Emilio se quedó mirando fijo a la pequeña pelirroja, y dio un suspiro hondo. Quería reprenderla y castigarla por haber besado a aquel muchacho, pero una ola de entendimiento vino a él antes que pudiera regañarla.
Pensó en que Catalina era aún una jovencita, y tenía que vivir historias como aquella, primeros besos, primeros enamoramientos, si no ¿cómo iba adquirir experiencia, para ser su futura esposa?, decidió pasar por alto aquel incidente, y darle algo de libertad para experimentar, pero siempre bajo sus ojos. Y cuando algo pareciera ir más allá, él lo detendría.
Esta vez pensó más como un padre como un prometido.
Quitó la vista de los ojos color miel de Catalina y miró la ventanilla.
-Tendrás permiso para salir a la ciudad una vez por semana, siempre acompañada de Nora. No quiero que descuides tus estudios ni tus labores en casa- sentenció mientras apretaba las manos.
Catalina no podía creer lo que oía, y comenzó a pensar que el señor Emilio no era el monstruo que todos pintaban, él era bondadoso y tenía entendimiento. Don Emilio era digno de admiración por parte de ella.
Emilio vio la sonrisa de agradecimiento que esbozó Catalina, y comprendió que había hecho lo correcto, se estaba ganando la confianza y el cariño de aquella pequeña, y eso era un buen pavimento para comenzar a transitar hacia su corazón.
-Gracias Don Emilio, prometo no escaparme más ni mentirle
Emilio asintió.
-De todas formas, estarás castigada por el fin de semana. Ayudarás a Doris a limpiar la huerta.
Catalina asintió de inmediato, sabía que se merecía aquella reprimenda, sin embargo, no le dio importancia a su castigo dominical, sabía que en una semana podría volver al parque para ver a Nick y aquel era un gran premio.
Ambas niñas descendieron del coche de Beltrán, y se fueron a su habitación. Mientras Jessica los observaba desde la ventana de la cocina apretó los dientes y cerró con fuerza la cortina.
-Señor ¿pero esta seguro de lo que ha autorizado?
-Necesito ganarme la confianza de Catalina, además ella es una joven que necesita vivir experiencias, si no lo hace ¿cómo podría ser una buena esposa después?
Gómez asintió de acuerdo con su patrón.
-Nora deberá acompañarla, espero estes de acuerdo con eso Gómez
“¿Cómo podría estar en desacuerdo con su patrón?”, aquello no tenía discusión, Gómez tenía que aceptar todo lo que Beltrán proponía u ordenaba sin chistar, aunque aquello significase involucrar a su propia hija.
-Sólo tienes que procurar que aquel jovencito no se propase con Catalina, él resto es juego de niños
Gómez volvió a asentir, porque eso era lo que mejor sabía hacer, asentir.
-Mañana salgo de viaje, estaré fuera una semana. Catalina será tu responsabilidad y de Doris- ordenó Beltrán.
-Por supuesto, señor
Las niñas iban caminando tomadas del brazo, hacia el interior de la mansión.
-¿Se enojó mucho don Emilio?- susurró con miedo Nora
-Nada, tuvo una reacción inesperada
Nora se paró en seco y volteó a ver a su amiga.
-Me permitió salir de la mansión una vez a la semana, para poder pasear en la ciudad. Pero sólo si voy contigo- Nora abrió la boca tanto que si una mosca hubiese pasado volando seguro se la tragaría.
-¿Y a ti?- preguntó Catalina
-Papá estaba furioso, y me dejó sin postre por todo el fin de semana, sin contar que debo pelar papas con mamá a diario
Catalina sonrió.
-Tampoco es un gran castigo- Nora se encogió de hombros.
-Hemos tenido mucha suerte Catalina, no me gustaría volver a tentarla. La próxima vez no podría salir tan bien
-Esta bien, no seremos más desobedientes, lo prometo Nora- Catalina se acercó y abrazó a su amiga.
Ambas se fueron a sus habitaciones y se quedaron plácidamente dormidas.
A la mañana siguiente las niñas no tenían clases porque era sábado, pero si tenían otras obligaciones que cumplir en la mansión, tomaron desayuno con el resto de empleados, y Jessica no quitó la vista sobre Catalina ni un segundo. Catalina se incomodó y apenas pudo terminar su vaso de leche.
-Gracias Doris, iré al huerto
-Termino en la cocina y te alcanzó para indicarte que debes hacer. Por mientras comienza sacando la maleza- ordenó Doris
Nora se quedó sentada frente a un gran saco de patatas que necesitaban ser peladas ese mismo día, resopló y comenzó a cortar con el cuchillo.
Jessica se levantó luego de Catalina, y comenzó a darle las indicaciones al resto de sirvientes, una vez que estuvo lista se dirigió directo a la huerta.
Catalina estaba agachada sobre la tierra, tirando malas hierbas, cuando uno de sus manos quedó completamente aplastado por el zapato con taco de alguien. Dio un gran grito de dolor y miró de inmediato para arriba.
Jessica estaba pisando la frágil y blanca mano de Catalina tan fuerte que incluso sus nudillos crujieron.
-Señora Jessica por favor deténgase- Jessica la miró son una sonrisa sardónica y empujó su pierna un poco más.
Catalina chilló y las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos.
-Don Emilio se irá de viaje hoy, dime ¿quién te protegerá ahora?
-Puedo cuidarme sola- respondió solemne Catalina
Jessica lanzó una gran carcajada.
-No eres más que una mocosa aprovechadora, pero ¿sabes? Te queda muy poco tiempo aquí- sentenció
“¿A que se refería realmente Jessica?, ¿ella la echaría de la mansión?” aquello era prácticamente imposible, ella le tenía que pagar con trabajo la deuda a Don Emilio, “¿cómo podría irse antes?”
-¿Qué esta pasando aquí?- dijo Doris cuando llegaba a su huerto
Jessica levantó el pie y volteó para encontrarse con Doris.
-Dile que limpie mejor, para variar lo esta haciendo horrible- caminó y pasó por un lado de Doris sin dejar de mirarla.
Catalina se llevó su mano adolorida hacia su pecho y se la sobó con cuidado. Le dolía la piel y los huesos, pero al menos sabía que no tenía nada quebrado. Mañana amanecería con un gran moretón.
-¿Estas bien pequeña?- dijo Doris estirándole la mano, Catalina asintió con los ojos cristalinos.
-¡Bruja aprovechadora!- soltó entre dientes Doris, mientras le sobaba la mano a Catalina
Catalina no pudo evitar sonreí, la frase de Doris había salido tan genuina y real que aquello le causo gracia.
Ambas se miraron y se rieron.
-Vamos debemos dejar impecable este huerto
Ambas trabajaron durante todo el día, hasta dejarlo magnifico y limpio.