El día lunes llegó, y Catalina estaba tan entusiasmada que a penas pudo dormir la noche anterior. Se levantó y se lavó con mucha prolijidad, peinó sus cabellos rizados y se puso su mejor vestido.
Subió hasta la sala y allí aguardó parada frente a la puerta de entrada.
Doris quién hacia aseo la observó curiosa.
-Buenos días mi niña, ¿Qué haces allí parada?
-Espero a mi institutriz, hoy comenzaré las clases- dijo con felicidad
-Cariño, pero son las 07 de la mañana, es aún muy temprano
-No importa, quiero estar aquí cuando venga
Doris sonrió.
-Nora aún duerme, ¿no quieres ir a despertarla? Así vienen ambas a desayunar
Catalina se volteó y miró a Doris.
Ella no quería despegarse de su punto de vigilancia, sin embargo, obedeció a Doris y fue a despertar a Nora.
-¿Nora?, ¿Nora?- susurró pegando su boca a la puerta
Al ver que Nora no respondía decidió ingresar.
Aquella habitación era tan solo un poco más grande que la suya, pero increíblemente dormían 3 personas allí. Sólo tenía una litera, dos muebles y un armario.
A Catalina no le gustó para nada que ellos vivieran así.
Miró a Nora quién dormía en la cama de arriba de la litera. Se encaramó y le tocó la mejilla.
-¡Ahh!- dijo Nora asustada
-Tranquila soy yo, Catalina- le dijo con una voz suave
-Catalina, por Dios casi me matas del susto
Catalina sonrió divertida, al ver la expresión de su amiga.
-Vamos perezosa, hoy comienzan las clases
Nora la escuchó y volvió a arroparse hasta la nariz.
Catalina no iba a permitir que Nora se perdiera las clases, entonces jaló las frazadas y la destapó otra vez.
-¿Qué haces?, quiero seguir durmiendo un poco más- respondió aletargada Nora
-Debes vestirte, y desayunar
-Mejor no quiero tener clases, ¿sabes? Soy feliz siendo sirvienta
Catalina abrió la boca, y se sintió molesta.
-No puedes decir eso, tienes que aprender ¿o acaso quieres ser sirvienta toda la vida?
Nora se encogió de hombros.
-¿Y que más podría hacer?, mi abuela fue sirvienta, mi madre y mi padre lo son. Supongo que es lo que me toca a mi también- respondió conformada
Catalina negó con la cabeza.
-No, no, no. Vas a estudiar y vas a salir de aquí. Viajarás por el mundo y me enviarás postales de todos los lugares maravillosos que visitarás- le dijo y le desordenó el cabello oscuro
Nora abrió los ojos muy grande.
-¿Yo podría hacer eso?
-Claro que sí, pero tienes que aprender, tomar lecciones y hacerte cada vez más sabia
-Ajá
-Pero para eso, debes levantarte y desayunar. Ese es el primer paso
Nora se incorporó entusiasmada de la cama, y de un brinco saltó hacia el suelo.
Catalina la miró conforme, y la ayudó a lavarse y a vestirse.
Cuando ambas iban subiendo las escaleras para esperar a la institutriz, Nora le susurró a Catalina:
-¿Tu que quieres ser de mayor?
Catalina se detuvo y se quedó pensando.
Ella no tenía muchas posibilidades, se quedaría en la mansión hasta envejecer, aún le quedaban muchos años para pagar su deuda con Don Emilio.
-Quiero ser médico y salvar muchas vidas- le dijo a Nora para que se quedara tranquila.
-Wow, seguro serás la mejor, eres muy inteligente Catalina
Ambas entrelazaron sus brazos y subieron cantando a la cocina.
Desayunaron lo que Doris les preparó, y se fueron a la sala a esperar.
Jessica iba pasando por allí hacia el jardín cuando vio a las dos muchachas conversando en la sala.
-¿Ustedes que hacen aquí?
Las niñas se quedaron en silencio una pegada a la otra.
-Esperamos a nuestra institutriz
Jessica lanzó una gran carcajada
-¿Ustedes van a estudiar?, si son un par de tontas
Catalina apretó los puños y se mordió la lengua.
-¡No lo somos!, vamos a aprender mucho- gritó sin poder controlar su boca
Nora saltó en su puesto y cerró los ojos con miedo, estiró su mano y apretó la de Catalina.
Jessica abrió sus ojos con furia y caminó a paso rápido hacia ellas.
Muy cerca de sus caras les dijo:
-Vayan ahora mismo a fregar el piso del comedor
Nora se separó de Catalina e iba a comenzar a caminar, cuando sintió que Catalina la jalaba de vuelta.
-No, no iremos- dijo decidida Catalina
Jessica abrió los ojos, como dos grandes bolas de fuego y apretó la mandíbula
-Catalina, por favor- susurró Nora en su oído- vamos a meternos en problemas
En eso la puerta de la casa sonó, y las tres mujeres miraron hacia ella. Apareció Doris a pasó rápido desde la cocina y se quedó mirando a las tres paradas en medio de la sala.
La puerta sonó otra vez, y Doris se apresuró a abrir.
