Catalina ya no quiso salir más de su habitación, y la fiesta siguió sin ella, preocupada y aleonada por Beltrán, su madre subió a la habitación a verla.
-¿Catalina?- dijo en un susurro, mientras golpeaba sutilmente la puerta
-¿Mamá?, ¿mamá eres tú?- Catalina corrió hacia la puerta y puso una mano sobre ella.
-Así es cariño, déjame entrar- Catalina sacó el pestillo y abrió la puerta, cuando miró a su madre con un bastón parada en el pasillo, corrió a abrazarla.
-Mamá, tienes que detenerlo- La madre la abrazó y le acarició la cabeza, y mientras Catalina sollozaba la llevó hacia su sillón.
-Mamá por favor…- ella se apartó de Catalina y la quedó mirando.
-Hija, ¿acaso tu no sabías?- Catalina la miró extrañada- pensé que estabas de acuerdo, tantos años y ¿no te dijo nada?- Catalina hizo un puchero, y negó la cabeza. La madre suspiró.
-De todas maneras, esto es lo mejor para tu futuro, Don Emilio es un buena personas- Catalina se quedó paralizada, no podía creer lo que su madre le decía ¿ella lo avalaba?, ¿acaso se habían vuelto todos locos?
-No mamá, yo no lo amo- La madre de Catalina se acercó y le tomó ambas manos
- El amor viene después, ese hombre te ha protegido y te ha dado lo mejor, deberías retribuirlo siendo su esposa.
-¡¿Qué?!, yo estaba viviendo en la mansión para que él pagara tu tratamiento, no para ser su esposa, yo debía trabajar para él, no casarme con él- dijo con los labios apretados y las manos en puño.
-No hoy nada más que discutir, te casarás con él- Catalina apretó los dientes, pero no rebatió más a su madre, aún le tenía respeto, aunque aquello estaba por cambiar.
La madre de Catalina se levantó y le acarició la cabeza- Ve a descansar, tienes mucho trabajo por delante con tu boda- le dijo y se marchó.
Catalina se levantó y se lanzó contra la cama, se tapo completamente hasta la cabeza inclusive y lloró hasta quedarse dormida.
Catalina tuvo un sueño muy extraño aquella noche, quizás se debió a la congoja del momento vivido. Soñó que caminaba por el jardín de la mansión y de pronto veía a Beltrán, pero él tenía mucho menos edad, casi unos 20 años menos. Catalina sentía que debía huir de él, pero cuando se encontraron ella se perdió en sus ojos verdes profundos, aquella versión de Emilio la enamoró. El sol golpeó a través de la ventana de la habitación de Catalina, y ella alertada por los rayos abrió poco a poco sus ojos, los tenía hinchados y algo enrojecidos, sin embargo, despertó con una sensación amable en su pecho, por alguna razón aquel extraño sueño la había reconfortado.
La puerta de su habitación sonó.
-¿Pequeña?- oyó decir a Doris
-¡Vete!- gritó Catalina
-Catalina tienes que comer algo
-¡No!, elijo morir de hambre
-No digas eso pequeña.
-Tú lo sabías ¿cierto?, ¡tú fuiste su cómplice!
-Catalina…por favor
-¡Dime la verdad de una vez Doris!
-Mi esposo, el señor Gómez me lo comentó…lo siento- hubo un agónico silencio
-¿Nora lo sabía?- dijo con voz temblorosa, y llena de miedo de escuchar algo que no quería, algo que le rompería el corazón.
-No, ella no lo sabía- Catalina suspiró.
-Vete Doris…-ordenó acongojada.
-Si tienes hambre o necesitas algo, llámame- dijo y se marchó.
Se volvió a recostar en su cama, y pensó que se quedaría en su habitación hasta morir, ya no valía la pena seguir viviendo bajo aquella tortura, entonces dejaría de comer y beber agua hasta perder la vida.
