Capítulo 10

1596 Words
El día lunes llegó, y Catalina estaba tan entusiasmada que a penas pudo dormir la noche anterior. Se levantó y se lavó con mucha prolijidad, peinó sus cabellos rizados y se puso su mejor vestido. Subió hasta la sala y allí aguardó parada frente a la puerta de entrada. Doris quién hacia aseo la observó curiosa. -Buenos días mi niña, ¿Qué haces allí parada? -Espero a mi institutriz, hoy comenzaré las clases- dijo con felicidad -Cariño, pero son las 07 de la mañana, es aún muy temprano -No importa, quiero estar aquí cuando venga Doris sonrió. -Nora aún duerme, ¿no quieres ir a despertarla? Así vienen ambas a desayunar Catalina se volteó y miró a Doris. Ella no quería despegarse de su punto de vigilancia, sin embargo, obedeció a Doris y fue a despertar a Nora. -¿Nora?, ¿Nora?- susurró pegando su boca a la puerta Al ver que Nora no respondía decidió ingresar. Aquella habitación era tan solo un poco más grande que la suya, pero increíblemente dormían 3 personas allí. Sólo tenía una litera, dos muebles y un armario. A Catalina no le gustó para nada que ellos vivieran así. Miró a Nora quién dormía en la cama de arriba de la litera. Se encaramó y le tocó la mejilla. -¡Ahh!- dijo Nora asustada -Tranquila soy yo, Catalina- le dijo con una voz suave -Catalina, por Dios casi me matas del susto Catalina sonrió divertida, al ver la expresión de su amiga. -Vamos perezosa, hoy comienzan las clases Nora la escuchó y volvió a arroparse hasta la nariz. Catalina no iba a permitir que Nora se perdiera las clases, entonces jaló las frazadas y la destapó otra vez. -¿Qué haces?, quiero seguir durmiendo un poco más- respondió aletargada Nora -Debes vestirte, y desayunar -Mejor no quiero tener clases, ¿sabes? Soy feliz siendo sirvienta Catalina abrió la boca, y se sintió molesta. -No puedes decir eso, tienes que aprender ¿o acaso quieres ser sirvienta toda la vida? Nora se encogió de hombros. -¿Y que más podría hacer?, mi abuela fue sirvienta, mi madre y mi padre lo son. Supongo que es lo que me toca a mi también- respondió conformada Catalina negó con la cabeza. -No, no, no. Vas a estudiar y vas a salir de aquí. Viajarás por el mundo y me enviarás postales de todos los lugares maravillosos que visitarás- le dijo y le desordenó el cabello oscuro Nora abrió los ojos muy grande. -¿Yo podría hacer eso? -Claro que sí, pero tienes que aprender, tomar lecciones y hacerte cada vez más sabia -Ajá -Pero para eso, debes levantarte y desayunar. Ese es el primer paso Nora se incorporó entusiasmada de la cama, y de un brinco saltó hacia el suelo. Catalina la miró conforme, y la ayudó a lavarse y a vestirse. Cuando ambas iban subiendo las escaleras para esperar a la institutriz, Nora le susurró a Catalina: -¿Tu que quieres ser de mayor? Catalina se detuvo y se quedó pensando. Ella no tenía muchas posibilidades, se quedaría en la mansión hasta envejecer, aún le quedaban muchos años para pagar su deuda con Don Emilio. -Quiero ser médico y salvar muchas vidas- le dijo a Nora para que se quedara tranquila. -Wow, seguro serás la mejor, eres muy inteligente Catalina Ambas entrelazaron sus brazos y subieron cantando a la cocina. Desayunaron lo que Doris les preparó, y se fueron a la sala a esperar. Jessica iba pasando por allí hacia el jardín cuando vio a las dos muchachas conversando en la sala. -¿Ustedes que hacen aquí? Las niñas se quedaron en silencio una pegada a la otra. -Esperamos a nuestra institutriz Jessica lanzó una gran carcajada -¿Ustedes van a estudiar?, si son un par de tontas Catalina apretó los puños y se mordió la lengua. -¡No lo somos!, vamos a aprender mucho- gritó sin poder controlar su boca Nora saltó en su puesto y cerró los ojos con miedo, estiró su mano y apretó la de Catalina. Jessica abrió sus ojos con furia y caminó a paso rápido hacia ellas. Muy cerca de sus caras les dijo: -Vayan ahora mismo a fregar el piso del comedor Nora se separó de Catalina e iba a comenzar a caminar, cuando sintió que Catalina la jalaba de vuelta. -No, no iremos- dijo decidida Catalina Jessica abrió los ojos, como dos grandes bolas de fuego y apretó la mandíbula -Catalina, por favor- susurró Nora en su oído- vamos a meternos en problemas En eso la puerta de la casa sonó, y las tres mujeres miraron hacia ella. Apareció Doris a pasó rápido desde la cocina y se quedó mirando a las tres paradas en medio de la sala. La puerta sonó otra vez, y Doris se apresuró a abrir. -Buenos