris, quién se quedó admirando a Catalina desde el umbral de la puerta. -Hija, te ves radiante, no puedo creer que hayas cumplido 18 años- Catalina se volteó y sonrió con ternura, se juntó con Doris y le dio un abrazo. -Te quiero Doris, gracias por todo- Doris dejó caer dos lágrimas solitarias, y respiró profundo. -En unos minutos vendrán por ti, los invitados están llegando- Catalina sintió emoción en su corazón, aquella sería su primera fiesta con baile, y asistirían varios jóvenes de su edad, se prometió pasarlo en grande, y bailar al menos toda la noche, sonrió al pensar en aquello. Doris se marchó y cerró la puerta, y Catalina se sentó en su escritorio a esperar, no pasaron más de 5 minutos cuando escuchó dos golpes en su puerta, se levantó emocionada y corrió abrir, pero no era una empleada la que estaba tocando si no que era su maestra Elizabeth. -Señorita Elizabeth, pase por favor- dijo con elegancia Catalina, se hizo a un lado y dejó entrar a su profesora. -Gracias Catalina, estas muy linda hoy- Catalina se sonrojó, y entrecerró sus ojos color miel. -¿Podemos conversar unos minutos? -Claro, venga siéntese conmigo- la tomó de la mano y la llevó hacia su sofá, se sentaron una al lado de la otra, esperando iniciar la conversación. -Catalina, el día de hoy marcará tu vida para siempre- Catalina asintió sin despegar los ojos de Elizabeth- hoy pasará algo que ha sido planeado para ti durante los últimos 3 años- Elizabeth tomó las manos blancas de Catalina y Catalina la miró curiosa. La voz de Elizabeth se comenzó a quebrar- Querida Catalina, sólo quiero que sepas que puedes contar conmigo, y si algo no te parece o no lo quieres puedes decir NO. Aunque no lo creas ahora eres dueña de tu vida- Catalina retiró las manos de entre las de su profesora. -¿Qué quiere decir?- dijo un tanto exaltada- ¿Me sucederá algo malo?- Elizabeth no pudo decirle, sabía que, si el secreto salía de su boca, su vida podría correr peligro, Beltrán era el hombre más despiadado que pisaba Colombia. -Catalina, si necesitas ayuda solo recurre a mí- le dijo y le dio un beso en la mejilla, se levantó y se marchó sin decir nada más. Catalina quedó petrificada en su lugar, no entendía que podía ser tan grave para que Elizabeth no le digiera, ¿Qué significaba pedir ayudar?, ¿y decir que no?, de pronto tuvo un sentimiento que no experimentaba hace años, sintió miedo, temor y se volvió vulnerable. Se levantó de un brinco, y tomó las faldas de su vestido, abrió la puerta y salió corriendo de su recámara, tenía que hablar con Emilio, y averiguar que es lo que estaba sucediendo. Descendió las escaleras prácticamente corriendo, pero sus zapatos de tacón le jugaron una mala pasada justo en el último escalón, se dobló el tobillo y se fue sin remedio de bruces, cerró los ojos y se tapó la cara esperando el impacto contra el suelo, pero aquel golpe no llegó, abrió con prisa los ojos, y se vio siendo sostenida por un joven hombre, quién la ayudó a recuperar su postura rápidamente. -¿Te encuentras bien?- le dijo mirándola de arriba abajo, Catalina se quedó perdida en sus ojos verdes, unos que le resultaban extremadamente familiar, sentía que aquel hombre lo había visto en otra ocasión, pero ¿dónde?, ella prácticamente no tenía amigos, y casi no salía de la mansión. -S-si, e-estoy bien. Muchas gracias -Por suerte pasaba por aquí, te salvé la vida- dijo con una hermosa sonrisa- ¿vienes a la fiesta?- Catalina se quedó tiesa, ¿el quería entablar una conversación con ella? -Eh, si algo así, ¿y tú?