-Catalina- la voz de Emilio Beltrán la hizo saltar de su cama- Ábreme la puerta- Catalina apretó el dobladillo de la sábana con fuerza, estaba acostumbrada a obedecer sin reclamos las ordenes de Beltrán, lo pensó un par de segundos, pero no le abrió.
-Catalina…
-No quiero verlo Señor- Beltrán se sintió pésimo, él esperaba que todo fuera de otra forma, dentro de su mente ilusa soñó con que ella se comprometiera de forma voluntaria y fidedigna con él, él había sido increíblemente bueno y benevolente con Catalina, él la consintió en todo y la protegió ¿entonces por que ella no lo amaba?
-Catalina hoy saldré de viaje, espero que cuando vuelva tengas otra actitud, y comencemos a preparar nuestra boda.
-No- soltó ella, Emilio apretó los puños y le dio un golpe a la puerta, Catalina saltó con susto, pero no dijo nada.
Beltrán se marchó bufando, y en menos de una hora salió de la mansión.
…
-¿Catalina estas bien?- la suave voz de Nora despertó a Catalina, abrió ambos ojos y corrió hacia su puerta.
-Nora ¿eres tú?
-Ábreme Cata, soy yo- Catalina sacó con prisa la llave y dejó entrar a Nora quién cargaba una bandeja con comida. Nora dejó la bandeja sobre el escritorio y corrió a abrazar a su amiga.
-Nora soy tan desdichada- sollozó Catalina
-Lo siento tanto Catalina, lamento no haber estado ayer contigo
-Oh no Nora, no lo lamentes estas recién casada, no quiero darte angustias en medio de tu felicidad.
-Catalina, eres mi mejor amiga, jamás te dejaría sola- dijo Nora y la volvió abrazar, Catalina se hundió en el pecho de su amiga, y por fin luego de un día entero de tristezas se sintió cobijada.
-No puedo casarme con él
-¡Claro que no!- reclamó Nora
-¿Qué haré?, dime ¿Qué haré?
-Tienes que calmarte primero, y comer algo. Luego idearemos un plan- Catalina asintió con la cabeza y se sentó a comer de la bandeja.
-¿Y si te escapas?
-Nora, el es EL SENOR EMILIO BELTRÁN nadie podría escapar de él, tiene ojos por todos lados- Nora negó con la cabeza mientras pensaba.
-Tan solo un milagro podría salvarme
En ese instante la puerta sonó, ambas niñas saltaron en su puesto.
-¿Será don Emilio?- dijo con susto Nora
-No creo, se iba hoy de viaje- Catalina se levantó y acercó a la puerta
-¿Quién es?
-Señorita Catalina, Don Emilio me dejó a su disposición, mi nombre es Vicente y seré su chofer y guardaespaldas mientras el Señor esté de viaje- Catalina quedó petrificada en su lugar, miró de reojo a Nora y tragó saliva con dificultad. Nora le hizo un gesto con sus manos, pidiéndole una explicación, pero Catalina le dijo “aguarda” con el movimiento de sus labios, giró el pomo de la puerta y abrió.
Un guapo muchacho sonrió al ver a Catalina, y ella se sonrojó en respuesta. Nora miro la escena y en seguida sospechó que lo único que existía entre ellos dos eran chispas, y mucha química.
-Vicente…-balbuceó Catalina, Vicente sonrió al escuchar su nombre salir de los labios de aquella hermosa muchacha.
-Estoy a su servicio, si desea salir o compañía solo debe decírmelo- bajó la cabeza en señal de respeto.
-G-gracias- tartamudeo
-Gracias Vicente, Catalina te avisará si desea algo
-Por supuesto, hasta luego señoritas- dijo y se marchó.
Catalina se volteó y miro a Nora.
-Cata, al menos sécate la baba
-Es tan guapo, es un sueño
-Solo preocúpate de que Don Emilio no te oiga decir algo así. Bien ahora tenemos un par de días para planear como sabotear la boda.
-Ajá- respondió Catalina, volviendo en sí.
-No será fácil, pero tampoco imposible. Catalina tienes que ser valiente, aquí cualquier cosa podría pasar.