días, Soy Elizabeth Jones, soy la nueva institutriz de la señorita Catalina Catalina esbozó una gran sonrisa al escuchar a la mujer, y tomando la mano de Nora corrió hacia la entrada. Dejando sola a Jessica en la sala. Jessica no podía creer lo que escuchaba “¿una institutriz para una sirvienta?” aquello era impensado. “Algo extraño está ocurriendo aquí, y lo averiguaré” pensó Jessica. Por el momento decidió guardar silencio y mirar desde lejos lo que estaba ocurriendo. Doris quien sostenía la puerta, sonrió ampliamente. -Bienvenida señora Jones, adelante -Gracias, pero soy señorita Jones- corrigió con amabilidad “¿No está casada?, aunque se ve mayor” pensó la señora Doris La señorita Elizabeth Jones era una mujer soltera de 30 años, muy distinguida y elegante. Iba vestida con un traje de dos piezas, la falda era tipo tubo marrón y la chaquetilla de solapa amplia en el mismo tono. “Es una mujer muy sofisticada”, pensó Catalina -Buenos días señorita Jones, soy Catalina y ella es mi mejor amiga Nora- se presentó con una reverencia Elizabeth las miró y sonrió. -Buenos días señoritas, un gusto conocerlas Catalina la miró sonriente y emocionada. -¿Podemos empezar ahora? -Claro a eso vine, pero primero debo presentarme al señor Beltrán -La guiaré a su despacho- acotó Doris. -Jovencitas, ¿les parece si me esperan en la biblioteca?, por mientras lean “La Odisea” de Homero Catalina asintió feliz, ella conocía aquella obra, pero Nora las miró perplejas. Elizabeth se despidió y siguió por detrás a Doris hacia el despacho de Emilio Beltrán. -Catalina, he pensado que mejor yo no tomaré clases -¿Estas loca?, te va a gustar- le dijo, le tomó la mano y la arrastró hacia la biblioteca Jessica las miró desde lejos mientras se alejaban. Ambas niñas ingresaron a la biblioteca tomadas de la mano, Catalina jamás había estado allí y quedó maravillada, las paredes tenían grandes estantes todos llenos de libros, había un globo terráqueo y una gran pizarra a un costado. En el centro había una mesa de ajedrez y en el fondo junto al ventanal un piano de cola. -Es maravillosa- dijo Catalina al ingresar. Abrió los brazos y comenzó a dar vueltas en su eje. Nora la quedó mirando extrañada, ella sólo ingresaba a esa sala para hacer limpieza y sacarles el polvo a los libros. Catalina avanzó hacia un estante y se encaramó a un pequeño taburete, señaló varios libros con su dedo índice, hasta que encontró lo que buscaba. -Aquí está, La Odisea- dijo y tomó el grueso libro con sus dedos Nora seguía parada al centro de la habitación. -Toma- Le entregó el libro a Nora- comienza tú, yo te escucho mientras investigo la habitación Nora recibió el libro y lo quedó mirando fijo, y luego miró a Catalina. -Ábrelo Nora- ordenó Catalina Nora lo levantó y lo abrió al revés Catalina lanzó una carcajada. -Vamos no bromees, la señorita Jones volverá en cualquier momento y nos regañará si no hemos leído nada Nora se puso roja. -¿Nora, que sucede? -Catalina, yo no…- dijo con vergüenza Nora y bajó la vista hacia el libro. Catalina le tomó los hombros. -¿Tu no que…? -¡Yo no se leer!- gritó y arrojó el libro al piso, provocando un gran ruido en aquella silenciosa habitación. Catalina abrió la boca, y se sintió muy culpable, ella la había estado presionando para que estudiaran juntas, pero jamás le había preguntado si ella realmente quería aquello. -Nora perdón, no quise obligarte, yo no sabía -No es tu culpa Catalina- dijo mientras le rodaba una lágrima por la mejilla. Catalina se acercó y la abrazó. -Si no quieres estudiar, está bien. Puedes irte- le susurró al oído Nora se despegó del agarre de Catalina y la miró fijo. -Pero quiero viajar por el mundo, tal y como tu lo dijiste- hizo un puchero Catalina le apretó las manos con cariño. De pronto la puerta de la biblioteca se abrió y entró la señorita Jones cargando su bolsa. -¿Qué ha pasado aquí?, ¿por qué ese libro esta en el suelo?- dijo mientras avanzaba hacia las niñas. Catalina se irguió y se puso por delante de Nora. -Fue mi culpa, yo quise obligar a leer a Nora. Pero ella no…- Catalina hizo una pausa y volteó para mirar a Nora -¿Ella no sabe leer?- interrumpió Elizabeth con calma Catalina asintió con la cabeza mientras miraba hacia sus zapatos. -No hay problema, aquí aprenderá Catalina levantó la cabeza rápidamente y sonrió. Se volteó y abrazó a Nora con fuerza. Nora estaba feliz, al fin podría estudiar.
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