Ella asintió y, mientras lo hacía, su clítoris fue estimulado, frotado, formando un suave círculo. Luego una y otra vez. Su vientre se tensó; su corazón latía con fuerza. Ella separó las piernas, consciente de la excitación que se escapaba de su coño. —Mmm…— —Qué buena chica...— Hugh rodó hacia un lado jalándola con él, su pierna superior sobre la suya. —Se merece una polla, ¿no crees?— Su erección estaba alojada contra la parte inferior de su vientre. —Sí. Sí.— Ella asintió y buscó a Patrick detrás de sí. —Estoy aquí.— Él la acurrucó y su polla se metió en el pliegue de sus nalgas. —Pero primero, dime ¿cómo se siente?— —¿Cómo se siente?— —Tener dos hombres tan duro para ti. Puedes sentirnos a ambos, ¿verdad? Siente nuestras pollas. Deslizó el suyo por su hendidura y se apretó más.