- se atrevió a preguntar -Comencé a trabajar hoy aquí, seré chofer de Don Emilio- dijo y se tocó el traje que diferenciaba a los choferes de Beltrán, pero por alguna razón él no lucía como un clásico chofer, él se veía más refinado y con buenos modales. -Me tengo que ir -Claro, que disfrutes la fiesta- dijo aquel joven y se marchó rumbo a las piezas de la servidumbre. Catalina comenzó a avanzar a paso lento, tratando de descifrar que era lo que había acabado de ocurrir hace unos segundos, cuando repitió en su cabeza la escena, su corazón palpitó con fuerza, sus mejillas se ruborizaron y sintió cosquillas en su estómago, todo aquello se sentía tan bien y tan adrenalínico, que quería volver a experimentarlo. -¡¿Cuál es tu nombre?!- se giró para preguntar, pero se encontró sola en el pasillo, bajó los hombros y continuo su camino hacia el despacho de Beltrán, pero no logró avanzar mucho más ya que Doris la interceptó a mitad de camino. -¡Allí estabas!, ¿Dónde te habías metido?, es hora de que saluden a los invitados- dijo y la tomó de la mano, la arrastró como una alma en pena, por que su cuerpo estaba allí, pero su mente se había quedado en los ojos de aquel joven chofer. Llegaron al salón de baile, y por una escalerilla secundaria subieron a un escenario, allí estaba Beltrán vestido impecablemente con un traje fino de 3 piezas, mirándola embobado avanzar hacia él. -Catalina estás hermosa- Catalina sonrió tímida- ¿estás lista?- ella asintió con la cabeza, Beltrán tomó su mano y la hizo avanzar hacia el escenario, los invitaros voltearon a mirar cuando las luces se prendieron sobre el tablón. Emilio pidió el micrófono y comenzó hablar. -Bienvenidos todos, hoy estamos celebrando un gran acontecimiento, hoy es el cumpleaños número 18 de Catalina- varios invitados aplaudieron, entre ellos Laura y la madre de Catalina. Catalina juntó sus manos delante de su vestido y miró un punto fijo en el infinito, no parecía estar muy augusto sobre aquel escenario. Ella pensó que eso sería todo, que Beltrán incitaría a todos a disfrutar, comer, beber y bailar, pero no podía estar más equivocada. Emilio se volteó hacia Catalina y la quedó mirando de una forma extraña, una que ella jamás había visto en sus ojos, comenzó a sentirse incómoda, y retrocedió un par de pasos, pero Beltrán la tomó de la muñeca y la atrajo nuevamente hacia él. -Catalina, hoy eres una mujer, y esperé pacientemente 3 años a que estuvieras lista. Hoy al fin ha llegado el día, y dentro de un mes te convertirás en mi esposa- Catalina creyó haber escuchado mal, pero comprobó lo contrario cuando Beltrán sacó de su bolsillo una caja aterciopelada, y puso una rodilla en el suelo, abrió la caja y deslizó un enorme anillo de compromiso con una esmeralda en forma de corazón al centro, Catalina creía que se iba a morir sobre el escenario, que su pobre corazón no iba a ser capaz de soportar tal sorpresa, pensó que aquel iba a ser el último día de su vida. Quería huir, quería correr lejos, caminar por horas y perderse en el bosque para no ser encontrada nunca más, pero su cuerpo no reaccionó, se quedó allí parada lánguida y en estado de shock mientras todas esas personas abalaban su compromiso con un hombre 30 años mayor. La sentencia se firmó cuando Beltrán deslizó la joya en su dedo anular, y besó su anillo en señal de poder. -Necesito ir a mi habitación un momento- logró decir con un hilo de voz -Este bien cariño, pero no tardes. Tu fiesta recién comienza- “cariño”, esa palabra que podría sonar tan dulce en los labios de la persona correcta, y tan nauseabunda en los labios de él. Corrió a su habitación y se encerró con llave, no encontró nada mejor que llorar, llorar profundamente por lo desdichada que se había vuelto su vida.
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