-Buenos días, Soy Elizabeth Jones, soy la nueva institutriz de la señorita Catalina
Catalina esbozó una gran sonrisa al escuchar a la mujer, y tomando la mano de Nora corrió hacia la entrada. Dejando sola a Jessica en la sala.
Jessica no podía creer lo que escuchaba “¿una institutriz para una sirvienta?” aquello era impensado.
“Algo extraño está ocurriendo aquí, y lo averiguaré” pensó Jessica.
Por el momento decidió guardar silencio y mirar desde lejos lo que estaba ocurriendo.
Doris quien sostenía la puerta, sonrió ampliamente.
-Bienvenida señora Jones, adelante
-Gracias, pero soy señorita Jones- corrigió con amabilidad
“¿No está casada?, aunque se ve mayor” pensó la señora Doris
La señorita Elizabeth Jones era una mujer soltera de 30 años, muy distinguida y elegante. Iba vestida con un traje de dos piezas, la falda era tipo tubo marrón y la chaquetilla de solapa amplia en el mismo tono.
“Es una mujer muy sofisticada”, pensó Catalina
-Buenos días señorita Jones, soy Catalina y ella es mi mejor amiga Nora- se presentó con una reverencia
Elizabeth las miró y sonrió.
-Buenos días señoritas, un gusto conocerlas
Catalina la miró sonriente y emocionada.
-¿Podemos empezar ahora?
-Claro a eso vine, pero primero debo presentarme al señor Beltrán
-La guiaré a su despacho- acotó Doris.
-Jovencitas, ¿les parece si me esperan en la biblioteca?, por mientras lean “La Odisea” de Homero
Catalina asintió feliz, ella conocía aquella obra, pero Nora las miró perplejas.
Elizabeth se despidió y siguió por detrás a Doris hacia el despacho de Emilio Beltrán.
-Catalina, he pensado que mejor yo no tomaré clases
-¿Estas loca?, te va a gustar- le dijo, le tomó la mano y la arrastró hacia la biblioteca
Jessica las miró desde lejos mientras se alejaban.
Ambas niñas ingresaron a la biblioteca tomadas de la mano, Catalina jamás había estado allí y quedó maravillada, las paredes tenían grandes estantes todos llenos de libros, había un globo terráqueo y una gran pizarra a un costado. En el centro había una mesa de ajedrez y en el fondo junto al ventanal un piano de cola.
-Es maravillosa- dijo Catalina al ingresar.
Abrió los brazos y comenzó a dar vueltas en su eje.
Nora la quedó mirando extrañada, ella sólo ingresaba a esa sala para hacer limpieza y sacarles el polvo a los libros.
Catalina avanzó hacia un estante y se encaramó a un pequeño taburete, señaló varios libros con su dedo índice, hasta que encontró lo que buscaba.
-Aquí está, La Odisea- dijo y tomó el grueso libro con sus dedos
Nora seguía parada al centro de la habitación.
-Toma- Le entregó el libro a Nora- comienza tú, yo te escucho mientras investigo la habitación
Nora recibió el libro y lo quedó mirando fijo, y luego miró a Catalina.
-Ábrelo Nora- ordenó Catalina
Nora lo levantó y lo abrió al revés
Catalina lanzó una carcajada.
-Vamos no bromees, la señorita Jones volverá en cualquier momento y nos regañará si no hemos leído nada
Nora se puso roja.
-¿Nora, que sucede?
-Catalina, yo no…- dijo con vergüenza Nora y bajó la vista hacia el libro.
Catalina le tomó los hombros.
-¿Tu no que…?
-¡Yo no se leer!- gritó y arrojó el libro al piso, provocando un gran ruido en aquella silenciosa habitación.
Catalina abrió la boca, y se sintió muy culpable, ella la había estado presionando para que estudiaran juntas, pero jamás le había preguntado si ella realmente quería aquello.
-Nora perdón, no quise obligarte, yo no sabía
-No es tu culpa Catalina- dijo mientras le rodaba una lágrima por la mejilla.
Catalina se acercó y la abrazó.
-Si no quieres estudiar, está bien. Puedes irte- le susurró al oído
Nora se despegó del agarre de Catalina y la miró fijo.
-Pero quiero viajar por el mundo, tal y como tu lo dijiste- hizo un puchero
Catalina le apretó las manos con cariño.
De pronto la puerta de la biblioteca se abrió y entró la señorita Jones cargando su bolsa.
-¿Qué ha pasado aquí?, ¿por qué ese libro esta en el suelo?- dijo mientras avanzaba hacia las niñas.
Catalina se irguió y se puso por delante de Nora.
-Fue mi culpa, yo quise obligar a leer a Nora. Pero ella no…- Catalina hizo una pausa y volteó para mirar a Nora
-¿Ella no sabe leer?- interrumpió Elizabeth con calma
Catalina asintió con la cabeza mientras miraba hacia sus zapatos.
-No hay problema, aquí aprenderá
Catalina levantó la cabeza rápidamente y sonrió. Se volteó y abrazó a Nora con fuerza.
Nora estaba feliz, al fin podría estudiar.