Capítulo 12

1324 Words
La noche llegó y Catalina se cambió de ropa, se puso unos vaqueros y un chaleco de lana. Jugueteó con sus dedos porque estaba muy ansiosa ir al centro de su ciudad. Había hablado antes con Doris, para llevar su cena al cuarto antes de tiempo, aludiendo que estaba muy cansada, y la convenció de que Nora la acompañara. Cuando dieron las 19h, ambas chicas salieron sigilosas del cuarto, esa era la hora en que todos los sirvientes volvían a sus habitaciones, se aseaban, descansaban un poco y luego cenaban. Momento perfecto para encontrar los pasillos vacíos. Catalina agarró la mano de su amiga y comenzó avanzar, Nora un poco nerviosa caminaba con miedo. -Catalina, ¿estas segura que nadie nos verá? -Nadie lo hará, confía en mí- Catalina apuró a Nora y ambas se escabulleron de la mansión, mientras anochecía. Saltaron uno de los muros y huyeron rumbo al centro de la ciudad. Beltrán observaba desde su ventanal, con las manos atrás. Vio escapar a las niñas y se dirigió a Gómez. -Ve por el auto, vamos a dar un paseo. -Sí señor Gómez salió raudo, y enojado ya que Nora, su hija, estaba envuelta en todo el embrollo. Ya llegaría el momento de hablar con ella a solas. Catalina comenzó a correr tomada de la mano de Nora, ambas llegaron a la parada de autobuses y aguardaron con excitación. -Nora relájate ya estamos fuera, y nadie nos vio Nora asintió nerviosa. -Mira allí viene el bus Ambas subieron y pagaron su pasaje. Luego de 10 minutos estaban descendiendo en una parada central. Se toparon con varias personas saliendo de sus trabajos, y otras terminando sus compras, estaba por anochecer, y las luces artificiales comenzaron a iluminar las aceras. Catalina se quedó mirando asombrada todo el movimiento. -¿Y ahora qué? -¡Vamos por un helado! -Catalina ¿y el dinero? -No te preocupes, tengo bastante- abrió uno de sus bolsillos y le mostró a Nora dos billetes verdes. Caminaron por la avenida principal, sin llamar tanto la atención y se mezclaron entre la gente. Entraron a una fuente de soda, que se veía un tanto vacía, se acercaron al mesón y pidieron dos helados dobles para servir. La dependienta les cobró y les entregó sus postres, avanzaron hacia una de las mesas y comenzaron a devorar su helado. -¿Qué tienes Nora?- Catalina se quedó mirando a su amiga que parecía haber visto un fantasma- ¿Qué pasa?- dijo y se volteó para observar lo que su amiga estaba viendo, en una de las mesas del fondo había dos adolescentes como ellas, haciéndole señas. Catalina sonrió y miró el rostro rojo de Nora, se volteó nuevamente y les levantó la mano. -¿Qué haces?, ¿Estas loca?- dijo Nora encogiéndose en su puesto. -¿No querías conocer chicos?- dijo divertida- pues esta debe ser la forma de hacerlo. Los muchachos se levantaron de su mesa y comenzaron a caminar hacia las niñas. -Hola ¿son de por aquí?, jamás las había visto. Nora se mantuvo muda con la mirada clavada en su bola de helado. -Vivimos fuera del centro. -Ya veo, ¿podemos acompañarlas? Nora negó con la cabeza, pero Catalina respondió. -Claro- Nora soltó un suspiro profundo. -Mi nombre es Nick y mi amigo es Robert- el amigo levantó la mano y sonrió dejando ver sus braquets metálicos. -Yo soy Catalina, y ella es Nora- Nora desvió la mirada avergonzada. -Que rico se ve eso, ¿de que sabor pediste?- le preguntó Robert a Nora acercándosele de una forma muy confianzuda. Nora saltó en su puesto y apretó los labios. -C-creo q-que es fresa- dijo confundida -¿Me dejas probar?