Capítulo 16

1242 Words
Catalina despertó al día siguiente muchísimo más repuesta, tenía dentro de su estómago una sensación de emoción, que no podía ignorar. Se vistió con la mejor ropa que tenía y guardó paciente por la llegada de Don Emilio, se sentó sobre tu cama y fijó la vista hacia la puerta, expectante. Así trascurrió una hora y luego dos, y nada sucedía, durante la tercera hora Catalina se sintió mal, se sintió engañada y utilizada. “¿por qué Don Emilio le había mentido?”, estaba a punto de ponerse a llorar cuando oyó una voz familiar proveniente del pasillo, se levantó con rapidez y se paró frente a su puerta con el corazón desbocado. “¿podría ser…?” -¡Laura!- gritó Catalina cuando vio a su pequeña hermana correr por el pasillo de la servidumbre rumbo a sus brazos. Se agachó a su altura y la abrazó con fuerza, hundió su nariz en el suave y rizado cabello de Laura y aspiró como si aquello fuera el oxigeno que necesita para seguir viviendo. -Te extrañé tanto- dijo Laura enredada en el cuello de Catalina. -Y yo a ti- Al decir esto, Catalina miró para ambos lados del pasillo, temió que saliera la señora Jessica de su habitación a reprenderlas, pero luego de unos segundos ella no apareció, entonces Catalina respiró aliviada. -¿A mi no me saludas?- levantó la vista y se encontró con su madre quién venía avanzando con la ayuda de unas muletas, estaba mucho mejor de lo que ella recordaba, soltó a Laura y corrió hacia su madre, abrió los brazos y con cuidado de no dañarla, le dio un delicado abrazo. -Catalina, que grande que estás, te extrañé -Mamá ¿Cómo te sientes? -Mucho mejor, gracias al tratamiento que estoy teniendo- la joven recibió un cálido beso de su madre en la frente. Catalina sintió que todo el sacrificio y esfuerzo por permanecer en aquella mansión estaba valiendo la pena, su madre se estaba mejorado y aquello era impagable. De pronto una de las puertas se abrió y salió Nora, a Catalina le brillaron los ojos y corrió enseguida a un lado de su amiga, la tomó de la mano y la arrastró hacia su madre. -Mamá, ella es mi mejor amiga Nora- Nora abrió los ojos ¿había oído bien, ella dijo mamá?, Nora enfocó la vista y divisó a una mujer con muletas, sonrió y le dio la mano, luego miró a Catalina con la cara llena de felicidad y se conmovió. -Un gusto señora- dijo Nora muy respetuosa -Me alegro que tengas una amiga cariño, eso me deja mucho más tranquila- Catalina extendió el brazo y abrazó con fuera a Nora. En ese momento Nora lo entendió mejor, ella era la única familia que tenía Catalina dentro de la mansión, ella tenía a su madre Doris y a su padre Gómez siempre cerca, pero Catalina no, ella estaba completamente sola. Su corazón se encogió, a la vez que se sintió orgullosa de ser su amiga. Doris apareció por la escalera y con una sonrisa dijo: -Bienvenidas señoritas, Don Emilio las espera en la sala Las mujeres asintieron y caminaron detrás de Doris. A la sala ingresó la madre de Catalina tomada del brazo de sus hijas, Emilio las esperaba con una sonrisa. -Feliz cumpleaños Catalina- dijo a penas se volteó para mirarlas. A Catalina se le llenó el corazón de gratitud y no dudó ni un segundo en correr a abrazar a Emilio. El abrazó fue tan real y genuino que Beltrán no pudo rechazarlo, Catalina se hundió en su pecho y él aprovechó de inhalar el exquisito olor a jazmines que emanaba de su cabello. La pequeña se separó un tanto y mirándolo a los ojos le dijo: -Gracias, éste es el mejor cumpleaños de mi vida- se puso en puntitas de pie y le besó la mejilla. Beltrán se sonrojó y luego aclaró su garganta. Doris fue la única que notó la incomodidad de Don Emilio, pero decidió desviar la mirada. -Esta bien Catalina, no te emociones tanto, por que aún queda otro regalo- Catalina juntó sus manos cerca de su pecho. -¿Qué es?, ¿Qué es?- dijo con euforia Laura, la pequeña hermana de Catalina. -Shh, guarda silencio cariño- susurró la madre, Laura hizo un marcado puchero y enlazó sus brazos con molestia. -¿Estas lista para tener un día en la playa?- La boca de Catalina se abrió, tanto que parecía una gran “o”. -Don Emilio, yo…-tartamudeó -Ve y prepara tus cosas, salimos en 10 minutos. -¿Puede ir Nora?- preguntó enseguida Emilio miró a Doris, en busca de su aprobación. -No lo sé, aún le queda un saco de patatas que pelar- Nora miró a su madre e hizo un marcado puchero, y Catalina a su vez juntó sus manos como rezando. Doris negó un par de veces, y chasqueó la lengua. -Creo que por un día que no pele patatas, no habrá problema. -¡Gracias mamá!- saltó Nora y le dio un beso en la mejilla, luego miró a Beltrán y sonrió- Gracias don Emilio- él asintió. Catalina tomó de la mano a su amiga y la jaló hacia las escaleras, para alistar sus cosas. Pero antes que descendieran, escuchó hablar a su madre. -Don Emilio, le agradezco la invitación, pero, ¿podría quedarme aquí mientras espero que vuelvan?, para mi es muy difícil hacer un viaje como éste- Catalina apretó los dientes, pero no dijo nada, sabía de la condición de su madre, y no iba obligarla a acompañarla si no era su deseo. -No hay problema, puede aguardar junto a Doris- Doris sonrió -Muchas gracias -¿Mamá yo si puedo ir?- preguntó con inocencia Laura -Veremos que dice tu hermana, recuerda que es su regalo de cumpleaños- Laura bajó la mirada y asintió no muy convencida. Nora y Laura se demoraron exactamente 8 minutos en preparar todo, Catalina tenía solo un bañador, así que no tuvo más opciones, tomó un vestido amarillo y unas sandalias, y por si las moscas, echó otro vestido celeste. Ambas tomaron dos sombreros de paja, de los que usaban para hacer el jardín y subieron corriendo las escaleras. Catalina se quedó parada en la sala esperando las instrucciones de Don Emilio, cuando sintió un jalón de su vestido, miró hacia abajo y sonrió. -¿Cata, me llevas contigo?- los pequeños ojos de Laura se volvieron enormes dentro de su cara, Catalina sonrió. -Por supuesto- Laura abrazó las piernas de su hermana y le tomó la mano. Las niñas se despidieron de todos en casa y salieron junto a Don Emilio. Esta vez el chófer sería otro, y eso le llamó la atención a Catalina, pero luego de un momento y con la euforia del viaje lo olvidó, las 3 niñas subieron a la parte trasera y esperaron pacientemente. Emilio se quedó unos minutos hablando con Gómez en la entrada de la mansión. -Lo encontramos, encontramos al culpable- Emilio se levantó las gafas de sol. -¿Quién fue? -Jessica- las manos de Beltrán se apretaron en un puño. -Maldita despechada. Llévala a la habitación negra, a mi vuelta me encargaré de ella. -Entendido señor, que tenga un buen viaje. Beltrán se volteó y caminó hacia su auto, Catalina lo miró por a ventanilla tintada y sintió emoción, emoción de que el mejor día de su vida había comenzado.
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