- Robert levantó su mini cuchara de madera y la introdujo en medio de la bola de fresa de Nora, y luego la saboreó. Nora estaba que se desmayaba en su lugar. Catalina se rio y Nick también. -¿Les gustaría dar un paseo?, conozco un parque cercano- preguntó Nick -Catalina no- susurró Nora -Claro nos encantaría- Nora rodó los ojos -Debemos volver ya a la mansión -Es un pequeño paseo Nora, nadie lo notará- contestó Catalina y se puso de pie. A Nora no le quedó más remedio que seguirla. Los cuatros jóvenes caminaron solo un par de cuadras y llegaron a un hermoso parque, rodeado de imponentes abetos y bancas centrales, al centro había una gran fuente de los deseos. Se sentaron al frente de la fuente a charlar. Nora al fin logró relajarse un poco, y comenzó a conversar con Robert, él era muy simpático y gracioso, y logró sacarle varias sonrisas a Nora. -¿Viven en una de las mansiones de la periferia? -Así es, vivimos en la casa de Don Emilio Beltrán Nick abrió los ojos con sorpresa y un poco de miedo. -¿Eres pariente de él?- Nick sabía de sobra quién era “El señor” Emilio Beltrán -No, solo soy una empleada -Ya veo- Nick se sintió más aliviado Una hora se pasaron charlando, hasta que Catalina se levantó y se paró en frente de la fuente, Nick la acompañó y ambos se quedaron mirando las aguas quietas y cristalinas. -Voy a pedir un deseo Nick sonrió, Catalina sacó una moneda de su bolsillo y cerró los ojos, elucubró el deseo en su mente y lanzó con fuerza la moneda hacia el agua. -¿Qué pediste? -No se cuenta el deseo- dijo risueña Catalina- si no, no se cumple -Anda vamos, no se lo diré a nadie, será un secreto Catalina entrecerró los ojos, e hizo un puchero. Aquel gesto activó algo en Nick, y llevado por un impulso hormonal, se acercó y le dio un tímido y suave beso a Catalina en los labios. Catalina se quedó quieta y abrió los ojos con sorpresa, él al ver que ella no se rehusó, se acercó de nuevo con una sonrisa y la tomó por la cintura, y la volvió a besar, pero esta vez profundizó un poco más el beso. Catalina cerró los ojos y se dejó llevar, aquel era su primer beso, jamás se lo imaginó así, tan suave y húmedo. Su corazón palpitó con fuerza y sintió cosquilleos en su entrepierna. ¿Por qué sus lenguas se entendían tan bien? Ambos se separaron buscando algo de aire. -¿Te puedo volver a ver Catalina? -No estoy segura, intentaré venir aquí la próxima semana Nick sonrió y la tomó de la mano, Catalina lo miró y le devolvió la sonrisa. Catalina y Nora se despidieron de sus nuevos amigos, con la promesa de volver a encontrarse en una semana más en la misma fuente de los deseos. Ambas chicas tomadas de las manos corrieron hacia la parade del autobús, eran casi las 9 de la noche, y con suerte llegarían a las 9.30 a la mansión, justo cuando todos estuvieran en sus alcobas listos para dormir. Nora volvería a su pieza con la excusa de haberse quedado charlando con Catalina, lo cual no era extraño porque lo hacían así cada noche. Mientras esperaban el autobús notaron que ya no venía ninguno, y con un tanto de desazón comenzaron a caminar hacia la mansión, siempre esperando que algún taxi viniera. Luego de caminar 10 minutos apareció un auto familiar a su lado, Nora se paralizó al descubrir que era el auto de Don Emilio, y que el que manejaba no era más que su padre. -Nora sube- dijo serio Gómez, Nora miró a Catalina e hizo un puchero, le apretó la mano y abrió la puerta del piloto. -Señorita Catalina, usted suba atrás- Catalina obedeció. Ingresó al auto y se encontró sentado a Don Emilio, con una pierna sobre la otra y sus manos en el regazo. Catalina tragó saliva con dificultad y se sentó a su lado cabeza agacha. -Don Emilio, discúlpeme yo… -Guarda silencio Catalina, esta vez hablaré yo- sentenció Emilio
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